El Príncipe y la Rana
cuento
El anciano príncipe arrastraba los pies en su paseo matinal por los jardines del palacio. Vivía atormentado y frustrado porque sus sueños de infancia se torcieron y le llevaron a ocupar este puesto ilustre pero menguado de poder real.
Al llegar al estanque del jardín, vio nadando en el agua verde a una hermosa rana y recordó un antiguo cuento que le narraba su madre, la legendaria Reina del Teatro. Tomó la sapilla por la pancita, la levantó y cerrando bien los ojos la besó.
¡El viejo infante casi infarta del susto al ver la linda ranita convertida en la Princesa Gris de la Ribera, Dama del Desencanto, prófuga de otros cuentos y notoria por su terca maldad!
La Señora de las Tinieblas tomó la mano del monarca senil y le guió al helado averno imperial, donde vivieron para siempre decrépitos y amargados, junto al resto de la realeza que se alimentaba de su propio veneno.