El Respeto se gana
Desde hace ya varios años, miles de seres humanos de distintos y diversos sectores, llevamos pidiendo respeto, para que no se nos sigan escamoteando derechos y que no nos sigan aplicando medidas que no resuelven los problemas económicos que enfrenta Puerto Rico y que, bajo la excusa de garantizar el pago de una deuda cuestionada, solo benefician a unos pocos.
Los jubilados en Puerto Rico llevan pidiendo respeto para mantener las pensiones que con tanto sudor y sacrificio se han ganado. Las comunidades escolares de más de 266 escuelas en lista de cierre han pedido respeto para mantener sus escuelas abiertas y que se les garanticen los servicios a sus niños. Las maestras han pedido respeto para que no se privaticen y se sigan deteriorando sus condiciones de trabajo. Los empleados de la empresa privada han pedido respeto para que no se les siga quitando derechos y colocando en una condición de total indefensión e incertidumbre ante patronos insensibles, crueles e inhumanos.
La gente en la calle ha pedido respeto para que no vengan con un aumento nuevo cada día — que en muchos casos beneficia a alguna empresa privada — y los siguen estrangulando. Los estudiantes de la Universidad de Puerto Rico llevan pidiendo respeto, para que no se le recorte la mitad del presupuesto, no le cierren recintos, no se le aumente la matrícula a niveles absurdos y no se le cierre su residencia afectando directamente a los estudiantes más pobres. Los ciudadanos de a pie han pedido respeto para que se use el dinero del pueblo correctamente y detengan la corrupción y la jauja de contratos, mientras pregonan el discurso de que no hay dinero y que hay que “ajustarse los pantalones”. Cientos de voces hemos pedido que se audite la deuda que estos siete funcionarios impuestos han venido a cobrarnos, como una muestra mínima de respeto que se nos ha negado.
¿Cuál ha sido la respuesta de la Junta de Control Fiscal y el Gobierno ante ese clamor del pueblo?
Sabemos que ha sido todo lo contrario. Reducción de pensiones, privatizaciones por doquier, eliminación de derechos, cierre de recintos y escuelas, aumentos de matrícula, más contratos y más corrupción; en fin, medidas que siguen obligando a la gente a emigrar en busca de mejor calidad de vida en otros lugares. Mientras piden la eliminación de la ley 80 por cuestión de fe, asumiendo que esto redundará en más empleos, vemos cómo funcionarios con salarios extraordinarios negocian sus propios beneficios, similares o mejores a los que establece dicha ley. Mientras dicen que no hay 17 millones para mantener las escuelas abiertas en nuestras comunidades, hay más de 21 millones para aumentar el presupuesto a la oficina del gobernador para puestazos y 80 millones para mantener los gastos de la Junta.
No se puede pedir respeto cuando se irrespeta todos los días a la gente de distintas maneras. Lo que ha visto el país es que la crisis es solo para unos. Para las Julia Keleher, Natalie Jaresko, Walter Higgins y compañía, hay contratos, reparto de los bienes del pueblo, jauja y privilegios. Para la gente que día a día sale a trabajar con dos o hasta tres trabajos, se nos hace más difícil poder llevar una vida digna en Puerto Rico. No hay mayor acto de violencia que el que se ejerce desde un escritorio, con un bolígrafo y en la tranquilidad de una oficina quitando garantías de un plumazo y dejando sin sustento a miles de personas. En efecto, las declaraciones de guerra por lo general se hacen desde una mesa fría y en relativa paz.
La violencia se reviste de distintas formas y este gobierno, con la Junta, la ejerce de muchas maneras. Dejar a la gente en la miseria para seguir favoreciendo a una minoría — como sucede en nuestra isla — es un acto de violencia que no podemos permitir. Los trabajadores y la gente humilde que sufrimos estos embates nos defendemos de ella. No tenemos el poder, por lo tanto no se pueden equiparar los niveles de respuesta. Bastante ha aguantado el país ante las constantes faltas de respeto de estos funcionarios y poco ha pasado.
Es hora de exigir con firmeza que se detenga el abuso constante y se respete a los que apostamos a un futuro con nuestros niños aquí. Dicho de otra forma, si Carrión III, la Junta y demás funcionarios de este gobierno, quieren que los respeten, tienen que comenzar con respetar al pueblo. Si no son capaces de respetar y escuchar los reclamos de la gente, pues que no exijan lo que no están dispuestos a dar. Donde quiera que se encuentren es deber del pueblo dejarles saber el rechazo y repudio a sus acciones. No se puede andar perjudicando la vida de miles de seres humanos y caminar por la calle como si nada. Hay que tener dignidad y darse a respetar. Así de sencillo.