EL FUTURO DE LA UPR
“Para cada problema complejo existe una respuesta que es simple, pulcra y equivocada”.
–L. Mencken
Pongo estas ideas “sobre la mesa” no porque yo crea tener las mejores, ni todas, pero sí creo que pueden inspirar un diálogo y quizá algunas repuestas a los problemas que enfrenta nuestra universidad, que como señalé hace un tiempo, es un tesoro para Puerto Rico. Sin ella seremos Puerto Pobre.
Pocos tendrán problema con la idea de que la UPR ha sido y es un importante promotor de la cultura y generador de conocimiento, y provee a la comunidad la oportunidad de construirse una vida digna y plena por medio de la educación superior. Podemos diferir en si lo hace bien o no, pero eso no es lo que me interesa discutir ahora. Además, se me ocurre que hay cosas que hace bien y otras que hace mal. Pero tampoco me interesa ser más específico. Cada uno tiene su historia.
Lo que me inspira a escribir esto son las noticias de un importante corte al presupuesto universitario, que ya ha sufrido en los pasados años importantes pérdidas. Seguimos con el estribillo de que “la universidad es una inversión y no un gasto” pero a la hora de la verdad parece que no cuenta.
Estaremos de acuerdo que un corte como el propuesto de 300 millones de dólares acabará con la UPR como la conocemos, pero ojo, que si luego de mucho “tira y afloje” se nos dice que “solamente” serán 150 millones algunos celebrarán la bondad y no se darán cuenta del viejo truco. Necesitamos fondos y más inversión para mejorar la calidad y actualizar la oferta académica de la UPR y transformarla a tal punto que al menos estemos entre las primeras 100 del hemisferio. Si no, olvídese del ilusionismo de atraer a estudiantes extranjeros (que pagan más), como han indicado algunos, y de copiosas entradas por pago de patentes.
No dudo que podemos hacer más desde un punto de vista académico (que es el que importa) con lo que tenemos de presupuesto, y hasta con algo menos. Pero hemos desperdiciado años negando la realidad que se veía venir y lo único que se le ocurrió a los que estaban al mando fue congelar plazas y sustituirlas con profesores por contrato, quitar sabáticas y otros beneficios, y reducir al máximo donde se pudiera, y ya casi ni hay tiza. Pero estas medidas no son suficientes, ya estamos en la precariedad a todos los niveles y es hora de pensar que podemos hacer a corto plazo para rescatar el tesoro.
A los profesores por contrato se les paga mucho menos, pero tampoco pueden contribuir al progreso académico ya que no pueden obtener fondos federales de investigación o creación ni contribuyen al plan de retiro, y ni tiempo tendrían para hacerlo, teniendo que dar clases en varias instituciones para sobrevivir. Se les trata como profesores de tercera categoría y no serán ellos forjadores del futuro de la UPR. Apenas puedan, se van. (Vea el artículo de Carmen Rabell del 21 de agosto de 2015 en esta revista: ¿Qué acepta la U.P.R. al admitir 13,000 estudiantes más?)
Una congelación de plazas ahorra fondos, cierto, pero también lleva a la destrucción de la universidad, que ya ha disminuido su profesorado en cientos de plazas, por lo cual es una respuesta simple y errónea. Luego escuchamos que se desarrollarán patentes para allegar fondos. Sin talento nuevo no veo quien va a hacer esto, con una facultad que cada año es un año más vieja, y que no se retira para hacer espacio, ya que muchos no pueden.
Es un problema auto infligido, o mejor dicho al cual nos condenó el pésimo manejo de la información respecto al retiro de la UPR. Algunos que desean acogerse al retiro no lo pueden hacer cuando se les informa (luego de una cita con retiro que tarda muchos meses) que deben aportar decenas de miles de dólares porque no se les informó debidamente en su momento que debían solicitar un cambio (me refiero a topes y relación con el seguro social), en vez de ser un cambio automático como debería haber sido. (Vea la tribuna invitada de la profesora retirada Ángela López Borrero, publicada en El Nuevo Día, el 30 de octubre de 2016). Lo menos que podrían hacer es ofrecer una amnistía, quitando los onerosos intereses que llevan a esos impagables resultados.
Otros piensan que cerrar recintos es la solución, el cuco para muchos, pero lo cierto es que el presupuesto de los recintos menores apenas suman a lo que se pretende cortar, y existen otras consideraciones que hacen de esta opción algo bastante indeseable, que dejaría a muchos en la calle. Por otro lado, es cierto que no se pueden justificar múltiples programas que son esencialmente la misma cosa, (¿realmente necesitamos 450 programas?) y que se debería poner sobre la mesa la función de todos los recintos, sus fortalezas y debilidades y actuar de acuerdo a lo que sea mejor para la institución a largo plazo. Y eso también vale para los “grandes”.
Visualizo una transformación de recintos en recintos especializados, únicos en la UPR, cada uno ocupando su nicho. (Al fin y al cabo, si alguien quiere estudiar ingeniería se va a Mayagüez y no se queja). No se hace de un día para el otro, pero se debe comenzar por algún lado. Consolidación y uniformidad llevan a ahorros administrativos, y a mayor eficiencia. El estribillo decía: Once recintos, una Universidad”, pero actuamos como once universidades.
Para no quedarme en lo abstracto, presento lo siguiente a modo de ejemplo. Lo mencioné hace unos tres años cuando participé del circo presidencial, pero nadie escuchó, o escuchó, pero no oyó. Primero considere a Rio Piedras y el recinto de Carolina. Están casi al lado uno del otro. ¿No sería más eficiente unificarlos en una sola unidad, el recinto de Rio Piedras-Carolina? UPRRPC. Carolina tiene algo que ningún otro recinto tiene: La Escuela Hotelera. Agréguele el Programa de Nutrición y Dietética de Rio Piedras y convierta ese programa en el mejor del Caribe. Quizá comience entonces a tener clientela extranjera.
Luego tome el recinto de Bayamón. En ese recinto hay muchos programas similares a los de Río Piedras. ¿No sería beneficioso examinar estos programas (en ambos lados) y decidir si hace sentido la duplicación? ¿Por qué tenemos física en los tres recintos? Ponga todo en uno y habrá ahorros, eficiencia y una facultad y estudiantes menos aislados y con más alternativas. El tren urbano que no sirve para mucho, al menos conecta Bayamón con Rio Piedras. ¿Sería factible un recinto UPRRPCB?
Imagino que usted tendrá sus ideas dependiendo de donde venga. Seguramente habrá a favor y en contra, pero si no se discute honestamente y dejando la política (interna y externa) de lado, seguiremos en la inacción que es la peor alternativa.
En general, pongamos a todo estudiante como estudiante de la UPR sin distinción de recintos y que tome los cursos necesarios dónde le convenga sin traslado ni burocracia alguna. Estamos de acuerdo que es una Universidad. Aparte de los recintos consolidados, dejemos los que queden bajo una sola administración, llámele como quiera, y ya que estamos considerando dónde cortar, un buen comienzo sería examinar el rol de la administración central, que muchas veces solo representa un estorbo. Al mismo tiempo no costaría mucho implementar cursos a distancia entre recintos, de forma que un estudiante pueda matricularse en el curso que le interese pero que no se ofrece en su recinto. Así un profesor podría servir a más estudiantes. Se necesitaría implementar algunos salones con los equipos adecuados y contratar localmente a asistentes de cátedra. Pero no es “rocket science”. Un primer paso para insertarnos en el negocio de cursos a mayor distancia.
No solo debemos pensar en reducir y consolidar. Pensemos al mismo tiempo en expandir lo que ya es excelente y tiene demanda para captar más estudiantes. Muchos de nuestros estudiantes se van a estudiar medicina a México o a República Dominicana. ¿No dice esto que debemos expandir el recinto de Ciencias Médicas? ¿No quisiéramos que vengan de allá para acá para educarse y pagar buena matricula? Podemos expandir programas para ponernos al día y atraer estudiantes y nueva facultad.
También hacen falta cursos cortos profesionales, no todo el mundo quiere ni necesita un bachillerato, y ese puede ser un buen nicho para algunos de los recintos menores. Una perita electricista gana más y vive mejor que un cajero con bachillerato. Hablando de bachillerato, podríamos considerar un bachillerato de cinco años, para preparar al estudiante para los cuatro siguientes, y mejorar la tasa de retención, que es un grave problema que no se ha atendido. No se trata de reclutar más estudiantes, se trata de retener los que tenemos.
Hablando de los estudiantes, muchos vienen mal preparados. Una colaboración masiva entre el departamento de Educación y la UPR para poner al día a los maestros, redundará en beneficios para todos los implicados, y podría transformarse en una importante fuente de ingresos para la UPR.
Todo lo anterior no se hace de un día para el otro, y aunque supongo ahorrará fondos, no creo que llegue cerca de lo que se propone (o impone). Mientras pensamos esas cosas para hacerlas bien, y considerando que la mayor parte del presupuesto se va en nómina, al menos a corto plazo no queda de otra que reducir salarios (sin despedir empleados), quizá reducirlos por un tiempo limitado, como si fuera un donativo de todos por todos, hasta que se puedan implantar otras medidas de ahorro. Pondrán el grito en el cielo por lo que acabo de escribir, pero peor es perder la UPR. Quizá sirva de ejemplo para otras dependencias del gobierno.
Por último, expreso mi oposición a la idea de una matrícula ajustada a los ingresos familiares, o a lo que sea, como se ha propuesto. Otra idea fácil y equivocada. Primero porque creo es injusto, ningún otro servicio es ajustado por ingreso, todos pagamos lo mismo por una licencia, o por la gasolina. Imagínese un restaurante en el cual haya que presentar la planilla para decidir cuál menú le toca. Pero, además, todos ya pagamos una “matricula ajustada” cuando pagamos los impuestos, hasta si no tenemos hijos en la UPR. Si se decide un aumento debe ser igual para todos, y de tal forma que existan recursos para dar ayudas a los que realmente no pueden. (pero no becas “presidenciales”). Conociéndonos, me imagino una avalancha de casos de hijos legalmente emancipados, si no se quitan esa tonta idea de la cabeza.
Para salir de la crisis fiscal y social que parece no acabar, necesitamos nuevas ideas, y para eso es esencial una excelente universidad. Para hacer investigación que lleve a alguna patente que realmente deje ingresos para la universidad necesitamos una excelente universidad. Para atraer a estudiantes extranjeros que deseen estudiar en al UPR, quizá como preámbulo a estudios graduados en EEUU, necesitamos una excelente universidad de renombre internacional. No tendremos una excelente universidad si no reclutamos nuevos y excelentes profesores, y facilitamos el retiro de los que deseen hacerlo. No tendremos una excelente universidad si no fortalecemos los buenos programas, eliminando aquellos menos buenos, duplicados o quintuplicados. La alternativa es la mediocridad. ¿Qué esperamos?