Gifted
¿Cómo se confrontan los padres a un niño superdotado?, es la pregunta que pide respuesta de solo verse el título de esta comedia-drama graciosa y eficaz. Dotada de un guión ingenioso de Tom Flynn, que a veces recurre a clichés para hacer valer sus argumentos, la película nos captura desde el principio con la agudeza del diálogo y la presencia de una bella (y mellada) niña actriz quien es irresistible.
McKenna Grace es Mary Adler, una niña que es un genio matemático y de una brillantez que asusta. La está criando su tío soltero Frank (Chris Evans) en un vecindario cerca de Tampa, con la ayuda de Roberta (Octavia Spencer), una vecina que ejerce de madre vicaria durante los fines de semana. En ese intervalo el tío va a bares a buscar compañía femenina. Frank ha sido custodio desde que su hermana, la madre de la niña, se suicidó. La mujer quería que su hija se desarrollara como una niña normal y Frank quiere cumplir la promesa que le hizo. Para poder hacerlo tiene que enviar la niña a la escuela.
Como se imaginan, a pesar de que le han enseñado a controlar sus capacidades cuando está con otros niños y ante los adultos, en el primer día de escuela la maestra descubre sus dotes. No pasa mucho tiempo antes de que las autoridades se percaten de los talentos de Mary y que aparezca en escena su abuela Evelyn (Lindsay Duncan), la madre de su madre y de Frank.
Se puede predecir (todos los que hayan visto los avances, lo sabrán) que hay una tirantez entre Evelyn y Frank, y que también la hubo entre la desaparecida Diane y Evelyn. La pugna se debía a las ambiciones de Evelyn, que también era adepta a las matemáticas, y de donde presumimos que viene la veta genial tanto de Diane como de Mary, y no parece haberle tocado a Frank.
El filme toma un giro que desemboca en una especie de “drama de corte judicial” y que representa un triunfo para los actores que participan en esta parte del filme. Tanto Glenn Plummer, como el abogado de Frank, y John M. Jackson, como el juez, traen al filme dos interpretaciones que nos hacen recordar a los grandes actores de “carácter” que abundaban en los estudios en la época dorada de cine. Sus intervenciones le dan al filme un respiro de la parte más sentimental pegajosa de la cinta.
No hay mejor placer que descubrir que un actor que se ha despachado porque está destinado a ser parte del género de acción, resulta ser, pues… actor, después de todo. Chris Evans, que hasta ahora lo que más ha hecho es tirar el escudo de “Captain America” y combatir a “Iron Man” en una guerra sin ganadores, se declara con esta buen actor. De hecho, tan bien, que sobrevive con galones la presencia de la niña actriz (que es mucho decir) y también la de la incomparable Octavia Spencer quien, como siempre, tiene unas intervenciones estupendas. Evans nos convence de su amor por la niña y por Roberta y, al mismo tiempo, transmite su vehemencia en que Mary tenga una niñez lo más normal posible: aquella que esté al alcance de una de niña de siete años que ya ha manejado cálculo integral y se prepara para tratar de resolver las ecuaciones de Navier–Stokes, uno de los más importantes problemas matemáticos del milenio.
Los encuentros de Mary y sus compañeros de clase son absolutamente deliciosos, y un chiquitín roba escenas llamado Justin (Michael Kendall Kaplan), compañero de primer grado de la niña genio, es parte del asalto a nuestro corazón perpetrado por el director de elenco.
Tengo que mencionar a la nueva Agnes Moorhead del cinema. Cuando Agnes (quien también tenía sangre escocesa) quería ser mala e imposible no había quien le ganara, pero ahora aparece Lindsay Duncan, a quien tal vez recuerden como Tabitha Dickinson en “Birdman (or the unexpected virtue of ignorance)” (2014). En ese filme hizo de la crítica de teatro más horrible en la historia de las tablas, una combinación de John Simon, Heywood Broun y Dorothy Parker con indigestión. Un poco más controlada aquí, pero con ribetes de Medea, es otra razón para ver la película.
Marc Webb, quien viene a este filme de dirigir mayoritariamente películas de “Spiderman” mantiene la acción y la fluidez de la cinta sin tratar de usar demasiados trucos sentimentales para subyugarnos. Con la seriedad, la capacidad y el encanto del elenco menor de 11 años hay suficiente para agarrarnos.