Espacios de libertad: mujeres, violencia doméstica, resistencia
Con su libro Espacios de Libertad: Mujeres, violencia doméstica y resistencia, Diana Valle Ferrer contribuye a adelantar los debates dentro de los feminismos y de las profesiones de las Ciencias Sociales sobre las interpretaciones que construimos ante las respuestas de las mujeres que enfrentan violencia por parte de sus parejas íntimas en unos momentos de sus vidas. La autora enmarca su trabajo dentro de una definición abarcadora e histórica de la violencia doméstica, a saber: la misma es “parte de un continuo de violencia contra las mujeres en la familia y en la sociedad, cuyas raíces se encuentran en la intersección de los múltiples sistemas de poder que confluyen sobre una mujer en particular en un momento socio histórico específico”.
Diana Valle Ferrer nos alerta sobre los discursos desarrollados para interpretar las respuestas de las mujeres ante esa violencia que arrastran actitudes de revictimización hacia ellas. Las mujeres son blanco de argumentaciones, tales como: que responden ante este maltrato de forma pasiva y sumisa y que se mantienen de manera prolongada en las relaciones violentas. Reitera la autora que estas visiones interpretan ciertos comportamientos de las mujeres ante la situación violenta, tales como: callar y seguir la corriente, como ejemplos de esa pasividad y sumisión. Quienes han abordado el tema desde las ciencias sociales, por su parte, proponen nociones explicativas, como las siguientes: el estrés postraumático, la gratitud paradójica conocida como el síntoma de Estocolmo, el síndrome de la mujer maltratada y la indefensión aprendida. De acuerdo con Valle Ferrer, lo problemático e inadecuado de estos conceptos es que, en efecto, también perpetúan la idea de la supuesta pasividad, docilidad y sumisión con el que las mujeres enfrentan la violencia de su pareja íntima. Tienden así a responsabilizarlas por la violencia, no sólo contra ellas, sino contra sus hijos e hijas, lo que ha sido incluso justificación para que el Estado las remueva de su lado.
La autora propone alternativamente –y así se une a los reclamos de algunos feminismos– que es necesario “reconocer la interrelación entre agentes humanos y estructuras sociales, en vez de sucumbir a una teoría social sin agentes o a una teoría en que los agentes sean simplemente el producto de fuerzas estructurales amplias”. Afirma la autora que las mujeres son protagonistas, siempre resistiendo, enfrentando y transgrediendo las fuerzas de poder y la opresión”. Añade que “las mujeres piensan, sienten y actúan para manejar las exigencias internas y externas que las interpelan en estos momentos de violencia y resisten el poder” que se manifiesta a través de este ejercicio de violencia hacia ellas.
Una de sus valiosas contribuciones en este libro es entrelazar dos conceptos que unidos describen y explican de forma más abarcadora la agencia y el protagonismo de las mujeres cuyas vidas en un momento dado se desenvuelven en relaciones constituidas por los esquemas de violencia y de poder. Estos ejes conceptuales que la autora entrelaza para sostener su propuesta del protagonismo de las mujeres son identificados por ella como: el enfrentamiento y la resistencia. Estos ejes se encuentran presentes en toda la gama de mujeres, aún las que a través de sus vidas han carecido de unas oportunidades económicas y sociales básicas a las cuales tienen derecho.
La autora define el concepto enfrentamiento como: “un esfuerzo cognitivo conductual, continuamente cambiante, para responder a exigencias internas o externas que la mujer valora y que exceden sus recursos”. Es decir, que cada mujer maneja los incidentes de violencia de su pareja a su propia manera: ante la incredulidad y la magnitud de lo que le sucede, ellas desarrollan estrategias o habilidades para comenzar a entender lo que les pasa, tratar de protegerse de la violencia e intentar llevar a cabo distintas acciones para cambiar el comportamiento de su pareja. Parte de ese manejo incluye procurar sobreponerse a los sentimientos de asombro, coraje, tristeza y miedo suscitados por esa cadena de eventos violentos. Lo anterior puede verse como estrategias de manejo de emociones y de solución de conflictos. Desde el comienzo de la violencia, estas mujeres comienzan por activar un proceso emocional, cognitivo y social dirigido a salir de este caos. En este proceso sus respuestas pueden aparentar ser pasivas. Sin embargo, son parte de sus estrategias de enfrentamiento y son tan importantes en el proceso de hacerle frente a la violencia y sobrevivir al igual que los comportamientos considerados activos, como por ejemplo, confrontar al agresor. Como la violencia y el poder están vinculados en estos actos maltratantes, la autora reitera que las estrategias de enfrentamiento de ellas son “esfuerzos valiosos de las mujeres para tratar con el entorno y ejercer poder y resistencia”.
La resistencia, por su parte, es la idea de que la persona tiene agencia aún cuando sus acciones parecen no demostrarlo. En este proceso la persona retiene su sentido de agencia aunque bajo condiciones que intentan quitárselo. Con este análisis, la autora nos mueve de un esquema que hace énfasis exclusivo en la victimización a uno que elogia y pone el énfasis en la resistencia, en la autodeterminación y en el derecho a decidir la manera en que la mujer quiere vivir su vida. Este concepto se relaciona directamente con enfrentar el poder y con las herramientas que le permiten a la mujer hacerlo, como por ejemplo, asumir la idea de que las mujeres no nos merecemos ser maltratadas. La resistencia, señala la autora, “son las formas en que las mujeres retan el dominio, el poder y la violencia masculina en el contexto de la familia y en el más amplio”. Para Valle Ferrer, interpretar las respuestas de las mujeres como estrategias de enfrentamiento y resistencia requiere ver y valorar dichas respuestas como estrategias variables dentro de un esquema relacional de poder y violencia.
Otra aportación de la autora en este libro es la idea de que la agencia de las mujeres y sus respuestas de enfrentamiento ante dicha violencia varían de acuerdo a las diferentes fases que atraviesa en una relación de pareja, ya que la autora señala que ésta es un proceso que se desenvuelve en distintas etapas generales. Las respuestas de las mujeres ocurren dentro de ese contexto relacional cambiante. La autora nos brinda ejemplos concretos de las respuestas de enfrentamiento y resistencia de estas mujeres y su agencia durante cada etapa de la relación de pareja. Para ello se basó en el análisis de las historias de 76 mujeres sobrevivientes residentes de Puerto Rico que la autora entrevistó como parte de su estudio. A grandes rasgos, Valle Ferrer propone que la agencia de las mujeres lleva el proceso de la relación desde un punto inicial de entrampamiento hasta otro de liberarse de la violencia de su pareja. En este proceso, transcurren tres etapas que la autora identifica como 1. el inicio y enganche, 2. la consolidación y 3. el desapego y desenganche.
Las mujeres resisten la relación desde sus comienzos, es decir, desde la etapa que la autora llama inicio y enganche. En esta etapa inicial de la relación, ellas observan ciertos comportamientos e intuyen que esta persona podría no ser el mejor marido debido a que el hombre ha manifestado, aunque sólo en algunos momentos, “su mal carácter” Se preguntan si este hombre les conviene o no. El engache ocurre a pesar de su análisis y resistencia inicial, movido por poderosos factores internos y externos de poder. Entre los más comunes se encuentra la seducción del hombre hacia ella y sus parientes, su buen comportamiento en la etapa inicial de la relación, la necesidad económica de la mujer y la idea romántica de que ellos pueden cambiar con el matrimonio.
Sobre la segunda fase, la consolidación, Diana Valle Ferrer aporta un análisis de suma importancia. Durante la etapa inicial del matrimonio ocurre un incidente crítico que Valle Ferrer llama “la lección”. La mujer contesta abiertamente un acto de violencia de su pareja y recibe del hombre una manifestación adicional y aun más dramática de maltrato, capaz de aterrorizar a cualquiera. La autora interpreta este incidente crítico como una lección que le envía a la mujer un mensaje contundente sobre el poder del hombre. La lección, señala la autora: “establece el patrón que seguirá la relación e identifica quien tendrá el control y el dominio”. Un ejemplo que nos presenta la autora es el de una mujer quien ya ha enfrentado uno o varios incidentes de violencia y decide irse de su casa. Llega al carro, pero su pareja la sigue y se torna más violento, con actos o amenazas como las siguientes: destrozarle los cristales al carro, encerrarla, maltratar a los hijos o las hijas y matarla.
Las estrategias de enfrentamiento y de resistencia de estas mujeres frente a “la lección” son imprescindibles para su sobrevivencia. Activan un proceso emocional y cognitivo para protegerse y defenderse. Primero se enfrentan a un proceso de sobreponerse a su sorpresa, su incredulidad y un miedo paralizante ante los repetidos actos de crueldad de su pareja. Luego, intentan controlar la violencia de su pareja cambiando su propio comportamiento. Tratan de entender qué provoca las agresiones de su pareja. Piensan ¿será que hice algo mal? Muchas redoblan sus esfuerzos para cumplir con su papel de amas de casa. Se trata de esfuerzos cognitivos y conductuales para cambiar sus situaciones de violencia. Sobre la manera en que una mujer enfrentó la violencia durante la etapa de consolidación, Valle Ferrer señala:
Ramona aprende que la oposición frontal incrementa la violencia, por lo tanto trata de prevenir y evitar los golpes, le ‘sigue la corriente’ para evitar que la situación empeore. Pero su aparente sumisión es una estrategia de adaptación y sobrevivencia. Es una estrategia para preservar su matrimonio y su vida a pesar de que en el fondo sabe que es injusto el trato que reciben ella y sus hijas.
Es importante señalar que varios estudios han evidenciado que las mujeres que se defienden de ataques de sus parejas íntimas reciben el doble de daños o heridas que las que no se les enfrentan.1 En este ejemplo, una expresión de la resistencia de Ramona se observa en su afirmación a sí misma de que este atropello es injusto.
La tercera y última etapa es el desenganche o desapego. En la misma las mujeres hacen suya la idea de separarse de su cónyuge. Durante la etapa anterior, ellas aprenden a manejar su miedo. Su miedo se va convirtiendo en ira. El paso definitivo para salir de la relación ocurre luego de un incidente que “les colma la copa”. La autora lo llama un incidente crítico. De ahí en adelante, ellas se reafirman en que son personas valiosas, que su bienestar sea primero y que no quieren permitir ese abuso. Lo dicen en las siguientes palabras: “desde cuando pude haberlo metido preso y por el miedo y la pena, por estar pensando en él más que en mí, no lo he hecho”. Y: “yo tengo al enemigo en mi casa, yo lo tengo que sacar porque me está destruyendo, destruyendo los valores que yo les he enseñado a mis hijas”. La mayoría de las mujeres entrevistadas por la autora terminan su relación de maltrato.
¿Qué lecciones surgen de lo anterior para las personas profesionales que nos interesa apoyar a las mujeres que enfrentan violencia en su relación de pareja? Diana Valle Ferrer nos responde esta interrogante en el capítulo V sobre las modalidades de intervención. De este tema, su propuesta más importante es que la labor central de estas profesionales, de agencias pertinentes o de organizaciones de base, es ayudar a las mujeres a entender y a valorar sus respuestas como formas de enfrentamiento y de resistencia. Se elabora y construye sobre lo que ellas están haciendo para resistir el abuso y salir de la violencia. Cito a la autora: “Aunque a veces se les hace difícil…concebir que sus acciones fueron actos de lucha, esto les ayuda a cambiar la visión que tienen de sí mismas, se transforman de víctimas receptoras de violencia en mujeres que resisten y enfrentan la violencia. Este es un paso importante hacia la desvictimización y el empoderamiento”.
Las ideas centrales de la autora en su libro constituyen una voz de alerta a las personas que trabajan con las mujeres que enfrentan violencia en su relación de pareja sobre el empleo de discursos profesionales e incluso feministas que refuerzan una visión de víctima o de indefensión en el contexto de la violencia de pareja. Sabemos que estas mujeres, por su formación de género, constantemente han recibido e interiorizado mensajes sobre ellas mismas de pasividad, sumisión e inhabilidad para salir de la relación. Si buscan ayuda y las profesionales de apoyo empleamos discursos victimizantes y regulatorios, aunque de forma sutil, no les quedará otra salida: las mujeres también habrán de resistir estos discursos.
Las aportaciones de Diana Valle Ferrer en su libro son valiosísimas. Sus ideas sobre la agencia de las mujeres en este contexto representan un paso de avance en la comprensión de las respuestas de ellas frente a esta violencia en los discursos profesionales y feministas que tratan este tema. La autora presenta y aclara, además, conceptos centrales a la violencia doméstica, los debates teóricos feministas sobre este tema y elabora su propio esquema de apoderamiento para apoyar a estas mujeres. A la vez, nos ofrece una guía completa y rica de los aspectos que debemos conocer para trabajar con estas valerosas mujeres. Exhorto a todos y todas a leer este interesante e innovador libro.
- Ver página 53 en Johnson Michael P. 2008. A Typology of Domestic Violence. Boston: Northeastern University Press. [↩]