Curiosamente, este filme que intenta ser uno de misterio nos abre los ojos a las tramas extrañas que se fraguan tras las noticas y tras las mentiras de los poderosos.
Curiosamente, este filme que intenta ser uno de misterio nos abre los ojos a las tramas extrañas que se fraguan tras las noticas y tras las mentiras de los poderosos.
Para ser una película de gánsteres hay pocos tiros, porque la mayoría de los golpes son emocionales y están protegidos por las verdades que ocultan los personajes tras las máscaras.
La trama del filme tiene las curvas y retrocesos que mantienen nuestra atención adherida a la pantalla. Hay personajes fascinantes y extraños, crueles y misteriosos.
Esta película cubre un aspecto de la II Guerra Mundial que no es muy conocida: la relación entre Alemania y Hungría, y la participación de ese país en el Holocausto.
Todos los actores hacen sus papeles creíbles y ninguno recurre al mal que a veces afecta a nuestros actores: hablar como si fueran de otro país. Son de este y hablan como hablamos, sin adornos ni tonterías.
El triunfo de la película después que debutó en 1939 fue tal que se proyectó durante los bombardeos nazis de Londres y estuvo en cartelera allí por cuatro años.
La cinta es graciosa y vale la pena verla para saber un poco más sobre la vida de un gran artista. No se levanten hasta que terminen de ver a Cantinflas hacerle al Bolero de Ravel lo que a veces se le debe hacer.
Richard Linklater ha escrito y filmado una especie de docudrama que traza la vida de un niño de seis años hasta que llega a la edad de graduarse de escuela superior.
Si van a ver este filme con el estómago vacío saldrán corriendo a buscar algo. Si van comidos, las consecuencias pueden ser abrumadoras en la próxima comida. Están avisados. No se la pierdan.
Woody Allen nos invita a reflexionar sobre esa sensación de que hay algo verdadero detrás de la ficción que engendra un cuento y una trama.
Tate Taylor, el director de la estupenda The Help, con la impresionante edición fílmica de Michael McCuske nos mantiene atentos no solo a la música sino a la vida de ese tipo genial que fue James Brown.
Este filme es una sorpresa tras otra de cómo se puede plagiar un par de docenas de películas anteriores y hacer que todo parezca nuevo e impresionante.
La historia no es más que un melodrama bastante predecible (Gray lo escribió con Ric Menello) con dos actuaciones especiales y sobresalientes.
La película nos atrapa completamente y establece una tensión que es esencial en lo que básicamente es un entretenimiento con profundos comentarios políticos.
De la seductora animalidad de Brando nadie se escapa. El magnetismo personal que une a sus interpretaciones no lo ha tenido hasta ahora ningún otro actor en el cine.
El director Jonathan Teplitzky ha tomado como tema un guión basado en la biografía de Eric Lomax (Colin Firth), un soldado británico que fue torturado intensamente por los japoneses.
Como uno lo anticipa, la obra está dividida en dos actos. El primero es primavera y verano; el segundo otoño e invierno. Las estaciones son una metáfora de lo que les sucede a los personajes.
Lleven la familia a verla. Los principios que presenta la película son de gran valor y no están dichos desde un púlpito, sino más bien mezclados con la dureza que debe ser la realidad.
Jon Favreau quien, además de ser la estrella, escribió el guión y dirigió, usa todos los clichés y establece pautas para que se creen otros que a nadie se le habían ocurrido.
A pesar de estos significados oscuros y complejos, hasta interesantes, von Trier nos deja con un desastre artístico de grandes proporciones. Qué pasa de ahora en adelante con este director es la gran pregunta.
Esta película tiene cinco capítulos y la historia sórdida de Joe podría ser una especie de la “Justine” de Sade, nombre al que von Trier ya hizo referencia al llamar así al personaje de “Melancholia”.