El enigma de La Montalva: ¿dónde realmente arribaron Betances y Ruiz Belvis cuando escaparon de Puerto Rico en 1867?
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El motivo de la fuga de Betances y Ruiz Belvis de Puerto Rico
En junio de 1867 se produjo en San Juan un motín de los soldados de artillería liderado por el cabo Benito Montero. Éste fue juzgado y condenado a muerte. El gobernador Marchesi aprovechó la ocasión para acusar de haberlo instigado a ocho reconocidos liberales y a dos radicales que nada tuvieron que ver con el motín y ordenó su destierro. A la vez, Marchesi los exhortaba a solicitarle indulgencias a la reina Isabel II, para que se les permitieran regresar a Puerto Rico. Algunos de los liberales se doblegaron y le dijeron al gobierno español lo que sabían de la verdadera conspiración que fraguaban Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis contra el régimen. Marchesi cumplió su propósito de que los liberales hablaran. En cambio, Betances y Ruiz Belvis se escaparon en un bote en mal estado desde Mayagüez. Eso fue el 6 de julio de 1867.
Hay discrepancias entre los historiadores sobre dónde fue el primer lugar que arribaron cuando salieron nuestros próceres de Mayagüez el 6 de julio, cómo se llamaba ese lugar, hacia dónde partieron luego y en qué tipo de embarcación viajaron. Para algunas de estas interrogantes no tenemos respuestas definitivas. Para otras sí.
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Dónde arribaron primero Betances y Ruiz Belvis cuando salieron de Mayagüez el 6 de julio
Betances le escribe desde Santo Domingo una carta a su hermano Adolfo Betances el 24 de septiembre de 1867, en la que le dice que “La Montalva” fue “el lugar donde arribamos”, refiriéndose a él y a Ruiz Belvis. Describe el paraje como estéril, arenoso, de peñascos áridos, árboles secos y poblado de mosquitos caribes. Dice Betances que llegó con una calentura que lo devoraba. Tendió una frisa y se acostó, pero los zancudos lo hicieron levantar. Comió lo único que había, galletas mohosas y queso rancio, y bebió café.
La referencia de Betances a “La Montalva” ha dado mucho de que hablar entre los historiadores. Pero antes veamos el texto completo de la carta del 24 de septiembre de 1867, como punto de partida en el análisis:
“La Montalva, por lo menos el lugar donde arribamos el 9 de julio de 1867, es de lo más estéril que puede conocerse —escribió desde Santo Domingo, en 24 de septiembre del 67, a Adolfo Betances. — Es una tierra arenosa en la orilla y llena más adentro de peñascos áridos cubiertos de arbolitos secos y poblados de mosquitos caribes (los mismos que botaron a los españoles de Guánica en tiempo de la conquista) Añádale a esto que al desembarcar allí hacía un calor sofocante, el sol estaba furioso; el agua de beber tibia, las galletas mohosas, el queso rancio. Yo estaba con una calentura que me devoraba, después de haber pasado toda la noche y parte del día delirando ñangotado en el fondo del bote y algo mojado. Tuve que tender allí una frisa y acostarme, pero los zancudos me hicieron levantar a comer galleta con queso y a beber café. Este café fue un néctar para mí: ‘¡Esto me recuerda la patria ausente!’ le dije a Ruiz que se sonrió.’”[1] (Énfasis mío. Sigan las claves.)
La expresión de Betances de que pasó “toda la noche y parte del día delirando ñangotado en el fondo del bote”, sugiere que desembarcaron en la mañana o en la tarde del 7 de julio de 1867.
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Los historiadores que ubican “La Montalva” en la República Dominicana
Lidio Cruz Monclova dice que “La Montalva” se hallaba en la provincia de El Seibo, en la República Dominicana.[2] Carlos N. Carreras también dice que desembarcaron en Santo Domingo por la costa de La Montalva, de la provincia del “Seybo”.[3] También Harold J. Lidin[4] dice que Betances y Ruiz Belvis “escaparon en un bote pequeño hacia la República Dominicana, donde desembarcaron en un área del sureste llamada “La Montalva”. Aquí la afirmación novel es que la costa por donde arribaron a “La Montalva” estaría en el sureste de la República Dominicana.
Sobre el lugar donde arribaron, Carlos N. Carreras dice:
“En Mayagüez un hombre de mar se aventura a ponerlos salvos en tierra dominicana en un bote de vela. La embarcación es pequeña, pero cruzará el Canal de la Mona en veinte horas con buen tiempo. El patrón ha hecho el viaje en otras ocasiones y tiene experiencia de la ruta. Con el timón en sus manos no hay peligro. Conoce él las estrellas que guían el camino y las corrientes del Canal. Betances y Ruiz no vacilan y se dan a la mar en aquella frágil barca. Era el día 6 de julio.
“A pocas horas de navegación un mal tiempo les sorprende. Soplan violentamente las rachas del viento. Se nubla el día. Vira la nave hacia el Sur siguiendo la costa de la isla. Se rompe el palo de la vela y se ven en peligro de zozobra. Muy cerca de Arroyo pudieron arribar con el auxilio de los remos y el favor de la corriente. Desembarcan sin ser vistos. Se internan por Guayama y caminan ocultándose, por todo el litoral del Sur, hasta llegar a la Parguera, jurisdicción de Lajas. En la Parguera les presta ayuda don Fernando Calder, propietario de aquellas tierras; se le avisa a Ventura Quiñones, de Guánica, y se hacen las diligencias de reparar el bote y conducirlo al puerto de Guánica, en donde se encarga Quiñones de prepararles la salida definitiva en la noche.” (Énfasis mío. Más pistas.)
El dato que nos brinda Carreras de que después de salir de Mayagüez el 6 de julio de 1867 con la intención de ir a “tierra dominicana”, a las pocas horas de navegación un mal tiempo los desvió hacia el sur siguiendo la costa de la Isla, hace referencia, al igual que la citada carta de Betances, al episodio fortuito que tuvieron los próceres después que salieron de Mayagüez y que los hizo regresar a Puerto Rico, por el sur, y permanecer allí un par de días.
Carreras cita otra carta de Betances, escrita a Eladio Ayala el 23 de septiembre de 1867,[5] el día anterior de la carta a su hermano Adolfo, en la que refiriéndose a sí mismo en tercera persona y de manera jocosa expresa:
“Desde que se supo que el facineroso Dottoir Betanzos había salido de Mayagüez, mandaron buenas canoas por las costas y los mejores caballos a los puntos donde se figuraban que podía llegar, para que lo trajeran a la capital con las comodidades que le pudieran ofrecer. Y eso no es lo peor, sino que ya hasta Puerto Rico está perdido. Era preciso ver cómo recibían por todas partes a los fugitivos. Hasta por Guayama nos reconocieron a pesar de la prudencia de un jíbaro caborrojeño que nos acompañaba. Este se había hecho cargo de contestarle a los curiosos cuando le preguntaban:
‘— ¿De dónde son ustedes?
‘— ¿Quiénes, nosotros?
‘— Sí.
‘— Nosotros venimos de arriba; hemos ido pa’ bajo, y ahora volvemos pa’ arriba.’
“Y se quedaba muy serio, mirándole la cara al que preguntaba. El que quería comprendía; pero nadie seguía preguntando.”
Vemos que Betances se burla del régimen colonial con una fina ironía, al decir que “ya hasta Puerto Rico está perdido” porque “por todas partes” recibían a los fugitivos, refiriéndose a sí mismo y a Ruiz Belvis, y en Guayama hasta los reconocieron, “a pesar de la prudencia de un jíbaro caborrojeño que nos acompañaba”. Y relata el diálogo jocoso entre los curiosos que se encontraban por el camino y el prudente guía jíbaro que les evadía las preguntas, hasta que algunos comprendían y los que no, al menos dejaban de preguntar. Esas expresiones de Betances nos dan una idea de la simpatía y complicidad de la gente en la Isla con nuestros dos próceres. Los historiadores también nos hablan de la valiosa red de apoyo que tuvieron en esos dos últimos días en la patria.
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Los colaboradores de Betances y Ruiz Belvis los días 7 y 8 de julio de 1867
Carreras menciona como colaboradores de los separatistas perseguidos al capitán del bote, a don Fernando Calder y a Ventura Quiñones. Cruz Monclova[6] nombra al Padre Antonio González, José y Eduardo Arenas, Matías Mussendén y Valentín Quiñones. Como vemos, ambos historiadores, al igual que una tercera fuente que citaremos más adelante, coinciden en que entre los colaboradores había uno de apellido Quiñones, aunque el primer nombre no concuerda en ninguna de las tres versiones.
Paul G. Miller, en su Historia de Puerto Rico[7] que se utilizó como texto escolar por muchos años, también dice que los próceres fueron ocultados y protegidos por Fernando Calder, “que vivía en aquella costa” y con la ayuda de Ventura Quiñones “lograron embarcarse por el puerto de Guánica en un buque de carga, llegando a Saint Tomás, sin mayores contratiempos”.
Cruz Monclova[8] dice que después de ese retorno involuntario a la Isla Betances y Ruiz Belvis salieron de Guánica el 8 de julio de 1867. Carreras dice que cuando finalmente partieron de Guánica en esa fecha, les tomó treinta horas cruzar el Canal de la Mona y llegar a Santo Domingo el 9 de julio de 1867.
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Los historiadores que ubican “La Montalva” en Puerto Rico
A diferencia de los historiadores antes mencionados, la Dra. Ada Suárez Díaz, en su libro El Antillano[9], identifica La Montalva como una finca en Puerto Rico, propiedad de don Fernando Calder, quien ocultó a los perseguidos hasta que pudieron embarcar de nuevo. Otras fuentes secundarias que examinaremos más adelante coinciden esencialmente con esta versión.
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Hacia dónde se dirigieron los próceres cuando salieron de Puerto Rico el 8 de julio
También hay dos versiones sobre hacia dónde se dirigieron los próceres cuando salieron del sur de Puerto Rico el 8 de julio. Cruz Monclova y Miller dicen que se dirigieron a Saint Thomas. La doctora Suárez no descarta esa hipótesis, pero añade que la intención pudo haber sido “aterrar en las costas de Santo Domingo”[10]. Carreras dice que el destino del viaje era la República Dominicana.
Me parece incuestionable que se dirigieron a la República Dominicana, pues allí fue donde arribaron al día siguiente, aunque la embarcación pudo haberse detenido brevemente en Saint Thomas.
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Cuál fue la embarcación en que salieron definitivamente de Puerto Rico
En cuanto a la embarcación en que Betances y Ruiz Belvis salieron definitivamente de Puerto Rico el 8 de julio de 1867, la doctora Suárez cita a Coll y Toste[11], quien dice que fue “en un barco que había traído bacalao de Halifax a Ponce y retornaba con bocoyes de azúcar” a los Estados Unidos. Miller coincide en que salieron “en un buque de carga”. Carreras afirma que salieron hacia Santo Domingo en el mismo bote que habían naufragado y con el mismo capitán. Cruz Monclova también dice que salieron en un bote, especifica que fue desde Guánica y que el bote lo facilitó Matías Mussendén.
Si el viaje fue en el barco que describe Coll y Toste, no parece improbable que se detuviera brevemente en Saint Thomas. Un barco que se desplazaba de Halifax en la provincia de Nueva Escocia, en Canadá, hasta el Caribe y los Estados Unidos, debía ser lo suficientemente rápido para que no le tomara mucho tiempo detenerse en Saint Thomas.
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¿En qué parte de Puerto Rico es La Montalva?
Hemos visto que la doctora Suárez es la única entre los autores arriba citados, que ubica La Montalva en Puerto Rico y dice que era una finca de Fernando Calder. Carreras también menciona a Fernando Calder y lo ubica en la Parguera, en Lajas, pero no dice que allí fuera La Montalva.
Al igual que la doctora Suárez, Luperio Lluch, en un artículo titulado Fundación del Poblado la Parguera de Lajas,[12] indica que la finca de Fernando Calder era una estancia con una residencia de veraneo que se hallaba en la “entonces desierta jurisdicción conocida como La Montalva”, cerca del poblado La Parguera, en Lajas. Pero en otro artículo publicado por el Municipio de Guánica,[13] se dice que fue por la Playa de Las Pardas de Guánica por donde desembarcaron Betances y Ruiz Belvis. Este artículo nos habla, además, de la playa de Guánica que se conoce hoy día por Playa Santa, antes se llamaba Salinas-Providencia o “Las Salinas”, y dice que el dueño de esas tierras era un hombre de apellido Montalvo, por lo cual le pusieron el nombre de La Montalva.
Como cuestión de hecho, La Montalva es un barrio de Guánica, el más grande de ese municipio, con costa por el sur y es también el nombre de la Bahía Montalva, al sureste de Lajas, por donde se puede acceder a ese barrio. Por eso no vemos mayor contradicción en las afirmaciones de que los próceres desembarcaron por Lajas o por Guánica.
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¿Pero hay también una “Montalva” en la República Dominicana?
La provincia de El Seibo en la República Dominicana no tiene costa por el sur, lo que nos hace descartar la versión de Harold J. Lidin. Tampoco ha tenido El Seibo por el norte una costa que se llamara “La Montalva”. El municipio costero que tiene El Seibo por el norte se llamaba El Jovero cuando los patriotas arribaron a Santo Domingo en 1867, y desde 1936 hasta hoy día se llama Miches.
Si analizamos la logística del viaje, si fue en el bote de vela, no tendría sentido que un navegador experimentado llegara hasta la costa norte de la República Dominicana cuando había muchas playas donde podía desembarcar más cercanas al Canal de la Mona, por todo el litoral del este, desde la provincia del Higüey hasta El Jovero en el norte.
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El origen del error de ubicar La Montalva en la República Dominicana
La expresión de Betances en la carta a su hermano del 24 de septiembre de 1867 donde dice “La Montalva, por lo menos el lugar donde arribamos el 9 de julio de 1867…”, fue lo que dio lugar a la interpretación de que La Montalva estaba en la República Dominicana. La clave del error fue dar por sentado que la fecha del 9 de julio era correcta, ya fuera dada por Betances o por Bonafoux, que es quien publica su carta. Como hay consenso entre los historiadores de que Betances y Ruiz Belvis arribaron a la República Dominicana el 9 de julio de 1867, si fuera correcto lo que dice Betances de que arribaron a “La Montalva” en esa fecha, por deducción “La Montalva” tendría que estar en la República Dominicana. El error fue la premisa de que la fecha que dijeron Betances o Bonafoux era correcta, porque no lo era.
Volvamos al contenido de la carta que escribe Betances a su hermano, sin prestar atención a la fecha. Adviértase que Betances no dice que “La Montalva” estuviera en la República Dominicana. Tampoco lo dice Bonafoux. Recordemos, además, el comentario que le hace Betances a su hermano de que es una tierra donde hay “poblados de mosquitos caribes (los mismos que botaron a los españoles de Guánica en tiempo de la conquista).” Si bien la referencia a Guánica es indirecta, porque se refiere a una época pasada, al armar el rompecabezas tengámosla presente.
Aunque Cruz Monclova, al igual que Carreras, ubican la costa de La Montalva en la provincia del “Seybo” en la República Dominicana, sin embargo reconocen el arribo accidentado de Betances y Ruiz Belvis en la costa sur de Puerto Rico después de salir de Mayagüez el día 6 de julio.
Por último, recordemos el comentario sobre La Montalva que le hizo Betances a Ruiz Belvis, que aparece en la carta a su hermano: “¡Esto me recuerda la patria ausente!” Pues la “patria ausente” no puede ser la República Dominicana porque Ruiz Belvis y Betances estaban allí cuando éste escribe. La “patria ausente” es necesariamente Puerto Rico y La Montalva es la que está en Guánica o Bahía Montalva, al sureste de Lajas.
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Reflexión
Las discrepancias que hemos visto son problemas típicos con los que se confronta un historiador. Este escrito sirve de muestra de que la historia, por importante que sea, no goza de la exactitud de otras disciplinas, como la ingeniería o las matemáticas. No es de esperarse que así sea, pues al igual que la filosofía o la literatura y todas las disciplinas de las humanidades, estudiar la historia responde a una pasión que tiene rigores y también accidentes.
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[1] Luis Bonafoux, Betances, Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1970, pág. XLIV.
[2] Historia de Puerto Rico. Siglo XX. Tomo I (1808-1868). Citado por Félix Ojeda Reyes en su libro El desterrado de Paris Ediciones Puerto, San Juan, 2001, pág. 95.
[3] Betances, El Antillano Proscrito, Editorial Club de Prensa, San Juan, 1961, pág. 39.
[4] History of the Puerto Rican Independence Movement, Volumen I, Editorial Banco de Ponce Mezzanine, Hato Rey, 1981, pág. 80.
[5] Bonafoux, op. cit., pág. 72. Carreras, op. cit., págs. 38 y 39.
[6] Citado por Germán Delgado Pasapera en su libro Puerto Rico: Sus luchas emancipadoras, Editorial Cultura, Río Piedras, 1984, pág. 131.
[7] Rand McNally & Co., 1946.
[8] Citado por Félix Ojeda Reyes en su libro El desterrado de Paris Ediciones Puerto, San Juan, 2001, pág. 95.
[9] Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, San Juan, 1988.
[10] Ada Suárez Díaz, Op. cit., pág. 92.
[11] Cayetano Coll y Toste, La peregrinación de Betances, Boletín Histórico de Puerto Rico, Tomo VII, p. 19-20, nota 215 en El Antillano, pág. 94.
[12] Publicado en http://www.lajaspr.com/prLaParguera.htm.
[13] Publicada por Pixel Creativo, LLC 2016 ©.