Búsqueda: “Brooklyn” y “In the Heart of the Sea”
El emigrante, que usualmente va en busca de mejores condiciones de vida, tiene pocas opciones ante sí. O se adapta a su nuevo país o sucumbe al malestar y al desasosiego. La situación puede empeorar si se es mujer en los años cincuenta del siglo pasado, como es el caso de la protagonista de la hermosa película “Brooklyn”.
Eilis Lacey (Saoirse Ronan) es una mujer joven de un pueblito irlandés. Su madre es viuda y su hermana Rose tiene un puesto de contable. Lo único que Eilis ha logrado tener en su aldea es un trabajo los fines de semana en la tienda de Miss Kelly (Brid Brennan) la arpía máxima del pueblo. Rose le ha conseguido que vaya a los Estados Unidos gracias a la intervención de un sacerdote en una parroquia en Brooklyn. El padre le ha conseguido trabajo en una tienda por departamentos y una casa de huéspedes para mujeres donde vivir.
Las tribulaciones de Eilis durante la travesía y al llegar a su destino son muestras de los sentimientos alterados de la persona que está desarraigada de su entorno y se siente sola. La joven actriz Saoirse Ronan es linda y tiene ojos celestiales y logra hacernos creer que estamos viendo la vida de una emigrante. Además es una de esas actrices que permiten que uno intuya lo que piensan a través de breves gestos que vienen en el momento propicio como puntuaciones que enfatizan el diálogo. Vemos su evolución como persona en los primeros meses de su estadía y como interactúa con las otras mujeres en la casa de huéspedes, y con Tony (Emory Cohen), un joven que conoce en un baile parroquial.
No puedo contar nada más de lo que ocurre porque el libretista Nick Hornby y el director John Crowley logran una tensión y un suspenso con lo más sencillo de la vida y las relaciones humanas. Camino a la resolución de los enredos que a cada paso encuentra Eilis nos topamos con un elenco cuya perfección se detecta hasta en los transeúntes que no dicen palabra alguna. Los lidera la estupenda Julie Walters como Madge Kehoe, la dueña de la pensión quien es un paragono de la etiqueta, los buenos modales, la ironía y el sarcasmo sutil. Como siempre, Jim Broadbent, está perfecto como el padre Flood y nos devuelve la fe en los sacerdotes que profesan las virtudes de la humildad y el respeto a otros humanos.
Emory Cohen, a quien noté en la subestimada “A Place Beyond the Pines” (2012), es una revelación en esta. Nada podría ser más apropiado para una joven de los años cincuenta que ser una mezcla de Brando y James Dean, y el actor nos ofrece una actuación romántica y tierna que hace recordar al Dean de “East of Eden” y al Brando de “Sayonara”.
Fue el gran W. C. Fields quien dijo que todo actor debería evitar compartir escenas con perros o niños. A pesar de su sublime actuación como Tony, Cohen no hizo caso y comparte dos escenas con el actor de ocho años James Digiacomo, quien hace de su hermanito menor. Digiacomo se queda con todo: con las escenas y casi con la película. Eso nada más amerita ver esta obra sin pretensiones que resulta ser una hermosura. No se la pierdan.
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Búsqueda también es el motivo impulsor de “… Heart of the Sea”. En este filme basado en la historia verídica del barco ballenero “Essex” que se hundió en 1820, se nos cuenta cómo ese suceso inspiró a Herman Melville (Ben Whishaw) a escribir “Moby Dick”. La historia se la cuenta a Melville Thomas Nickerson (Brendan Gleeson) un sobreviviente del hundimiento.
El filme es notable por su belleza y sus efectos especiales. Composiciones que evocan a Turner, Vernet y Constable son frecuentes y están entrelazadas con una serie de tomas de acción impresionantes. La caza de ballenas en esa época era de una peligrosidad impactante y eso lo muestra la cinta como si estuviéramos presenciando en vivo la matanza de esos seres. En medio de todo el barullo de la primera mitad de la cinta está Chris Hemsworth como Owen Chase, el primer oficial del capitán George Pollard, Jr. (Benjamin Walker). Hay fricción entre los dos hombres y sus primeros desacuerdos tensan sus relaciones, lo que interfiere con la eficacia de la navegación.
Hemsworth es un actor de limitados recursos y debería quedarse en las películas de súper héroes. Walker, quien a veces evoca a un Orson Welles joven y menos interesante, parece tener una limitada amplitud de emociones, aunque tengo que admitir que su papel está escrito como si fuera un borrador para, pero sin la maldad de, el capitán Bligh, el del “Bounty”. Walker ha tenido papeles significativos en las tablas y es posible que con otro material nos deje ver sus verdaderos talentos.
Luego de una búsqueda por los océanos la tripulación del “Essex” se topa con la ballena blanca y los efectos especiales se apoderan de la cinta. Hay que señalar que Ron Howard, el director y sus editores Dan Hanley y Mike Hill mantienen el ritmo de la película con tal impulso que no nos aburrimos. Un bono extra es la música de Roque Baños, que la da fuerza y sutileza a las composiciones y a las tomas.
Si es cierto que comenzamos a percibir la alegoría de la naturaleza contra el hombre y la sagacidad de los animales, todo lo que se nos presenta resulta ser familiar. A los que desean recordar algo de Moby Dick, les sugiero que lean los capítulos 41 y 42 (dos de mis favoritos) que muestran la genialidad de Melville y parte de la importancia de la novela y su influencia sobre la literatura.
De todos modos la película es divertida y merece verla. Luego vean “Moby Dick” (John Huston, 1956) y comparen. Me dejan saber.