¡Bienvenidos a la Konymanía!
La solidaridad es la ternura de los pueblos
Ché Guevara
Confieso que cuando vi los anuncios de Invisible Children en las redes sociales por primera vez hace varios días, eran tan llamativos, que de momento pensé que Kony era un nuevo cantante pop nacido del ciberespacio, apreciación en la que coinciden otras personas cuando conversamos sobre este tema.
Han sido muy pocos los casos en el área de la justicia internacional que han captado la atención general tanto como la campaña que está realizando la ONG estadounidense Invisible Children para la detención de Joseph Kony, líder del Lord’s Resistance Army (LRA) de Uganda por el uso de niños como soldados. Que recuerde, desde el proceso para la extradición a España del exdictador chileno Augusto Pinochet a finales de los años noventa, no se observaba un interés tan extendido por la situación de un acusado de cometer crímenes contra los derechos humanos.
Si bien esta campaña cibernética contra Kony apenas lleva tiempo, las acusaciones en su contra no son nada nuevas. El 8 de julio de 2005 (es decir, hace casi siete años) la sala de asuntos preliminares de la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto contra Kony1 y otros cuatro altos dirigentes del LRA2 por crímenes cometidos entre 2002 y 2004. La CPI es un tribunal independiente localizado en La Haya (Países Bajos), con la función de procesar criminalmente a las personas acusadas por crímenes de agresión, genocidio, crímenes contra la humanidad y crímenes de guerra. Esta corte entró en funciones en 2002, está integrada de 18 jueces de diversas nacionalidades (entre ellos de Argentina, Bolivia, Brasil y Costa Rica) y pertenecen a ella 120 Estados de todas las regiones del mundo.
El catálogo de los 33 cargos contra el comandante en jefe del LRA es impresionante y perversamente variado. A Joseph Kony se le acusa de doce cargos de crímenes de lesa humanidad (que incluyen homicidio, esclavitud, esclavitud sexual, violación y actos inhumanos de infligir lesiones corporales graves y sufrimiento) y 21 cargos de crímenes de guerra (en sus modalidades de asesinato, trato cruel a civiles, dirección intencional de un ataque contra una población civil, inducir a violación y obligar al alistamiento de niños).
De acuerdo a la orden de arresto emitida por la CPI, las actividades del LRA comenzaron por lo menos desde 1987. Es decir, Kony y sus secuaces llevan operando hace 25 años y hace casi siete que se ordenó su arresto, pero no es hasta pocos días atrás que el mundo cibernético descubrió su existencia. ¡Eureka!
Kony y sus adláteres del LRA no han sido los únicos acusados en ese tribunal por el uso de niños soldados, ni Uganda el escenario exclusivo de tan desdeñable conducta. En un hecho histórico, el pasado 14 de marzo, la CPI emitió un dictamen de culpabilidad en el primer juicio celebrado por este tribunal, contra Thomas Lubanga Dyilo por la utilización de menores de 15 años el conflicto armado de la República Democrática del Congo (http://www.icc-cpi.int/iccdocs/doc/doc1379838.pdf)). Germain Katanga, Mathieu Ngudjolo Chui y Bosco Ntaganda (también de la República Democrática del Congo) tienen procedimientos de similar naturaleza ante la CPI.
La lacra del uso de niñas y niños como soldados no es exclusiva del continente africano, si bien durante los últimos años su uso mayor ha sido allí, especialmente en la República Democrática del Congo. Para muestra de la gravedad de este fenómeno, un informe de la Coalición para detener el uso de niños soldados publicado en 20083, documenta el uso activo de niños en conflictos armados entre 2004 y 2007, sea por fuerzas del gobierno o grupos beligerantes, en 19 países en varias regiones del planeta: Afganistán, Burundi, Chad, Colombia, Costa de Marfil, Filipinas, India, Indonesia, Iraq, Israel y los territorios ocupados de Palestina, Myanmar, Nepal, República de África Central, República Democrática del Congo, Somalia, Sri Lanka, Sudán, Tailandia y Uganda. Esta práctica despreciable propició la aprobación del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos de la Niñez relativo a la participación de niños en los conflictos armados4, que adoptó la Asamblea General de la ONU por la resolución 54/263 del 25 de mayo de 2000, instrumento que ha sido ratificado por 144 Estados.
En noviembre de 2008 tuve el privilegio de conocer al activista congoleño Bukeni R. Waruzi, director de la ONG ADEJI-Ka, dedicada directamente al proceso de desmovilización de niños soldados en su país. Nos narraba Waruzi cómo, al ser el único soltero del grupo de trabajo, le tocaba la delicada y riesgosa tarea de la negociar directamente con los jefes militares la entrega de los niños. En ocasiones el precio de la liberación era una cabra o bebidas alcohólicas. En el breve y poderoso documental A Duty to Protect: Justice for Child Soldiers in the Democratic Republic of the Congo (DRC) vemos de primera mano esta cruel realidad. Puede que no tenga el carácter hiperbólico de la campaña de Invisible Children, pero la contundencia de los testimonios de las niñas y los niños soldados sacude la conciencia más dura. Le invito a que vea una fracción de ese documental y sea su propio juez o jueza:
La campaña de Invisible Children ha sido duramente criticada por múltiples razones. Entre estos reproches, se ha planteado que un porciento mínimo de sus ingresos llega directamente a las víctimas y demasiado a los bolsillos de sus dirigentes5. De igual forma, hay señalamientos de que esta campaña sirve a los intereses estratégicos de los Estados Unidos6 o da cabida a mayores violaciones de derechos humanos7.
Se desaprueba también que nos preocupemos por asuntos tan lejanos cuando nos corresponde arreglar primero los abundantes problemas de nuestro país. Esta postura presenta una visión bastante limitada de la solidaridad humana. Ante esos planteamientos, es bueno recordar a patriotas, como Pedro Albizu Campos, que desde sus años de estudiantes abogó por la independencia de Irlanda y la India, o a Ramón Emeterio Betances, que vendió su maletín médico para que el producto de la venta ayudase a financiar la independencia de Cuba. Ninguno de ellos, ni otras tantas personas en nuestro país que han adoptado la solidaridad internacional como bandera, se dieron el lujo de esperar poner en orden la casa para contribuir a la aldea mundial. En la época de la globalización, donde las comunicaciones corren el planeta en fracción de segundos, mientras se acortan las distancias aumenta la responsabilidad que debemos sentir como parte de un mismo todo.
Dicho eso, tengo que concederle un punto a favor de quienes piden que veamos primero la viga en nuestro ojo: el tema de los niños soldados no resulta ajeno a la realidad inmediata puertorriqueña. Es harto conocido el uso de menores de edad, cada vez más jóvenes, para actividades relacionadas con el narcotráfico. Desde quienes vigilan la llegada de la policía o bandos contrarios, o sirven de mulas para transportar la droga, hasta los sicarios, los menores de edad son reclutados como parte integral de la actividad delictiva. Recuerdo con tristeza cuando mi compañera, maestra de escuela intermedia en un pueblo del este de la Isla, se alarmaba cada vez que recibía una llamada de sus compañeros de trabajo durante el fin de semana. La razón: la sospecha de que le informarían que otro estudiante o ex estudiante había sido asesinado.
Pero esa no es la única instancia donde nuestros menores de edad son expuestos a la violencia como medio de vida. Las campañas de reclutamiento en las escuelas públicas de parte del ejército de los Estados Unidos son por todos conocidas. Los oficiales militares, para cumplir con las cuotas de reclutamientos que les imponen, cual si fueran vendedores de ollas, se acercan a los jóvenes, con sacos llenos de promesas y mentiras.
Resulta alentador que se esté dando esta discusión, que pensemos que más allá de nuestra realidad inmediata, ocurren situaciones en lugares distantes del planeta que merecen nuestra indignación y acción. Puede que Invisible Children no sea la campaña perfecta, eso podemos estipularlo. Pero no podemos negar que le ha dado la oportunidad a sectores de nuestro país que normalmente no se identifican con estas causas a solidarizarse con la situación en Uganda. Esperemos que una vez abierta esa puerta no se convierta en otro asunto de moda pasajera y contribuya a una mayor justicia en nuestra casa grande, especialmente para la niñez.
- Pueden ver copia de la orden de arresto en http://www.icc-cpi.int/iccdocs/doc/doc97185.PDF [↩]
- Los cargos contra Raska Lukwiya fueron retirados en 2007, tras la comprobación de su muerte. [↩]
- http://www.childsoldiersglobalreport.org/content/facts-and-figures-child-soldiers [↩]
- http://www2.ohchr.org/spanish/law/crc-conflict.htm [↩]
- http://www.utsandiego.com/news/2012/mar/08/invisible-children-giving-fewer-grants [↩]
- http://www.33rdsquare.com/2012/03/oil-and-coltan-in-uganda-reason-behind.html [↩]
- http://amnesty.org/es/news/iniciativas-detener-joseph-kony-respetar-ddhh-2012-03-08 [↩]