Contando historias, cuentos y canciones
La música plantea un sinnúmero de relaciones, dinámicas, interacciones; nos lleva a ponernos en contacto con algo interno en nosotros a través de la sonoridad, de esas vibraciones coordinadas emitidas por algún instrumento, provocadas por su ejecutante. La vida es toda vibración, movimiento. Los tonos emitidos por los instrumentos provocan al aire que los rodea y ese aire a su vez nos provoca los oídos que a su vez provocan a nuestra mente y finalmente nos conmueven de una manera u otra.
Al sentarme a escuchar una grabación lo primero que hago es librarme de los prejuicios, anular cualquier expectativa y dejarme provocar por lo que escucho. El disco Historias, cuentos y canciones del SM Quinteto es mi experiencia más reciente en ese ámbito y, si me decidí a escribir sobre él es porque me provocó la imaginación, me conmovió, me tocó la fibra.
No es fácil trabajar un proyecto musical con una instrumentación reducida; sería muy fácil caer en repetitividad, falta de variedades sonoras. El caso de SM Quinteto es que con solo cinco músicos cultivan una amplia gama de sonoridades entre las variables instrumentales y la composición. En términos generales una de las cosas que más me agrada de la producción es el balance entre material compuesto y solos improvisados.
El grupo está compuesto por Liza Micelli en el piano, que a veces es órgano u otros sonidos electrónicos, Gabriel Vicens en la guitarra, Mario Pereira en la batería, Samuel Morales, director y compositor del proyecto, bajo eléctrico (con y sin trastes) y Ricky Martínez en el acordeón y la flauta dulce. Sí, ¡dije ¡acordeón! Hago el énfasis por dos motivos; primero porque es inusual hoy en día encontrar ese instrumento en grabaciones de grupos puertorriqueños y segundo porque me fascina su sonido.
La grabación consta de nueve temas de la autoría de Morales. Composiciones con elementos de jazz, música circense, bomba, flamenco, en fin, una verdadera fusión de estilos. Las composiciones verdaderamente proponen historias, cuentos y canciones de una manera sencilla pero con una sensibilidad profunda que impacta desde el inicio de la experiencia sonora. La calidad sonora es impecable tanto en la grabación como en la mezcla ambas a cargo de Edgardo «Eggie» Sierra.
La ejecución de Liza Micelli es elegante, acertada e impecable. Gabriel Vicens nos regala unos solos que demuestran maestría y elocuencia. El trabajo de Mario Pereira es el de llenar con ritmo todos esos espacios disponibles entre medio de las melodías y los acordes; es el trabajo de un orquestador discreto que aumenta la energía de la interpretación pero sin saturarnos de golpes innecesarios. Muchas de las bellas melodías son interpretadas emotivamente por Ricky Martínez con su acordeón y, en una pieza, la flauta dulce. Esta última pieza, Canto al sur, nos da una aire a chacarera con un atisbo de sabor andino.
Sammy nos regala, aparte de sus composiciones, su firmeza de ancla como bajista y un gusto refinado a la hora de interpretar las melodías y los solos. Es de notar que al cambiar de un bajo eléctrico con trastes a uno sin trastes, la diferencia de sonido es marcada, algo que ayuda a la variedad sonora del disco. Es evidente a través del trabajo, que Sammy logra resumir entre composición y ejecutoria, gran parte de lo que es su trayectoria como músico destacado de nuestro pentagrama isleño. También se asoma el educador incansable al fomentar la participación de talentos jóvenes como Liza, Gabriel y Mario.
El disco comienza con un tema en vals que es a la vez hermoso y vigoroso, perfecto para captar la atención. Luego nos llevan a lo mas jazzístico del cd con el tema Las preguntas, con un asomo a Giant Steps y un solo muy bien trabajado por Vicéns. Seguimos con Pequeño pintor, una melodía envuelta en ternura con la emotiva interpretación de la melodía en el acordeón y un solo de piano hecho a la medida. Rumbita nos lleva a encontrarnos con Juan Tizol y su caravana, pasando por el sur de España y pidiéndole la bendición a Chick Corea; interesante fusión en donde Sammy hace alarde de su ejecutoria en el destrastado bajo. Ni Bomba, ni fuga, ni ná es el tema mas fusionado del disco. En él verdaderamente se encuentran la bomba con la fuga de Bach y el Rock. Vicéns engalana el tema con un solo con elementos de minimalismo y un poco de fríamente calculado como Pat Martino. El tema El reposo tiene poco de eso; es un tema cargado de energía con énfasis particular en la dinámica de los solos improvisados.
Al mudarnos del sonido del piano al de sintetizador y órgano, el oído agradece el cambio de sonoridad y le abre paso al tema Soledad imperfecta el cual tiene un dejo a música circense. Recuerdo de repente la melancolía apasionada de Astor Piazzolla. Esta composición nos trae también el elemento del ostinato como recurso de crear una energía un poco nerviosa, insistente, acertada sonorización de su título. Entonces entra Liza desde Chicago, ciudad del Blues, y nos regala un solo de órgano con un sabor a su ciudad natal.
Feliz sorpresa para el oído en el tema Canto al sur cuando escuchamos una flauta dulce; salí corriendo a buscar la carátula para ver quien fue el músico invitado y resultó ser que era nada mas y nada menos que Ricky Martínez, el también acordeonista. Al comienzo hablé de orquestaciones variadas; este es el caso de una de ellas. Es atrevido el utilizar la flauta dulce en este contexto ya que es un instrumento que, o no se le toma en serio, o solo se escucha en música barroca. El disco cierra con la pieza Desamor donde por vez primera el acordeón juega un rol armónico aunque por poco tiempo para luego entrar en un toma y dame con la melodía. A pesar de la inevitable tristeza implícita en el título, el tema no carece de una bella energía creativa.
Como músico, cuando escucho un disco que me gusta muchas veces quiero salir corriendo a tocar, a descargar. Pero este disco me capta la atención de otra manera, me obliga a querer ser oyente, a ser cómplice desde los oídos. A lo que si me motiva es a crear música, a componer, a contar historias sonoras, cuentos por terminar y canciones por nacer. Enhorabuena SM Quinteto; sigan tocando que yo sigo escuchando.