Ahora se trata de romper con el pasado, que se manifiesta como el presente atroz que padecemos, para que haya futuro.
Ahora se trata de romper con el pasado, que se manifiesta como el presente atroz que padecemos, para que haya futuro.
¿Qué hacer en el desierto cuando no se posee más que “los nudos de la madera de los sueños”, cuando todo es aquí más difícil y arduo, más ingrato, más propenso al desprecio y al olvido?
Una isla, la nuestra como cualquier otra, es todo lo que la forma. No hay elección. En el momento en que esta consciencia se adquiere como un don liberador, el insularismo se termina para siempre.
No sé si los que componemos hoy la delegación puertorriqueña a la Feria Internacional del Libro de Venezuela merecemos el puesto que debió corresponder a muchos de nuestros antepasados.
Los lugares de Felisberto Hernández a Gabriel Saad n texto es un experimento. No es, en primer lugar, algo que se dice o afirma, sino algo que ocurre, algo que se da en el lugar o en el no-lugar que […]
Si algo ha probado la condición de los puertorriqueños es que estos no son reducibles a su enfermedad. Casi sin palabras, casi sin números, la vida sigue en nosotros.
Pero las sombras de nuestras vidas permanecerán en la Universidad, en las aulas donde descubrimos la poesía o la célula, los crímenes de los conquistadores o las mentiras de nuestra familia.
Regresa a mi mente la imagen de mi hijo un atardecer, cuando llovía sin parar. Dos perros caminaban por una acera sin saber que le hacían descubrir a un niño lo que era la humanidad.
Por eso no tenemos cuatro, sino cinco extremidades: manos, pies y palabra. Esta pertenece también a nuestro cuerpo y, como las palmas de las manos y las plantas de los pies, produce huellas.
Cuando por la presión y la solidaridad de los puertorriqueños se libere a Oscar López, estaremos dando un paso fundamental: el que contestaría la pregunta clave de este tiempo que no es ¿qué somos? sino ¿qué podemos hacer?
Discurso pronunciado por Eduardo Lalo el pasado viernes 2 de agosto al recibir el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, en Caracas, Venezuela.
Contrario a la mayoría de mis compañeros de clase, mi familia no fue miembro del Caparra Country Club, no tenía apartamento de playa en Isla Verde o Palmas del Mar, no poseía fincas heredadas.
El país es mucho más que la crónica negra, el escándalo del día, que la más reciente idea brutal del gabinete del gobernador… es también lo que no sale en las «noticias».
Nadie reconoce al Estado Libre Asociado. Por ende, el Estado Libre Asociado no existe más que como un mal uso de la lengua. El ELA no es más que la osificación del fracaso en la política de los puertorriqueños.
El Diluvio constituye una suerte de primera escritura rayada, de catástrofe fundadora de todas las otras, y deviene un lugar en que muerte y vida unen sus sentidos. Es el empeño de convertir el camino en lectura, el trayecto en relato.