Dos Papas, dos Santos: un encubrimiento
Desde la muerte de Juan Pablo II se escuchó entre la multitud el pedido de “Santo súbito”… “santo ahora”. A partir de ese momento se aceleró el esfuerzo para declararle santo. Igualmente irregular fue la inclusión de Juan XXIII, a quien “le faltaba un milagro” para cumplir con los requisitos establecidos por la Congregación de las Causas de los Santos. Francisco evidentemente quería balancear el destaque del acérrimo conservador Juan Pablo II con la figura más comprometida con la transformación de la iglesia, la de Juan XXIII. Juan XXIII fue el Papa que inició el Concilio Vaticano II con el objetivo de transformar las estructuras tradicionales de la curia romana. Los resultados de este concilio dieron pie posteriormente al Sínodo de Obispos Latinoamericanos en Puebla que planteó la “opción preferencial por los pobres”.
Pero si de Papas hablamos, veamos un poco de historia reciente. Con la muerte del Papa bueno, Juan XXIII, queda pendiente el concilio y las renovaciones de la iglesia universal. A Juan XXIII le sucede en el 1963 el Papa Paulo VI a quien le correspondió completar el Concilio Vaticano sin pena ni gloria. Fue Papa por 15 años dejando como un asunto pendiente el enorme reto de la transformación propuesta por el Concilio. Cuando –según el rito romano- se le cubrió la cara de su cadáver con un lienzo, se cubrió el Vaticano inconcluso.
Muchos sectores de la iglesia – en especial en Latinoamérica- lamentaban la poca productividad del concilio y pusieron sus esperanzas en el cónclave del 1978. El humo blanco de la torre de la Capilla Sixtina dio origen a la elección de Juan Pablo I, el papa de la sonrisa, electo a la edad de 66 años. Duró 33 días, amaneció muerto bajo circunstancias sospechosas. Cuando cubrieron su rostro para su entierro…cubrieron las posibles razones que llevaron a un hombre relativamente joven y saludable a morir tan inesperadamente.
En el mismo año, 1978, se convocó a un nuevo cónclave que eligió a Juan Pablo II, de solo 58 años edad quien se mantuvo en el pontificado por casi 27 años, uno de los pontificados más largos de la historia del Vaticano (Pio XII fue electo a los 54 años de edad y fue Papa por 31 años).
El pontificado de Juan Pablo II se destacó por sus frecuentes viajes a través de todo el mundo y por su activa participación en asuntos políticos durante la guerra fría. Apoyó abiertamente la caída del bloque socialista, la eliminación del muro de Berlín, a los gobiernos de Pinochet y Stroessner. Tuvo oídos sordos a los reclamos de Monseñor Romero asesinado por la derecha en EL Salvador. Censuró abiertamente al sacerdote Ernesto Cardenal en su visita a Nicaragua, insistiendo en forma contradictoria en que la iglesia no debe inmiscuirse en asuntos políticos.
Bajo el pontificado de Juan Pablo II ocurrieron los actos más nefastos de abuso sexual por religiosos contra menores de edad y seminaristas. Las acusaciones de abuso físico y sexual en las escuelas religiosas y en los seminarios fueron incrementando con el pasar del tiempo bajo la mirada permisiva de Juan Pablo II. Uno de los casos más emblemáticos está relacionado con el apoyo abierto que Juan Pablo le ofreció a Maciel Marcial, fundador de Los Legionarios de Cristo en México y uno de los clérigos sobre el que se han identificado la mayor cantidad de actos de abuso sexual contra niños y seminaristas. El Cardenal Joseph Ratzinger quien posteriormente se convirtió en Benedicto XVI dirigió la Congregación para la Doctrina de la Fe, supuestamente encargada de manejar estos asuntos durante el pontificado de Juan Pablo.
En el 2005, ante la muerte de Juan Pablo II, cuando se cubre el rostro del difunto, se cubre la complicidad tácita con los abusos sexuales y su inacción en atender los reclamos de miles de víctimas en todo el mundo. Pasa a ejercer Benedicto XVI, el mismo Ratzinger que tuvo acceso a todas las querellas de abuso y que continúa con la práctica de “relocalizar” a los abusadores. Fue Benedicto XVI quien ante toda la evidencia de los reprochables actos de Maciel Marcial en diversos seminarios en México, Estados Unidos y Roma, “sometió” a Maciel a la obediencia y lo envió a un monasterio, no a las manos de las autoridades seculares, sino bajo la autoridad del Vaticano.
Benedicto XVI renunció luego de solo 8 años de pontificado, presentando la inusitada situación de dos Papas vivos, situación inexistente en la iglesia católica romana desde el 1415 cuando Gregorio XII renunció para resolver un cisma, cuando la sede papal estuvo en Francia. Las especulaciones sobre la renuncia de Ratzinger no se hicieron esperar. El peso de la crisis de los abusos sexuales en toda la iglesia, el costo de las indemnizaciones pagadas a las víctimas en las cortes seculares y el escándalo del Banco Ambrosiano del Vaticano, parecieron hacer mella en la conciencia del envejecido pontífice de 86 años. Debemos esperar para entender qué cubre el lienzo que cubrirá su rostro al momento de su muerte.
Así las cosas, en el momento de la declaración de santidad que declara el Papa argentino, nos encontramos ante situaciones novedosas para las personas católicas y para las personas que observamos cuidadosamente estos rituales. Dos Papas vivos presentes en la canonización frente a toda la muchedumbre, dos Papas santificados observados desde Polonia y desde Roma y un abierto encubrimiento de lo que sin lugar a dudas es el cataclismo de la iglesia romana que Francisco el argentino intenta detener. Se añaden dos nuevos “santos” al santoral romano.
Referencias
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