Elizabeth Robles y las sustancias inapresables en su Rescoldo arrebol
Según nos informa Georges Baudot, en los anales religiosos en los que se narra la cosmogonía Mby’a – Guaraní, de origen precolombino, y cuyo título usualmente se traduce como “Las primeras bellas palabras” (Ayvu Porӑ Tenonde), se describe el lenguaje como uno de los elementos de la esencia divina. Se añade que en el tiempo primigenio, que describe como de “tinieblas absolutas”, y cuando aún no se había identificado quién la hablaría o cuál sería el uso de la palabra, el Creador del Absoluto (Ňande Tenonde) simultáneamente se va creando a sí mismo y al llamado “lenguaje humano” (Ayvu) que iba emanando de su propia sustancia.1
En el Ayvu Rapyta podemos leer:
El verdadero Padre Ňamandu, el Primero
de una pequeña porción de su propia divinidad,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
hizo que engendrasen llamas y tenue neblina.
……………………………………………………………………
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
concibió el origen del lenguaje humano
……………………………………………………………………
creó nuestro Padre el fundamento del lenguaje humano
e hizo que formara parte de su propia divinidad.
……………………………………………………………………
Antes de existir la tierra,
en medio de las tinieblas primigenias,
antes de tenerse conocimiento de las cosas,
y en virtud de su sabiduría creadora
el origen del amor lo concibió. ((Baudot, p. 266))
En el intento de describir ese proceso de autocreación y la misteriosa presencia del colibrí como pájaro primigenio, el mito guaraní recurre a la siguiente imagen para referirse al Padre primero:
Las divinas plantas de los pies,
el pequeño asiento redondo,
en medio de las tinieblas primigenias
los creó, en el curso de su evolución.
………………………………………………………
las divinas palmas de la mano con la vara insignia,
las divinas palmas de las manos con las ramas floridas,
las creó…………………………………………………………………
en medio de las tinieblas primigenias.
……………………………………………………………………………..
De la divina coronilla excelsa
las flores del adorno de plumas
eran gotas de rocío.
Por entre medio de las flores
del divino adorno de plumas
el pájaro primigenio, el colibrí,
volaba revoloteando. ((Baudot, p. 266))
Es esta, entonces, una Divinidad que por ser generadora de su propio cuerpo y de la futura naturaleza a partir de sí misma tendría que haber albergado en sus seno un punto inicial de absoluta amorfidad. Esa amorfidad que por consistir en una total ausencia de determinación es capaz de generar de sí a toda la naturaleza. Amorfidad en la que se pueden entremezclar todos los reinos de lo natural.
Curiosamente, esa misma ausencia de límites está también sugerida en los inicios del pensamiento filosófico arcaico occidental. La relación/oposición entre el caos (Χάος) y el cosmos (κόσμος), dualidad fundamental desde la que pretende explicarse la aparición del concepto de racionalidad del universo, tiene su origen más remoto en la Teogonía de Hesíodo. La palabra “caos”, cuyo origen etimológico la relaciona con el verbo griego para “bostezo” y con el sustantivo para “apertura”, es ese origen de donde surgieron todas las generaciones de Dioses y los elementos que paulatinamente formarían la naturaleza física. Por lo tanto, podría entenderse también, al igual que en el mito guaraní, como aquel vacío/ amorfidad desde el cual se iría definiendo todo lo que comienza a ser/existir, entendido como cosmos (que también es orden y ornato). En Heráclito es ya el logos (λóγος), no casualmente “palabra”, que en latín, lamentablemente, es razón (ratio), lo que le otorga unidad al universo, que se genera, se destruye y se regenera a partir del fuego en el que todo se consume y pierde su forma (morphé). No es un caso aislado en la tradición presocrática. Anaximandro, por ejemplo, identificaba el origen (ἀρχή) con el apeirón (τὸ ἄπειρον), lo ilimitado/lo indefinido, obviamente más cercano al caos que al cosmos/logos. Quiere decir que en el fondo más profundo de la creación habita, como decía Friedrich Hölderlin, lo aórgico o, según Nietzsche, lo dionisiaco. Tampoco será casual que para ambos el arte es tan solo una de las maneras de otorgarle algún sentido a esa nada (no-thing).
De acuerdo a esta interpretación, no es posible que el arte sea mímesis (imitación) o representación de la naturaleza como “natura-naturata”, una naturaleza completada en estado pasivo, sino tan solo de la naturaleza como “natura naturans”, como fuerza dinámica y activa. En el proceso de crearse a sí misma. Buscar el camino de regreso hacia ese estado originario es buscar el camino hacia la sustancia inefable/inapresable: el camino hacia el estado de las infinitas posibilidades.
“¿Están vivos estos cuerpos?”, pregunta Esteban Alberty en su profundo/sensible comentario a la instalación de Elizabeth Robles titulada Variaciones de Verdever.2 Confieso que la primera vez que me acerqué a sus poesías y esculturas sentí esa misma conmoción que provoca la abolición de las estructuras racionales y que nos invita a sumergirnos en un mundo en el que predomina lo siniestro y lo grotesco: el mundo de lo sustancialmente amorfo. Y aquí menciono lo grotesco y lo siniestro en sus acepciones originales. Así como, según Wolfgang Kayser, aparecen definidos cuando en el Renacimiento, Giorgio Vasari, cita de los libros sobre arquitectura de Vitruvio; son distorciones del orden lógico.
…ahora en las paredes se prefiere pintar monstruos en lugar de representaciones claras del mundo de los objetos… y … semejantes disparates, no existen, no existieron nunca y no existirán jamás. Porque como podría un tallo soportar un tejado o cómo un candelabro habría de tener el adorno de un tímpano, cómo un tan débil zarcillo podría soportar una figura sentada y cómo de raíces y zarcillos podrían crecer seres que son mita, flor, mitad cuerpo. ((En Wolgang Kayser. Lo grotesco. Su realización en literatura y pintura. Madrid: La balsa de Medusa, 2010. p. 28.))
Es necesario mencionar que nuestra artista titula Arabesca simultáneamente a una de sus piezas y a una de sus pasadas exposiciones. Como sugiere Kayser el arabesco, como estilo, “tiende hacia la abolición del orden natural con el que se distribuyen y separan los diferentes reinos en la naturaleza”. (34) Ya en “Perseguida” o en “Incandescente”, dos de los poemas de su Poemaherida, de 2007, nos encontramos con ese intento de borradura:
Desgranando,
es tallo en el pecho el borde abierto;
exacta muestra de plenitud en duros capullos mis gemelas
Y en “Incandescente” el encuentro de los cuerpos con el amante es:
Morado pulposo
trae su cuerpo labrado:
Luz en traslúcido violáceo que recorre en surcos vivos la columna de su tronco;
canal ancho donde bebe mi mora carnosa la pulpa de su tallo
Joana Sabadell Nieto de la Universidad del Estado de Nueva York nos lo advierte en el prólogo que escribe para Poemaherida:
“…llama la atención por esa confusión intencional que en su desdibujar los límites encuentra la intensidad y la representación magmática/limosa del deseo. Es este un deseo que se inscribe incansablemente como contaminación de subjetividades, como una amalgama de porosidades que, sabemos, constituyen la antítesis del sujeto cartesiano.
Y añade que es un libro
…para lectoras y lectores que en sus hábitos de lectura se sientan más atraídos por la flexibilidad de las incertidumbres que por certezas imposibles. ((Poemaherida es un libro/objeto que lleva las páginas sueltas y sin numerar. Es decir es un espacio metafórico de esa disolución. El prólogo de Joana Sabadell Nieto aparece en las primeras 3 hojas del cuaderno))
En el comentario/epígrafe que la también poeta/profesora Áurea María Sotomayor inserta como preámbulo que acompaña el libro aparecen otros indicios. Escribe Áurea María:
Los vampiros, los dobles, las sombras, las ánimas, las magas, ¿cuál es su dónde? … Vagan entre la sangre y el éter, entre la luz y la sombra, entre el aire y el fuego, entre el oído y la mirada… moran en el límite. Elizabeth Robles traza un salto en el abismo como acción. ((Aurea María Sotomayor en Poemaherida de Elizabeth Robles.))
Vampiros, dobles, ánimas, sombras y magas son todas y todos también síntomas/personajes, de esas posibles distorciones que pueden llegar a manifestarse según nos acercamos a los espacios de las furzas elementales. Pero también a la presencia y trascendencia del tema sobre género. La bruja y la maga. Tal vez quieren Elizabeth y Áurea María que tengamos en cuenta la posibilidad de trastornar la conceptualización que tradicionalmente se ha establecido de la mujer que quiere saber, como usurpadora de un patrimonio que la cultura androcéntrica consideraba como una vocación exclusivamente masculina. Curiosamente, según nos explica Gerardo Fernández Juárez, antropólogo madrileño, en América fue la mujer indígena la que se convirtió en la conservadora y transmisora de los conocimientos antiguos tradicionales como se puede comprobar, (nos dice) aún hoy en día, por ejemplo, en el llamado “Mercado de la Brujas” en Bolivia. Las especialistas en los rituales aimaras son las “yatiri”, palabra que literalmente se traduce como “sabia”.3
Me trae también a la mente el comentario de Luisa Valenzuela cuando en su Entrecruzamientos, habla sobre la alteración en la regularidad que supone lo fantástico y su manifestación en el Vlad (Vlad Dracu, el empalador) de Carlos Fuentes. Asomémosnos a la conciencia del protagonista de Fuentes:
El secreto del mundo es que está inacabado porque Dios mismo está inacabado. Quizás, como el vampiro, Dios es un ser nocturno y misterioso que no acaba de manifestarse o de entenderse a sí mismo y por eso nos necesita. Vivir para que Dios no muera. Cumplir viviendo la obra inacabada de un Dios anhelante. ((Citado en: Luisa Valenzuela. Entrecruzamientos. Fuentes y Cortázar. México: Alfaguara, 2014. p. 147))
Creo que en Rescoldo arrebol, sin embargo, nuestra artista nos invita a recorrer un camino diferente; el camino inverso; el que nos lleva desde la creación hacia la imposibilidad de lo informe en el arte y la palabra. Una evolución importante nos asalta desde su Poemaherida. Comienza diciendo en los primeros versos:
Tanta humedad, tanta,
tan húmedas tantas palabras
que de barro me levanto
Para terminar con:
Declaro
polvo
lo innombrable
Y lo innombrable es lo indecible, lo inconcebible, lo inefable: aquello que queda fuera de las categorías de lo dicho o de lo que se podría decir. Pero, de otra parte, también señala hacia una ausencia. Más bien, hacia la conciencia de una ausencia. Para Elizabeth Robles, esta conciencia de la insuficiencia del lenguaje no es una preocupación reciente. Nuestros primeros encuentros se dieron en el marco de la lectura de su disertación de maestría que lleva el título de: El arte como experiencia: expresión del límite y su transgresión y que defendió en 2009. Allí ya nos advertía:
Este texto [refiriéndose a la tesis] acompaña, en forma de juego de alternancia y reciprocidades, una breve representación en vídeo en la que se conjugan una exhibición virtual y una visita a mi taller… El vídeo se titula Conjuro y en él se despliegan la serie de 10 esculturas “Prótesis: piezas de evidencia” y algunos ejemplares del poemario Poemaherida. ((Elizabeth Robles. El arte como experiencia: expresión del límite y su transgresión. Tesis de maestría inédita. Medios y Cultura Contemporánea. Universidad del Sagrado Corazón. 2009.))
Yo no era ni soy profesor de Comunicaciones que era el departamento en el que se presentaba el trabajo. Sin embargo, la justificación conceptual que se manejaba, la inclusión de los elementos visuales y el diálogo con la poesía requirió en aquel momento de un comité multidisciplinario evidencia de que la palabra ya no le era suficiente. Con el texto de la tesis, el vídeo Conjuro y la edición de autora de Poemaherida Elizabeth quizo constituir (así lo subrayaba y pienso que lo logró) un espacio que llamó “de reflexión y exhibición”. Es así, que quien desee acercarse a este nuevo trabajo de nuestra artista/poeta debe estar dispuesto o dispuesta a adentrarse en un mundo en el que predominan la permanente intertextualidad y el constante diálogo interartístico.
Así lo destaca la doctora y profesora Dialitza Colón en la reseña que publica sobre la actividad y sobre su participación en la presentación de otro de los libros de Elizabeth Robles, titulado El libro de las fechas. Insiste Colón en la importancia de que el texto formase parte de su proyecto La mesa como “metáfora espacial” (según Aurea María Sotomayor) con la que se pretende “reconfigurar el espacio físico”4. Construye así un mundo/arte-facto que también supone una secuela de guiños literarios y plásticos a escritoras, escritores y artistas. En la mencionada presentación comentó la doctora Carmen Zeta:
Se pasean por él Julia de Burgos [a quien dedica el libro], Marigloria Palma, Fernando Pessoa, Alejandra Pizarnik, Octavio Paz y Áurea María Sotomayor. ((Carmen Zeta. Presentación en el Conversatorio El Libro de las Fechas y la poética de la tierra. Museo de Arte Contemporáneo. 14 de marzo de 2014. Publicado en: Cruce. Crítica Socio-Cultural Contemporánea. Universidad Metropolitana.))
Sin embargo, más que esa intertextualidad, me interesa la elaboración de ese espacio interartístico con que Elizabeth, según sus propias palabras, quiere que juguemos con las correspondencias y reciprocidades entre ese Libro de las Fechas, su Rescoldo arrebol, las fotos y las esculturas que los acompañan.
El “rescoldo” además de su sentido literal, “la brasa que queda escondida por la cenizas”, también connota el “residuo de un sentimiento y al escozor/dolor que produce la quemadura o la pena”. Es también “rescoldo que al avivarse se arreboliza”, se vuelve rojo (como nube al atardecer). Difícil un título mejor logrado. De un lado señala hacia la técnica y el medio de la encáustica (coloración por combustión) y a la cera de sus esculturas y de otro a la pasión que esconden y representan.
Su Acción artística efímera/dibujo en el mangle de Piñones, que aparece como portada en el Libro de las fechas, aparece ahora incrustado en el Rescoldo separando los poemas en dos mitades y sugerido por las fotos con las que abren y cierran los interiores. En este libro objeto, que también se va tejiendo, vuelve a aparecer nuestra Julia de Burgos, ahora acompañada por quien Ivette López Jiménez llamase “sobrina, nieta o hermana de Julia”: Ángela María Dávila. De Julia, “Agua, Vida y Tierra”; de Ángela María, “La Yerba Bruja”, no solo alineándose así tras dos de las maestras de la literatura femenina puertorriqueña sino también mostrándonos la ruta hacia el retorno a la tierra. Hacia los orígenes. Hacia la descomposición.
Elizabeth cita la última de las estrofas del poema de Julia.
Yo fui estallido fuerte de la selva y el río,
Y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.
De un lado me estiraban las manos de las aguas,
Y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.
A Ángela María la evoca directamente en el poema IV.
en barro,
tierra en tierra,
vierto mi fuerza desde el labio de mi fuerza
de una mano
y con la otra
y toda la vida
planto mis nudillos
raspo y dejo mis uñas en su cuero
Cierra el poemario con su Injerto, escultura en cera y barro, y cubre su portada y contraportada con Residuo de hebra, con las que llama a presencia a las demás piezas de su Informe, exposición de septiembre de 2010 y que también incluyeron sus libros de artista: Poemaherida, Pabilo Doble y Pieza de evidencia. Esa relación con la escultura, en ocasiones, convierten algunos de los poemas en muestra de versos ecfrásticos en los que se habla sobre el proceso de la encáustica como inseparable de la palabra. Leamos algunos ejemplos:
queda
óxido en las manos y
todavía siento ondular
el aullido de la hoguera
………………………………..
en barro y cera
se echan de a palmas
coagulan
………………………………..
palabra-abeja zumba mi cera-barro
………………………………………………….
los óxidos impregnados se desplazan
y esmaltados, por el llameante fuego
se ofrecen sus contornos
los hornos se ensanchan en cámaras sonoras
Podrían no ser imágenes agradables. Es fácil evocar a Baudelaire. En sus Curiosidades estéticas (Curiosités Esthétiques, 1868) escribe: “lo bello es siempre raro; sin este rasgo de extrañeza, sería banal. No se trata de una belleza franca y voluntariamente rara, sino de una pequeña extrañeza inconsciente y en ocasiones ingenua”5. De su parte, René Magritte, meses antes de su muerte en 1967, declaraba:
…existe el misterio porque la imagen posee una realidad. El pensamiento inspirado imagina un orden que relaciona figuras de lo visible y que como imagen posee el mismo género de realidad que la del universo”.6
Elizabeth Robles no es una poeta/artista fácil. No lo fue en su tesis de maestría, nuestro primer encuentro, ni lo es en Rescoldo Arrebol, la instancia que nos vuelve a reunir. Sin embargo, si somos de los que queremos llegar a intimar con nuestro centro más profundo para desde allí abrir nuevas rutas para la pasión y la reflexión, busque, observe, lea y reflexione: no se arepentirán.
- Georges Baudot. Las letras precolombinas. México: Siglo XXI, 1979. p. 269 y siguientes. También puede verificarse en: Bernard Pottier. América Latina en sus lenguas indígenas. Venezuela: Monte Ávila Editores, 1983. [↩]
- Esteban Alberty. “Elizabeth Robles: buitre” En 80 Grados. http://www.80grados.net/elizabeth-robles-buitre/ (20 de noviembre de 2015). [↩]
- Gerardo Fernández Juárez. “Salud, trabajo, amor…¡¡Suerte!! El mercado de las brujas de La Paz (Bolivia)”. En: María Jesús Zamora Calvo y Alberto Ortiz (eds). Espejo de brujas. Mujeres transgresoras a través de la historia. Madrid: ABADA Editores, 2012. p. 39 [↩]
- De Dialitza Colón. “El libro de las fechas: una bitácora sobre el ejercicio de la mirada”. Visiondoble.net De Áurea María Sotomayor. “La captura imposible. Libro de las Fechas. Elizabeth Robles”. 80 Grados.net. 28 de marzo de 2014. [↩]
- Citado en: Víctor Stoichita. Ver y no ver. Madrid: Ediciones Siruela, 2005. p. 54 [↩]
- Citado en: Bárbara Fernández. (coordinadora). Ver y leer a Magritte. Cuenca: Ediciones de Castilla-La Mancha, 2000. p. 17 [↩]