Grandes músicos de Puerto Rico: Emanuel Olivieri Robert, violista, educador y director
Un yoglar de gran guisa, sabía bien su mester,
Ombre bien razonado que sabía leer,
Su viola taniendo, vino al rey veer;
El rey cuando lo vio, escuchól volenter.
Libro de Alexandre, siglo XIII
Emanuel Olivieri tiene un hermano radicado en los Estados Unidos. Es historiador y se llama Luis Fernando. Trabaja para el gobierno municipal de Raleigh, Carolina del Norte, con las comunidades latinoamericanas de la jurisdicción.
Emanuel Olivieri Robert fue estudiante de las Escuelas Primaria y Secundaria de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Allí estudió música con los profesores Sinia Torres y Juan Correa Lago. Fue miembro de una rondalla organizada por el maestro Juan Correa. Además fue estudiante de viola en el Programa de Cuerdas del Conservatorio de Música de Puerto Rico (CMPR). En esa institución fue discípulo de Francisco Figueroa y de Guillermo Figueroa. Estudió solfeo con la maestra Alba Caballero. En 1985 ingresó como violista a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. En 1988 pasó al Programa de Bachillerato en viola del CMPR. Terminó su grado de bachillerato en viola en 1991. En 1991 fue al Manhattan School of Music para estudiar viola con el gran violista estadounidense Emanuel Vardi (1915-2011). Entre sus logros, el maestro Vardi había tocado con la excelente Orquesta NBC bajo la dirección de Arturo Toscanini (1867-1957).
Emanuel Olivieri Robert fue docente del Programa de Cuerdas para Niños del CMPR. Cuando el profesor Guillermo Figueroa anunció que se jubilaba, Emanuel audicionó para ocupar esa plaza en la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Eso acaeció en 1993. Es importante añadir que Emanuel hizo un bachillerato en Ciencias Naturales con especialidad en Matemáticas en el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico. En la UPR-RP tomó clases con figuras tan destacadas como Matilde Albert, Luis Rafael Sánchez y Marcelino Canino Salgado del Departamento de Estudios Hispánicos. Además estudió con el musicólogo William Meléndez. Durante ese período el violista frecuentaba la Biblioteca de Música ubicada en el edificio Agustín Stahl del recinto. Allí era ávido oyente de mucha música disponible en ese tiempo previo al Youtube. La Biblioteca de Música de la UPR-RP contaba y cuenta con una muy amplia colección de libros, grabaciones y partituras. Emanuel Olivieri aprovechó su tiempo escuchando las mejores grabaciones disponibles durante aquel tiempo.
Después de treinta y dos años de servicio, el violista Olivieri Robert se jubiló de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico durante el año 2020. Aún es docente. Es el profesor de viola en el Programa de Bachillerato del Conservatorio de Música de Puerto Rico. También enseña viola a nivel graduado. Ha incursionado en la dirección de orquestas. Durante su carrera ha organizado y dirigido conciertos diversos como el de la música de los Beatles en 2007 y varios de la música de juegos de vídeo a partir de 2008. Dirigió la Orquesta Filarmónica Arturo Somohano además del Taller de Ópera del CMPR.
Dirigió dos óperas de Wolfgang A. Mozart (1756-1791): El empresario y Bastien et Bastienne. Ahora tiene el tiempo para hacer otros proyectos que tiene en mente y que le ilusionan. Un ejemplo de esos proyectos es la grabación publicada recientemente con música del fenecido Roberto Milano (1936-2005). La publicación se titula Cuatro concertinos para instrumentos de aliento y orquesta de cuerdas. Es un disco compacto grabado por la Orquesta de Cuerdas del Conservatorio de Música de Puerto Rico dirigida por Emanuel Olivieri. El disco es del sello CMPR y fue grabado durante el 2020. El técnico de grabación, edición y mezcla es Ismar Colón Carrión, egresado igualmente del CMPR. La grabación fue hecha en la Sala Jesús María Sanromá de la misma institución. Los solistas fueron los profesores Kathleen Jones (clarinete), Joshua Pantoja (trompa), Josué Casillas (flauta) y Édgar Abraham Marrero (saxofón alto). La orquesta fue integrada por:
Primeros violines Violas
Olga Juliá (concertino) Yeisa Alejandro
Bárbara Santiago Jeremy Hill
Jean-Luc Cataquet Gina Flaz
Boinael Oms
Segundos violines Violonchelos
Juan Cruz Carlos Fernández
Rachel Alers Javier Tirado
Víctor Mártir José F. Quiñones
Contrabajos Mandolina
Christian López Enrique Álvarez
Adrián Castillo
Sobre el compositor Roberto Milano
Roberto Milano, nativo de Nueva York, estudió en el Manhattan School of Music. Tuvo la oportunidad de ejercer como docente en la Escuela de Música de la Armada estadounidense. Hizo una maestría en musicología en City University de Nueva York. Estudió teología en George Mercer School of Theology y aprobó cursos de educación en Columbia University. Llegó a nuestro país en 1976 donde enseñó en la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Continuó con su interés en teología ya que en 1981 fue ordenado sacerdote de la Iglesia Episcopal Puertorriqueña. Desde 1995 hasta su fallecimiento ejerció como docente en el Conservatorio de Música de Puerto Rico. El deceso del profesor Roberto Milano fue completamente inesperado.
Fueron Eunice Lebrón Robles (oboísta) y su esposo Ángel Daniel Mattos Maisonet (pianista) quienes me hablaron inicialmente de Milano y de su catálogo. Por ellos conocí personalmente al compositor. Escuché su música en varios conciertos. Incluí música de Milano en mi programa radial MVSICA MVNDI (Radio Universidad de Puerto Rico). Lebrón y Mattos participaron en una edición de mi programa para exponer la música del compositor. Entrevisté al compositor en mi programa radial al menos dos veces. Recuerdo muy bien que al preguntarle cuáles compositores habían ejercido mayor influencia en su obra y en su desarrollo como compositor, me comentó su desaprobación por esa pregunta. Él entendía que los oyentes podrían suponer una falta de originalidad en su obra. Le expliqué que todos somos productos de nuestras sociedades, historias, culturas, tiempos y circunstancias. Añadí que como musicólogo lo quería poner en contexto histórico y estilístico. Comentaré su obra para ubicarla en el contexto de la música del siglo XX. Considero que las siguientes citas aplican al compositor Milano. El autor citado (Morgan) discurrió de forma excelente sobre el desarrollo de la música de Occidente desde el siglo XVIII hasta el XX. En esta discusión es que ubico al compositor Roberto Milano.
This striving for originality is evident in all aspects of nineteenth-century music.
The twentieth century inherited a tonal system shaken to its foundation and already well on its way to total collapse. A final rupture was inevitable and it was both the achievement and burden of the new century to complete the break and shoulder its consequences. Of course, many composers continued to write tonal music of a traditional sort (as many continue to do right up to the present). [Morgan, 1991]
Me atreveré a escribir que Milano era más afín al neoclasicismo de Paul Hindemith (1895-1963) y al tradicionalismo de Ralph Vaughn Williams (1872-1958) que a otras visiones o tendencias de su tiempo. No se identificó con el atonalismo de Arnold Schoenberg (1874-1951) ni con el vanguardismo de Iannis Xenakis (1922-2001) o de Karlheinz Stockhausen (1928-2007). Su música es más afín a la de Augusto Rodríguez (1904-1993), Héctor Campos Parsi (1922-1998), Aleksandr Scriabin (1872-1915) o Benjamin Britten (1913-1976) que a la obra de John Cage (1912-1992), Mauricio Kagel (1931-2008), Rafael Aponte Ledée (n. 1938) o Francis Schwartz (n. 1940). Milano estudió con la muy reconocida profesora Ludmila Ulehla en Manhattan School of Music. Su maestra comentó en uno de sus escritos didácticos:
The writing of today is not divorced from the nineteenth century; in fact, it carries on the growth which started at the beginning of musical time. It is a cumulative result of varying influences, affecting each composer in a slightly different way. The individual characteristics of a composer do not remain his sole property but become absorbed by the next generation. Each musical step forward is accompanied by a renewal of some traditional forces. [L. Ulehla, 1994]
Considero que Roberto Milano era un compositor original y maduro. Recuerdo cuando desplegaba sus partituras sobre un escritorio en la sede vieja (avenida Roosevelt, esq. calle Rafael Lamar) del CMPR. Solía componer en el penúltimo o último salón a mano derecha, en dirección a la cafetería, del edificio denominado Programa de Cuerdas o Escuela Preparatoria. No recuerdo si el salón era el 318 o 319. Milano encontraba que ese escritorio era el más cómodo para trabajar. No usaba ni computadora ni programas para las mismas a la hora de componer. Usaba el lápiz, papel de pautas y el piano. Trabajaba de la manera antigua y más difícil. ¡Genial!
Tal vez fue su última obra extensa. Escribí las notas para el programa del estreno de su misa Réquiem 9/11. Fue la profesora Zeida García la que me habló, a insistencia del mismo compositor Roberto Milano, para que yo redactara dicho escrito. La gran obra fue presentada en la Sala Paoli del Centro de Bellas Artes. Ese magno evento acaeció el 12 de septiembre de 2002. Presencié ese estreno. Participaron el Coro de Niñas y el Coro de la Escuela Superior de la Escuela Libre de Música Ernesto Ramos Antonini (San Juan) dirigidos por el maestro Ángel Manuel Mattos de Jesús. Además cantaron el Coro de Niños, el Coro de Varones y el Coro de Conciertos del Conservatorio de Música de Puerto Rico. También participaron el Coro de Niños de San Juan y Ars Vocalis. Los solistas fueron los maestros Zoraida López y Justino Díaz. Tocó la Banda de Conciertos del Conservatorio de Música de Puerto Rico dirigida por Rafael Enrique Irizarry.
Sobre la música de Roberto Milano en el disco compacto publicado por Olivieri, solistas y sus estudiantes
La primera obra es el Concertino para clarinete y orquesta de cuerdas (2004). El maestro Milano aprovechó los distintos recursos del clarinete para producir un concierto retante e interesante. Las frases sedosas y oscuras del registro grave del clarinete fueron enlazadas maravillosamente con los agudos brillantes y ágiles por medio de sus transiciones lógicas y orgánicas. De la misma manera el compositor supo aprovechar los registros de las secciones de cuerdas frotadas: violines, violas, chelos y contrabajos. La mandolina le da un toque reminiscente de la música de Europa oriental. Quizás recuerda a un buzuki de los griegos por su timbre metálico y agudo. Tal vez Milano la incorporó por su sonoridad propia de las músicas populares de Italia. Se aprecian síncopas imponentes de secciones enteras de las cuerdas. Con el clarinete se hace una melodía misteriosa que crece. Sugiere el crecimiento de una planta enredadera que se inserta, se cuela, se introduce por recovecos. Ese crecimiento es acelerado. Se alternan tresillos y síncopas. La armonía mantiene el interés del oyente. Los motivos son desarrollados con variaciones y ocurren contrastes de luz y oscuridad. Los contrabajos reverberan de manera imponente.
El segundo movimiento suena igual de orientalizante. Ocurren cambios sorpresivos en la armonía para irradiar luz sobre oscuridades. Se aprecian melodías con ritmos y distintos grados de luz. Se percibe misterio y tensión además de la sensación del ascenso en pizzicati. La solista proyecta un sonido más que admirable.
En el tercer movimiento se aprecian síncopas y acentos alternados entre el clarinete y las distintas secciones de cuerdas. La mandolina contribuye al trémolo. El timbre de la mandolina puede recordarle al oyente el sonido del salterio denominado cimbalom. Ese cordófono europeo oriental fue utilizado por Ígor Stravinky (1882-1971) en su obra Ragtime para once instrumentos. Puede ser un comentario muy subjetivo de mi parte pero la mandolina en esta obra me recuerda al empleo de cimbalom por Stravinsky. Se manifiesta el clarinete en su registro agudo.
El Concertino para trompa y orquesta de cuerdas (2004) es una obra la mar de interesante por los distintos recursos instrumentales usados. Se oyen los contrabajos en pizzicati que alternan con los arcos. Ocurre un buen diálogo entre el instrumento solista y la orquesta. ¿Será más una contienda que un diálogo? Todos los pasajes de la obra transcurren de manera orgánica, natural y lógica aunque sorpresiva. El segundo movimiento es más lento aunque intenso con cambios sorpresivos y muy agradables en la armonía. Se aprecian pasajes en intervalos de cuartas en las cuerdas además de efectos de pizzicato. Simultáneamente se pueden oír otros instrumentos frotados con arcos. Se perciben sensaciones de misterio y revelación. Se siente tensión e intensidad que crece. Luego se producen percepciones de calma, paz, origen y reinicio. Con su instrumento, la trompa, el maestro Pantoja canta de forma misteriosa, potente, imponente. Se perciben notas pedales y cierto pentafonismo anhemitónico.
El tercer movimiento tiene aire marcial. Se produce un diálogo entre el solista y la orquesta. La melodía constante de la trompa flota sobre la armonía cristalina y trémolos de las cuerdas. Los efectos simultáneos de los pizzicati más los arcos se perciben. Recapitula con aquel aire marcial que ya habíamos disfrutado.
En el Concertino para flauta y orquesta de cuerdas el compositor empleó recursos semejantes a los de las obras anteriormente comentadas. Utilizó los distintos registros del instrumento solista. Ocurre un muy buen diálogo o hasta competencia entre el solista y la orquesta. Empleó diversos recursos o efectos para las cuerdas frotadas como el pizzicato alternado con el uso de los arcos. El compositor se manifiesta como una figura cosmopolita, de tradición europea, reminiscente de Stravinsky, Bartók, Bruckner. Al que escucha la composición puede parecerle música para cine.
Comentarios generales sobre la producción
El disco compacto reseñado contiene música muy bien compuesta y muy bien interpretada. Se percibe un excelente manejo de las cuerdas. Los distintos movimientos de cada obra contrastan como debe ser. Las obras son de un compositor de gran personalidad. El interés del oyente se mantiene por las síncopas electrificantes, armonías interesantes, modulaciones y otros cambios muy lógicos y acertados. Son composiciones fascinantes y muy bien logradas. No parecen obras de un compositor latinoamericano. En el Concertino para saxofón alto y orquesta de cuerdas (2002), después de un segundo movimiento lírico, doloroso, intenso y misterioso, se aprecia y disfruta un tempo di tarantella en que el compositor alude a sus raíces italianas.
Es una recopilación excelente. Es un disco valioso y maravilloso. La orquesta es excelente. Enhorabuena al profesor Olivieri Robert y los demás responsables de tan excelente producción discográfica.
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Bibliografía
Emanuel Dufrasne González, “Un concierto maravilloso presentado dos veces”, 80grados.net, 4 de septiembre de 2015.
______________________, notas al programa del estreno de Réquiem 9/11 de Roberto Milano, 12 de septiembre de 2002, Centro de Bellas Artes, Santurce.
Robert P. Morgan, Twentieth-Century Music, Nueva York: Norton, 1991, p. 3, 8.
Emanuel Olivieri, “Semblanza de Roberto Milano”, Musiké, Revista del Conservatorio de Música de Puerto Rico, musiké.cmpr.edu/docs/v002/n2/1_Roberto_Milano.pdf
Mark E. Perry, “Milano, Roberto (Robert)” (Extract), oxfordmusiconline.com/grovemusic/view/10.1093/gmo/9781561592630.0001/omo-9781561592630-e1002093382
Julio Elvin Quiñones, “Roberto Milano y su Réquiem 9/11”, julioquiñonesmusic.com/tag/roberto-milano/, 11 sept. 2018.
Ludmila Ulehla, Contemporary Harmony, Romanticism through the Twelve-Tone Row, ¿Nueva York?: Advance Music, 1994, p. 1.