Cada año Julia
Los contextos signados por la represión suelen entrañar la resistencia: la obra (también la vida) de Julia de Burgos se inscriben en un proceso amplio de resistir, como señalaron desde temprano José Emilio González, María Solá y Angelamaría Dávila. Escritores y artistas se han nutrido de lo que puntualmente llama Marta Aponte Alsina “la marejada Julia de Burgos”. La cantidad de libros y números monográficos de revistas que animó el centenario de la escritora (2014) es parte de esa ola antirepresiva, del afán de no ceder ante el olvido, de saber más, de consignar esa escritura y echarla al aire, de saberla nuestra. Quisiera comentar algunas publicaciones relacionadas con el centenario (2014) de la poeta, hechas fuera de Puerto Rico y de nuestra población en la diáspora, en la medida que rebasan los marcos usuales de nuestra literatura, y un libro reciente (2019) de nuestro entorno porque muestra cómo la obra de Julia sigue animando el interés por leerla.
Para transitar el camino, para abrir el centenario, se publica en Cuba Julia de Burgos, obra poética completa (La Habana: Casa de las Américas, 2013), editada por Nicolás Padrón, quien escribe el prólogo “Julia de Burgos vs. Julia de Burgos”. Una breve “Nota a la edición”(7) nos revela la propuesta de este trabajo solidario y riguroso: “En el centenario del nacimiento de Julia de Burgos, sirva la edición de esta obra poética completa para colocar a su autora en el lugar que le corresponde dentro del panorama de la literatura latinoamericana y caribeña, más allá de su trascendencia como icono popular puertorriqueño, y sirva también para reconocer la vigencia de su pensamiento y la excelencia de su poesía”. Esta edición y la de la Editorial La Discreta (Madrid), de Juan Varela Portas de Orduña (Obra poética I, de 2008 y Obra poética II, de 2009), son al momento las más completas que conocemos. Casa de las Américas, atenta siempre a la vida cultural de Puerto Rico y el Caribe, presentó la edición en unas jornadas dedicadas a Lorenzo Homar y Julia de Burgos, en junio de 2014. Recordemos, en el contexto de publicaciones fuera de la isla y de la comunidad puertorriqueña en los Estados Unidos, que en el 2004 se publicó en Francia la antología bilingüe A Julia de Burgos. Anthologie bilingue, en traducción al francés de Francoise Morcillo (en colaboración de la Universidad Jules Verne e Indigo/Coté-femmes). Se incluyó en la antología, en facsímil, el llamado Cuaderno de Nueva York, que está en manos de María Consuelo Sáez Burgos, quien generosamente hizo llegar copia, mediante Mercedes López Baralt a la organizadora de la publicación en Francia. Se trata de un texto en manuscrito escrito por Burgos en una libreta tipo escolar (de aquí el nombre de Cuaderno que le otorga Carmen Vásquez) entre junio y agosto de 1952, que nunca se había publicado. El Cuaderno merecería, por su interés y valor en el contexto de la obra de Burgos, una publicación antes de que los años hagan estragos en el papel. Ese mismo año, 2004, se celebró en la Universidad Jules Verne, en Amiens, el Congreso internacional Julia de Burgos, organizado por Carmen Vásquez, cuyas actas se publicaron en 2005 (La poésie de Julia de Burgos).
Remito brevemente a dos publicaciones posteriores al centenario. Julia de Burgos La tristeza sin fin de ser poeta. Memoria del Seminario Internacional Centenario de Julia de Burgos en Santo Domingo, editado por la escritora Chiqui Vicioso, (Santo Domingo, República Dominicana: Ministerio de Cultura 2016), con grabados de interior y portada de la artista gráfica Belkis Ramírez, recopila las ponencias presentadas en el seminario reunido en Santo Domingo en febrero de 2014, auspiciado por diversas instituciones, entre ellas la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña, la Universidad Autónoma de Santo Domingo y la Academia de Ciencias. Coordinaron la organización del seminario Chiqui Vicioso y Grisselle Merced. La “Presentación”, de la editora, poeta estudiosa de Burgos desde muy temprano en su trayectoria de escritora (1977, como expone en “Julia de Burgos: la nuestra”), da cuenta de otras actividades culturales en torno al seminario como “la puesta en circulación de un sello, conmemorativo de Julia, por el Instituto Postal Dominicano…, lecturas de poetas y “el develizamiento de una escultura de Julia” en el parque dedicado al poeta Pellerano Castro (11). Se consignan en esta hermosa edición la ficha de las imágenes. “Julia de Burgos, la nuestra” (Chiqui Vicioso), reproduce el título y los grabados de la artista Belkis Ramírez que ilustraron en 1988 el espléndido libro de Chiqui Vicioso Julia de Burgos la nuestra.
Hay también en Julia de Burgos en Santo Domingo siete obras de José Manuel Darro que acompañan textos críticos como los de Grisselle Merced (“Tu danzas por el agua”, óleo de 2003,p.196), Ivette López (“Ondas de color”, óleo de 2012-2014, p.210), Alinaluz Santiago (“Desconocida de sueños”, técnica mixta de 2012,p.86), Vivian Auffant (“Amapolas y geometría”, dibujo de 2012, p.160) y las que acompañan dos textos del propio José Manuel Darro: “Julia de Burgos”, dibujo de 1998; “Ochenta mil balas”, estampación piezo print, de 2007; “Julia en Nueva York”, 1998 (páginas 99, 100 y 224 respectivamente). Todos los artículos están precedidos bien de la reproducción de una obra gráfica, bien de fotos de Julia de Burgos, en un ensamblaje que destaca la calidad y la belleza.
Uno de los textos más recientes, Elena Martín Vivaldi y Julia de Burgos. Hermanamiento poético. (ed. José Manuel Darro. Granada: Universidad de Granada, 2017), reúne el material de las jornadas llevadas a cabo en Granada, en 2014, para celebrar el hermanamiento poético de la poeta granadina Elena Martín Vivaldi y la puertorriqueña Julia de Burgos. Auspiciadas por la Universidad de Granada y la Biblioteca de Andalucía fueron iniciativa del pintor José Manuel Darro. Alegra la vista la belleza de la edición cuyo diseño de la cubierta y la obra gráfica que la ilustra profusamente son de Darro, artista que ha hecho de la literatura uno de los fulcros centrales de su obra: Rilke, San Juan de la Cruz, Ernesto Cardenal, Federico García Lorca, Julia de Burgos, Elena Martín Vivaldi se inscriben en la obra altamente metafórica del artista. Posee una larga trayectoria de trabajo sobre la figura de Julia de Burgos: de 1998 son los primeros trabajos suyos que conozco sobre la poesía de Julia de Burgos. En 2007, en una exposición en el Museo de Arte Contemporáneo de Puerto Rico “De Sur a Sur” hizo un íntimo homenaje a Julia de Burgos y, como parte de los actos del Hermanamiento poético, se realizó una apertura de exposición que tomó como punto de partida los textos y el mundo simbólico y metafórico de las dos poetas. Sobre las obras presentadas escribió Mercedes López Baralt: “En el caso de Elena, los árboles amarillos de su soledad cumplida; en el de Julia, el agua en ríos, mares y manantiales. Y en sus ojos. Darro no solo la ha pintado magistralmente como Ofelia caribeña flotando en el azul sin fin del río que tanto amó…Poeta visual y místico, creador de ojos flotantes, árboles solares, unicornios y toros voladores, y cielos y mares de un añil que cifra el infinito, el artista granadino ha traducido las metáforas imposibles de nuestra poeta en imágenes deslumbrantes, poniendo siempre su acento en el símbolo dominante de la obra de la poeta: el agua” (El nuevo día, 27 de diciembre de 2014,59).
Se incluye en el libro una antología con doce poemas de cada una de las autoras, cada uno de ellos ilustrado, separada la selección antológica por dos obras de Sánchez Darro y un poema de Federico García Lorca, poeta al que tanto Elena Martín Vivaldi como Julia de Burgos dedicaron poemas: (“Suites, Curva”, 33). A los poemas de ambas autoras sigue una selección antológica en torno a ellas, también con ilustraciones. Es este, al igual que La tristeza sin fin de ser poeta, un libro de arte: “lienzos de palabras” llama el autor los poemas de las homenajeadas y en lienzos ha convertido él los poemas, para poder mirarlos de otra manera. En el “Epílogo”, “Los colores en la poesía de Elena Martín Vivaldi y Julia de Burgos”, Sánchez Darro expone su encuentro con la poesía de Julia: “Mi vínculo a la obra poética de Julia de Burgos se debe a mi primera lectura de una antología de Ediciones Borinquén /Editorial Coquí, obsequio del profesor y amigo puertorriqueño Francisco Pabón Flores, en Granada, en esos mismos años”; se refiere a los años ochenta. (Hermanamiento poético 295). Estos dos libros, el que edita Chiqui Vicioso y el editado por José Manuel Sánchez Darro son, por su belleza como libros y por la obra gráfica en ellos incluida, un homenaje especial a Julia de Burgos.
Yolanda Ricardo, de Cuba, tituló su libro sobre la autora Más allá del tiempo: Julia de Burgos (San Juan: Editorial Patria: 2016), tal vez aludiendo a la fuerza con las que se ubican su obra y su figura en la cultura. Si bien se publica en Puerto Rico, su autora es cubana, profesora de la Universidad de la Habana, estudiosa del pensamiento caribeño y la creación literaria de la mujer en el Caribe. A través del libro destaca el sujeto recio e impugnador de la poesía de Burgos así como “su imaginario construido sobre bases artísticas en el uso muy personal de la lengua” (182). Es El mar y tú el libro que Burgos escoge para dar centralidad a ese espacio metafórico, motivo poético que es el “mundo marino en íntima conjunción con la hablante lírica” (Ricardo Garcell,173).
Es de interés señalar que uno de los textos iniciales de la poeta, escrito para “La Escuela del aire”, programa para adultos y niños que usaba la radio como medio educativo, tiene como motivo de la trama el asombro de un niño que viene a la costa por primera vez “y queda deslumbrado con la vista /del mar” (17) La imagen de dispersión y distancia ancla el texto inicial en el que un personaje infantil “echa a volar su sueño”. En él hay elementos que reaparecen en los poemas posteriores que tienen el mar como referente central: velas, barca, bahía, puerto, navío, eterno viajar. La figura del “anunciador” lee un poema sobre el mar y el sentir del niño, en el que los ojos del agua “se han salido a mirar / las lomas que sueñan /con los ojos del mar”. El niño, que escribe versos, lee un breve poema sobre el mar, en el que ante el azul del mar desea “ser ave o ser navío /y cruzar la planicie de cobalto”.
Yolanda Ricardo señala en el capítulo “Cristalización de una poética” como ángulo importante en las tematizaciones de Burgos “el de una constante traslación” (Ricardo Garcell, 174), que puede observarse ya en este texto inicial. “Más de un crítico la ha sentido poeta viajera puesto que tan pronto se sitúa entre astros estelares…se monta en su río o en las olas de su mar para llegar imaginalmente a otros horizontes. Sus aguas arriban a orillas lejanas con un texto que trasvasa fronteras, indetenible, o su alma se funde con olas. Recrea un viaje permanente…” (Ricardo Garcell 174). Esa traslación que menciona Ricardo Garcell creo está aunada a la distancia que supone el exilio. Afín a ese proceso que define la autora cubana es “el dinamismo en el tratamiento paisajístico” (178): “La suya es con frecuencia una declarada poesía andante que deja atrás lo estático visional o anecdótico…” (178).
El capítulo 2 enmarca un entorno poco explorado en la obra de Burgos: la interacción política, cultural y estética con la intelectualidad cubana (43) y cómo Julia busca, desde esa distancia, estar presente en la vida cultural puertorriqueña (Ricardo Garcell 48). En el capítulo final la autora se pregunta, refiriéndose a la poeta, ¿En dónde acaba su tiempo? Concluye que “sus raíces son las de su río y su mar y su compromiso con la humanidad (189). “Julia es desafío permanente, escribe, en cada hechizo que selecciona de su realidad” (190). El texto de Yolanda Ricardo incluye una antología organizada a partir de criterios no usuales: “Entre el tono lírico y la resistencia”, “Intensamente líricos”, “La poética del compromiso”, “Cuba, la inspiración”, así como una iconografía del álbum de María Consuelo Sáez Burgos.
No quiero dejar de comentar brevemente un texto publicado el pasado año en nuestro país, por ser una lectura fuera de lo común de la poesía de Julia: Julia de Burgos.“Olfateando horizontes de justicia de Dios”, de Federico Cintrón Fiallo (San Juan: Editorial Múcaro-CEDEI, 2019). Una cita de Paul Ricoeur anima el texto de Federico Cintrón Fiallo al abrir las interrogantes que palpitan en este libro. Alude la cita a un momento de crisis en la humanidad, a cómo la humanidad no ha terminado de dar muerte a sus ídolos y solo ha empezado a entender sus símbolos: “Somos esos hombres (y mujeres) que no han terminado aún de dar muerte a sus ídolos y que recién empiezan a entender sus símbolos (11). En esa grieta a la que remite el filósofo francés, de ídolos que no acaban de desaparecer, se insertan las lecturas de Julia de Burgos que lleva a cabo Federico Cintrón. Ese espacio, una especie de bisagra, alberga de un lado unas lecturas propuestas y del otro las alternas a ellas. En las últimas Julia se expande y actualiza.
Entramos con estas citas en el terreno de la argumentación, propia de la formación del autor y de su quehacer político. Hacia el final del prefacio expone el trabajo que busca llevar a cabo: “En este ensayo analizo las referencias a Dios, y otras expresiones claramente relacionadas con el cristianismo, que aparecen en la poesía de Julia de Burgos” (Cintrón Fiallo 17). Ya antes había expuesto que su ensayo tiene por objetivo responder a “críticas literarias teístas y ofrece una perspectiva diferente a las premisas de las que parten” (14) y había explicado el término de “religión” según se usa aquí (15). Esta lectura alterna se lleva a cabo con sutileza, si bien expone con claridad las perspectivas que se consideran: “En este trabajo sí se discute si Julia de Burgos es mística y si Dios aparece en su poesía como figura lírica o como manifestación de religiosidad y fe teísta” (20), escribe en la introducción.
La argumentación, forma discursiva muy presente, no busca tanto la oposición contenciosa sino la lectura alterna y el acercamiento a la poesía de Julia. Sabido es que la argumentación está enhebrada con la lógica, la cual también está muy presente en el libro, en su organización y desarrollo. Concluye Cintrón Fiallo que Julia de Burgos no es una poeta mística sino que “la poeta navega en una ruta humanista que la distingue del misticismo, la religiosidad y el teísmo” (40). Tras una mención de trabajos críticos que consideran las referencias a Dios en la obra poética de la autora, el autor afirma lo que es el núcleo que imanta su trabajo y expone sobre la poeta que “su poesía en ningún momento es teocéntrica o parte de visiones religiosas. Dios, la religión y la naturaleza le sirven para contrastar, para hacer su humanismo comprensible a los y las lectoras; son figuras literarias” (96).
Este libro es singular en el conjunto de la crítica sobre Julia de Burgos pues aborda un tema poco tratado en la literatura y en la cultura en general y lo hace con rigor, siguiendo un plan lógico, con entusiasmo y gozo ante los poemas. A tono con el título del libro quiero recordar unas palabras de Benjamin citadas por Terry Eagleton: “La ideología surge allí donde el poder trastorna la significación…”. Walter Benjamin subrayó que el mito perdurará mientras quede un mendigo, dando a entender que, mientras exista injusticia, la ideología seguirá siendo indispensable” (Eagleton 160). Parece ser que Julia de Burgos tenía buen olfato, por lo que buscaba los horizontes de justicia y, como dicen las palabras finales del libro en un juego de palabras con un verso de ella, “la poeta, navega por el cosmos en una búsqueda perenne olfateando horizontes utópicos de plena humanidad” (Cintrón Fiallo 169).
“Mostrenca de alteridad”, llamó Matos Paoli a Julia de Burgos, conocedor del significado del vocablo mostrenca: que no tiene casa ni hogar, ni señor o amo conocido. Ese sujeto transcurre por un espacio, marca un posicionamiento ante el yo, se desplaza, busca horizontes diversos. Joserramón Melendes vislumbró esa fibra mostrenca de la poeta: “Julia era Puertorrico, i su único barón parejo el Río…I no abía patria que pisar. I suprimieron a sus defensores. Desde esa orfandá de amor jigante, cualqiera otra compañía privada solo podía consolar su amputasión” (Claridad, En rojo, 27 de agosto al 2 de septiembre de 2015, 13).
Nos anima pensar que el esfuerzo que se hace desde nuestra patria encuentre cálida acogida y voluntad de trabajo en otros lares, tanto como en el nuestro, conjurando así contra la pedagogía del olvido, ejerciendo la resistencia, de la que son parte estos libros con los que, recordando a Corretjer, sabemos las cosas con que contamos.