El cine boricua se levanta, lo veo venir
El cine boricua se encuentra en una interesante e importante etapa de su desarrollo. Me refiero a las producciones que son gestadas en nuestro suelo. Aquellas escritas, dirigidas y producidas por nosotros los puertorriqueños.
Al fin siento un clima favorable que trae el potencial de impulsar la producción cinematográfica nacional como nunca antes. Pero esto solo será posible si los que componen esta creciente industria encarrilan a los bueyes para que halen la carreta en la misma dirección.
Aunque aún hay mucho por corregir y mejorar, ya la otra parte que forma la industria de cine en nuestra isla, la de proyectos del extranjero que vienen a rodar en nuestro suelo, está muy bien encarrilada gracias a los incentivos contributivos que ofrece el gobierno de Puerto Rico. Sin embargo, es tiempo de encarrilar y poner en marcha nuestro cine, y más vale que le prestemos la atención que merece ahora antes de que se nos vaya la guagua.
Entre los cambios positivos que se han visto recientemente está el sorprendente incremento en la membresía de la Asociación de Productores Cinematográficos y Audiovisuales de Puerto Rico (APCA). Este gremio, responsable por la creación del actual Fondo Cinematográfico de Puerto Rico en el año 2001, está reenfocando su estrategia para lograr que la comunidad cinematográfica y audiovisual cumpla con su objetivo de hacer más y mejores producciones, y conseguir que haya continuidad para seguir produciendo de forma cuantitativa. El tema de la exhibición en la isla y la distribución fuera de Puerto Rico también está sobre la mesa.
Por otro lado, el nombramiento de Demetrio Fernández Manzano (un abogado quien fue cineasta) como director ejecutivo de la Corporación de Cine de Puerto Rico (CCPR), entidad que administra el Fondo Cinematográfico y que es responsable por fomentar el desarrollo y crecimiento de nuestra industria, es un paso gigantesco para lograr que nuestras metas sean viables. Realmente esta designación nos llena de optimismo.
Desde la creación del Fondo Cinematográfico las metas de los realizadores siempre han estado claras, pero la coordinación con ese otro importante organismo, la CCPR, esencial para lograr los mencionados objetivos, nunca ha sido posible. Primero, siempre ha habido una subestimación de los cineastas hacia los administradores de este Fondo, hacia las personas seleccionadas por ellos para hacer funciones como escoger buenos guiones y hacia los que deciden a qué proyectos dar luz verde. Segundo, igualmente ha existido una subestimación hacia los realizadores de parte de algunos directores de la CCPR. En esencia, esa desconfianza y en ocasiones hasta desprecio mutuo causó, por muchos años, la fricción y la pobre comunicación que entorpeció el desarrollo de nuestro cine.
Las experiencias que hemos vivido con los políticos posmodernos que nos han gobernado en los pasados años, igualmente las hemos sufrido con algunos ejecutivos que han administrado la CCPR. Se han pasado sus funciones y responsabilidades por donde no les da el sol. Más que servir como facilitadores, han controlado el Fondo Cinematográfico con arrogancia, incluso apropiándose de él, manipulando procesos para favorecer a algunos realizadores sobre otros y hasta decidiendo cuánto financiamiento se le otorgaría a los proyectos escogidos por ellos. Uno en particular, entre algunas de las barbaridades que hizo con su delirio de grandeza, se comportó como si fuera un ejecutivo de un “Mayor Studio” de Hollywood y puso como condición reeditar el final de una película antes de él apoyar a los realizadores en el lanzamiento de su proyecto. Los productores, con todo derecho, defendieron su película y no aceptaron las condiciones impuestas por este pues se trataba de una decisión totalmente creativa que sólo correspondía a ellos, no al ejecutivo que finalmente les negó la ayuda.
Continuando con la parte administrativa, más peligrosa aún fue la creación de una cortina que impidió la transparencia que organizaciones como APCA exigían por ser la CCPR una entidad gubernamental. Saber cuáles eran los criterios utilizados cuando favorecían un proyecto, cuánto dinero había en el Fondo Cinematográfico y cómo se han utilizado estos recursos es nuestro derecho. Sin embargo, siempre ha sido y aún sigue siendo un misterio.
Pero no todo ha sido negativo con la CCPR. La agresiva promoción de los incentivos gubernamentales en el extranjero ha atraído producciones que han inyectado millones de dólares en nuestra economía y empleado a muchos.
Para evitar caer en lo mismo, me parece importante conocer las razones que causaron la falta de integración entre estas partes, pero para no echar a perder ese aire de esperanza que ahora arropa el espíritu de los que componen nuestra industria, prefiero humildemente aportar con sugerencias para contribuir a que ese acoplamiento entre la CCPR y los realizadores sea posible. Estas proposiciones las haré con el ánimo de que otros también contribuyan y generen una necesaria y saludable discusión aunque discrepen conmigo. Pero antes quisiera dejar saber, que mi optimismo mayormente viene por el acertado nombramiento de Demetrio Fernández Manzano como director ejecutivo de la CCPR. Primero, porque fue cineasta y también sufrió los desbarajustes de nuestra industria. Segundo, porque es una persona humilde, trabajadora y honesta. Tercero, porque sé que logrará el engranaje que hace falta entre los realizadores del patio y la CCPR,y que trabajará para lograr nuestros objetivos que estoy seguro también son los de él.
Mi primera sugerencia es que se restablezca un diálogo armonioso entre la CCPR, APCA y otros realizadores no afiliados a este gremio para, entre todos, darle borrón a una relación malsana y edificar una que sea fructuosa y robusta.
Mi segunda sugerencia, es establecer como una prioridad la meta de hacer mejores proyectos. Si mejoramos la calidad de nuestras producciones, la probabilidad de poder exportarlas aumenta, al igual que la posibilidad de conseguir financiamiento fuera del Fondo Cinematográfico, sobre todo de inversionistas. Además, estoy seguro de que esto también traerá otros beneficios. Para lograrlo, hay que sacarle mayor provecho a la convocatoria que celebra anualmente la CCPR para escoger los mejores guiones.
En esta fase, en la que desde hace varios años se contratan a diversos lectores de diferentes países para evaluar guiones (presumo para evitar conflictos de interés), la CCPR debería concentrarse estrictamente en la calidad de la historia y eliminar por completo los requerimientos que tienen que ver con la producción en sí. ¿De qué vale en esta etapa hacer un plan de producción, un presupuesto, buscar un “Good Standing”, certificados de Asume, de incorporación, choferil, del Departamento del Trabajo y de no deudas del Crim y de Hacienda cuando lo que se está buscando es una buena historia? ¡Jelou! Van doce años desde que se celebró la primera convocatoria y todavía siguen martirizando al prójimo con toda esa burocracia.
Mi tercera proposición tiene que ver con la segunda etapa que atraviesa un proyecto después que se escoge el guión y antes de ser financiado. Esta es la que yo llamo el área gris y conflictiva de todo el proceso pues esta recae exclusivamente en el personal interno de la CCPR. Aquí es donde realmente hay que limpiar malas mañas y asegurar que haya transparencia.
En esta segunda etapa es cuando se le tiene que solicitar a los productores que pasen por todo el necesario proceso burocrático y de desarrollo que anteriormente mencioné; entrega de un plan de producción y presupuesto, certificados de gobierno, etc. Después, es cuestión de trabajar de forma íntegra y coherente entre la CCPR y los realizadores, pues esto va a producir transparencia, va a producir color y avivar este importante proceso.
El área gris se crea cuando la CCPR cambia las reglas del juego a mitad del camino. Estos en ocasiones solicitaban nuevos documentos o desviaban los proyectos al ya difunto programa de desarrollo cuando ya estaban encarrilados para ir directo a producción. A algunos injustamente los descartaban cuando ya tenían un compromiso escrito con fondos asignados y otros simplemente quedaban en el limbo. Si no los pasaba a la Junta de Directores (la tercera etapa), que es el comité que le da luz verde a los proyectos, la decisión ya estaba tomada pues nunca iban a ser aprobados para ser producidos. Desafortunadamente así murieron varios buenos proyectos y nacieron otros vergonzosos.
Para la entrega de estos documentos, incluyendo el plan de negocios, debe haber un término de tiempo acordado por ambas partes. Sobre este último, la CCPR sería sumamente útil proveyendo asistencia en la creación del mismo ya que, siendo una entidad bajo la sombrilla del Departamento de Fomento Económico, tienen acceso a expertos que conocen cómo elaborar este importante documento. Una vez se hayan entregado todos los documentos, igualmente se debería hacer la presentación final a la Junta de Directores dentro de un término de tiempo y darle la oportunidad a los productores a defender su propuesta ante este comité.
Sobre esta segunda etapa, también quisiera sugerir lo siguiente nuevamente con el fin de cumplir con la meta de hacer mejores proyectos. Si en un mundo donde hay escasez de buenas historias por fin encontramos una que es universal, una que además de entretener tiene el potencial de conmover e inspirar y llegarle a la mayor audiencia posible, es el deber de la CCPR poner todos sus esfuerzos para lograr que esta se produzca y se exhiba. Esto requiere, entre otras cosas, orientar bien a los productores sobre cómo preparar la mejor propuesta o plan de negocios posible para ser presentada antela Junta de Directores. De éste ser denegado, que se le brinde una segunda oportunidad de corregirlo y presentarlo, también dentro de un término de tiempo. Actualmente, hacen que el realizador comience otra vez por el proceso de la convocatoria que selecciona guiones. ¡Jelou! Ya se sabe que es un buen guión. Van doce años desde que se celebró la primera convocatoria y es tiempo de actualizar las reglas. Si la idea es lograr que este comité acepte el proyecto, pues que regrese a la segunda etapa, corrija lo que haya que corregir y vuelva y presente al Comité. Hay que buscar la manera de cumplir con esa meta de producir mejores historias.
Mi cuarta sugerencia es crear un mecanismo que alimente nuestro Fondo Cinematográfico. Cuando se creó este fondo, gracias a la visión que tuvieron algunos cineastas miembros de APCA, su capital provenía de un impuesto especial en la venta de taquillas para espectáculos públicos que incluía a los cines. Luego, con la nueva reforma contributiva que se implantó bajo la administración de Aníbal Acevedo Vilá, se eliminó ese proceso de recaudos y pasó a manos del Senado de Puerto Rico, que desde entonces le asigna tres millones de dólares anuales. Como sabrán, es un presupuesto limitado para lo que hoy día cuesta hacer películas. Es por eso que sugiero la siguiente idea para incrementar el capital que llega a nuestro Fondo Cinematográfico.
Se debería enmendar la ley 27 para que beneficie a las producciones locales de otra forma. Esta ley ofrece atractivos incentivos gubernamentales para que productores extranjeros prefieran rodar sus películas en nuestra isla. Producciones de inmensos presupuestos como Runner Runner, Fast Five y The Men who Stare at Goats, entre otras, se han beneficiado de nuestros estímulos, ya que esta ley, que trabaja por concepto de la venta de créditos contributivos, permite que el Gobierno les devuelva el 40 por ciento del capital invertido en la Isla. Ahora, imaginen una película de Hollywood que invierta en Puerto Rico diez millones de dólares (y se han dado casos de mucho más). Si del 40 por ciento se asigna un .05 por ciento para nuestro fondo, son 500 mil dólares que se utilizarían para nuestras películas. Esto es sólo una idea que tiro al medio. Otros que aporten con otras alternativas.
¿Cómo se enmendará la ley y cómo se creará este nuevo aparato? No sé. Pero si hay gente creativa que recientemente ha enmendado esta misma ley 27 que ya está en controversia, pues también le da el 20% de incentivos contributivos a no residentes de Puerto Rico, igual podrían esas mentes volver a enmendarla para transferir capital de este mecanismo a otro para el beneficio de nuestro fondo. Voy más allá. Si hay gente creativa que han diseñado modelos de financiamiento para proyectos como el “Gasoducto” y el “Súper Acueducto”, igual lo habrá para un “Cineducto” pero sin la corrupción. ¡Eso! Para que se hagan un chorro de buenas películas boricuas una detrás de otra.
Mi quinta sugerencia es precisamente para cumplir con la meta de hacer más películas. Al final de su cuatrienio, la pasada administración fue bien agresiva y permitió, poniéndolo por escrito, a los productores del patio utilizar la cantidad que será reembolsada por el gobierno por concepto del 40% del total gastado en la isla (ley 27), para que sirva como colateral para préstamos a la producción. En caso de tener inversionistas, con el fin de despertar el interés de estos en la industria del cine, se les permitiría ser los primeros en recobrar su inversión de los recaudos por concepto de las ventas generadas por la película. Es importante que esta nueva administración continúe fomentando esta estructura de financiamiento pues pone a los productores locales en una mejor posición para completar su presupuesto y finalmente producir sus proyectos. Estoy seguro de que con este cambio de reglas, la cantidad de producciones boricuas aumentarán.
Mi sexta sugerencia tiene que ver con el programa de coproducción 60/40. Los proyectos bajo este programa actualmente pueden ser evaluados por la Junta de Directores sin tener la necesidad de pasar por el procedimiento de Convocatoria. Estos tienen que venir con un contrato de distribución o inversión que amortice sobre el 60 por ciento del presupuesto para que el Fondo Cinematográfico aporte con el restante 40 por ciento.
El problema con este programa es que les permite a proyectos cuyo escritor, director y productor son del extranjero, completar su financiamiento con capital que proviene de nuestro Fondo Cinematográfico. Aunque bien la configuración de coproducción trae beneficios como la creación de empleos, incluyendo a un productor local que es quien presenta el proyecto a la CCPR, también trae un aspecto negativo que llevamos años batallando. Estos proyectos de coproducción quitan oportunidades a nuestro personal creativo, a nuestros escritores y directores boricuas que por años trabajan incansablemente por desarrollar su talento. Ha sido injusto que sabiendo que el Fondo Cinematográfico tiene un capital limitado y que fue creado para el beneficio de nuestros cineastas, esté respaldando a otros que vienen con sus historias y a quienes se les ha entregado hasta un millón. Limitemos estos fondos para que pasen a ser exclusivamente proyectos que vengan acompañados de directores, escritores y productores puertorriqueños.
Mi séptima sugerencia tiene que ver con la transparencia. Tal como lo hacen países como Argentina, Colombia y otros, sería útil incluir en la página web de la CCPR información pertinente al Fondo Cinematográfico. ¿Quiénes fueron los ganadores de la convocatoria? ¿Qué proyectos fueron aprobados y cuáles entraron en producción? ¿Cuántos fondos le otorgaron a cada proyecto? ¿Quiénes son los productores de los proyectos? y ¿Cuáles han sido sus recaudos? Estoy seguro de que otra información también sería beneficiosa.
Mi última sugerencia la dejaré para el final, pues para poder justificar mi optimismo, debo revisar el favorable panorama que veo en nuestra industria.
En innumerables ocasiones se ha establecido como meta el desarrollar una industria netamente puertorriqueña. Una industria en que los boricuas seamos los dueños de todos los medios que componen la producción de un proyecto cinematográfico y audiovisual. El obstáculo siempre ha sido la falta de financiamiento que a su vez creaba escasez de proyectos. No había manera de generar el volumen necesario de películas para poder sufragar los costos de los onerosos equipos y servicios, sobre todo el de laboratorio para revelado, la edición de sonido y su mezcla final que se tenían que realizar en el extranjero.
Afortunadamente, hoy día hemos logrado construir una industria cinematográfica y audiovisual que, aunque limitada, nos da la capacidad de producir nuestros proyectos completamente en nuestro suelo. Los cambios que ha traído la tecnología nos lo permite. Ahora tenemos a nuestro alcance toda una variedad de equipo a costos totalmente accesibles. Este cambio igualmente ha permitido la creación de nuevas empresas, que aunque pequeñas, nos dan los servicios que necesitamos para completar nuestros proyectos. Sí, en nuestro suelo, empleando a los nuestros.
Aunque el financiamiento sigue siendo el mayor problema para realizar nuestras producciones, este nuevo cambio en las reglas que la CCPR concedió, permite la configuración que el productor necesita para completar el capital que le hace falta a su proyecto para finalmente ponerlo en marcha. Añado a esto algo que no se había visto antes. Finalmente en Puerto Rico hay una compañía financiera privada dispuesta a financiar las películas utilizando como garantía el reembolso que la ley 27 le provee al productor. Este cambio de reglas es un paso gigantesco y positivo que la nueva administración de la CCPR hereda y que debe seguir promoviendo.
Otro aire que sopla a nuestro favor es la respuesta del público puertorriqueño hacia nuestras producciones. Lo estamos viendo tanto en obras de teatro como en el cine. Broche de Oro lleva 21 semanas en cartelera. Un exitazo.
También la creación de Club Fílmico, una plataforma digital que trabaja similar a Netflix, iTunes y otras pero que es puertorriqueña, es otro gran paso. Esta le permite al productor vender la película vía internet y reteniendo sus derechos.
Espero que otros sientan el mismo optimismo que yo. Me parece que la vital colaboración entre la CCPR y los realizadores de nuestra industria al fin será una armoniosa y fructífera. Se están reenfocando estrategias que entiendo son viables para que, poco a poco, logremos la meta de hacer mejores producciones. Con esto salto a mi última proposición.
Mi octava sugerencia va hacia los realizadores. Con estos cambios positivos que se avecinan, es el deber de nuestra comunidad cinematográfica y audiovisual de responsable. Hay que cumplir con desarrollar proyectos creativos y alcanzara la mayor audiencia posible pero también hay que crear un balance entre la creatividad y la rentabilidad que nos permita seguir produciendo. Igualmente, hay que comprometerse a ser disciplinados y, buscar un estilo de operar que nos permita producir calidad y muy importante, divertirnos en el proceso.