Esta crisis no es nuestra
Por varios años se reunieron, acordaron sus peticiones, apoyaron y financiaron a los que se encargarían del trabajo sucio –sin discriminación partidista– pagaron los estudios y análisis a consultores mercenarios, redactaron los proyectos de ley, exigieron subsidios, exenciones, préstamos, ventas de propiedades públicas a precio de quemazón, privilegios contributivos, “tocaron” con generosidad a sus portavoces, pero no dieron cara, se enmascararon, fueron insensibles al dolor, a la angustia y a la desesperación de los cientos de miles de perjudicados por sus políticas, “such is life” ha sido su lema.
Puerto Rico no ha fracasado, ni su gente, ni sus comunidades, ni sus trabajadores, ni sus profesionales, ni sus jóvenes, ni sus estudiantes… Fracasó la agenda de los grandes sectores corporativos y financieros, parasitarios, avaros, egoístas, prepotentes. Impusieron sus intereses a fuerza del dinero (aunque alegan que sus negocios van “mal”) y de la violencia policiaca como en la Universidad de Puerto Rico, en las comunidades pobres y contra el movimiento obrero. Se apropiaron del gobierno y lo han manejado como un monigote. Destruyeron instituciones buenas, asaltaron otras. Se le orinaron encima a la democracia, a la Constitución, a las normas básicas de convivencia, al sentido común y repiten, a través de sus voceros: “El sector privado lo hace mejor”; “el sector público no sirve”.
Pero nada ha funcionado bajo su manto. Las leyes y planes económicos que crearían miles de empleos fueron pura bazofia. Mientras, sus propios ídolos se burlan y le degradan la “nota” después que hicieron sumisamente todo y mucho más de lo que le pidieron. Ahora vuelven a hacer llamados a “unirnos para enfrentar la crisis”. Claro, tiene que ser bajo su plan. ¡Qué clase de unidad!
Bajo su mando, la crisis dejó de ser algo extraordinario para convertirse en algo tan normal como la salida del sol. En verdad, no hemos tocado fondo porque el hoyo es tan profundo que, sencillamente, no lo tiene o no se alcanza a ver. La caída puede y va a continuar. A manera de ejemplo, desde el 2006 se han perdido 196,000 empleos, y desde que entró Fortuño 50,000. La manufactura, principal actividad económica, va en picada: 38 mil empleos menos desde el 2006 y 14 mil menos desde Fortuño. Por otro lado, los asesinatos apuntan a una tasa de 30 por cada 100 mil habitantes (entre las primeras diez más altas del mundo).
Se suma a lo anterior el espectáculo cantinflesco de incumbentes y exincumbentes repartiendo culpas cuando ambos equipos bailaron al son de la misma música e idéntico repertorio.
Como su “plan salvador” se agotó y no quieren –o no pueden- reconocerlo, se aferran en mantener, controlar y ampliar su manto. Ahora, su estrategia mediática consiste en llover sobre mojado: el plan funcionó porque “pudo ser peor”. ¡Ah! y mienten sin pudor alguno: “ahora hay más dinero en el bolsillo”. Es la consigna que les queda. Lo del crédito salvado, se esfumó, la alegada recuperación era simple imaginación.
A veces parecen sensatos y aceptan lo que anteriormente negaban: “los sistemas de retiro están quebrados”. Y reaparece la representación de incumbentes y exincumbentes echándose la culpa. Pero se quedan cortos, no tienen la humildad para reconocer que son ellos quienes han quebrado al País.
Como han convertido el empleo en una actividad en peligro de extinción y el empleo precario en la gran virtud, en la calle avanza la “ley de la selva”, la misma de la que se sirven los grupos de empresarios “glamorosos”. Con ellos, la violencia y la criminalidad tiene, también, su hilo conductor: ¿dónde se lava el dinero? ¿quiénes financian las multimillonarias sumas de los negocios “ilegales”? ¿quiénes le venden?
Existe un País atrapado que tiene y va a encontrar su salida, porque esta crisis no es nuestra, aunque nos haya tocado la peor parte. Tampoco es nuestro el plan que nos han atosigado.
Nos uniremos, claro que sí, pero bajo nuestro propio Plan, que dejará atrás la disyuntiva entre “más mercado o más estado” para abrazarse a lo básico: más ciudadanía, más solidaridad y más hermanamiento.