1. Saeta / 2. arrancada / 3. alcanzó la punta de su nuevo amuleto
1. Saeta
el amo camina con aire vacilante
alrededor de ambas esclavas
omele, ravanne, sabar, sikulú
todos los tambores se encienden
no quiero este ruido
quiero el sonido de los míos
se deshace de las botas
una por una
detiene su andar en las sombras de las paredes
desamarra la bombacha de los listones del cuello
da vueltas alrededor de la habitación
iluminada por velas
toca como tamboras
los abundantes senos de Tshanwe
ella baja el rostro
le llama Teresa
el cabello prieto
ensortijado
no le cae sobre la cara a Tshanwe
la blusa que el amo levanta
no está hecha de hilos importados
carnes firmes y joviales
al ras de esta piel oscura
el amo desprende la falda manchada de barro
con una mano
le abre las piernas
le vuelve a llamar Teresa
palpa su pubis
lo estudia con ávidos ojos
sus dedos se enredan con él
empuja a la negra hasta el lecho
pero antes retira el mosquitero
entra y sale de ella; entra y sale.
omele, ravanne, sabar, sikulu
otra esclava,Jwaabi
se ha quedado de pie
en mitad del aposento
las manos entrelazadas a la espalda
espera sin pudor su turno
2. arrancada
negra cara negra
esa noche en el pedazo de espacio forrado de tierra
que hace las veces de cama
la esclava juega con la idea de regresar
recuerda escaramuzas fronterizas
Loango al norte
Ndongo al sur
los reinos de Mbangala al interior
las niñas congoleñas llevan el vestido naranja
producen granos que se convierten en juguetes
volver alguna vez
no parir en el Caribe
en esta isla de pieles blancuzcas
donde ahogar al recién nacido
y envenenarlo para evitar cadenas
es lo que hay que hacer
volver alguna vez
alguna vez a los suyos
verlos envejecer entre los sabios y sus magias
tocarles el rostro tatuado
con colores de las plantas
al otro lado del desierto
el Namib y sus dunas de arena
tantas veces sirvieron de escondite
a ella y a sus parientes con los juegos de aldea
recordar los sonidos de chasquido
peculiares de su idioma
celebrar la llegada de bebés pequeños
con golosinas
no parir en el Caribe
en esta isla de pieles blancuzcas
de idiomas enemigos
ver pujar a los elefantes
ver parirse criaturas
que de seguro
no serán atrapadas como ella
volver alguna vez
3. alcanzó la punta de su nuevo amuleto
lo acarició con la yema de uno de sus dedos
emitió un silbido
fundido entre la noche y el ruido de las ranas
si alguien contestara
si tan solo alguien lo hiciera…
remembranzas de cuando niña
escuchaba la señal de las mujeres de Namaqua
anuncios de eventos de guerra
pinturas debajo de los ojos
sobre la nariz
pasta de especias
en tonos que conmemoran el amanecer
el amarre a sus espaldas
la lanza de combate
las cazadoras amarillas
sus flechas envenenadas
mujeres que desconocen el temor
presas de criaturas más claras de piel
secuestradas en barcazas
encadenadas
sortilegios y encantamientos
detonar la carne