Dolor y gloria: Almodóvar en forma

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additional info Es evidente que la situación lo tiene deprimido; además, sufre de un sinnúmero de condiciones para las que toma un arsenal de medicamentos. Su manejadora, y sostén emocional, Zulema (Cecilia Roth), le viene ha decir que lo han invitado a un cine foro en el que se presenta una de sus viejas cintas y a la que seguirá una discusión. Le piden que lleve a Alberto Crespo (Asier Etxeandia) el actor principal del filme. A este no lo ha visto ni hablado con él desde hace 32 años. Es uno de los fantasmas que lo acosan. Echa a un lado su orgullo y lo va a ver. La visita tiene muchas consecuencias, y desata visiones del pasado y condiciones inesperadas, que han de incidir en el estado psíquico del cineasta.
oost nederland dating Como en todos los filmes de Almodóvar, hay que darle crédito (de seguro, dirigidos por these details su estética) al diseñador de la producción, Antxón Gómez , y la directora artística, María Clara Notari, por darnos unas escenas que, sin distraernos, acentúan las idiosincrasias del director. El color rojo, en todas sus tonalidades, invade las escenas, ya bien sea en los afiches que anuncian las viejas películas de Mallo, sus camisas, el bolso de Zulema, la decoración de la cocina y, magníficamente, en los labios y el traje de Marilyn Monroe en un escena de sie sucht ihn greiz Niagara (1953) go to website , y muchas otras cosas. Esos planteamientos decorativos tienen un efecto sobre lo que está sucediendo en escena, como lo hacía el tiempo (atmosférico) en el romanticismo. En los planos en que otros colores predominan, los sucesos son menos ominosos o más llevaderos para el personaje. En las dos casas que le conocemos hay cortinas con el arcoíris LGBT un poco disfrazado. Esa conversación silente entre actores y puesta en escena, es una de las cosas que más me han impresionado del director desde sus primeras películas. Al principio del filme una de las pocas escenas al aire libre muestra unas lavanderas de río, entre las que está Jacinta (Penélope Cruz) madre del niño Salvador (Asier Flores) que es una evocación de tiempos pretéritos cuando la ropa se tendía al sol. Las mujeres cantan canciones de posguerra y uno percibe que ese momento de felicidad poco tiene que ver con lujos y posición social.
Hay algo muy nuevo y hermoso en esta oferta de Almodóvar. En una parte del filme hay dos “subcapítulos” animados. Uno se llama “historia”, el otro “anatomía”. Ambos son de gran belleza y, particularmente el segundo, nos dan los secretos click to read more internos del personaje que están relacionados a los estragos del tiempo (cambios óseos, por ejemplo) y de la genética (condiciones físicas heredadas), pero que afectan su estado anímico. Cómo están diseñados abunda a que entendamos algunas de las insuficiencias del personaje, y que no puede remediarlo todo sin que otros lo ayuden —ayuda les sites de rencontres les plus efficaces externa— a entender que el ego solo no basta para vivir.
La película brilla, no solo por como está hilvanada una historia que depende de muchos flashbacks y memorias repentinas, sino por el acoplo entre los artistas. Mallo es el centro del filme, pero los actores secundarios como su madre Jacinta y otros, se convierten en el centro del encuadre cuando aparecen. El funche aparte hay que hacerlo para el niño actor Asier Flores (Salvador Mallo joven), quien es hermoso, y de una capacidad de entendimiento (presumimos) de lo que se tratan las escenas en que participa que muestran su inteligencia y sensibilidad. Su presencia llena de ternura, y de una especie de madurez inaudita, situaciones difíciles que pudieron, en manos de un actor y un director pobres, arruinar la cinta.
La intervención de Antonio Banderas, como un cineasta que tiene mucho de Almodóvar, es perfecta: calma exterior con agites internos de altos voltajes. Banderas los transmite en pequeños gestos y en silencios, sin caer en el sentimentalismo. Varias escenas con otros personajes —Alberto, Federico (Leonardo Sbaraglia), Zulema, su madre Jacinta mayor (Julieta Serrano)— se prestaban para que un actor mediocre las convirtiera en emoción barata o puro melodrama. En cuanto a esto último, en un momento declara (no se sabe si el personaje o Almodóvar) que también “tiene melodrama en sí”, pero lo evita. Lo hay, sin duda, en su nombre (que se puede leer como “malo”) porque muchas veces no ha cumplido con su madre, ni sus amigos. Es egoísta y narcisista, pero al mismo tiempo que es malo es salvador.
El filme guarda un secreto final, que me pareció genial, y que confirma lo bien leído que es el personaje Salvador y el director guionista Almodóvar. Para descubrirlo vayan a ver este filme hermoso y satisfaciente, de alta calidad.