«El archipiélago pluriversal»
Break a vase, and the love that reassembles the fragments is stronger than that love which took its symmetry for granted when it was whole. The glue that fits the pieces is the sealing of its original shape. It is such a love that reassembles our African and Asiatic fragments, the cracked heirlooms whose restoration shows its white scars. This gathering of broken pieces is the care and pain of the Antilles, and if the pieces are disparate, ill-fitting, they contain more pain than their original sculpture, those icons and sacred vessels taken for granted in their ancestral places. Antillean art is this restoration of our shattered histories, our shards of vocabulary, our archipelago becoming a synonym for pieces broken off from the original continent.
—Derek Walcott, “The Antilles: Fragments of Epic Memory”
I. Pensamiento archipelágico: rompiendo esquemas
Varias razones me llevan a comenzar esta meditación refiriéndome al conocido discurso que pronunció Derek Walcott al recibir el Premio Nobel de Literatura en 1992. La primera es que en este pasaje Walcott reflexiona sobre la naturaleza fragmentaria del Caribe, y lo compara con una vasija rota que se ha recompuesto. El énfasis de Walcott es el reacomodo de las poblaciones asiáticas y africanas en el Caribe tras desplazamientos forzados. Mi énfasis es el archipiélago como formación geográfica que deviene en condición política, en imaginario y en poética. Aunque difiero de Walcott en su relato del archipiélago como piezas que se desprenden de un continente original, me interesa rescatar aquí su referencia al archipiélago como sustrato geográfico e histórico que explica el carácter fragmentario, híbrido y mal acomodado de los sujetos y colectividades que toman otra forma y se redefinen nuevamente en el entorno del Caribe. Quiero además destacar la posibilidad de otro tipo de articulación de lo global, lo “universal”, que se fundamenta en la presencia interna de muchas diferencias que configuran aquello que se considera entonces como la inflexión local de una identidad típicamente archipelágica.
Recientemente, y a raíz de la intensa temporada de huracanes que afectó múltiples comunidades en el 2017, el tema del archipiélago caribeño ha vuelto a cobrar visibilidad, ya sea desde la perspectiva del desastre compartido, o desde la de los esfuerzos de solidaridad como parte de los procesos de reconstrucción en la zona:
La temporada de huracanes es uno de los múltiples ejemplos que demuestran cómo el archipiélago caribeño se activa, redefine, expande y contrae a partir de contextos muy específicos. Es evidente, por tanto, que el archipiélago caribeño es una categoría maleable e historizable, y en esta intervención me interesa reflexionar sobre cómo complicar el modo en que concebimos la noción misma de lo archipelágico.
Hace ya varios años que, inspirada por toda una partida de pensadoras y pensadores y de colegas vengo trabajando con el tema de los archipiélagos. Y un lugar común cuando uno se declara parte de este impulso archipelágico es ir a la etimología del sagrado término, para encontrar una genealogía, una historia que explique o legitime el lugar de este concepto. Este gesto etimológico va más o menos de la siguiente manera:
Paso 1: Definición
Paso 2: Etimología
Paso 3: Tipología
(hay muchísimos más tipos de archipiélagos: naturales, artificiales, reales, imaginarios, insulares, urbanos, de navegación, militares, culinarios, raciales, culturales… la lista es casi infinita… pero you get the idea…)
Paso 4: Ejemplos (con imágenes, por supuesto)
Hasta ahora vamos bien, ¿no?
Los problemas surgen después, cuando uno se sale del lugar cómodo del español y las lenguas romances, o del inglés y su enorme acervo de información y materiales. Por ejemplo, cuando uno busca la frase “archipelago etymology” en google, el primer resultado que aparece es éste:
Debajo de la etimología aparece un “feature” que ofrece traducir el término que uno consulta a 103 idiomas diferentes:
De primera instancia uno asiste a una fiesta para los sentidos. ¡Tantas posibilidades! La función de traducción nos ubica inmediatamente en un espacio plurilingüe donde conocer pocos idiomas no limita las posibilidades de aprendizaje o comunicación. Surgen preguntas interesantes relacionadas con el ejercicio mismo de la traducción. Por ejemplo ¿qué tipo de traducción se está llevando a cabo en este lugar? ¿Cómo saber si los términos que se nos ofrecen aquí son equivalencias o son problemáticas aproximaciones a la idea que se quiere significar?
Por ejemplo, en el caso del filipino, ¿son sinónimos los dos términos? O acaso el primero se relaciona más con los modos de concebir las posesiones de ultramar desde la perspectiva del imperio español, mientras que el segundo responde a otra perspectiva? ¿Qué significa li-te-ral-men-te “kapuluan”? Una búsqueda superficial (y digamos que irresponsable) parece sugerir que la palabra se refiere simultáneamente a la isla individual y al grupo de islas:
Muy pronto uno también se da cuenta de que la gráfica incluida debajo de cada traducción no cambia, por lo cual no se refiere a los usos del término en los diferentes idiomas, sino que el referente universal aquí debe ser el inglés, y ni siquiera a la etimología del término, pues el uso en la gráfica se registra desde el 1800 y no en el siglo 16:
Luego viene el vacío lingüístico de los idiomas en los que supuestamente no existe la palabra archipiélago:
Evidentemente habría que celebrar el hecho de que el “feature” no dice que la palabra no existe, sino que se limita a afirmar que “no se ha encontrado una traducción” al idioma en cuestión. Esto es completamente posible, pues no podemos suponer que un concepto existe en todos los idiomas y regiones del mundo. Pero de repente surgen nuevas preguntas. ¿Y si el concepto del archipiélago existe en estos idiomas por medio de otro término que no se ajusta al proceso de la traducción? ¿Cómo se puede pensar en el concepto de un grupo de islas o de lugares que se articulan como una red de significado momentánea —geográfica, política o simbólicamente—más allá de un ejercicio que presupone un término y su etimología como el eje principal del proceso de significar?
En el resto de esta columna intento apenas un asomo a pensar lo archipelágico desde una perspectiva que rompe con el concepto unificador de lo universal que subyace muchos de los métodos que empleamos para generar conocimiento. Me inspiro para ello en el trabajo de Brian Roberts, y en su análisis de los modos en que el inglés funcionó como la lingua franca en la cual se articuló el pensamiento archipelágico durante la Conferencia de Bandung de 19551, y en la articulación posterior de textos claves en los estudios caribeños, americanos e insulares.2 Hago referencia en mi trabajo a dos términos acuñados por otros pensadores, diversalidad3 y pluriversalidad4 para elaborar un ejercicio alternativo para pensar los archipiélagos en el contexto del Caribe y el Pacífico.
II. Traducires gulembos: Etimologías pluriversales
El arte de traducir nos enseña la noción de esquivar, la práctica de la huella que, en contra de las nociones del sistema, nos indica lo incierto y amenazado, que son convergentes y nos fortalecen. Sí, la traducción, arte de la aproximación y el roce es una manera de frecuentar la huella.
En contra de la absoluta limitación de los conceptos del “Ser”, el arte de traducir acumula el “siendo”. Ir dejando huella en las lenguas es recoger la parte imprevisible del mundo. Traducir no equivale a reducir a una transparencia, ni por supuesto, a conyugar dos sistemas de transparencia. (31), –Édouard Glissant, Tratado del todo-mundo
En esta sección me gustaría revisar unos cuantos términos que en el contexto caribeño y pacífico se han usado para referirse a nociones similares al archipiélago, en tanto conjunto de lugares (puertos, ciudades, comunidades…) o de islas que de repente “actúan en concierto” (Baldacchino,“More than Island Tourism…” 6) o se articulan como un referente con sentido propio para ejemplificar otro modo de llevar a cabo el tipo de trabajo de análisis histórico y discursivo que es común en estudios de archipiélagos en las humanidades y las ciencias sociales.
En el caso del Caribe hay dos referencias concretas a la región como un conglomerado de islas que forman parte de una misma unidad. Primero, existe la noción de las Antillas, usada desde el siglo 15 para referirse a las islas del Caribe. Originalmente el término se refería a una isla legendaria o imaginaria que se encontraba en el Océano Atlántico y a la cual los colonos ibéricos huyeron durante la conquista musulmana de la península ibérica:
It is from Christian Iberia that the legend of Antillia emerged. According to the legend, in c. 714, during the Muslim conquest of Hispania, seven Christian bishops of Visigothic Hispania, led by the Bishop of Porto, embarked with their parishioners on ships and set sail westward into the Atlantic Ocean to escape the Arab conquerors. They stumbled upon an island and decided to settle there, burning their ships to permanently sever their link to their now Muslim-dominated former homeland. (Fritzinger, 25)
Una de las etimologías más comunes de esta palabra propone que la misma se refiere a “ante-ilha” en portugués, y que se refiere a una isla que estaba localizada justo al frente de la costa principal de Iberia (Crone 260).
Otros proponen que el término puede provenir de una trascripción deformada de la Atlantis de Platón (Fritzinger 27), una referencia a Antullia y que significa delante de las costas de Atullia (Crone 260). Humboldt propone una etimología árabe bastante dudosa que vincula el término con la palabra “dragón” (Examen critique de l’histoire de la géographie du Nuveau Continent, p. 211, in Babcock 112). Hoy día, el término “Antillas” se usa comúnmente para referirse a las Indias Occidentales, o las posesiones de ultramar insulares y coloniales que son la contraparte de las Indias Orientales (o la región ubicada al sureste de Asia) (Lineback and Lineback Grizner 2010). Como podemos ver, la etimología misma de esta palabra es un cúmulo de teorías imprecisas y especulativas, y en cada una de ellas se traza una relación epistémica y política con la región o regiones a las que se alude.
En la historia de la región, las Antillas han sido invocadas como colectividad a partir de proyectos políticos como la Liga Antillana y la Confederación Antillana. Estos proyectos políticos, que se desarrollaron en el Caribe hispano en diálogo con pensadores haitianos, aspiraban a crear una colectividad compuesta por varias de las islas del Caribe con el propósito de articular una unidad política integrada por varias islas con sus gobiernos (ver el trabajo de Buscaglia-Salgado, Chaar-Pérez, Firmin, Jossianna Arroyo, Irmary Reyes-Santos, entre otros). A mediados del siglo veinte, otra versión de este tipo de proyecto se desarrolló en el Caribe inglés bajo el nombre de West Indies Federation (1958-1962). Estos dos proyectos tenían como común denominador un fundamento en la articulación de una identidad afrocaribeña a partir de las migraciones negras que han tenido lugar en la zona desde el período colonial hasta el presente. Aunque ambos proyectos políticos fracasaron —irónicamente porque el impulso nacionalista interrumpió el diálogo interisleño— lo que me interesa destacar es cómo el archipiélago es una unidad que se articula y se desarticula. El Caribe no es siempre un archipiélago por el mero hecho de ser un conjunto de islas localizadas con cierta proximidad en el mar Caribe, sino que la región se consolida o no como archipiélago en momentos específicos de su historia, y esos archipiélagos incluyen subsecciones de la región de acuerdo con los proyectos simbólicos, políticos o históricos que los animan.
En el Caribe francés, por otra parte, las Antillas han sido pensadas en parte a través de la teorización de la “antillanité” elaborada por Édouard Glissant (Le discours antillais). Concebida originalmente como una respuesta al movimiento de la “Négritude” desarrollado en las décadas del 1930 y 1940 por pensadores políticos y poetas como Léopold Sédar Senghor (Senegal), Aimé Césaire (Martinica) y Léon Damas (Guyana Francesa), la “antillanité” se refiere a articulaciones culturales diversas del Caribe que se distancian de la idea de un origen singular en África, al mismo tiempo que destaca identidades multilingües, multirraciales, multifocales y transcontinentales que se configuran como resultado de las diversas diásporas en contextos de colonialismo extendido en el Caribe. La Antillanité insiste en la ausencia de un solo origen para las identidades translocales y diaspóricas, y se refiere al territorio discontinuo como central para entender ciertas formaciones colectivas del Caribe.
En el Pacífico, por otra parte, el término tuvalu se refiere a una isla nación localizada entre Hawai’i y Australia, y literalmente significa “eight standing together.”5
Stratford et. al ofrecen un buen resumen de lo que esta palabra significa:
Tuvalu is inherently archipelagic. Its origins are uncertain, but it seems probable that the word ‘Tuvalu’ gained significance only after contact with non-Oceanic peoples. Tu means ‘to stand’ and valu means ‘eight’. The name Tuvalu draws on an identity based on shared senses of competition and cooperation between and among the communities of eight of nine islands in the archipelago—all except one being traditionally inhabited. The word may have found its initial spark of existence at the insistence of Donald Kennedy, an administrator, teacher and amateur anthropologist from New Zealand who lived in Tuvalu, then called the Ellice Islands, between two world wars. A possibly pivotal event is recounted (Paalo, 1981): when Kennedy insisted that a group of boys assisting him to conduct fieldwork should sit together and discuss a meaningful indigenous name for the Ellice Islands. ‘Tuvalu’ is what they agreed on. The name Atu Tuvalu—cluster of eight—was considered ‘native’ only a few decades later (Roberts, 1958). However, that the word Tuvalu is a recent creation is in dispute. Some record the name for Tuvalu before European contact as Te Atu Tuvalu—archipelago of eight, or eight standing together—suggesting a long-standing collective identity (Connell, 1980). Either way, it is a word that reflects the importance of the eight fenua that comprise this archipelagic state: a term denoting an island, its communities, and how community life is enacted in place and made mobile across places (also Farbotko, 2010a, 2010b). Whatever the origins of the word Tuvalu, it was legally and popularly recognized and cemented with the declaration of independence from Britain: October 1, 1978. (Stratford et. al, 2011, 123)
Tuvalu es una nación que se compone de islas, cayos e islotes que se conciben como una unidad nacional y ha producido un mito de origen para sus islas que explica las identidades multinsulares contenidas en una región que se define como geográficamente discontinua. La idea de una región o nación que se define por la contigüidad explícita y compartida de varias islas es central en su articulación del espacio, así como de sus sistemas políticos y de su historia. Aunque la declaración de independencia de Tuvalu de 1978 parece confirmar la legalidad y popularidad del término que le da nombre al país, Stratford et. al también reconocen la importancia de una experiencia vivida en la que el actuar “en concierto” es central para sostener el entendimiento y definición local del término.
En el caso de Indonesia se utiliza el término javanés “nusantara” que es el equivalente de archipiélago, pero que literalmente significa “islas exteriores”. De acuerdo con Brian Roberts y Michelle Stephens, la palabra se refiere a un “island-centric mode of envisioning the world beyond Java” (30), pero lo que llama la atención es la creación de un espacio que es una conjunción de varios territorios insulares que se conciben como parte de la misma unidad. En el siglo dieciséis el término se usaba para referirse a regiones que se encontraban a las afueras del núcleo de la identidad javanesa, aunque funcionaban como parte de las posesiones coloniales (de ahí la idea de “islas exteriores”) (Butcher and Elson 136). Entre 1967 y 1973 el término se redefinió como “Wawasan Nusantara” en el contexto de un esfuerzo nacionalista. El nuevo término literalmente significa “perspectiva archipelágica” y propone que todas las islas relacionadas con la sociedad de Indonesia son una unidad discreta que “mould[s] Indonesian society into an integrated whole in which the population would focus on economic development rather than politics and class, ethnic or regional interests” (Butcher and Elson 205). En el presente el término literalmente significa “el archipiélago de Indonesia”, y el referente colonial que originalmente acompañaba a esta palabra ha desaparecido para favorecer la afiliación y unificación nacional. Lo archipelágico se activa entonces como un acto de interpretación, identificación y voluntad humana, que en este caso también se canaliza por medio de una nación estado soberana que tiene un pasado colonial y ha confrontado varios momentos de crisis.
Por último, quizá el equivalente de las Antillas en el Caribe sea la formulación de Epeli Hau’ofa, uno de los pensadores centrales sobre el concepto de las islas del Pacífico, y en particular de la región de Oceanía:6
En su ensayo fundacional “Our Sea of Islands”, Hau’ofa cuestiona la representación de las islas como lugares pequeños que están condenados a ser dependientes de centros metropolitanos continentales, y propone en vez redefinir nuestra conceptualización de los espacios insulares en los que vive la gente sin supeditarlos a marcos macroeconómicos y sociopolíticos supuestamente globales. Hau’ofa se ubica en las perspectivas de las personas que viven en las islas. A través de esta experiencia material y concreta, basada en la corporalidad y en los mitos e imaginarios de los isleños, “Our Sea of Islands” nos ofrece una perspectiva diferente en la cual las islas se convierten en infinitas, en espacios interconectados que se proyectan a marcos locales y universales.
Su propuesta puede parecer una mera intervención lingüística, pero se traduce en una transformación completa del modo en que visualizamos los espacios insulares:
There is a world of difference between viewing the Pacific as “islands in a far sea” and as “a sea of islands.” The first emphasizes dry surfaces in a vast ocean far from the centers of power. Focusing in this way stresses the smallness and remoteness of the islands. The second is a more holistic perspective in which things are seen in the totality of their relationships. […] Continental men, namely Europeans, on entering the Pacific after crossing huge expanses of ocean, introduced the view of “islands in a far sea.” From this perspective the islands are tiny, isolated dots in a vast ocean. Later on, continental men—Europeans and Americans—drew imaginary lines across the sea, making the colonial boundaries that confined ocean peoples to tiny spaces for the first time. These boundaries today define the island states and territories of the Pacific. I have just used the term ocean peoples because our ancestors, who had lived in the Pacific for over two thousand years, viewed their world as “a sea of islands” rather than as “islands in the sea.” This may be seen in a common categorization of people, as exemplified in Tonga by the inhabitants of the main, capital, island, who used to refer to their compatriots from the rest of the archipelago not so much as “people from outer islands” as social scientists would say, but as kakai mei tahi or just tahi ‘people from the sea.’ This characterization reveals the underlying assumption that the sea is home to such people. (152-153)
En este pasaje Hau’ofa recupera una expresión idiomática que contiene una visión de mundo diferente. Al abrir el espacio insular al océano, y al proponer que las islas se conciban como una red de territorios discontinuos que se conectan por medio de experiencias humanas y ecológicas, la noción continental e imperial de las islas como zonas pequeñas y aisladas se transforma en espacios autosuficientes autónomos en donde ocurren experiencias sociales y colectivas muy ricas. Es interesante que en esta cita Hau’ofa se refiere a las “islas exteriores” a las que ya he aludido en la discusión del término nusantara, pero en el caso de este texto el término es un indicador de las exclusiones imperiales/coloniales que niegan la experiencia concreta de las comunidades que viven en esas regiones.
En todos estos contextos, la noción del conjunto de islas que se invoca con estos términos propone un marco o acercamiento que repiensa los espacios vividos como redes que se activan y desactivan en momentos determinados. Antillanía, tuvalu, nusantara, o las confederaciones y mares de islas cristalizan en los momentos en que los espacios vividos se articulan como parte de un esfuerzo concertado, pautado, activando lo que Godfrey Baldacchino define como ese “acting in concert” que es característico de las zonas archipelágicas (“More than Island Tourism…” Archipelago Tourism 6). Trazar la genealogía de estos términos, frases o conceptos nos lleva más allá de la traducción y las etimologías y nos invita a explorar otros métodos para producir conocimiento sobre las zonas archipelágicas.
III. Desperdigamientos: elogio a las crisis metodológicas
El pensamiento archipielar encaja bien con la estampa de nuestros mundos. Le toma prestadas la ambigüedad, la fragilidad, la derivación. Admite la práctica del desvío, que no es ni huida ni renuncia. Reconoce el alcance de las imaginerías de la Huella y las ratifica. ¿Acaso no es renunciar a gobernarnos? No, es sintonizar con esa parte del mundo que, precisamente, se ha extendido en archipiélagos, esas a modo de diversidades en la extensión, que, no obstante, aproximan orillas y desposan horizontes. Nos damos cuenta de qué lastre continental y agobiante, y que llevábamos a cuestas, había en esos suntuosos conceptos del sistema que hasta hoy han empuñado las riendas de la Historia de las humanidades y han dejado de ser adecuadas para nuestros desperdigamientos, nuestras historias y nuestros no menos suntuosos derroteros errabundos. La idea del archipiélago, de los archipiélagos, nos franquea esos mares. (énfasis mío, 33), —Édouard Glissant, Tratado del todo-mundo
¿Qué ocurre cuando fracasan los marcos, acercamientos y métodos que caracterizan nuestras disciplinas de estudios? ¿Qué le ocurre al Caribe si lo abrimos a una conversación sobre los modos en que los espacios insulares se convierten en redes de significación, convivencia, imaginarios coloniales y decoloniales, lugares en los que el vivir se define a partir de la conectividad, de la relación con toda una serie de lugares conectados por historias, experiencias, estructuras políticas e imaginarios desperdigados? Mi intervención de hoy es una invitación a pensar el Caribe en conversación con muchas otras zonas que funcionan como territorios discontinuos que amplían sus fronteras por medio de la interacción, o de aquello que Glissant teorizó como la relación.
En este ensayo he propuesto una intervención menor: descentralizar la etimología y la traducción como herramientas centrales en los estudios de las literaturas nacionales y de la literatura comparada. De algún modo lo que propongo es utilizar el pensamiento archipelágico para descentralizar los presupuestos básicos de muchos de los métodos que utilizamos para producir saberes en nuestras disciplinas. En el caso de la etimología y la traducción, el problema no es la herramienta misma que se utiliza, sino los presupuestos a partir de los cuales se utilizan ambas herramientas. En el caso de las etimologías, la centralidad del latín y el griego —y luego de las lenguas europeas o primermundistas— en la articulación de las historias oficiales de los significados de ciertas palabras merece examinarse con más cuidado para desestabilizar las genealogías imperiales implícitas y considerar genealogías alternativas. Este tipo de intervención nos permitiría, por ejemplo, incluir una gran cantidad de familias de lenguas que tradicionalmente no entran en nuestro concepto de la etimología, que se fundamenta principalmente en el medio escrito, la tecnología del libro y la plataforma del diccionario para permitir la configuración de una historia fidedigna para cada palabra. La oralidad, los significados derivados del uso popular, y las tradiciones que no se consignan por medio de la escritura alfabética occidental confrontan aún mucha dificultad para entrar en la trayectoria reconocida de los étimos y las etimologías.
La traducción, por otra parte, presupone y lucha con la idea de las equivalencias. Hay trabajos muy importantes en cuanto a esto, que exploran en detalle eso que Lawrence Venuti denominó como “los escándalos de la traducción”. En el campo de la Literatura comparada ha habido también intervenciones muy productivas sobre el rol colonizador y decolonizador de la traducción en la articulación de ese elusivo objeto de estudios que es la literatura mundial (World Literature). Lo que sugiero en este ensayo es que quizá la intervención más básica reside en el gesto de la traducción que presupone la existencia de una palabra que equivale a los significados de otra. Pensar el archipiélago pluriversal presupone concebir toda una gama de términos que aluden a la red de lugares (insulares o no) que actúan en determinado concierto, pero que no se pueden reducir simplemente a una equivalencia con el término archipiélago. Se trata entonces de un ejercicio que recupera nociones culturales históricamente definidas, frases que se asemejan al significado de lo archipelágico, palabras que en ciertas regiones, lenguas, períodos o para ciertas comunidades se refieren a ese momento en que cristaliza la noción de concebir un espacio como parte de una red más amplia, sin asumir vínculos orgánicos o ecos de autenticidades esencialistas o ahistóricas. Se trata, a fin de cuentas, de tomar el concepto de heteroglosia de Bakhtin y mobilizarlo en un contexto explícitamente plurilingüe aunque no necesariamente políglota.
Evidentemente, hay aquí mucha más tela que cortar. Pero sirva esta intervención de embocadura, para pensar en cómo la noción de archipiélago puede intervenir también en los métodos y disciplinas que empleamos para hacer el trabajo que hacemos y para pensar los temas que nos interesan sobre las islas del mar en el Caribe, el Pacífico, o incluso más allá de los mares de islas o de las islas de mar.
Referencias:
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Babcock, William H. “Antillia and the Antilles.” American Geographical Society 9.2 (February 1920): 109-124.
Bakhtin, M. The Dialogic Imagination. Austin: University of Texas Press, 1981.
Baldacchino, Godfrey. “More than Island Tourism: Branding, Marketing and Logistic in Archipelago Tourist Destinations.” Archipelago Tourism: Policies and Practices. London: Routledge, 2015. 1-18.
Bernabe, Jean, Patrick Chamoiseau y Raphaël, Confiant. Éloge de la créolité. Paris: Gallimard, 1989.
Buscaglia-Salgado, José. Undoing Empire: Race and Nation in the Mulatto Caribbean. Minneapolis: University of Minnesota Press, 2003.
Butcher, John G. and Robert Edward Elson. Sovereignty and the Sea: How Indonesia Became an Archipelagic State. Singapore : NUS Press, National University of Singapore, 2017.
Chaar-Pérez, Kahlil. “‘A Revolution of Love’: Ramón Emeterio Betances, Anténor Firmin, and Affective Communities in the Caribbean” The Global South, 7. 2, Dislocations (Fall 2013), pp. 11-36.
Crone, G. R. “The Origin of the Name Antillia. ” The Geographical Journal 91.3 (March, 1938): 260-262.
Firmin, Anténor. “Haiti et la Confédération Antilliene.” Lettres de Saint Thomas. Paris : V. Giard et E. Brière, 1910.
Fritzinger, Jerald. Pre-Columbian Trans-Oceanic Contact. [S.I.] : Lulu Com, 2016.
Glissant, Édouard. Le discours antillais. Paris: Editions du Seuil, 1981
—. Poétique de la relation. Paris: Gallimard, 1990.
—. Traité du Tout-monde Paris: Gallimard, 1997.
Hau’ofa, Epeli. “Our Sea of Islands.” A New Oceania : Rediscovering Our Sea of islands. Suva, Fiji: School of Social and Economic Development, 1993.
Lineback, Neal and Mandy Lineback Grizner. “The Indies: West and East.” Geography in the News. 2010.
Mignolo, “On Pluriversality.” http://waltermignolo.com/on-pluriversality/
Reyes-Santos, Irmary. “On Pan-Antillean Politics. Ramón Emeterio Betances and Gregorio Luperón Speak to the Present.” Callaloo 36.1 (2013) 142–157.
Roberts, Brian. “What Is an Archipelago?: On Bandung Praxis, Lingua Franca, and Archipelagic Interlapping” Archipelagic Thinking: Towards New Comparative Methodologies and Disciplinary Formations. Yolanda Martínez-San Miguel and Michelle Stephens, eds.
Roberts, Brian Russell and Michelle Ann Stephens. “Introduction. Archipelagic American Studies: Decontinentalizing the Study of American Culture” Archipelagic American Studies. Durham : Duke University Press, 2017. 1-54.
Stratford, E., Baldacchino, G., McMahon, E., Farbotko, C., & Harwood, A. “Envisioning the archipelago.” Island Studies Journal 6.2 (2011): 113-130.
Venuti, Lawrence. The Scandals of Translation: Towards an Ethics of Difference. London and New York: Routledge, 2006.
Walcott, Derek. “The Antilles: Fragments of Epic Memory”, https://www.nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/1992/walcott-lecture.html
- La Conferencia de Bandung fue una reunión de cerca de treinta países asiáticos y africanos, muchos de los cuales se habían independizado recientemente, que se llevó a cabo en abril de 1955 en Indonesia, y en la cual se discutió la posibilidad de colaboraciones afroasiáticas para resistir esquemas coloniales y neocoloniales principalmente europeos y estadounidenses. Uno de los resultados fue una serie de principios que deben regir las relaciones entre los países que integran el Movimiento de Países no Alineados. [↩]
- Ver el ensayo de Brian Roberts, “What Is an Archipelago?: On Bandung Praxis, Lingua Franca, and Archipelagic Interlapping” que aparecerá en la colección que me encuentro coeditando con Michelle Stephens, Archipelagic Thinking: Towards New Comparative Methodologies and Disciplinary Formations. [↩]
- Diversalidad: este término fue acuñado por Patrick Chamoiseau, Raphaël Confiant y Jean Bernabé en su manifiesto Éloge de la créolité (1989): “Et si nous recommandons à nos créateurs cette exploration de nos particularités c’est parce qu’elle ramène au naturel du monde, hors du Même et de l’Un, et qu’elle oppose à l’Universalité, la chance du monde diffracté mais recomposé, l’harmonisation consciente des diversités préservées: la DIVERSALITÉ. ” (p. 54) [↩]
- Pluriversalidad: término acuñado por Walter Mignolo en una serie de conferencias dictadas entre 1996 y 1998 en diálogo con el pensamiento fronterizo de Gloria Anzaldúa y el movimiento Zapatista en México. Se refiere a una noción de lo universal en que coexisten muchos mundos diferentes: “Pluriversality is not cultural relativism, but entanglement of several cosmologies connected today in a power differential. That power differential is the logic of coloniality covered up by the rhetorical narrative of modernity. Modernity is a fiction that carries in it the seed of Western pretense to universality. Expanding on that line of reasoning, it was necessary to introduce a concept that capture the “/” of modernity/coloniality, that is, the “/” of the entanglement and power differential. And that concept was rendered as “border thinking, border epistemology, border gnosis.” (http://waltermignolo.com/on-pluriversality/) [↩]
- Tuvalu es un estado nación que se independizó del Reino Unido el 1ro de octubre de 1978, y se incorporó a las Naciones Unidas en el año 2000. [↩]
- Oceanía incluye Melanesia, Micronesia, Polinesia y Australia y se compone aproximadamente de 15 países (entre los que se encuentran Australia, Fiji, Indonesia, Nueva Zelanda, Tonga y Tuvalu) y 25 dependencias y tiene aproximadamente 40 millones de habitantes. [↩]