El romance del espía alemán que era yankee
(pirate included)
Quisiera contarles una extraña historia
de un espía, que estuvo en Serbia y Macedonia
que fue nazi y teniente de la armada yanqui
y dió mas saltos que el que salta un saltimbanqui.
Era un virtuoso en montar en bicicleta
y en apuntarle a la cabeza a sus amigos
con el arma especial para los enemigos.
Nada raro en alguien entrenado en tretas,
en sembrar olmos y cosechar las peras,
en engaño, mentira, en lenguas extranjeras
que fue Harvard, a Santiago, a San Juan,
donde robó melones, corazones y algún pan.
Quisiera narrarles que este pícaro alemán,
nacido en Boston, amigo de congressmen,
sirvió a Roosevelt, al káiser y en Guatemala
por fisgonear lo sacaron a la mala
y antes que existieran en el mundo las computers
hacía cálculos de cuanto ganaría con el führer.
Ya mojaba pólvora cuando lo investigaron por nazi
y si lo atrapan lo fusilan, sin duda, casi casi.
Pues ese gran maleante cuando era muy joven
llegó a nuestras playas, oigan esto, no se emboben,
como espía para el yankee en una guerra con España,
y se juntó con insurrectos y con el cónsul de Alimaña,
perdón, es la rima que se arrima y me lo daña,
quise decir que parló con el representante de Alemania
y entre tragos de ron y café este le habla de un pirata
quizas el último que cruzó el mar que se relata
se llamaba Roberto von Kupferschein, y su cañón,
lo tenía el susodicho cónsul en su posesión.
Quisiera contarles que el espía, hijo de puta,
se lo quiso robar y hasta encontró una ruta
para escapar en bicicleta con aquel tesoro.
Falló en su intento, pero aquí les imploro
que me permitan continuar el cuento en otro día
de este yankee que fue nazi, gran viajero y espía.