Arturo Ríos en un «hasta luego» a la UPR
Al graduarse, el dirigente estudiantil se despide de la Universidad de Puerto Rico con un emocionado mensaje a la comunidad y al país.
Para ustedes:
Se me queda el abrazo, la mano, la sonrisa y la amistad. El compañerismo y las ganas de crear una mejor universidad, un mejor país, un mejor mundo. Se me queda el rostro solidario de todas esas personas que me extendieron la mano, me dieron de comer, me tiraron una bendición, confiaron en mí, rieron y lloraron conmigo. Se me quedan las caras de angustia y los cuerpos pegados al mío de todas esas personas que de madrugada, mañana, tarde y noche se despertaban junto a mí con oficiales de seguridad y fuerza de choque lista para macanear nuestros cuerpos. Se me queda la cara del policía de apellido Ronda y sus compañeros en el portón de la Barbosa, quienes nos daban aliento, comida y agua, y con quienes pude compartir el sentimiento más hermoso de admiración y respeto. Se me queda mi madre y mi padre y el amor infinito que les profesaré siempre. Mi hermana y sus llamadas, mi hermano y sus correos electrónicos desde Europa.
Se me queda la prensa. Se me quedan los miles que se acercaban y compartían lo poco que tenían porque confiaban en nuestro proyecto. Se me queda la música y la poesía. Se me quedan las rondas preventivas para saber que nadie corría peligro. Se me quedan mis compañeros de derecho tan pegados al alma que duele. Se me queda el agradecimiento al universo por haberme permitido vivir en esta época. Se me quedan todos los recintos. Se me queda en especial el recinto de Río Piedras y ruego poder pasar el resto de mi vida dentro de esa hermosa casa. Se me quedan las noches perdidas. Se me quedan las amenazas de muerte, las gomas vacías, los rayazos y vidrios rotos. Se me quedan todas y cada una de las lagrimas que mi hombro recibió. Se me quedan las consignas, los plenazos, los árboles de la facultad de derecho como sombra para nuestras reuniones y los vidrios de los cubículos de la biblioteca de derecho llenos de nuestras propuestas.
Se me quedan las escaladas de portones, el gas pimienta y el vómito. Se me quedan las reuniones y las negociaciones. Se me queda la prensa alternativa y los comités de acción. Se me queda la Asamblea de ratificación de huelga. Se me queda la imagen de las camisetas violetas, especialmente cuando tomamos la Ponce de León y cuando postramos nuestros cuerpos en el Expreso las Américas a menos de 40 metros de la fuerza de choque. Se me queda el Jardín Botánico. Se me queda la tarde donde se rompieron las negociaciones y la noche de ese mismo día cuando se retomaron gracias a la movilización de cientos. Se me queda el concierto de “Que Vivan los Estudiantes”. Se me queda el miedo. Se me queda reducido lo material y aumentado lo espiritual. Se me quedan los consejos y sugerencias. Se me queda el proceso administrativo y las demandas. Se me queda el Tribunal y las largas horas allí.
Se me queda el compromiso y tantos nombres que mencionarlos sería imposible.
Gracias a todos y todas por permitirme entrar en sus vidas; viví uno de los momentos más hermosos de mi vida. Próximamente me gradúo, y en dónde quiera que me pare diré sin temor, angustia ni lamento, que fui huelguista y que luché por mi Universidad.
¡QUE VIVAN LOS ESTUDIANTES!