Enola Holmes: Frescura
Por supuesto que, hija de su madre, la joven Enola se rebela cuando descubre los secretos que le ha dejado su madre junto a una cantidad de dinero para que pueda desenvolverse en las aventuras que han de desdoblarse ante ella. Enola le compra la ropa a un chico que trabaja de jardinero y, disfrazada de muchacho, decide abordar un tren a Londres. Según se está montando ve a la distinguida familia Tewkesbury que andan en búsqueda del joven heredero, el marqués (Louis Partridge). También observa que han contratado a Linthorn (Burn Gorman), un matón, aunque no está claro cual es su encomienda. Casi inmediatamente descubrimos que sus intenciones no son saludables.
El guion de Jack Thorne, basado en una de las novelas de Nancy Springer, es una delicia que mezcla acción –Enola es experta en jiujitsu– con historia y que va soltando pistas para que el observador descifre el misterio de lo que está sucediendo. No solo nos provee una visión de las luchas tempranas de la mujer por el derecho al voto, sino que nos recuerda que la batalla fue a veces despiadada. También trae sutilmente la explotación de los pobres y las desigualdades sociales del momento. La película no pudo haber tenido alguien que conociera mejor las clases altas y su evolución desde las épocas victoriana y eduardiana que el director Harry Bradbeer, quien está casado con la hija de un barón y una princesa. Giles Nuttgens, el camarógrafo, ha captado la exuberancia de la época al mismo tiempo que combina la acción que contrasta el estilo de investigación de Enola –movimiento, acción, confrontación– con el sedentario que le conocemos a Sherlock.
Como película inglesa que es, las actuaciones de los personajes secundarios son perfectas. Por supuesto se destacan Henry Cavill y Helena Bonham Carter, pero se da a notar, a pesar de sus intervenciones breves, Frances de la Tour como la viuda, abuela de Tewkesbury.
Nada compara, sin embargo, con la frescura y gozo intelectual que trae a la historia y la pantalla Millie Bobby Brown como Enola. Brown, que tiene 16 años, como su alter ego en la historia, es un absoluto encanto. Su presencia en escena siempre induce el deseo de aplaudirla porque ha de hacer algo extremadamente bien y, al fin y al cabo, nos inducirá una sonrisa. En muchas ocasiones, Enola se dirige a nosotros (a la cámara) y nos comenta qué la indujo a responder de la forma que lo hizo. La joven es una fuente de talento: no solo rinde una actuación perfecta, sino que fue una de las productoras de la cinta. El actor de 17 años Louis Partridge, el marqués desaparecido, no se queda atrás. Excelente actor, guapo, y con la inocencia que uno puede imaginarse de alguien de su posición social en esa época, contribuye a que la película sea como un soplo de brisa fresca y alentadora, particularmente en esta época de encerramiento. Los dos jóvenes son la mejor razón para ver esta película deliciosa y divertida.