«A Quiet Place»: terror del bueno
La familia Abbott consiste además de Lee (John Krasinski), su compañera Evelyn (Emily Blunt), Marcus (Noah Jupe) y Beau (Cade Woodward). Todos saben el idioma de señas por el defecto de Regan y eso los ha protegido hasta el momento. Ayuda también que se han vuelto expertos en evitar los ruidos y andan sin zapatos para asegurarlo. Están en el pueblo buscando comida, que complementan con los peces que sacan de un río que está cerca de la finca en que viven. Lo hacen usando trampas acuáticas que, en un momento dado Lee le tiene que enseñar a Marcus.
Lee es un ingeniero que está tratando de mejorar el implante coclear de Regan y que, además, ha implantado un sistema de seguridad con cámaras y luces que cambian de color para indicar peligro. Las pantallas están en el sótano de la casa, lo que no permite que el sonido emerja a donde la pueden oír los monstruos. Por su parte, Evelyn es médico y está encinta. Según pasa el tiempo se avecina la fecha del alumbramiento y la tensión va aumentando.
Como se imaginan no puedo contar cosas que arruinarían el suspenso del filme, pero hay tantas cosas buenas en él que vale la pena considerar algunas. Hay que destacar la dirección de John Krasinski, quien además de ser una de las estrellas, contribuyó al estupendo guión de la película. Sus tomas enfatizan la soledad de la familia que vive aislada del barullo que es la ciudad, la gente y sus ruidos. Al mismo tiempo que viven atemorizados por los monstruos que pululan por los alrededores, comparten una vida espartana y silente, con la excepción de los intentos de Lee de comunicarse por código de Morse con el exterior. La lista de pueblos y ciudades de los cuales no recibe respuesta es larga. La ayuda que recibe el director del diseñador de la producción y el decorador de los platós es fundamental para establecer el tono de terror que invade a la familia y la desolación que los rodea. Sus trucos cinemáticos no son los obvios que vemos en filmes de terror cuya principal meta es asustarnos, sino aquellos que ocurren asustándonos a pesar de que los esperamos. Es una virtud de los directores que entienden lo que es el verdadero suspenso. Krasinski usa, además, una serie de primeros planos para adentrarnos en la psique de los personajes y mostrar que el miedo de los monstruos es en realidad el deseo de proteger los seres que quieren. En un mundo como el de hoy en que los “monstruos” vienen disfrazados de oficialidad, el mensaje resuena con energía y agudeza.
Evelyn sabe las consecuencias de dar a luz bajo las circunstancias que vive y va tomando una serie de medidas que impidan que los llantos de un bebé emerjan a donde los pueden escuchar los monstruos. El guión nos hace ver que esos invasores quieren penetrar la intimidad de la familia y destruirlos y, al mismo tiempo que nos concientiza de la magia de la tecnología, nos recuerda que esta ha invadido la vida privada de muchos y que su “caparazón” es tan duro de destruir como el de los extraterrestres que asechan.
No creo que pase desapercibido para el amante de cine ducho y alfabetizado en películas de horror en el espacio, que el secreto del filme reside en sus detalles (que, por supuesto, no he de divulgar), pero eso es parte del goce que brinda esta cinta que mantiene a uno en vilo y que, en el camino, nos da muchos y buenos mensajes: la integridad de la familia, la responsabilidad de cada uno de sus miembros, la necesidad de cooperación entre los seres vivientes, y el desespero de la vejez y la pobreza.
Emily Blunt, quien en la vida real es la esposa de Krasinski, muestra nuevamente que es una magnífica actriz y trasmite el amor maternal con fuerza, y sin recurrir a sentimentalismos cursi. Krasinski a su vez nos convence como el padre protector y sensible que entiende que tiene que darles amor a sus hijos y convencerlos que los ha de proteger a como de lugar.
Es imposible no ver en las criaturas y en algunos aspectos del filme la influencia de “Alien”, el clásico de Ridley Scott de 1979. De hecho, tal parece que en el plató de “Alien vs Predator” (2004) una par de estos copuló y de ahí nació la belleza que tenemos ante nuestros ojos en esta película. Pero, curiosamente, también hay algo de “Wait Until Dark” (1967) en la que una ciega Audrey Hepburn tiene que batallar contra una banda de “monstruos” encabezados por Alan Arkin. Sin embargo, las derivaciones de estos filmes es poca, y los aspectos metafóricos de la cinta, la intensidad del suspenso y el terror es de lo mejor que se ha conseguido en los últimos años.