El libro de Nilita no se limita a lo que ella escribe, sino también a aquel libro que han escrito en torno a ella todos los que la han convertido en el personaje emblemático de una cultura letrada en Puerto Rico.
El libro de Nilita no se limita a lo que ella escribe, sino también a aquel libro que han escrito en torno a ella todos los que la han convertido en el personaje emblemático de una cultura letrada en Puerto Rico.
Francia es otra vez socialista a pesar del miedo a lo extraño y de la herida histórica de la colonización del mundo árabe. A veces los espectros, deconstruidos, dejan que el evento del porvenir se cuele por alguna rendija nunca antes observada.
“Señor Guéant, desde el fondo de su abismo usted declara, sin remordimiento ni lamento, que no todas las civilizaciones se valen. Que algunas serían más avanzadas o superiores que otras. No, señor Guéant, eso no tiene sentido».
Todo escritor del Caribe termina siendo un tanto caníbal. Todo lo que podamos decir del Caribe, todo lo que podamos contar, narrar, pensar, escribir proviene de La Biblioteca que heredamos de Europa.
El tabaco y el azúcar como productos de un Caribe que es lugar de encuentro, de mestizaje y de modos de subjetivación, visto por el crisol del historiador cubano Fernando Ortiz. El tabaco y el azúcar desde una perspectiva de género.
En muchas ocasiones, se ha invocado la diversidad lingüística del Caribe para justificar la ausencia de intercambios entre las islas del archipiélago, y también el desconocimiento de la historia de los pueblos que lo componen.
El coraje desorganiza aquello que los estructuralistas llaman la estructura, la de la cultura, ese conjunto de sistemas de representación, entre ellos el lenguaje, en que el sujeto está tomado, a los cuales el sujeto está sujeto.
Este texto es una carta en tres tiempos, a tres amigos: A Christian, que me comenta; A Benjamín, que comentó; A Bernat, cuya respuesta a Benjamín cito parcialmente.
La escena de la negación de la feminidad es demasiado conocida. El miedo a la feminidad es siempre el miedo de lo que desborda, miedo al deseo de vida.
Donde el acto filosófico no puede fallar es precisamente en lo político. Es decir, hay que ser político de las formas más agudas e imaginativas, y más allá de los partidos y sus arcaicas estructuras falogocéntricas.
¡Indignémonos!, para que la democracia no sea solamente un sistema de organización de poderes, sino que sea real ya, es decir, un ejercicio constante y responsable que tiene como su horizonte la justicia.
Lo político tiene que ser ético, es decir, que implique al sujeto singular que hace el acto, a ese que asume la representación. La ética es a priori o no lo es, como lo pensaba Kant.
¿Por qué un proyecto tan riesgoso y de tal envergadura que no nos hará a largo plazo menos dependientes de la compra de energía? Pues el gas natural que cruzará el gasoducto, como el petróleo que hoy consumimos, hay que comprarlo.
¿Pero, cómo sostener por largo rato esa oposición entre lenguaje no-violento y el irse a las manos como violento? Las fronteras de la violencia no se dejan discernir de forma tan neta.
Me encamino por senderos imprecisos hacia una gigantesca escena de teatro; la del mundo, aquella que nadie como Shakespeare supo traducir en palabras. El mundo es un teatro y cada hombre representa su papel…
La literatura nos enseña que el mundo siempre puede ser otro. ¿Será por eso que un departamento de literatura puede parecer siempre subversivo?
El señor Saldaña enuncia y escribe un Puerto Rico sin la Universidad de Puerto Rico, una de las instituciones más antiguas del País y que mejor le ha servido. De lo que se trataría todo esto es, de cierta forma, terminar con la Historia.
¿La crisis se pasea como una suerte de diosa intempestiva que no sabemos de donde viene, no sabemos si sus dardos los lanza con la mano izquierda o la derecha? ¡Oh santa Providencia, imparable, inexorable! ¿Inexorable la crisis? No lo creo.