Espectro del descubrimiento
Al igual que todos los años escuelas, colegios y gobiernos celebran el famoso 12 de octubre de 1492, fecha que niños y niñas se embotellan como parte de su conocimiento histórico. Esta semana, conmemoramos el aniversario del famoso “Columbus Day”, Descubrimiento de América o Día de la Raza, como está de moda llamarle en los Estados Unidos, especialmente entre la comunidad latina. Esto, con toda la intensión de disimular, encubrir y minimizar los crímenes cometidos. Celebrar el llamado descubrimiento de América implica descartar que existían más de cien millones de seres humanos, que ya habían descubierto al continente y vivían tranquilamente en él. Irónicamente, muchos de los libros de texto que utilizan nuestros niños llevan por nombre “Encuentro de dos culturas”, “Encuentro de dos mundos”, “Mundos Maravillosos” o peor aún “Encuentros Maravillosos” como hábil intento de falsear o corromper la Historia. ¿Qué de maravilloso tuvo el encuentro de estas dos culturas? Este encuentro entre europeos y nativos no tuvo nada de protocolar o pacífico como cínicamente pretenden idealizar sus difusores.
En este llamado descubrimiento el desequilibrio tecnológico impuso sus trágicas desproporciones e implicó muchas cosas. Para muchos, el hallazgo de América fue uno de los acontecimientos más importantes de la historia de la humanidad. Sirvió de inicio a un nuevo período, irónicamente, llamado el Renacimiento; donde para algunos el hombre nace, pero para otros, el hombre simplemente muere. Como consecuencia, España, Portugal, Francia e Inglaterra se convierten en potencias mundiales y toman el control del mundo. Para otros, el famoso descubrimiento, no fue tan beneficioso. Significó el genocidio y maltrato de miles de familias nativas, el saqueo de sus incalculables riquezas, la violación de miles de mujeres y la esclavitud de millones de africanos. Ciertamente se relacionaron mundos antes desconocidos entre sí y se modificaron las economías cerradas de esos países para constituir un mercado mundial. Todo esto, justificado por el sentido del progreso y la modernidad. Pero, ¿quién realmente se benefició del llamado descubrimiento?
Hoy niños y niñas se visten de nativos, preparan informes, trabajos especiales o simplemente no tienen clases, como parte de la supuesta celebración, ¿qué celebración? Pensar en el descubrimiento de América, me hace retomar el presente, nuestro Puerto Rico y la famosa medicina amarga de los despidos. Más aún, me hace recapacitar sobre el déficit acumulado por nuestro actual Gobierno, casi duplicado en apenas tres años fiscales. El hecho de que Puerto Rico necesita dos veces más el dinero que tiene disponible para cubrir sus obligaciones actuales y futuras. Un día como hoy, pienso en la gran cantidad de indígenas que fueron sacados de sus hogares y llega a mi mente el montón de propiedades reposeídas en manos de bancos comerciales, su nivel más alto en nuestra historia y cómo unas ocho familias puertorriqueñas pierden sus residencias cada día. Igualmente un día como hoy, pienso en los cientos, miles o millones de nativos muertos y pienso en las discrepancias y falta de confiabilidad en las estadísticas de la policía, el Departamento del Trabajo, entre otras agencias gubernamentales, que manipulan cifras a su conveniencia. La fecha me hace recordar que desde un poco antes del 2010, tengamos más puertorriqueños viviendo fuera que los que tenemos en la Isla, todos tratando de “descubrir” o en el mejor de los casos “re-descubir” un mejor futuro. El sufrimiento y ultraje de las mujeres nativas me hacer recordar el secuestro y violación que el actual gobierno tiene sobre nuestro primer centro docente, Universidad de Puerto Rico, hoy refugio de plagistas, convictos y dudosos científicos con aspiraciones políticas.
Pensar en el descubrimiento me hace entender que en muchos aspectos el mundo no ha cambiado, ni se ha modernizado y mucho menos progresado. La opresión que sufrieron muchos nativos, negros, mulatos, mestizos y chinos no es muy distinta a la que sufren nuestros trabajadores, estudiantes y ciudadanos comunes y corrientes hoy día en nuestra Isla ante la criminalidad, impuestos, costo de vida, costo energético y de agua, desempleo, pobreza, corrupción, educación y salud, entre otras. Hoy gobiernos y gobernantes celebran los mismos atropellos de antes, entregan las riquezas, distorsionan la verdad, someten al pueblo trabajador a cada vez mayores sufrimientos y explotación. Todo justificado bajo el mismo progreso y modernidad, esa misma, de la que muy pocos se benefician. Nuestro actual sistema, en su versión globalizada, continúa acumulando nuevas víctimas y nuevas riquezas.