Hagamos cine del «Nuevo Mundo»
«Puerto Rico podría catalogar su producción cinematográfica reciente como independiente y de bajo presupuesto. Todavía no contamos con estudios o estructuras que asuman la totalidad de los costos inherentes a la realización, mercadeo, distribución y comercialización de una película. Partiendo de estas premisas, conseguir el insumo de una o varias fuentes de inversión resulta casi indispensable.
La mayoría de los inversionistas locales e internacionales no son cineastas. En respuesta, los productores independientes deben adoptar lenguajes y herramientas que les permitan captar su atención de forma más convincente. Una de dichas herramientas es el Plan de Negocios para Cine.
Representación gráfica de un Plan de Negocios para Cine
En términos muy generales, el Plan de Negocios para Cine contiene ámbitos de información como el resumen ejecutivo, descripción general y sinopsis del proyecto. También incorpora factores estratégicos y de viabilidad, el itinerario de rodaje, un presupuesto detallado, proyecciones económicas, el listado y credenciales del personal artístico y técnico, así como el programa de mercadeo, distribución y comercialización. De requerirse, el documento incluiría el guión de la película y un tratamiento del director . Si bien estas partes varían de acuerdo al caso, constituyen líneas básicas para organizar el Plan que eventualmente se presente ante inversionistas.
Más allá de facilitar la recaudación de fondos, la redacción adecuada de un Plan de Negocios para Cine admite una reflexión profunda sobre el filme antes de iniciar los procesos de producción. Valorar qué elementos se pueden vigorizar o descartar es otra de las ventajas que exhibe este tipo de ejercicio. En nuestro País, como en otros, una de las preocupaciones que ronda a los productores cinematográficos independientes es la distribución y comercialización de sus películas. Y esa es, precisamente, una de las bases principales sobre la cual conviene articular el Plan de Negocios para Cine.
Existen varios esquemas a considerar en lo que respecta a la distribución de películas. Por un lado, la fórmula tradicional implica que un productor contacte a un agente de ventas. Este identifica a un distribuidor que asume el control de las estrategias de mercadeo y comercialización en distintos territorios, desde el estreno en cines hasta las transmisiones en televisión, medios alternativos y lanzamientos en formato DVD u otros.
Algunas voces de nuestro País señalan que el Gobierno debe responsabilizarse de distribuir las películas puertorriqueñas. Esto limitaría a un solo ente la comercialización de proyectos y no invitaría a la formación de empresarios nativos en el área. Lo recomendable sería, en cambio, promover lo que Peter Broderick llama el New World Distribution (Distribución del Nuevo Mundo).
En su artículo “Welcome to the New World Distribution”, Broderick denomina como Old World Distribution (Distribución del Viejo Mundo) las técnicas empleadas por las firmas tradicionales de distribución fílmica. Al explicar la crisis en la que se encuentra dicho sector a consecuencia de la recesión económica y la proliferación de nuevas alternativas de Internet para cineastas y cinéfilos, el autor propone que los productores independientes empleen mecanismos de “distribución híbrida”. Este esquema combina esfuerzos de venta directos a través de infraestructuras virtuales y la implementación de ciertas estrategias del “Viejo Mundo”.
Distribución del Nuevo Mundo de Peter Broderick
Múltiples son las opciones que el productor independiente tiene a su haber mediante la “distribución híbrida”. Broderick sugiere, por ejemplo, que se dividan los derechos de la película entre distintos socios de distribución y se conserve la capacidad para hacer ventas directas. Asimismo, el autor plantea que los cineastas agencien acuerdos separados para la distribución de sus películas en televisión, instituciones educativas, video on demand (vídeo bajo demanda), salas de cine, especiales, festivales y medios digitales. Otra posibilidad es que los cineastas activen su propio portal de Internet para vender sus películas por descarga o DVD y artículos relacionados, lo cual tiene el potencial de ampliar los márgenes de ganancia. Además, ello reduce los intermediarios, aumenta la capacidad de diseminación por vía de las redes sociales y estimula la creación de audiencias “nicho”.
Mariana Fossatti escribe en su artículo “Internet, la distribución independiente y la búsqueda de nuevas pantallas” que: “lo que viene a cuestionar Internet no es una forma de hacer cine, o de hacer arte”. Más bien, dice la autora, lo que plantean las plataformas cibernéticas es “una nueva forma de distribución” a tomarse en consideración a la hora de preparar un Plan de Negocio para Cine. Usar la Internet como dispositivo de distribución, venta e incluso de estreno no corrompe el “arte cinematográfico”. En todo caso, abre nuevas avenidas de crecimiento.
Tener una distribución que maximice los dividendos de una película es complejo. Del mismo modo, el hecho de que los productores independientes se encarguen de las ventas por cuenta propia (do it yourself) conlleva el riesgo de descuidar facetas de su trabajo principal: hacer películas. Diseñar las estrategias de distribución de manera clara y diversificada en el Plan de Negocios para Cine ayudaría al productor a defender mejor su propuesta ante inversionistas. Allegar dinero para contratar a terceros que ejecuten estas funciones, florecería entonces como otra consecuencia asequible.
Contar buenas historias y cuidar la calidad artística y técnica es esencial para el éxito de un filme. Pero al igual que una pieza de teatro, presentación musical, programa televisivo o radial, libro u obra plástica, por solo mencionar algunas manifestaciones culturales, este medio de comunicación responde a las lógicas del mercado. En otras palabras, es un negocio del que todos los implicados tienen derecho a vivir.
Hay quienes piensan, sin embargo, que asociar la producción de una película a lo estrictamente económico va en detrimento del “arte cinematográfico”. Esta apreciación pasa por alto que es en la fortaleza financiera donde reside la posibilidad de un mayor nivel de control creativo y comercial del proyecto fílmico. Por tanto, la necesidad de que los cineastas independientes comiencen a verse como emprendedores es cada vez más apremiante.