El cine comercial de hoy: entre churros y refritos
¿Quién diría que el gran cine comercial «mainstream», ese que se jacta de su excelencia y popularidad internacional, terminaría siguiendo las estrategias de producción de la producción mexicana de hace unas décadas?
Desde la década de los sesenta, la producción de cine mexicana cayó en un período de decadencia estética, pero de auge en popularidad dentro de su público nacional (incluyendo las comunidades mexicanas en el exilio estadounidense), al mantener una producción constante de películas de bajos presupuestos e ínfima calidad, pero repletas de géneros populares apelando al mínimo denominador común del gusto populachero (sexicomedias, culebrones, dramas de la lucha libre, musicales) que no requerían de mayor esfuerzo que satisfacer los gustos de públicos de clase media baja.
Esta práctica de hacer películas fue bautizada como «churros», por lo abundante de su producción y lo poco «nutritivo» de sus cualidades. Aunque con tono despectivo, el apelativo de «churros» fue adoptado por los productores, quienes se sienten satisfechos con el éxito garantizado de sus producciones de bajo costo y pésimo gusto.
Dentro de la industria televisiva, la producción de telenovelas-el género más popular y lucrativo de la televisión latinoamericana-también será caracterizada con un nombre despectivo, libremente aceptado por sus productores: «refritos». Así se le llama a las telenovelas no solamente basadas en telenovelas del pasado, sino que literalmente copian libretos viejos, disfrazados con nombres de personajes y lugares diferentes, pero básicamente repitiendo tramas ya reconocidas por sus precedentes. Lejos de considerarse un defecto, la producción de «refritos» garantiza la popularidad de las «nuevas» telenovelas, pues sus espectadores aprecian los programas, aunque sepan exactamente los destinos de sus protagonistas y los giros de sus tramas.
Aunque la práctica de los «churros» y los «refritos» se origina con la producción mediática mexicana, puede decirse que muchas producciones de cines nacionales adoptan estas estrategias, más allá de las fronteras mexicanas. Ciertamente la producción de cine indio, el llamado «Bollywood», puede considerarse una compañía de «churros hindúes» (digamos que son churros con curry) con el enorme público indio como su meta. Ni hablar de las telenovelas latinoamericanas, desde Venezuela hasta Argentina, que subsisten de la aplicación generosa de «refritos».
¿Y qué tiene que ver todo esto con el cine comercial contemporáneo? Un vistazo a las carteleras de cine de los últimos años resulta ser muy reveladora de una tendencia, cada vez más pronunciada, de producir y exhibir películas que sigan ciegamente los patrones temáticos de un público más adolescente, tanto en edad como en madurez estética, buscando éxitos de taquilla garantizados en esta satisfacción del mínimo común denominador del gusto popular. Justamente lo que hacen los productores de «churros».
Ejemplo típico de esta producción de películas de méritos más bien mixtos es lo que se puede considerar el género de los superhéroes de cómics. Los últimos años han visto la popularidad de filmes como «X-Men», «Iron Man», «Thor», «Captain America» (algunas con sus secuelas), culminando con «The Avengers». Aunque estos filmes tienen sus seguidores fieles que aprecian el modo en que el cine adapta historias de «historietas», estas producciones tienen sobre todo el fin de satisfacer los gustos por la acción frenética y las historias fantásticas. En ese sentido, el género de superhéroes no se diferencia mucho del género de películas de lucha libre o de las sexicomedias.
La gran diferencia estriba en los valores de producción, que en los casos más recientes son extraordinarios en su perfección técnica y su brillo profesional. Pero, en lo esencial, estamos ante una producción de películas tan vacua y cínica como la de los «churros».
Lo más peculiar del cine comercial de hoy es una tendencia más pronunciada a aplicar la fórmula de los «refritos», mediante la repetición de películas del pasado en nuevas versiones que realmente no añaden gran cosa al impacto de los filmes originales. El refrito más reciente es «Total Recall», volviendo a la historia original de Paul Verhoeven y Arnold Schwarzenegger, esta vez con Colin Farrel. El colmo quizá fue cuando se rehizo “The Incredible Hulk” con pocos años de distancia de la original “The Hulk”, de Ang Lee, de la que puede decirse que, al no satisfacer del todo a su público, justificara la “necesidad” de un “remake” tan repentino.
Y hay planes de hacer otra versión de «Godzilla»; como si no hubiera sido suficiente haber hecho la infame película de Ronald Emmerich con Matthew Broderick. Y ya está anunciada «Man of Steel», otra versión más de Superman.
Claro que no todos los “refritos” son por obligación ultrajes a sus versiones originales. Dentro de esta tendencia, los mejores ejemplos son los filmes de Batman/The Dark Knight de los hermanos Nolan, que transforman el personaje original de Bob Kane, representado antes en la televisión por Adam West y luego en el cine por Tim Burton Y Joel Schumacher, y le dan un contexto sociológico/político de actualidad. Y hay quienes entienden que «The Amazing Spiderman» presenta una versión mejorada del «Spiderman» de Sam Raimi, que fue muy bueno en su primer filme, pero descendió alarmantemente en sus secuelas.
Un caso interesante, que combina lo mejor del “churro” y el “refrito”, es “The Expendables 2”, nuevo filme de Sylvester Stallone que, además de repasar una premisa de acción exitosa, reúne a casi todas las estrellas del cine de acción: Chuck Norris, Burce Willis, Jean Claude Van Damme, Dolph Lundgren, Jet Li, y un largo etcetera que le dará gusto al aficionado promedio del género de acción, justamente el tipo de público consumidor de “churros”.
Que conste que no se está diciendo que “todo tiempo pasado fue mejor” en material de cine comercial, pero solía ser que las casas productoras guardaban una mayor apariencia de originalidad en sus producciones. Hoy día, la originalidad parece ser innecesaria, siempre y cuando se cumpla con la meta del éxito en taquilla, necesario para costear las producciones.
Resumiendo, el nuevo giro del cine “mainstream” comercial deja bastante que desear ante su uso tan obvio de los estilos más mercantilistas del “churro” y el “refrito” mexicanos. Después de todo, y con todos sus defectos, debemos felicitar a los productores de “churros” por ser visionarios sin darse cuenta.