El origen de la ficción y los tres regalos del universo
“It seems to me that the universe gave us three things to make life bearable: hope, jokes and dogs. But the greatest of these gifts was dogs”. Cito de una película donde la protagonista le dispara a su perrita en el medio del desierto. Me la recomendó un amigo que sabe “lo mucho” que a mi compañera y a mí nos gustan los perros. Mi amigo es un tipo torcido.
Hace un par de semanas rescatamos a un perrito realengo de ocho meses. Le pusimos Foggy Nelson, por el socio de Daredevil. Está en un foster, con otros tres perritos rescatados en el patio de la casa de una amiga de una amiga. La amiga de la amiga le dice Froggy. Porque brinca.
En casa tenemos dos: Mía y Wallace. Como la protagonista de Pulp Fiction. La película que me recomendó mi amigo se llama Tracks. Es un poco como Wild. Ambas tienen base en libros de memorias. Pero en Wild no hay perros. Es decir, en el universo de esa película hay un regalo menos; el más grande.
Mía nació en la marquesina de la casa de la hermana de una amiga en Hato Rey. La hermana de nuestra amiga trajo de la calle a la mamá de Mía para que pariera en su casa. Luego le buscó hogar a cada una de sus crías. De esto hace casi tres años. Mía comparte el cumpleaños con mi mamá. La almohada con mi compañera. Y el sofá. “Y la vida”, diría ella, cuando la perrita se trepa en dos patas, exigiendo atención.
En nuestro piso, la vecina del 813 tiene una pitbull, también rescatada. Sospechamos que es ciega. Cuando la sacan a pasear, parecería que la señora pescó una ballena insospechadamente, pero se rehúsa a soltarla. Y así van calle abajo por la Américo Miranda. Uno se preocupa por la integridad física de la doña, pero no por ello es menos enternecedor.
Ahora no recuerdo si hay perros en Pulp Fiction. Hay una muy buena canción que pone Mia Wallace en el tocadisco. Y muchos chistes. Aunque poca esperanza. La peli, en cierta medida, es sobre cómo la vida puede tornarse insoportable. La recomiendo.
A mí un perrito realengo me salvó la vida. Así contesto a quienes preguntan “¿por qué Wallace?” “Por un escritor”. Ese es el cuento corto. El largo es porque me salvó la vida. Porque la apertura a su amor me salva de a poquito cada vez. “¿Cada vez que qué?” Cada vez que me siento como tierra y él se sienta a mi lado sin decir nada. Porque Wallace es mudo. Y siniestro. Y amado. Y ya no corre peligro allá afuera. Afortunadamente.
La mujer en la peli le dispara a la perrita porque ingirió algún tipo de insecticida o veneno durante la noche. Pero lo más devastador ocurre antes, cuando la perrita despierta a la mujer para decirle que algo no anda bien. A veces el universo exige la devolución inesperada y agónica de lo que una vez nos obsequió. Pasa también con la risa proveniente del chiste. Y con la esperanza. Este, se me ocurre, es el origen de la ficción.
“Fiction is about what it is to be a fucking human being”. Cito de una entrevista que le hicieran a David Foster Wallace, y que sirve de base para una película por venir. Wallace tenía dos perros—Drone y Jeeves. Ambos rescatados. Sobre Drone, dice en la entrevista: “…Drone really loves to put the weight of his head on somebody. He really likes to rest his head on another person. Which I think is moving in a weird way”. Lo crucial en la cita es la palabra another. Este es el origen de lo humano.
Foggy Nelson necesita hogar permanente. Tiene sus vacunas. Está esterilizado. Brinca mucho. Es amoroso. Y tiene gente que lo ama. Le gusta que lo llamen Froggy también.
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