Autogestión y propuestas solidarias para Puerto Rico
Las experiencias de desarrollo económico de varias organizaciones comunitarias fueron eje del panel «Desarrollo Económico Comunitario en acción: Seguridad alimentaria, energía renovable y proyectos solidarios» como parte del Segundo Coloquio de Desarrollo Económico Comunitario celebrado en Caguas y convocado por la organización feminista Matria.
El panel comenzó con el ingeniero Alexis Massol, ganador del prestigioso premio Goldman por su gestión ambiental, quien planteó de entrada las formas alternas de ahorrar energía frente al proyecto propuesto por el gobierno denominado “Vía Verde”.
El fundador de Casa Pueblo en Adjuntas explicó que si un 65% de los hogares utilizaran paneles solares sería posible producir toda la energía que se necesita en Puerto Rico, sin afectar terrenos agrícolas o de bosques. Enfatizó que no es necesario un proyecto de esa envergadura, pues si tan sólo el 15% de la energía fuera renovable, el país podría ahorrase alrededor de 360 millones de dólares en gastos energéticos. “No podemos embarcarnos en proyectos grandiosos que requieran una inversión grandísima para poderlos implementar”, expresó Massol.
En Casa Pueblo el sistema de energía solar ya se implementó y ha rendido frutos tangibles, que resultan en ahorro de dinero. Casa Pueblo también cuenta con el Café Madre Isla y una tienda de artesanías que les permite auto-sustentarse económicamente.
Huerto urbano en Capetillo
En el centro de la jungla urbana de Río Piedras existe un proyecto que aspira también a la sustentabilidad económica: el Huerto Comunitario de Capetillo, bajo la dirección del Dr. Germán Ramos. El huerto se gestiona desde 2003 como parte del proyecto CAUCE de la UPR en Río Piedras, dirigido por el profesor Juan Giusti. Según Ramos, el enlace entre la universidad y la comunidad surgió porque “por muchos años se le estuvo diciendo a la universidad que tenía el centro urbano abandonado, y no se equivocaban”. El huerto nació como parte del internado doctoral de Ramos, quien con su proyecto contribuye al rescate de un área donde había escombros, venta de sustancias contraladas y una comunidad no organizada.
Ahora el huerto es mayormente cultivado por niños. Al mes, producen entre 30 y 50 libras de tomates, lechugas, berenjenas y arúgula entre otros. Esto genera algunos 6,000 dólares anuales, capital que se utiliza para costear los proyectos. “La autogestión aquí ya tiene unos cómputos financieros”, expresó Ramos con orgullo.
El espacio también se ha convertido en un nuevo punto de encuentro para la comunidad, así como un centro de tutorías para los niños que participan del proyecto.
Una propuesta desde la experiencia cooperativista
La última presentación del panel titulada»Necesidad de la Integración para el Fortalecimiento de la Economía Solidaria en Puerto Rico», estuvo a cargo de la Dra. Marinés Aponte, directora del Instituto de Cooperativismo de la Universidad de Puerto Rico. Aponte propuso cuestionar si la economía solidaria representa una alternativa real de desarrollo sustentable para Puerto Rico y si es posible para el consumidor suplir sus necesidades con este tipo de economía, con el objetivo de que se vaya precisando en ese tipo de desarrollo económico justo que tanto se anhela.
En el mercado cooperativista de Puerto Rico, el 96% del capital se divide entre ahorro, crédito y seguros, según la experta. El total de esta actividad económica no alcanza a ser el 2% del PNB del país. Además, las cooperativas proveen mayormente préstamos de consumo, no de producción, lo que fomenta un sector cooperativo que no está integrado al resto de la economía solidaria, pues consume sus bienes en la corriente económica tradicional, en las megatiendas y cadenas extranjeras.
Aponte citó al economista solidario brasileño Euclides Mance, quien propone una red de producción integrada a base de dos categorías: consumo final y consumo productivo. El consumo final satisface las necesidades del consumidor; mientras que el consumo productivo es el necesario para que otras empresas satisfagan sus necesidades de producción. Si las empresas solidarias logran satisfacer ambos, cubren las necesidades mutuas de las empresas solidarias creando una red. Actualmente esto no sucede, pues en vez, la economía solidaria y las cooperativas, prestas para el consumo tradicional, fortalecen el mercado no solidario.
La Dra. Marinés Aponte planteó una propuesta específica para integrar la economía solidaria en Puerto Rico. En primer lugar, sugiere identificar las empresas solidarias de Puerto Rico, sin limitarse al sector cooperativista. Luego, ver cuáles empresas solidarias le podrían vender a otras empresas solidarias e identificar la demanda de consumo de las empresas. Así, las empresas solidarias pueden crear productos y servicios dirigidos al consumidor final. Por último, habría que analizar cómo operan en Puerto Rico las redes de empresas solidarias, si existiese alguna.
El público pudo intercambiar impresiones y expresar su interés genuino en el tema, así como su ánimo de participación y convicción en que otra economía es posible, y allí mismo, se comenzaron a tejer algunas redes.