Grandes músicos de Puerto Rico: Cruz Ortiz Cirino “Chichito”
¡Ahí vienen los tambores!
Ten cuidado, hombre blanco, que a ti llegan
Para clavarte su agujón de música.
Tápate las orejas,
Cierra toda abertura de tu alma
Y el instinto dispón a la defensa;
Que si en la torva noche de Nigricia
Te picara un tambor de danza o guerra,
su terrible ponzoña
Correrá por siempre por tus venas.
(Luis Palés Matos, Tambores).
Conocí a Chichito en junio de 1980 durante un baile de bomba en el negocio de don Presbítero Cepeda Ayala. El mencionado local estaba ubicado en la calle de Las Carreras en Medianía Alta, Loíza. Muy posiblemente fue la víspera del día de San Juan Bautista, el 23 de junio de ese año. Esa noche llegué a Las Carreras como parte de una excursión que organizó el profesor Luis Manuel Álvarez (de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras) para una sección del curso Música y músicos de Puerto Rico. En esa ocasión conocí a personajes simpáticos como Guelo el Guare y Pirulí, ambos tocadores de bomba. El que atendía el negocio era Toló, un hijo del señor Cepeda Ayala. Cruz Ortiz Cirino era músico del tambor (o bomba) que denominan requinto, el de sonido más agudo que se usa para calcar, de manera sonora, los pasos del bailador o bailadora. Ese danzante reta al músico del requinto a que produzca impactos sobre el cuero y que esos golpes coincidan con los pasos del danzante. El percusionista convierte en sonido lo que es visual para el espectador aunque muy físico o corporal para el que baila. El otro tambor, el de sonido grave, es el seguidor según la terminología loiceña.
El contexto en que conocí a Chichito
A partir de esa primera experiencia en un baile de bomba fui muchas veces hasta allí. Generalmente eran niños y niñas los primeros que se acercaban al área del baile de bomba. Una vez empezaban a afinar y a tocar unos primeros ritmos, se iban acercando los niños para bailar delante de los tambores. Los percusionistas de los tambores (o las bombas) se sentaban sobre bancos de madera hechas para esos menesteres, para los músicos de esos eventos musicales. Las bombas, el requinto y el seguidor, tenían alrededor de dos pies de alto y catorce pulgadas de diámetro en cada extremo del instrumento. Los instrumentos y los bancos eran propiedades de don Presbítero. Se tocaba debajo de un techo de cinc. Había una bombilla con que se alumbraba al área. La cantadora de más experiencia, doña Juana Osorio, iniciaba los seises de bomba. Le respondía un coro de mujeres aunque también cantaban hombres. Frecuentemente se cantaba antifonalmente: un coro mayormente de hombres le respondía a un coro formado por una mayoría de mujeres. Varios tocadores se alternaban. Tocaban de manera pícara, enérgica, dinámica y divertida. El más que me impresionaba era Chichito por su sonido imponente, por su ritmo espontáneo e irresistible, por su veteranía y conocimiento.
Cruz Ortiz Cirino era parlanchín, humilde, de buen humor y de mejores modales. Tenía una voz gruesa con unos armónicos particulares que le atenoraban la voz un tantito. Siempre lo vimos con su gorra de tela. Respondía a los saludos de maneras cómicas:
¡Chichito!
¡Salta el burro!
¡Hey, Chicho!
¡Aquí y dondequiera!
¡Chichito!
¡Hepatitis!
Ese fue el contexto cultural y social en que creció y vivió Chichito. Allí se formó como exponente de la plena y la bomba. Allí estuvo expuesto a otras tradiciones musicales como el baquiní, las fiestas de Cruz y los rosarios cantados (o velas). Su entorno propició que escuchara y viviera los seises, aguinaldos, seguidillas, villancicos y guarachas. Vio bailar valses y danzas entre otros géneros de la música puertorriqueña y latinoamericana. Llegué a escuchar a Chichito cantar un bolero mientras que se acompañaba con una guitarra. En su juventud también tocó bongó con un conjunto loiceño. Esa fue su formación musical. Su entorno, su comunidad, fue su escuela.
Su nacimiento y su familia. Su infancia y juventud. Contemporáneos
Cruz “Chichito” Ortiz Cirino nació el 11 de septiembre de 1920 en el sector Colobó del barrio Medianía Alta en Loíza. Sus padres fueron Ana Cirino Pizarro y Aquilino Ortiz Osorio (1895-1981, apodado Ño Caún). Don Aquilino hacía tambores de bomba. Además construía guitarras, bordonúas y bongóes, entre otras artesanías. Ño Caún tocaba bomba y fue de él que Chichito aprendió a tocar; aprendió de su padre. ¿Cuántos bailes de bomba tocó Ño Caún? ¿Cuántos presenció Chichito? Debió ser un sinnúmero. No hay que dudar que en el transcurso de esos bailes Cruz Ortiz tuvo otros modelos a emular.
Como parte de su formación, Chichito presenció cantidad de bailes de bomba en que participaron los santurcinos Estacio y Bobó Flores (padre e hijo, tocadores). Don Cruz vio también bailar a la legendaria bailadora Carmen la Ponchinela. Ella también iba a Loíza desde Santurce. Esas figuras cangrejeras eran muy bien recordadas en Loíza. Llegué a escuchar en ese municipio c. 1980 un seis de bomba que los inmortalizaba:
¡Ay, Estacio Flores!
¿Dónde está Bobó?
Tu único hijo
De mi corazón.
Y con Carmen la Ponchinela
Está tu hijo del corazón.
¡Ay, Estacio Flores!
¿Dónde está Bobó?
Isabelo “Rochí” Osorio fue un tocador loiceño muy admirado por Chichito. Don Isabelo también fabricaba panderos. Podía convertir a un barril vacío en una bomba o tambor propio del género. Tuve el honor de conocerle, visitarle y entrevistarle. Otro gran tocador se llamaba Juan Casanova. Lo vi y escuché tocar junto a Chichito, cada uno con un tambor. Ambos eran excelentes y asombrosos tocadores.
Las mujeres mayores iniciaban el canto de los seises durante los bailes de bomba. La cantadora pimentosa y veterana Juana Osorio establecía la tonalidad, ritmo y tempo con ese primer estribillo que interpretaba. Le contestaban otras damas presentes. Se le unían más adelante hombres que también reforzaban al coro. A ella se le reconocía la experiencia y autoridad para comenzar con su canto los distintos seises de bomba. Pude escucharla muchas veces durante los bailes de bomba en Las Carreras.
Julio Cepeda González era un bailador admirable que prefería bailar cuando tocaba Chichito. Don Julio vivía en Medianía Baja, en el sector La 23. Acudía a los bailes de bomba de Las Carreras. Ambos, don Julio (El Califa del Yubá) y Chichito, fueron estrellas de Paracumbé mientras pudieron participar. Eran personas muy buenas y muy buenos amigos de este servidor.
Escuela y familia. Otras actividades
Don Cruz Ortiz Cirino estudió en la Escuela Elemental de Medianía Alta, antes Escuela Jesús Elicier. Sus maestros fueron el profesor Osorio y las profesoras Parrilla y Fuentes.
A los diecisiete años se casó con Juana Ayala con quien procreó tres hijos: Eneida, Luz Huertas y una tercera hija que ya había fallecido antes de 1995. En segundas nupcias con Eusebia Pizarro (fallecida en 1994) tuvo siete vástagos: Betty, Santa, Blanca, Áurea, Maritza, Evangelina e Iván.
Chichito fue maestro albañil. También fue integrante del conjunto Estrellas de Oriente con Ernesto “Barón” Fuentes, Menú (bongosero) y Santiago Satanás.
Chichito con Paracumbé
Chichito fue un miembro muy destacado del taller-conjunto Paracumbé desde 1983 hasta 1987. Fue el excelente bailador de bomba Julio Cepeda González (1905-1983) quien ayudó a reclutar a Chichito. Don Julio insistió en que era necesario reclutar a Cruz Ortiz Cirino porque era el único que tenía el dominio de la bomba brava de antaño. Chichito aceptó porque se trataba de don Julio; lo respetaba como bailador y como conocedor profundo de la bomba. Don Julio supo convencerle con los argumentos más acertados. Con Paracumbé, Chichito participó en múltiples conciertos, talleres, verbenas, festivales, fiestas, bailes, misas cantadas en más de la mitad de los municipios de Puerto Rico. Lo presentábamos, en todas las funciones de Paracumbé, como El Maharajá de la Bomba Loiceña. Presentamos la música de Paracumbé en Santa Isabel, Mayagüez, San Juan, Loíza, Carolina, Cayey, y Bayamón, entre otros municipios. Hicimos presentaciones en universidades, escuelas e iglesias.
Radio y televisión; el primer disco de Paracumbé
Fueron muchas las transmisiones radiales y televisadas. Era una gran aventura el poder llegar desde Loíza a San Juan sin las dilaciones de semáforos, distancias y tapones. Fueron varias las ocasiones en que fuimos al canal 7. Para llegar a esa estación en San Juan, cruzábamos el Río Grande de Loíza. Íbamos en el famoso ancón de Loíza desde el pueblo hasta el barrio Torrecilla Baja. El puente actual no existía entonces. Enseguida que montábamos al automóvil en la embarcación ayudábamos a jalar la nave hasta el otro lado del río. Se usaba una soga que se extendía hasta el lado contrario del río para llegar al sector La Arena del barrio Torrecilla Baja. La idea era avanzar para no llegar tarde a la estación de televisión. Ayudábamos a los tripulantes de la embarcación a impulsar la nave con cada tirón de la soga. Cada caballero de Paracumbé contribuía al éxito del viaje al impulsar la embarcación. El trayecto desde el río hasta el expreso Román Baldorioty de Castro era otra aventura. La carretera con poco pavimento estaba muy llena de hoyos y badenes enormes. Frecuentemente era preciso tomar otros caminos de arena, sin pavimentar, entre los palmares que quedan justo a la orilla de la playa para esquivar los cráteres que interrumpían al “pavimento”. Una vez llegábamos al Canal 7 participábamos en el programa Borinquen canta y baila de Castor Roldán y su hija Edga. También acudimos a los canales 4 y 6. En una ocasión nos presentamos en el programa Mirador Puertorriqueño (Canal 6) del gran compositor y gestor cultural Héctor Campos Parsi. Fueron ocasiones memorables que propiciaron las satisfacciones de poder difundir nuestra música y de conocer a diversidad de figuras importantes del mundo de las artes y la cultura. Cruz Ortiz Cirino y Paracumbé se presentaron varias veces en el programa radial Cancionero de Vanguardia, producido por los profesores Rafael Aponte y Luis López Martínez para Radio Caguas (WVJP, barrio Tomás de Castro). El doctor Edgardo Pratts, historiador y abogado, produjo su programa radial Canto Libre (WEUC, Ponce) desde los terrenos del Festival de las Flores en Aibonito. Allí se presentó Paracumbé con Chichito. Cruz Ortiz Cirino y Ernesto “Barón” Fuentes también participaron en la grabación del primer disco de Paracumbé, Paracumbé. Bomba y plena (Paracumbé 1, 1986-1987, https://youtu.be/0iFM8-37MA8). Todas las selecciones de ese disco original aparecen en YouTube. Fueron compartidos por Joseito12, el 12 de enero de 2017.
Otros eventos
Con Chichito, Paracumbé fue a tocar al Festival de Cantera al menos en dos ocasiones. Paracumbé hizo varios conciertos en el Teatro del patio interior del Convento de Dominicos, sede del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Nos acompañó al pueblo de Arroyo para tocar en el carnaval y en la Fiesta Negra, a Yauco (Festival del Café), San Sebastián (Festival de la Novilla), Loíza (Fiestas de San Patricio), en la plaza de Patillas, las fiestas patronales de Toa Alta, en el Centro Cultural de Guaynabo, en la Villa Pesquera de Añasco, en la Biblioteca Pública de Villalba, en el quinto Festival de la Montaña de Aibonito y varias veces en las canchas Raúl Castellón y Julio Enrique Monagas (Caguas). También Chichito se presentó junto a Paracumbé en el Festival Toñín Romero (Valle Alto, Ponce), en las plazas de recreo de Añasco, Hatillo, Comerío, Hormigueros, Carolina, en el segundo Festival de Cangrejos (Santurce) y varias veces en el Departamento de Música del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Paracumbé presentó conciertos en el Instituto de Educación Universal (Carolina), en el Colegio San Antonio en Río Piedras, en el Recinto de Ciencias Médicas (U. P. R.) en verbenas y fiestas privadas, y en el Café del Puerto (San Juan). Chichito participó junto a Paracumbé en esos eventos.
Cruz Ortiz Cirino acompañó a Paracumbé en sus homenajes al cuatrista Roque Navarro y a la compositora Margarita Rivera García (https://youtu.be/w1rkj9nDIDw ). También se presentó en el barrio Bajuras en Vega Alta, en Vieques, La Perla (San Juan), en el Festival de la Caña (Carolina), en la plaza de Aibonito, en la Playa de Las Criollas en Barceloneta, además de múltiples ensayos y presentaciones en otros lugares y momentos. Fueron años de actividad muy intensa: Ponce, Hatillo, Hormigueros, Loíza, Cayey, entre otros lugares y públicos. Cada viaje y cada concierto tienen sus anécdotas y detalles que nos alegran grandemente al recordarlas.
La Misa Costera
Durante la Noche Buena de 1986 Cruz Ortiz Cirino participó en el estreno de la Misa Costera, obra de música sacra basada en la plena, la bomba, seises, aguinaldos y canciones de baquiní. Ese estreno, durante la misa en la Parroquia San Fernando, fue efectuado por la agrupación fundada para esos propósitos y que denominamos Sociedad Dorada de San Fernando. La profesora Nelie Lebrón Robles, cantadora principal de Paracumbé, aún dirige esa agrupación para la música sacra. Chichito y Paracumbé aportaron los toques de plena y de bomba con la instrumentación tradicional de panderos y bombas. El sacerdote que ofició fue el Reverendo Padre José Rivas Campis. Chichito también tocó en otras interpretaciones de la Misa Costera en Carolina y en la Universidad de Bayamón, entre otros lugares. La Misa Costera es una composición de Nelie Lebrón Robles y quien les escribe.
Encuentro bombero: norte y sur
Tal vez fue en 1987 que coordiné para que Paracumbé hiciera un encuentro de bomberos de Loíza con los de Arroyo-Guayama. Los intérpretes guayameses fueron los hermanos Zaida, Francisco (Frankie) y Guango Montes Sabater, nietos de Felipa Pica de Sabater y Juan Sabater Virella, grandes exponentes de la bomba sureña. Los Montes Sabater demostraron sus dotes de bailadores. Chichito y este autor tocamos los barriles. Los bomberos guayameses quedaron muy bien impresionados por los repiques de Chichito. Los integrantes de Paracumbé quedaron encantados con los hermanos Montes Sabater.
Chichito como aportador, como maestro, como exponente de la música tradicional
Cruz Ortiz Cirino fue un ciudadano muy respetuoso y caballeroso. Manifestaba una picardía muy sana. Era pícaro cuando tocaba bomba. Tocaba seis corrido, corvé y mariandá, tres ritmos de tambor propios del repertorio loiceño. En ocasiones percutía al tambor con una mano mientras que con la otra formaba un diminuto hombrecito que caminaba sobre el cuero insinuando cierto relajo, cierta bayoya levemente jodedora, bacana o títera. En cierta ocasión, durante los inicios de un baile de bomba en el negocio de don Presbítero Cepeda Ayala, presencié cuando llegaron dos o tres jóvenes de otra parte, de otro pueblo; no eran de Loíza. Traían dos tumbadoras (o congas; timbas según los mayores) adaptadas con cuñas y sogas a la manera de las bombas de antaño. Esas tumbadoras tenían el sistema para la tensión y afinación del cuero estirado propio de los tambores de bomba de Loíza y Santurce en antaño. Esos muchachos se sentaron sobre la madera de sus tambores acigarrados; no tenían forma abarrilada como las bombas. Sus rodillas llegaban al suelo. Los tambores estaban recostados sobre el piso con los cueros hacia el frente. Los visitantes tocaron bomba, ese golpe que muchos denominan sicá, a la manera de Rafael Cortijo, mientras cantaban uno de los éxitos de Cortijo y su Combo. Chichito recalcó que esos tambores que traían eran timbas y no bombas. Les ilustró con un seis de bomba tradicional del repertorio loiceño; cantaba y tocaba el tambor simultáneamente:
Bambulaé sea ya.
Sea, sea, sea ya.
Bambulaé sea ya.
Cesar para ti no más.
Bambulaé sea ya. [Etc.]
Uno de los jóvenes visitantes tocó una de las bombas o tambores tradicionales mientras que cantaba algo improvisado con letra alusiva a alguna deidad yoruba, tal vez Yemayá. Chichito le señaló que eso no era bomba. Él, Cruz Ortiz, tenía una idea muy clara de qué cosas eran tradicionales y cuáles no. Sin embargo, sí estuvo abierto a la innovación. Esto me consta por las ocasiones que ensayamos y presentamos arreglos orquestados de plenas y de seises de bomba, con guitarra, marímbola, cuatro o tres, trombón y trompeta además de las voces y la percusión. Llegamos a hacer experimentos rítmicos con la Clave Tres de Raúl Berríos Sánchez. La misma Misa Costera es una innovación. Con ella se lleva al tambor secular a un contexto nuevo de la música sacra. Cruz Ortiz Cirino participó de esas actividades.
En mi opinión, dos de los eventos musicales más memorables en que participó Cruz Ortiz Cirino junto a Paracumbé acaecieron en 1983. Una noche tocamos en el Festival de Bomba y Plena que se celebraba en El Escambrón, San Juan. Ese festival fue organizado por Pedro Clemente. También estuvo don Julio Cepeda González bailando sobre aquella tarima tan alta que daba la impresión de gran distancia entre los intérpretes y del público. Esa fue una de las presentaciones más tempranas de Paracumbé con Chichito y Julio Cepeda González. Otra ocasión ocurrió en la Escuela Medianía Alta Elemental en Loíza. Chichito y don Julio siempre manifestaban gran orgullo por su agrupación y por el repertorio que se cultivaba. No tenían reparo en manifestarlo ante cualquiera. Ellos se encargaron de expresarlo esa noche en su propio pueblo, entre sus vecinos y demás compueblanos.
Cruz Ortiz Cirino fue uno de los homenajeados durante las fiestas tradicionales a Santiago Apóstol en Loíza en 1995. El alcalde era entonces Ferdin Carrasquillo Ayala. Eddie Manso Fuentes fue el presidente del comité organizador de esas fiestas. La gestora cultural y maestra Laura Meléndez Rosa coordinó un concierto-homenaje por Paracumbé, para Cruz Ortiz Cirino, en el Centro Cultural de Loíza. Chichito tocó nuevamente con su conjunto Paracumbé. Sin embargo, ese evento no se mencionó en el programa impreso de dicho año. El evento acaeció el 29 de julio. Esa fue la última vez que se presentó en público con Paracumbé.
Coda
Tengo el gran orgullo de poder decir que Cruz Ortiz Cirino, aunque participó en un sinnúmero de bailes de bomba tradicionales, fue miembro de un solo grupo organizado de plena y de bomba. Ese conjunto o agrupación es Paracumbé. Le doy las gracias a Dios por haberlo conocido y por haber compartido con él durante un período de actividad musical tan intensa. Son muchas las anécdotas que puedo recordar y que atesoro. Estoy seguro que otros integrantes de Paracumbé también tienen muy gratos recuerdos de esos años.
Muy frecuentemente recuerdo una lección que Chichito me dio al contarle que yo quería encargar la construcción de dos bombas de cuñas, tambores con el sistema tradicional o antiguo de darle tensión al parche o cuero estirado. Por su vasta experiencia y conocimiento profundo de los tambores de bomba y del repertorio reaccionó de una manera que yo no esperaba. Me preguntó y él mismo contestó:
“¿Quién va a ponerle la mano a eso? Yo no”.
Claro está que me explicó también el porqué de su respuesta. Él consideraba que el sistema de tornillos o cáncamos era superior porque las cuñas se soltaban con los impactos repetidos sobre el cuero. Requerían ser afinados y reafinados constantemente. Recalcó que ese tipo de tambores era problemático porque precisaban hasta el uso del fuego para tensar adecuadamente los parches o cueros. Lo que afirmó fue básicamente que si antes se usaba el sistema de cuñas es porque no había un sistema de tornillos. Ante el razonamiento de Chichito no encargué las bombas de cuñas. Los tambores fueron construidos con sistemas de tornillos o cáncamos. Años después toqué con un tambor de cuñas y comprobé que Chichito tenía razón. Tomé consejos para llegar a viejo y resultó perfectamente. No siempre lo original o tradicional es mejor por ser más genuino o auténtico.
Como instrumentista de música tradicional puertorriqueña Cruz Ortiz Cirino no tuvo pretensiones de ser un virtuoso a la manera de un Tito Puente ni un Giovanni Hidalgo. Esa idea era ajena a esos eventos musicales. Durante los bailes de bomba todos los presentes pueden participar cantando, bailando o tocando. Claro está que tocar o bailar es más difícil que cantar y que no todos saben ejecutar.
En una ocasión en que Chichito tocó con Paracumbé estuvo presente el célebre Martín Quiñones, músico de tumbadoras y constructor de instrumentos. Quiñones fue el timbero original de El Gran Combo. Fue integrante del Combo original de Rafael Cortijo. Fue en los terrenos de la Escuela de Bellas Artes en Carolina que Paracumbé, junto a Chichito, hizo una función. Martín Quiñones le preguntó a Chichito con claro tono e intención de aprobación y de admiración: “¡¿Dónde aprendiste a tocar esa bomba?!” Minutos antes el mismo Quiñones me había señalado y reafirmado que no todos los que reclamaban tocar bomba sabían hacerlo con el estilo y la energía de los bomberos de antaño.
Chichito tocaba en los bailes de bomba durante los períodos anuales de ese tipo de fiestas: desde el 23 de junio hasta fines de julio. El mismo Chichito me afirmó en dos ocasiones que los bailes de bomba terminaban o se extendían, en antaño, hasta la fiesta de Santa Rosa de Lima, el 30 de agosto de cada año. Esos eventos musicales eran experiencias comunitarias heredadas de tiempos anteriores a las invenciones de los fonógrafos, la radio y la televisión. Eran ocasiones de danza, esparcimiento, socialización y de fortalecimiento de la comunidad. Los ciudadanos tenían sus actividades económicas, de sustento, domésticas y cotidianas. Se recreaban durante los bailes de bomba cuando los había. Otros eventos musicales también enriquecían sus vidas. Chichito gozaba y se divertía cuando cantaba y tocaba plenas también.
Cruz Ortiz Cirino falleció el 11 de noviembre del año 2011 (11/11/11). Que Dios lo tenga en la Gloria, en el Paraíso. Tengo el honor y la dicha de poder decir que de él aprendí mucho sobre estos temas de la bomba y otros géneros musicales puertorriqueños. Le agradezco infinitamente que nos haya acompañado a tantos eventos musicales para compartir su arte y la tradición interesantísima de la bomba además de la plena y el baquiní. Su amistad, enseñanzas, colaboración y tiempo fueron muy importantes para mí como investigador y como músico ejecutante. Su aportación a Paracumbé no tiene precio. Su vida y presencia nos enlaza con los músicos de tiempos anteriores a él, nos enlaza con su padre don Aquilino. También nos enlaza con los contemporáneos de él, de Ño Caún, porque así es la tradición. Se hereda de los mayores y se pasa a los descendientes o a los que nacieron (o nacerán) después. Chichito fue el eslabón o enlace con los bomberos (cultivadores de la bomba) de otros tiempos. Estoy muy orgulloso de ser uno de sus herederos musicales y culturales. Me enorgullece el haber trabajado de forma tan cercana a él. Mil gracias, Chichito.