En el camerino algunas divas sufren infartos de autoestima
(De cómo algunas calles terminan siempre en Lorca)
Hubiera querido decir
que todavía queda arena
donde sembrar mi emblema de amapolas,
ser la primera, el primero
en descubrir la última partícula inocente de la tierra,
reclamar como propio lo ajeno,
tú, por ejemplo.
(“Fundar y fingir es básico como copular”, responderías.)
Pero no he cruzado un desierto de algas
para imitar gesto machista ni imperial,
yo que ni siquiera ostento papel de bufona,
de emperatriz mucho menos.
Vengo de limpiar las heridas
a una muchacha calcinada
bajo el solsticio del crack,
en sus llagas deambula
la belleza podrida de San Juan,
quisiera decir. Soplé
un no te mueras de espanto
al niño molido a batazos
por no haberse muerto,
pero tampoco vine para decir esto.
Quiero beber agua y no hay vaso ni agua;
quiero subir al monte y no tengo pies;
rompiera la sábana que estiro sin tela ni talón.
(Vivo, en parte, del susto de saber que la mayoría no me leerá,
que en un año podría limpiar los vidrios con mis borradores
y me sobraría tiempo para alojarme en una nube
sin alterar el ecosistema editorial ni la felicidad de mi familia.
Que este oficio es una religión sin divinidad donde me piro.
Que tú no me encontrarás, como no me encontró mi madre,
enroscada bajo las palabras turbia de sangre y baba.)
Hija de demasiados dioses,
la bastarda poesía
a nadie se asemeja.
Pero, somewhere in between
cierta familiaridad
tendremos que encontrar
con esta simia.
Una la mata como puede
esperando dejarla viva
o se la traga y la vomita
sin deglutirla, Venus
bañada en otra espuma.
Ayer le pasé la mano con alevosía
a una perra devoradora de orquídeas:
hoy la perra no existe ni tampoco las flores.
Total, la calle está dura para andarse con liras.
Y calle eres y en calle te convertirás,
sobre todo en tu país de brea calcinada
y vicios en construcción, me aconseja la furia.
Pero no la humilles, humíllalo,
varoniza el poema, corta y retrueca,
reduce, apoca, dale la vuelta
que le disloque la tesitura
(maldito cisne retorcido, again).
Pero no demasiado mucho ni demasiado poco,
es necesaria una oportunidad en agonía,
in articulo mortis un amor, que por eso te dedicas
entre libro y libro a los asuntos de la polis
–de algo hay que vivir a mis años
y no morir de morfología–.
Cosa que deus ex machina
el orden a lo griego se restablezca
y a rose is a rose is a rose
no siga desvirgando
el what’s in a name de Julieta.
*De la colección inédita Loquios de la Poetriz.