1930: El pensamiento comunista-estadounidense sobre Puerto Rico (Parte 2)
The Communist, sucesora de Workers Monthly, fue una revista mensual del Partido Comunista de los Estados Unidos (PCEU) dedicada a la teoría socialista y comunista. Fue publicada por primera vez en 1927. Su último ejemplar fue difundido en diciembre de 1944. Fue entonces renombrada Political Affairs, todavía publicada hoy. The Communist publicó cinco artículos sobre Puerto Rico durante la década de los treinta: “A ‘Model’ Colony of Yankee Imperialism” de D.R.D., publicado en tres partes entre mayo y julio de 1931; “The Struggle for Puerto Rican Independence” de Harry Robinson en 1936; y “Bring the New Deal to Puerto Rico” de James F. Ford en 1939. El propósito de este escrito es esencialmente reseñar estos artículos para, en un artículo posterior, exponer su perspectiva sobre la independencia de Puerto Rico.
El autor de “A ‘Model’ Colony of Yankee Imperialism” es una incógnita, pues utilizó solamente sus iniciales, D.R.D., y no su nombre completo. D.R.D. examinó el potencial de la lucha revolucionara en el Caribe, destacando el caso de Puerto Rico. Para él, aquella lucha aglutinaba a los trabajadores, los campesinos y los nacionalistas en contra del capital, aunque sus intereses comunes no siempre fuesen reconocidos por esos grupos. Para D.R.D., entender esa compleja relación requería de un análisis de la economía política de las plantaciones caribeñas y de la crisis agraria, aparte de un cuidadoso examen de las diferencias de clase en la región.
D.R.D. partió de una premisa histórica, que el sistema de plantaciones que dominaba en el Caribe en la fase imperialista y monopolística del capitalismo era distinto al de las plantaciones en otros tiempo-espacios. Las plantaciones en Puerto Rico y el Caribe recurrían, como las del pasado, a una tremenda y abusiva explotación de sus trabajadores, esto a la vez que también promovían el monocultivo, devastador para las economías nativas. Pero, para D.R.D., otros aspectos de las plantaciones caribeñas las hacía muy diferentes. Su peculiaridad emanaba de sus lazos con el capital financiero, que eran en efecto el fruto directo de ese capital. Es por ello por lo que su carácter era explícitamente imperialista y monopolista. Gracias al capital financiero, las plantaciones gozaban de un enorme poder político y económico sobre los países y colonias en las que operaban, dominando los medios de transportación, la tierra y los mercados nativos. Para D.R.D., su preponderancia monopolística no fue causada por sus esfuerzos para aumentar la productividad. Fue el producto de sus maniobras para eliminar la competencia. En esa misma época, Pedro Albizu Campos acusó al capital estadounidense de atentar contra la libre competencia. Para el autor comunista, el hecho de que las plantaciones en Puerto Rico y el resto del Caribe utilizaran únicamente una porción de sus tierras para la producción confirmaban que la productividad no era su prioridad. Estas empresas, con su control monopolístico de la tierra, sus técnicas destructivas de cultivo, el monocultivo, y su explotación de los trabajadores, contribuyeron a la crisis agraria. Para el autor comunista, la respuesta de las plantaciones, los contratos de aparcería o “crop-sharing”, terminaría por afectar adversamente a los pequeños agricultores, ya en condiciones precarias. Las tierras que estos agricultores trabajarían serían tierras sobre-cultivadas y devaluadas.
“A ‘Model’ Colony of Yankee Imperialism” también brindó un análisis de las clases sociales en Puerto Rico, distinguiendo entre los terratenientes nativos, la burguesía nativa, la pequeña burguesía, el campesinado, y los trabajadores. D.R.D. identificó subgrupos en el campesinado, destacando la presencia creciente de lo que llamó agricultores semi-proletarios. Estos, aunque trabajaban sus pequeñas fincas propias, también trabajaban como empleados en otras fincas o plantaciones. Para el autor, estos tenían más en común con los trabajadores que con los terratenientes y los colonos más ricos, todos usualmente clasificados como miembros de una misma categoría, los agricultores.
El ensayo de D.R.D. fue además una crítica de Porto Rico and Its Problems del Brooking Institution, al que describió como “francamente imperialista.” El autor también criticó el uso estadounidense de la isla como un modelo de la magnanimidad imperialista estadounidense; que Puerto Rico fuese una vitrina del progreso supuestamente conferido por los estadounidenses. De ahí el título del artículo de D.R.D, para quien Puerto Rico estaba lejos de ser ese modelo espléndido del que se jactaban los imperialistas. Finalmente, comentó las posibilidades de la independencia de Puerto Rico, lo que discutiré en otro artículo, y que el autor apoyaba.
El artículo “The Struggle for Puerto Rican Independence” de Harry Robinson fue publicado en The Communist en 1936. Robinson fue el secretario personal de Vito Marcantonio, un congresista por Nueva York que tenía lazos tanto con los nacionalistas puertorriqueños como con los comunistas puertorriqueños y estadounidenses. César J. Ayala y Rafael Bernabe confirmaron que Marcantonio y Robinson visitaron Puerto Rico (véase Puerto Rico en el Siglo Americano). Arturo-Luis Dávila-Toro, en ¡Nosotros Mismos! afirma que Robinson fue miembro de la Liga de Jóvenes Comunistas y que participó de la fundación del Partido Comunista en Puerto Rico, 1934.
En su artículo, Robinson examinó los orígenes del Tydings Bill, esto en el contexto del imperialismo estadounidense, la situación precaria de los puertorriqueños, y la próxima Conferencia Panamericana, que se celebraría en 1936. El proyecto reproducía de muchas formas el Philippine Commonwealth and Independence Act de 1934, también conocido como el Tydings-McDuffie Act. Para él, el proyecto Tydings fue una respuesta del gobierno estadounidense al auge del independentismo en Puerto Rico, que amenazaba los planes imperialistas de la administración Roosevelt con respecto a la Conferencia Panamericana. Retaba además el mito de la colonia modelo, ya criticado por D.R.D. en su artículo, que Robinson había evidentemente leído. Robinson rechazó el Proyecto Tydings para favorecer un proyecto alternativo para la independencia de Puerto Rico, el presentado en 1936 por su jefe, Vito Marcantonio. Robinson también comentó el rol del Partido Comunista puertorriqueño en la lucha por la independencia, comentando además los otros partidos políticos activos en aquel momento. Asimismo, discutió el “frente unido” a favor de una “convención constituyente” y el apoyo de la Internacional Comunista. La táctica de los frentes unidos o el establecimiento de alianzas entre grupos diversos, inclusive los no-revolucionarios, era una táctica favorecida por la Internacional Comunista de entonces. Robinson también reclamó el apoyo estadounidense a la independencia de Puerto Rico, particularmente el de los coumunistas: “Puerto Rico has taken its place by the side of Cuba as a sore spot of Yankee rule in the Caribbean. Its position as a direct colony nakedly ruled by Wall Street, should make it more than ever a matter of Communist honor to fight for the freedom of its people.”
“Bring the New Deal to Puerto Rico” de James W. Ford fue publicado por The Communist en 1939. Ford fue un notable activista y comunista negro, muy activo y conocido en Harlem. Fue también candidato a la vicepresidencia de los Estados Unidos por el PCEU en varias ocasiones. En su artículo Ford propuso y defendió que se extendiera el Nuevo Trato a Puerto Rico, lo que, para él, era un paso importante en la ruta de los puertorriqueños hacia su autodeterminación. Se trataba de una postura menos crítica del Nuevo Trato y el Good Neighbor Policy, ciertamente menos crítica que la de otros comunistas de la época. Su postura manifestaba cambios en la orientación del PCEU, que en el llamado “tercer periodo” adoptó la política de los frentes populares o unidos de la Internacional Comunista. A finales de los treinta, esta política promovía las alianzas entre los comunistas y otros sectores antifascistas. El PCEU apoyó inclusive el Nuevo Trato de la administración Roosevelt. Aunque en Puerto Rico algunos sectores apoyaron la extensión del Nuevo Trato a Puerto Rico, los nacionalistas la rechazaron. Ford, cónsono con la posición de su partido apoyaba las políticas del Nuevo Trato, aun cuando favorecía la independencia de Puerto Rico. Para él, la recuperación económica de la isla era parte fundamental de la lucha por la independencia, un primer paso: “The fight for democracy and economic reconstruction is part of the fight for independence. This means today to extend the New Deal to Puerto Rico.”
Uno de los temas predominantes en estos artículos fue la lucha por la independencia de Puerto Rico, la que apoyaba el PCEU. Pero, el interés comunista por la independencia de Puerto Rico se debió además a que se trataba de una época de auge en el independentismo puertorriqueño, del surgimiento de uno de los “nuevos independentismos” discutidos por Che Paralitici en su Historia de la lucha por la independencia de Puerto Rico. El nacionalismo albizuista fue militante, dinámico, desafiante y violento. Además, los nacionalistas dirigieron una campaña en contra de los grandes intereses económicos estadounidenses, lo que facilitó el apoyo de los comunistas locales y estadounidenses, a pesar de que muchos de estos últimos consideraron el nacionalismo un movimiento burgués. En los treinta también se organizó el comunismo puertorriqueño, con la fundación en Ponce del Partido Comunista en 1934. Entre sus fundadores estaban Juan Santos Rivera, Alberto Sánchez, Juan Sáez Corrales, Jesús Renta, Antonio Angleró, Luis Vergne y José Lanauze Rolón. Este último fue mencionado por Robinson en su artículo, quien también se refirió a Lucha Obrera. Pero, los treinta estuvieron también marcados por la respuesta represiva de las autoridades contra el nacionalismo puertorriqueño y contra aquellos grupos y organizaciones, que, como los comunistas, los apoyaran. D.R.D., Robinson y Ford estaban bien informados sobre la lucha independentista y la represión en Puerto Rico. También conocían muy bien las actividades de los nacionalistas y los comunistas puertorriqueños. Sus artículos son consecuentemente una excelente avenida al pensamiento comunista estadounidenses sobre la lucha por la independencia de Puerto Rico en los treinta, el tema de mi próximo artículo.