Genesio Riboldi: virtuoso del clarinete
En escritos y foros sobre temas de musicología se discute que la música en su forma primordial es el canto. Se arguye que el canto y el lenguaje se originaron a la vez. Se afirma que el proto lenguaje de los bebés es también el proto canto o proto música. Señaló Ernst Theodor Amadeus Hoffman que donde se acaba el lenguaje empieza la música. Se habla y se canta con el mismo sistema de locución y este sistema evolucionó en el homo sapiens para propiciar la comunicación utilizando idiomas complejos y de manera muy articulada.
Además el homo sapiens desarrolló utensilios o herramientas como extensiones del cuerpo para lograr tareas diversas de modo más eficaz. Los instrumentos musicales son utensilios o herramientas para funciones específicas de comunicar ideas musicales. Interesantemente, el estudio y las clasificaciones de los instrumentos musicales es denominado organología. Son sinónimos los términos instrumento y órgano aunque órganos son también partes del cuerpo humano. ¿Acaso no será porque se perciben a los instrumentos musicales como extensiones del cuerpo?
Si hay un músico que puede confirmar la idea de que su instrumento funciona como una extensión de su cuerpo, ese artista es el clarinetista Genesio Riboldi, un virtuoso puertorriqueño. Él maneja al mismo a su antojo, con pleno dominio del aerófono y de su repertorio. El pasado domingo, 20 de octubre se realizó un concierto asombroso y admirable. Ocurrió en la modernísima Sala Jesús María Sanromá del Conservatorio de Música de Puerto Rico en Miramar, Santurce.
Además del maestro Riboldi participaron los violinistas Omar Velázquez y David Betancourt quienes constituyeron un cuarteto de cuerdas juntos a la violista Rosa Sierra y la chelista Rosalyn Ianelli. Este cuarteto acompañó al profesor Riboldi durante las interpretaciones de la primera y cuarta (o última) obra del concierto, inspiraciones de compositores que coincidieron en el tiempo. Ambos eran de habla alemana. Estas composiciones fueron el Quinteto en La Mayor, K. 581, para clarinete y cuerdas de W. A. Mozart (1756-1791) y el Quinteto para clarinete y cuerdas de C. M. von Weber (1786-1826). La segunda obra del concierto fue la Fantasía para clarinete y piano, opus 73 de Robert Schumann (1810-1856). La pianista fue la profesora Magdalena Noguera.
Después del intermedio el profesor Riboldi y la pianista Diana Figueroa interpretaron la primera Rapsodia para clarinete y piano del francés Claude Debussy (1862-1918). Ambas pianistas, Noguera y Figueroa, demostraron gran seriedad hacia sus trabajos, gran profesionalismo y arte sublime. El maestro Riboldi demostró sumo cuidado con todos los detalles que requieren las mejores interpretaciones musicales. Su repertorio es idóneo para el clarinete, un aerófono de difícil ejecución. Nos sembró la idea de que su clarinete le obedece como le acatan sus párpados, sus meñiques o sus brazos. Que jamás se entienda que en este artículo se describe pura acrobacia musical. Lo que se escuchó durante el concierto mencionado fue excelencia en la interpretación de obras con gran lirismo, melodías difíciles, dinámicas contrastantes y volúmenes sutiles.
El clarinetista Riboldi demostró lo que se puede lograr con su instrumento: suma agilidad e impecable dicción en las escalas y arpegios, agudos excitantes y graves sedosos. Él canta con su clarinete. Su respiración y fraseos son magistrales. Los balances entre los instrumentos propiciaron la percepción y el disfrute de las armonías y pasajes contrapuntísticos.
Este concierto tan excelente y admirable fue una lección de historia de la música de Occidente ya que empezó con un ejemplo del Clasicismo, pasó por el Romanticismo y llegó al Impresionismo. Puede afirmarse que fue también una lección de orquestación y de composición. Las obras escogidas son joyas por sus formas, unidad, balance, proporciones, cohesión y coherencia. Los participantes de este concierto demostraron lo que se debe lograr en distintos aspectos del quehacer musical. Muchas felicidades a todos los profesores que contribuyeron al concierto descrito. Felicidades al maestro Riboldi por su arte, virtuosismo y dedicación.