Cinco cosas positivas de la crisis actual
La siguiente lista es un intento por plantear una lectura distinta sobre la crisis actual. Son solo algunos puntos que creo debemos observar para desarrollar una estrategia de respuesta en el corto, mediano y largo plazo.
1. El “tema de Puerto Rico” está cada vez más presente en la prensa internacional, sobre todo en Estados Unidos. Es como si estuviera dando aquello de la “internacionalización del caso de Puerto Rico” por otra vía. Somos, como buena parte del mundo, una sociedad mediatizada con un rol decisivo de los medios de comunicación en la política. Por eso pienso que el valor estratégico de una protesta hoy es mayor al de las protestas de hace algunos años en cuanto a potencial mediático, tanto en los medios oficiales como en el buen uso de las redes y nuestros propios medios. El ojo internacional está pendiente a Puerto Rico, medios de todas partes continúan viniendo a la isla a reportar, a dar a conocer la otra historia, a hacer análisis comparativos económicos. Protestas bien elaboradas tienen un alto potencial que deberíamos tomar en cuenta a la hora de juzgar las posibilidades del momento. Claro, hay que preguntarse: ¿qué actividades sirven para poner a funcionar ese valor estratégico de nuestras protestas? ¿Dónde hay que apretar para que esa atención gire hacia nosotros/as (mensaje) y se vuelva una forma de comunicar a grandes cantidades de personas?
2. La reorganización del mapa político de la izquierda se está produciendo en sentidos nuevos. Estaremos todos de acuerdo en constatar el achicamiento del activismo en Puerto Rico, sin embargo, en ello veo algo muy positivo. Hay proyectos, realidades, que han tenido (¡y tienen!) que desaparecer para que otras sean posibles. Personalmente andamos mutando políticamente, cambiando los énfasis, los acentos, intentando buscar una vía más concreta hacia la política desde abajo. Y las convergencias políticas tradicionales—entre partidos o movimientos—están agotadas y abren paso a convergencias no tradicionales por debajo del radar político. Son los proyectos de cooperación en siembra con orientación política, los proyectos de sanación en comunidad como una solución concreta y accesible al sistema de salud, y las nuevas intentonas educativas desde abajo vinculadas a la base como la escuela de formación comunitaria de la Barriada Morales. Todos y cada uno de esos proyectos son realidades emergentes, apenas potencialidades por construirse. Para algunos de nosotros, las pocas protestas son un respiro, más que un problema, para que pensemos en estos realineamientos e invirtamos tiempo, energía y recursos en producir las condiciones de lucha exitosas del futuro. Para la nueva lucha, necesitaremos tiempo para crear y fortalecer nuevas instituciones y estructuras.
3. La nueva ofensiva patronal producirá reacciones de todo tipo. Los que estamos en estas, sabemos que la Junta viene a cobrar y que lo hará con el apoyo del gobierno local, por más que esté último quiera dar la impresión de resistencia. Están unidos contra nosotros y nosotras. Es probable que un número alto de personas en Puerto Rico no le vea un problema a la Junta hoy, sobre todo porque hay costumbre histórica de ser colonia y eso no se sacude de un golpe. ¿Pero será lo mismo cuando eliminen pensiones? ¿O cuando venga la próxima lista de escuelas cerradas? ¿O cuando eliminen presupuestos para decenas de otras agencias? ¿Qué pasará cuándo reduzcan el salario mínimo para los más jóvenes? Es claro que la aprobación de la Junta ahora no traerá la indignación que tendrán sus primeras medidas en el futuro próximo. ¿Podemos estar conectados con la gente cuando empiece a desarrollarse ese descontento? ¿Qué acciones hoy nos preparan para esa ofensiva? ¿Qué pasará si surge indignación sin movimiento político de izquierda?
4. Tendremos enemigos nuevos. La nueva ofensiva patronal traerá nombres y caras nuevas a una escena política aburrida y carente de creatividad. La Junta, una nueva estructura sin legitimidad ante la población—como podrían serlo las ya conocidas instituciones federales—tendrá que ganarse la confianza de la población o gobernar a la trágala. Vienen a hacer lo segundo. Los que creemos que son tiempos de renovación política debemos celebrar que nos den la oportunidad de nombrar a un “enemigo nuevo”, que podamos nombrar a ese “otro” necesario en la emergencia de cualquier movimiento popular. Algunos de esos nombres serán extranjeros, apellidos en inglés, ejecutivos vinculados a la banca, a los bonistas. Toda esa realidad es un campo de batalla nuevo que debemos aprovechar para hacer evolucionar nuestra política con la gente de abajo.
5. Bregaremos con un enemigo nuevo, que al mismo tiempo recuerda lo viejo. Me parece segura la victoria de Ricardo Roselló en noviembre de este año, y a pesar del desconcierto que observé entre amigos y allegados en las redes sociales, creo que esto es positivo. Claro, como todo, si sabemos aprovecharlo. Roselló, hijo, ha sido sin duda un político astuto, bien asesorado, que supo esperar su tiempo para que la oportunidad le llegara. Y le llegó a él pero nos llegó a nosotros, porque su apellido seguro le trajo votantes pero también detractores. En nuestra lucha contra el próximo gobierno Roselló tendrá la oportunidad de sanar las penurias que el primer Roselló nos heredó. Después de todo, fue Roselló, padre, quien vendió los hospitales y la Telefónica, entre otras cosas, por lo que sigue siendo uno de los representantes principales del neoliberalismo en Puerto Rico hoy. En esta lucha habrá una convergencia de experiencias junto a una nueva generación política que puja por emerger definitivamente en los próximos años.
En estos días están convocadas actividades de todo tipo a las que animo a asistir según le parezcan a cada cual. Espero que este artículo provoque reacciones que nos ayuden a problematizar mejor desde qué perspectiva diseñamos trabajo político hoy.