American Sniper
La historia de Chris Kyle (Bradley Cooper), quien en la vida real fue un francotirador que pertenecía a los SEAL de la marina de guerra, está basada en su autobiografía (escrita con Scott McEwen y Jim DeFelice) y de sus hazañas en Iraq, donde se le acreditaron unas 160 “muertes oficiales”. Esto le convirtió en el francotirador más letal en la historia militar de los Estados Unidos. El guión de Jason Hall comienza con una escena en que establece inmediatamente un escape de culpabilidad para la oficialidad castrense. Cuando Kyle pregunta si tiene permiso para matar a los sospechosos, una mujer y un niño, que está viendo por su mirilla, le responden que es “su decisión”. En otras palabras, de entrada se nos quiere convencer que en una organización tan jerárquica como las fuerzas armadas “otros” (los soldados) tienen la culpa de lo que ocurre en el campo de batalla. Sin embargo, la escena es poderosa.
Vamos de ahí a la niñez de Kyle y cómo su padre le enseñó a cazar y a respetar su rifle. A pesar de su afición por el tiro, Kyle se convierte en un vaquero de rodeos. Es el ataque a las embajadas norteamericanas de 1998 lo que lo induce a enlistarse y convertirse en SEAL y, cuando las Torres Gemelas son atacadas, ir a Iraq. Su primera asignación en Iraq tiene lugar inmediatamente después de casarse con Taya Renae (Sienna Miller). Hay en toda esta retrospección un tono que establece a Kyle como «un vaquero más», alguien sin preparación cuyo especial dote es que tiene una puntería que va más allá de lo normal (como “the fastest draw in the west”). Pero todo esto es repetición de cosas que hemos visto antes en muchas películas.
Hay que mencionar a “Sargent York” (1941) en la que, como en esta, la religión tiene que ver con el personaje principal. A Alvin York (también un personaje real) que era una especie de “redneck” como Kyle, un rayo le dio y lo convirtió. Kyle se roba una Biblia de su iglesia y la usa como talismán. El contraste viene en que York, a pesar de ser un tiro excepcional, no quería saber nada de matar y lo hace cuando se percata que los alemanes (Primera Guerra Mundial) están matando a todos sus compañeros; Kyle va a Iraq con la idea de matar a los “salvajes” que atacaron las torres.
No me parece, que el uso de la palabra “salvaje” para describir a los salvajes que tumbaron las torres sea algo por lo cual criticar la película, a menos que no queramos inventarnos que el personaje es tan instruido que ha declarado una guerra personal contra todos los árabes del mundo y todos los musulmanes que en el globo habitan. Tampoco me parce motivo de crítica lo que hace Kyle. Así es la guerra: cada lado se defiende como mejor puede, y en la guerra urbana, como demostró muy bien “Full Metal Jacket” (1987), “Enemy at the Gates” (2001) y, parcialmente, “Saving Private Ryan”(1998), el francotirador es un tipo de defensa. Tampoco es nuevo ni hay que imaginarse demasiado lo que debe de ser matar niños y mujeres, pero en la maldita guerra ocurre. En el caso del francotirador, y es un aspecto que el filme quiere explorar y no lo hace bien, está el hecho que ve muy cerca a la víctima a través de la mirilla. Por contraste, el piloto que deja caer sus bombas, o el conductor lejano que dispara misiles, no ha visto a su víctima sucumbir, solamente se lo imagina, si eso.
La ambigüedad del filme está en su postura fofa ante una guerra que no debió de haber sido. Una que se basó en mentiras y manipulaciones por el mismo militarismo de un gobierno que en el filme le dice a Kyle “it’s your call”, en las primeras escenas del filme, como ya he indicado. Eso es tan hipócrita a estas alturas que destruye la ilusión de que en la vida real el francotirador quisiera disipar las penas de su experiencia. ¿Cuánto vale el trauma emocional de un francotirador contra la vida de los miles que perecieron o fueron mutilados sin razón en Iraq? Kyle no parece estar conmovido por los muertos iraquíes, sino por sus compañeros que vio caer a su lado. Es lo que le dice a su psiquiatra en el hospital de veteranos en que se atiende, y es lo que suena más genuino en la película. De hecho, es lo que tiene sentido para el hombre simple que parece haber sido este joven en la vida real (en un entrevista le decía “Sir”, sí con letra mayúscula, a Conan O’Brien; Conan, juiciosa y respetuosamente, le dijo que no lo hiciera).
No me parece razonable criticar a Kyle el soldado o a Kyle el hombre que regresó a la vida civil. El primero estaba en las fuerzas armadas y no puede haber nadie que no sepa que en el ejército hay que seguir órdenes. Además, el soldado Kyle estaba convencido que luchaba por proteger a su país de los ataques terroristas que resultaron en el derrumbe de las Torres Gemelas (otra falla del filme es no explicar al final que eso no tuvo NADA que ver con Iraq; de hecho eso le habría añadido gran ironía al desenlace de la vida de Kyle). El hombre Kyle, en lo poco que he visto de él en entrevistas de televisión, parecía ser un tipo inocuo que fue, lo queramos o no, un héroe para los que sirvieron con él y posiblemente fueron salvados por él. Tal vez estoy equivocado y en la vida real, en Texas, Kyle era un engreído, pero no lo sé. De todos modos, no se le puede borrar la imagen de que Kyle era un héroe de las mentes de otros solados que sirvieron con él basándose en un película mediocre. La ironía, en un filme que en algunos segmentos semeja un anuncio del National Rifle Association, es que a Kyle lo mataron en una pista de tiro después de haber salido del ejército.
El problema es que, aunque esta película es excitante en sus escenas de acción bélica, aún esas son rutinarias y repetitivas, y ya las hemos visto antes. Uno ve el filme y se sorprende que su enfoque sugiera que se triunfó en Iraq y que hay héroes que ayudaron a conseguir la victoria, cuando sabemos que ha sido un desastre parcialmente responsable de las dificultades económicas de los Estados Unidos y el mundo. Como dijo recientemente en un programa de televisión James Fallows (corresponsal nacional de “The Atlantic Monthly”) si hubieran quemado un trillón de dólares y no ido a Iraq, por lo menos hubieran salvado muchas vidas, brazos y piernas.
Lo que vale la pena de la cinta es la actuación de Bradley Cooper como Kyle. El actor captura lo que debe de ser la angustia de vivir con y cerca de la muerte en tierras extrañas y como eso puede cambiarle la psique a una persona. Con este filme Cooper queda en la lista de los mejores actores jóvenes del cine. Sienna Miller no puede hacer más con el papel achatado y superficial que han escrito para ella como la esposa de Kyle.
Todos los años uno se sorprende con las listas de películas consideradas como las mejores del año. Por supuesto, son resultado de una votación y como todas las cosas que se basan en una opinión, el resultado es imperfeto, a veces absurdo. Hay, sin embargo, que distinguir entre lo que se puede considerar mejor película del año sobre lo que es atracción pública por un producto. Este filme enormemente taquillero de Clint Eastwood es un reciclaje de todas las películas de francotiradores que hemos visto y lo que añade al folclor del género es un mensaje ambiguo sobre lo que es el patriotismo y lo que es ser un héroe. Mejor en ese sentido y mucho más imponente como una película antiguerra es “Lone Survivior” (2013) que, además, sugiere el acercamiento de la cultura occidental y la musulmana. Desde ese punto de vista, Sniper no contribuye nada. El tema de la heroicidad es interesante, pero poco discutido, y no hace de este filme rutinario merecedor de estar en compañía de otras películas nominadas y de algunas que no lo fueron.
Lo que sí es American Sniper es un fenómeno sociológico. “The Hurt Locker” (2009) y “Zero Dark Thirty”(2012), ambas dirigidas por Kathyrn Bigelow, tratan de temas cercanos a esta y, sin embargo, a pesar de ser mucho mejor que esta, juntas, no tuvieron la acogida entre la audiencia que ha tenido Sniper. ¿Qué es lo que ha atraído un público tan amplio?¿El actor? ¿El director? Sospecho que ambos, y que el filme es para muchos un poco como el del “extraño” que llega y limpia de maleantes un pueblo en el oeste. En otras palabras, hay quienes ven la película como una del vaquero que cabalga al ocaso. Tal vez Eastwood vuelva a ese tema en los proyectos que le restan por completar. Es lo que mejor le sienta a su estética.