«Arrodillaos» con dignidad
En un acto sin precedentes en la historia de las relaciones entre el gobierno de los Estados Unidos y el deporte profesional en este país, el Presidente Donald Trump utilizó la plataforma de un evento proselitista para insultar a atletas por motivo de su estrategia de expresión. En la noche del sábado 23 de septiembre, Trump llamó “hijos de puta” a los jugadores de la National Football League (NFL) que utilizan las ceremonias que preceden el inicio de partidos como foros de protesta ante la violencia racial y abuso policial que persisten en las relaciones entre los oficiales de ley y orden y ciudadanos negros en los Estados Unidos de América. Según el principal inquilino de la Casa Blanca, todo aquel jugador que se arrodilla en protesta durante la interpretación del himno nacional debe ser despedido como empleado de la NFL. El primer ejecutivo estadounidense hizo referencia a las manifesaciones políticas que iniciaron en el 2016 cuando el exjugador de los San Francisco 49ers, Colin Kaepernick, comenzó a arrodillarse en medio de la interpretación del “Star Spangled Banner” minutos antes del inicio de cada juego de la NFL. Desde entonces, colegas atletas en esa liga han imitado el acto de protesta promovido por Kaepernick.
Llama la atención que la intromisión de Trump en este debate tardó más de doce meses desde que Kaepernick inició las protestas en el verano 2016. De acuerdo a algunos comentaristas políticos en medios nacionales estadounidenses, el presidente arremetió contra los atletas como estrategia para desviar la atención de la derrota que ese mismo fin de semana sufrió luego de que el Congreso controlado por su propio Partido Republicano votara en contra de su propuesta de derogar el sistema de salud federal conocido como el Obamacare. Independientemente de cuáles fueron sus razones, Trump fue exitoso en volcar el debate público hacia la controversia entre él y los jugadores de la NFL. Incluso, atletas de otras disciplinas como fue el caso de Lebron James en la NBA, hicieron fuertes declaraciones públicas al entender que las expresiones de Trump representaban un atentado contra la libertad de expresión en los Estados Unidos.
Lo que quedó claro tras el insulto presidencial hacia este grupo de atletas afroamericanos fue que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses citados por medios de prensa apoyaron el derecho de los jugadores a manifestarse. Hasta las personas que no compartían el contenido de la protesta de los atletas, fueron enfáticas en defender su derecho a expresarse sobre un tema en el cual se aboga por mayor equidad racial. La defensa hacia los jugadores de la NFL incluyó argumentos que planteaban que su acto durante el himno nacional no los hacía menos estadounidenses. Por el contrario, este grupo de hombres demuestra el amor por su país al abogar por una sociedad más justa.
Mientras estas manifestaciones con dosis de irreverencia y solidaridad se gestan en América del Norte, en Puerto Rico, los reclamos de “igualdad” política dentro del imaginario estadounidense se gestan con ejercicios de sumisión liderados por los principales promotores del federalismo e integración a la metrópoli en este territorio del Caribe. Tras la humillante visita de Donald Trump a la isla luego del paso del devastador Huracán María, los integrantes del gobierno estadista de Puerto Rico permitieron que el principal ejecutivo de los Estados Unidos minimizara el impacto del ciclón, le restara importancia al número de muertes relacionadas y hasta bromeara mientras lanzaba rollos de papel toalla a personas que lo recibieron en su efímera aparición pública en la región metropolitana. Ninguno de los políticos que participaron del evento criticaron las expresiones de Trump. Por el contrario, líderes como el gobernador de Puerto Rico, la Comisionada Residente en Washington y alcaldes defendieron públicamente la visita y expresiones del primer mandatario estadounidense.
La actitud del gobierno de Puerto Rico fue interpretada por muchas personas como un acto de “arrodillarse” ante la humillación de Donald Trump hacia un pueblo en necesidad y que lucha por levantar al país tras el azote de un huracán tan catastrófico. El gobierno de Ricardo Rosselló perdió la oportunidad de reivindicar sus reclamos de igualdad política en los Estados Unidos denunciando la prepotencia y racismo institucionalizado promovido por personas como Trump. Manifestarse en contra del primer ejecutivo de la metrópoli no hará menos estadistas a los integrantes del gobierno actual de Puerto Rico. Más bien podría presentar una oportunidad de otorgarle nuevos simbolismos al acto de “arrodillarse”. Los estadistas de Puerto Rico podrían ganar nuevos aliados en sus proclamas de la existencia de la colonia con la ausencia de derechos humanos hacia los ciudadanos de los Estados Unidos que residen en Puerto Rico. Sin embargo, contrario al acto de justicia simbolizado por la manifestación de rodillas de Kaepernick y los miembros de la NFL, la actitud de “arrodillarse” del gobierno anexionista de Puerto Rico es un ejercicio sumiso y contrario a cualquier reclamo de igualdad política en los Estados Unidos. Creen que rendirle pleitesía a Trump acercará la estadidad. Tal vez necesiten un curso básico sobre los principios del federalismo en los Estados Unidos de América.