La arrogancia de la ingeniería de los ’50 secó el mangle, arrasó las dunas y construyó profundos cimientos en la corteza marítimo-terrestre. Esa arrogancia se mantiene “hábil” y en contra de los pobres.
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La arrogancia de la ingeniería de los ’50 secó el mangle, arrasó las dunas y construyó profundos cimientos en la corteza marítimo-terrestre. Esa arrogancia se mantiene “hábil” y en contra de los pobres.