A propósito del Festival Casals
Dentro de unos días se celebra en nuestro país unos de los eventos musicales de trascendencia mundial, el Festival Casals. Aprovechamos la ocasión para compartir con ustedes un fase de la vida poco conocida del Maestro, donde mostró su más grande humanidad que le ocurrió durante su exilio en Francia después de que el gobierno de la República española perdiera la guerra.
El 19 de noviembre de 1942 el periódico The New York Times recogió una noticia publicada en México cuyo título lee “Casals Reported Held”. Según la noticia, Pablo Casals había sido arrestado en Francia y entregado a las autoridades franquistas en España. No era la primera ocasión que circulaba este tipo de noticia ya que un año antes, en noviembre de 1941, el cellista Maurice Eisemberg, que había sido alumno de Casals, desmintió a través del mismo rotativo los rumores de su encarcelamiento e inminente fusilamiento en Montjuich, Barcelona.
La noticia desató inmediatamente una ola de súplicas y fuertes reclamos al gobierno de los Estados Unidos para que intercediera por la libertad del músico. Había motivos para la angustia de sus admiradores porque el General Queipo de Llano, en sus habituales transmisiones radiales durante los años de la guerra, dijo: “¡Ese Pablo Casals! Les diré lo que voy a hacer con él si lo atrapo. Pondré fin a su agitación. Le cortaré los brazos, los dos, a la altura del codo”.
Durante las dos semanas siguientes al menos una veintena de cartas y telegramas fueron enviados al Secretario de Estado Cordell Hull y al Presidente Franklin D. Roosevelt por más de un centenar de músicos y empresarios relacionados al mundo de la música. Algunos le solicitaron al Presidente que intercediera por la liberación del Maestro, mientras que otros exigían al secretario Cordell Hull que demandara del gobierno de Franco su liberación: el pianista y compositor australiano Ernst Hutcheson, presidente de la Escuela de Música Juilliard, envió un telegrama y una carta firmada por el Comité ejecutivo de la institución solicitando que “como nación civilizada, sometieran una queja y una protesta al General Franco”; la Orquesta Filarmónica de Filadelfia envió una carta al secretario Hull suscrita por más de 80 músicos; la presidenta de Griffith Music Foundation en New Jersey, Parker Grifitth, envió una carta al Presidente indicando que el arresto y posible fusilamiento de Pablo Casals sería “no solo era gran pérdida para el arte en el mundo, sino además una gran injusticia contra un gran patriota”; el director de la Orquesta Filarmónica de Nueva York, envió un telegrama al Secretario de Estado en nombre de todos los miembros de la orquesta, solicitando su inmediata liberación y salida de España; el empresario musical en Los Ángeles, California, L.E. Behymer, envió una carta al secretario Hull y el violinista norteamericano Louis Kaufman envió cartas tanto al secretario Hull como al presidente Roosevelt así como a miembros del cuerpo diplomático en Europa, insistiendo que “como estadounidenses debemos hablar enérgicamente en su nombre”; los miembros de la orquesta de Cleveland exigieron al Secretario de Estado a intervenir por la liberación de Casals y su deportación a Portugal. Los mundialmente aclamados directores y músicos Arturo Toscanini y Eugene Ormandy no solo enviaron telegramas al Departamento de Estado, sino que también enviaron comunicados a la prensa publicados en The New York Times el 26 de noviembre de 1942.Al grupo de peticiones de los miembros de la comunidad musical norteamericana se unieron otros grupos como el Concilio de Mujeres de los Estados Unidos, la Metal Textil Corporation y United Electrical, Radio & Machine Workers of America en Illinois que enviaron sendas cartas y telegramas al Secretario de Estado en enero de 1943.1
El Secretario Hull instruyó a su embajador en Madrid averiguar sobre los rumores, pero sugiriendo la cautela que siempre le caracterizó durante la guerra de España “[…] without giving rise to complications between this Government and the Spanish Government.” También ordenó solicitar información sobre las actividades de Pablo Casals en Suiza, donde participaba con frecuencia en actividades de recaudación de fondos para los refugiados españoles en Francia. La verdad era que Pablo Casals continuaba residiendo en el pueblito de Prades, en los Pirineos Orientales cerca de la frontera con Cataluña, donde se había exilado en 1939 luego de la caída de Barcelona. En el año 1941 cuando Francia fue ocupada intentó embarcar hacia América por el puerto de Burdeos en el SS Champlain pero unos días antes de su salida fue bombardeado por los alemanes y hundido en el puerto y el Maestro tuvo que regresar a Prades.
La humanidad del Maestro Casals se manifestó a plenitud durante la guerra de España (1936-1939) y en sus años de exilio en Francia donde ofrendó su arte y su patrimonio en defensa de la República española, Cataluña, los refugiados en campos de concentración y en el exilio. Cuando proclamaron la Segunda República Española el Maestro Pablo Casals simpatizó y apoyó su gestión. Así contó a uno de sus biógrafos, Albert Kahn: “Si el año 1931 me reservaba la pena de la muerte de mi madre, también pienso en él como un año de nacimiento. En la primavera de ese año fue que nació la República Española […]Para mi ese momento simbolizaba lo que el pueblo de mi país había soñado a través de largos años de lucha y sufrimiento: el nacimiento de un gobierno dedicado a las más elevadas aspiraciones del hombre, a la felicidad, la libertad y la fraternidad universal […] Pocos días después de su advenimiento dirigí mi orquesta en una ceremonia celebrando la proclamación de la República en el gran palacio de Montjuich”2.Para esa ocasión ejecutaron la novena sinfonía de Beethoven.
Don Pablo puso su arte y sus recursos económicos a la disposición de la joven República Española y el gobierno de Cataluña: “Yo era uno de los hombres más ricos en Barcelona […] ahora no poseo gran cosa pero no me preocupa. Soy un trabajador manual…sí, manualy como tal estrechamente asociado al movimiento democrático. Así como se sabe, el gobierno de Cataluña me pidió que pusiera mi arte a su servicio. Antes del desencadenamiento de la guerra civil y sin haber sido invitado por nadie, ya me había esforzado por servir a mis compatriotas. […] Un artista de conciencia no puede separarse de ciertos temas políticos como la justicia y la libertad. Y fue el gobierno de la República el que trajo justicia y libertad a España”3.
Fue Presidente honorario del Comité de Músicos para ayudar a la democracia española y viajó por Europa y América del Sur dando conciertos para recaudar fondos para alimentos, ropas y medicinas para su pueblo en guerra, siendo el mejor emisario de propaganda que la República podía tener en el extranjero. Con ocasión de su último concierto en España el mes de octubre de 1938 el gobierno de Barcelona, en plena guerra, detuvo toda actividad para asistir a la función: asistieron el Presidente de la República Manuel Azaña, el ministro Juan Negrín y todo su gabinete para escuchar al Maestro interpretar dos conciertos para orquesta y violonchelo de Hayden y Dvorak4.
A pesar de sus frecuentes giras durante los años de la guerra no abandonó a su querida Cataluña hasta enero de 1939, poco antes de que las tropas de Franco entraran a Barcelona. Su último acto antes de cruzar a Francia fue su asistencia a la Universidad de Barcelona donde, antes de que abandonaran la ciudad, los funcionarios le confirieron un doctorado Honoris causa que fue redactado a mano y no impreso por la premura del éxodo. Estableció su residencia en Prades, donde vivió con el poeta español Joan Alavedra y su familia, autor del poema El Pessebre que sirvió de inspiración para su oratorio del mismo nombre que compuso durante su exilio en Francia, a la sombra de la Segunda Guerra Mundial.
Desde que se estableció en Francia visitó a sus compatriotas en los campos de concentración franceses para refugiados, comprobó las condiciones infrahumanas en que vivían y participó personalmente en la repartición de la ayuda humanitaria. Allí comenzó su gran obra de ayuda al exilio español enviando peticiones de ayuda a los Estados Unidos, Francia, Inglaterra y otros países. Participó en conciertos y homenajes en la Francia no ocupada y en Suiza, y gastó los honorarios de estas actividades en suministros para los refugiados españoles, sobre todo los niños que sufrían frío en los campos de concentración. Dio todo por su gente, sacrificando su arte y su fortuna personal.
Durante la ocupación de Francia los alemanes le invitaron a dar conciertos en Alemania y a pesar de los riesgos que esto representaba, negó su música a los nazis y fascistas, y luego a todos los países que apoyaron a Franco después de la guerra, sobretodo Inglaterra y Estados Unidos. Durante los años de su exilio continuó denunciando la dictadura de Franco en España y promoviendo la causa de los refugiados españoles repartidos por el mundo. “Como artista cumpliré esta misión a través de la música-única arma que Dios me ha dado-, ya que esta trasciende las vallas impuestas por el idioma, la política y las fronteras nacionales».
- Cartas y telegramas citadas en Confidential United States State Department Central Files, Spain, 1940-1944, Internal and Foreign Affairs, decimal number 852.00/10225, 10246, 10249, 10250, 10259,10270,10277,10309, 10312, 10362,10363,10367,10371,10389,10397,10401; National Archives, Washington DC, en Harvard University, Biblioteca Lamont, microform film A 575.17. [↩]
- Pablo Casals, Vivir con Alegría: sus memorias relatadas a Albert Kahn, Buenos Aires, Grupo Editor de Buenos Aires, 1976, p.113. [↩]
- Noticia publicada en diario parisense L’Ouvre y recogida por la revista Verdades, “Pablo Casals y la guerra civil española”, volumen VII, mayo de 1937, p.10. [↩]
- “Loyalists Hail Casals”, The New York Times, 20 de octubre de 1938. [↩]