El aspecto político de la protesta universitaria
Los datos fundamentales son los siguientes:
- Hay un nivel de recursos por debajo del cual el proyecto de una universidad que provea una educación de alta calidad a buenos estudiantes de bajos ingresos y contribuya significativamente al desarrollo social y económico del país, no es viable.
- La exigencia de la Junta de Control Fiscal (JCF) de recortarle a la Universidad de Puerto Rico la mitad de su presupuesto convierte ese proyecto en uno no-viable.
¡Claro que se puede reestructurar la institución para que siga funcionando a un nivel mínimo y llamar al resultado “Universidad de Puerto Rico”! Pero se habrá abandonado el proyecto que conocemos con ese nombre. El abandono de ese proyecto es lo que resulta inaceptable.
La huelga plantea que la Universidad no se puede mantener abierta a toda costa, que hay condiciones bajo las cuales mantenerla abierta es resignarse a aceptar cualquier arreglo institucional aunque este traicione el proyecto universitario. Es aceptar que se reduzca la institución a una caricatura de lo que esta debe ser.
Eso es lo que explica y justifica la renuncia de la Dra. Freytes a la presidencia de la UPR, así como la de varias rectoras y rectores. Es una negativa a ser cómplices de la reducción de recursos que destruya la viabilidad del proyecto universitario.
Yo apoyo esa decisión y la valiente denuncia que ella implica.
Quienes han sustituido a estos oficiales renunciantes lo han hecho, no para defender la Universidad, sino para funcionar como agentes de la Junta de Control Fiscal y del Partido Nuevo Progresista.
Nos encontramos en medio de un conflicto en que aparecen, por un lado, los universitarios defendiendo su institución y los intereses del pueblo puertorriqueño, y por otro lado, esta entidad amorfa y elástica que se llama la Junta de Control Fiscal-Partido Nuevo Progresista. La plasticidad de este ente es el resultado de un truco político de espejos. Actúan y hablan de tal manera que no queda claro cuándo se expresa uno o el otro, si uno está expresándose a través del otro, si están de acuerdo o si hay controversias entre ellos y cuáles son los límites del poder formal respecto al poder informal dentro de su relación.
No hay duda de que la Junta de Control Fiscal (JCF) tiene un interés y uno solo: el de cobrar la deuda a nombre de los bonistas. Es de público conocimiento, por haber sido ampliamente difundido por los medios periodísticos, que los bonistas usan a algunos miembros del Congreso de los Estados Unidos para presionar a la Junta sobre los términos y la celeridad con que el cobro se realiza. Por otra parte, también es de conocimiento público que los bonistas han contribuido económicamente de maneras importantes a la campaña política que llevó al actual gobernador a la Fortaleza y que también expresaron gran júbilo por su elección. Se ha informado además que hay miembros de la Junta de Control Fiscal que son a su vez miembros y contribuyentes económicos del Partido Nuevo Progresista.
De modo que el gobernador está comprometido con los bonistas por una deuda electoral, la Junta de Control Fiscal existe para servir los intereses de los bonistas y hay miembros de la Junta de Control fiscal con claros vínculos y lealtades al PNP.
Esta madeja de intereses nos dice que el gobernador no es un representante genuino del pueblo puertorriqueño ante la Junta, sino un mediador interesado. Hay una relación recíproca: la Junta usa al gobierno del PNP para ejecutar sus acciones y vendérselas al pueblo como buenas o inevitables y el PNP usa a la Junta como excusa y parapeto para adelantar su propia agenda. ¿Y cuál es la agenda del PNP en todo esto?
El Partido Nuevo Progresista tiene, aquí, sus propios intereses institucionales. Como es natural, el proyecto político del PNP se compone, por lo que se puede observar, de dos aspectos: el control del sistema socio-político puertorriqueño y el mantenimiento de la campaña pro-estadidad.
El PNP surgió y ha funcionado por muchos años dentro de un sistema político creado por el Partido Popular Democrático (PPD). A los populares les tomó alrededor de dos décadas establecer ese sistema con todos sus detalles. El PNP ha tratado muchas veces de controlar ese sistema en su totalidad, así como de controlar aquellas entidades sociales que le ofrezcan críticas o resistan sus intereses de alguna manera. El problema es que tratan de lograr en tres años lo que al PPD le tomó veinte y en ese proceso despiertan una serie de resentimientos y antagonismos que les hacen perder las siguientes elecciones. Luego viene el PPD a tratar de reconquistar terreno.
Esta lucha de conquista y reconquista ha afectado a la Universidad de Puerto Rico muy adversamente. Llega el PNP después de un triunfo electoral, cambia la ley universitaria, nombra un nuevo grupo directivo y comienzan a tratar de implementar los cambios necesarios para controlar completamente la institución. Todo esto se hace con una celeridad y una torpeza que provoca un levantamiento de protesta de los universitarios. Se producen paros y huelgas, interviene la policía, se produce una confrontación a nivel nacional que reduce las posibilidades de reelección del PNP. Se combina todo esto con los escándalos por la corrupción, la economía continúa paralizada y el PPD gana las próximas elecciones. El ciclo se repite.
El deseo de controlar la Universidad por parte del Partido Nuevo Progresista no se basa únicamente en una aspiración institucional de control total sino, además, en el interés de los grupos más conservadores dentro de ese partido, que resienten que los estudiantes sean educados para ser personas críticas y no para la sumisión. Contrario a lo que sucede en los Estados Unidos, estos grupos identifican la estadidad con el servilismo hacia todo lo estadounidense. Afortunadamente hay en ese partido otras personas y grupos que no conciben la estadidad de esa manera.
Pero la situación ahora parece ser distinta a la que presenta el ciclo que acabo de describir. Esta vez le ha caído en la falda al PNP una crisis que es como una bendición. Tiene, esta crisis, unas proporciones tan grandes que puede usarse para justificar cualquier cosa: cualquier recorte, cualquier medida, cualquier transformación, cualquier intento de control. Y si los resultados son muy adversos…¡para eso está la crisis, para que se le pueda echar la culpa de todo!
La ambigüedad que confunde respecto a dónde termina la acción de la Junta y dónde comienza la del PNP es lo que permite que este último use la crisis en su propio beneficio. De modo que se dice que los 450 millones…, o los que sean, son una idea de la Junta a pesar de que en ninguna otra experiencia con juntas semejantes en Estados Unidos se ha actuado así contra una institución central y a pesar de que a ninguna otra organización gubernamental de esta importancia se le ha impuesto un recorte semejante. La idea tiene que ser que entre la crisis y la Junta carguen con la culpa y el PNP aparezca como mediador y fiel defensor de los intereses del pueblo.
Además del propósito del PNP de controlar la Universidad y que usa como oportunidad la crisis para tomar medidas radicales, hay que tomar en cuenta los compromisos y prioridades de Ricardo Rosselló.
No hay duda de que Ricardo Rosselló asumió una serie de compromisos políticos para llegar a la Fortaleza. Tampoco hay duda de que está haciendo todo lo posible por cumplirlos. Una de las primeras medidas legislativas que se tomaron en el cuatrienio fue una reorganización laboral conducente al debilitamiento de la posición relativa y la capacidad de regateo de la fuerza obrera. Esto se presentó como un intento de estimular la economía aunque nunca se pudo demostrar un vínculo causal entre la reducción de la capacidad adquisitiva de los obreros y el desarrollo económico de un país en depresión. Quienes sí se benefician de la medida son los industriales y negociantes que apoyaron claramente la candidatura de Rosselló.
También se sabe que Rosselló tiene una concepción neo-liberal del capitalismo y que favorece la privatización de todo lo rentable. Este proyecto de privatización a través de las “Alianzas Público-Privadas” (APP) es una motivación poderosa que debe estar contribuyendo a estimular el ataque a la Universidad.
¿Y cuál va a ser el resultado de todo esto?
No sé, pero podemos analizar las posibilidades y dificultades de los contendientes.
- Los universitarios: estudiantes, empleados no-docentes y profesores, están actuando simultáneamente como universitarios y como ciudadanos. En esta situación sus posibilidades de éxito están directamente relacionadas con su capacidad para vincular los sectores más amplios del país en la lucha. Eso se puede lograr porque se ha logrado antes con causas menos cruciales y urgentes, y porque los adversarios tienes grietas visibles.
- La Junta de Control Fiscal: Nos preguntamos: ¿qué constituiría para la Junta un fracaso? La Junta fracasaría si no cumple sus funciones encomendadas y si al intentarlo produce un disloque social que obligue al Congreso a intervenir.
En este momento la JCF proyecta la imagen de estar preocupada únicamente por cobrar, todo su enfoque parece ser contable y no económico. Pero está bregando con un país en depresión económica que, además, tiene una base contributiva en contracción debido al éxodo poblacional.
Esa actitud de la Junta, combinada con la situación del país, podrían fácilmente producir una crisis social muy considerable. La experiencia previa en muchas partes del mundo con este tipo de problema indica que la relación entre la crisis y la capacidad de cobro de los bonistas es inversamente proporcional. Mientras mayor es la crisis, menor es la capacidad de cobro: más reducciones habrá en las cantidades a cobrar y mayor será el período concedido para pagar. La necesidad de intervenir del Congreso es directamente proporcional al nivel de la crisis y una crisis en Puerto Rico implica protestas en las áreas pobladas por puertorriqueños en los Estados Unidos. Sin mencionar los ataques de los demócratas contra los republicanos en el Congreso y contra la Casa Blanca, aprovechando partidistamente la situación. Aparte de eso, un escalonamiento de la crisis económica en Puerto Rico va a reducir las ganancias de las corporaciones multinacionales estadounidenses en la Isla y los bonistas no son los únicos que tienen influencia en el Congreso.
- El Partido Nuevo Progresista: Un dilema es una situación que nos obliga a decidir entre opciones desagradables o contraproducentes. Las situaciones políticas suelen producir dilemas y mucho de la historia política es el resultado de los intentos de resolver esos dilemas. Desde esa perspectiva nos preguntamos: ¿qué dilemas confronta el Partido Nuevo Progresista?
- El ansia de control total: Ya mencionamos los dilemas que surgen del ansia de control total. El PNP tiene que decidir si aceptan un control parcial de las instituciones sociales o si arriesgan el retroceso de su lucha en el intento de lograr una captura total y rápida. La tendencia hasta ahora ha sido la de ir por la captura rápida y ya he mencionado el precio que se ha pagado. En la situación que hoy nos ocupa parecería que la crisis les va a ayudar a superar el dilema pero tendrían que ser mucho más efectivos que Fortuño, que fue el primero en tratar de maximizar la crisis a favor del PNP y fracasó.
- El Plebiscito: Recuerden, por favor, que mencioné al inicio que una parte importante del proyecto político del PNP es el mantenimiento de la campaña pro-estadidad. Noten que no he dicho que el proyecto es alcanzar la estadidad. Eso no es posible a corto ni a mediado plazo. No es posible a corto plazo por razones políticas y no es posible a mediado plazo por razones económicas. El liderato del PNP sabe eso. A largo plazo todo es posible, pero a largo plazo estaremos todos muertos. A corto plazo, es decir, hoy, el PNP necesita la estadidad como elemento aglutinador. Esa es la razón del plebiscito, me parece a mí. El liderato del PNP sabe que se aproxima pronto una ola de protestas que podría paralizar el país. Un triunfo creíble en un plebiscito les daría una semblanza de legitimidad en la cual apoyarse para confrontar la crisis social. Por eso insisten vehementemente en una actividad que, como medida para adelantar la estadidad no es solo inútil, sino que fácilmente podría ser contraproducente. Como el plebiscito es una táctica complementaria al ataque a las instituciones, usando la crisis como excusa, el dilema es si continuar ese proyecto sin asegurarse de una base de apoyo o si reducirlo y hasta qué punto.
- La descomposición moral del PNP: El PNP no inventó la corrupción ni es el único partido político que la cultiva en Puerto Rico. Pero cada vez que llega al poder la eleva a niveles más altos. Casi todos los aspectos de la corrupción en la vida pública se ejemplifican en el caso de Héctor O’Neill, alcalde de Guaynabo. El abuso, la prepotencia, el descaro, la manipulación, la intimidación y la pretensión de impunidad son solo algunas de las características de la práctica política puertorriqueña que se ejemplifican en este caso. Pero se ejemplifica además el encubrimiento sistemático, la complicidad de las instituciones responsables por asegurar la justicia y la debilidad del ejecutivo frente a la corrupción de sus allegados políticos.
Al lado de este caso, que nos deslumbra e indigna cada día, está el otro caso: la renuencia a auditar la deuda pública. No puede haber ejemplo mayor de encubrimiento colectivo del saqueo de un país entero, que este.
Estos dos casos se unen para eliminar toda la credibilidad moral del PNP. En tiempos de crisis la credibilidad del gobernante es un factor esencial. En este caso es imprescindible para poder gobernar efectivamente. Pero también es un factor para que la Junta de Control Fiscal pueda servirse del PNP. ¿Cómo va la Junta a usar al gobierno de Puerto Rico como mensajero, como ejecutor de decisiones difíciles, como representante del orden social ante el pueblo, si ese gobierno se identifica con un partido cuya conducta moral es despreciada aún por sus seguidores? Cuando el número de los afectados por la crisis aumente y el número de los que puedan moralmente apoyar al PNP se siga reduciendo, ¿para qué le va a servir el PNP a la Junta? En este caso el dilema consiste en controlar efectivamente la corrupción y la apariencia de corrupción o arriesgar la multiplicidad de problemas que no hacerlo conlleva.
La situación a la que nos enfrentamos es muy seria, como universitarios y como puertorriqueños, pero no es un bloque monolítico y hay maneras de luchar. Hay maneras de luchar porque, como sugerí antes, los interesados en exprimir, controlar y saquear al pueblo tienen debilidades, fisuras y contradicciones. Hoy, como siempre, hay que estudiar, pensar y actuar.