Harriet: ¡Libertad!
Tenemos la suerte que en la vida real de quien finalmente reconociéramos como Harriet Tubman (Cynthia Erivo) los abusos físicos fueron tan intensos, y los psicológicos tan devastadores, que ella decidió fugarse. Lo hizo porque su marido era un hombre libre y quería que sus hijos nacieran libres. Su escape la involucró con el llamado “tren subterráneo’’, que era una red de rutas y caminos secretos que usaban los esclavos escapados para migrar a estados donde había libertad para los negros o a Canadá. Los escapados eran ayudados por abolicionistas y los que repudiaban la esclavitud y por personas que creían de verdad que todos los hombres y mujeres nacen libres y no les pueden pertenecer a nadie. Eventualmente, su eficiencia y los intentos de suprimirlo por esclavistas, desembocó en el movimiento emancipador y en la Guerra Civil Americana.
La película concentra en la vida y las acciones de Tubman, primero para hacerse libre, y luego, para rescatar y unir a su familia. La historia está contada como parte del género de la persecución: alguien se escapa y los malos los persiguen. No sabemos, como suele ser con este tipo de filme cuánto de lo que vemos —cómo se dieron los escapes— es cierto, pero lo que sí es cierto es que Tubman regresó al Sur en por lo menos 12 misiones y que rescató casi 70 personas, incluyendo familia y amigos— y que puso su vida en peligro en cada una de sus incursiones en contra del sistema sureño.
A pesar que desde el punto de vista artístico la película es promedio sus mensajes y sus actuaciones son contundentes. A veces sufre de sermoneos, pero las actuaciones de los principales actores es de primera clase y las escenas en que se presentan las despreciables actitudes de los dueños de esclavos de un impacto dramático que mantiene nuestra atención a pesar de que hemos visto asuntos similares en películas recientes como 12 Years a Slave (reseñada aquí 15 de noviembre de 2013) y Free State of Jones (reseñada aquí 1 de julio de 2016).
Además, la actuación de Cynthia Erivo como Tubman es sensible y fuerte. La actriz encarna a una mujer que lo arriesgó todo por un principio que no nos es muy difícil de entender: la libertad. Su determinación—que a veces raya en terquedad— es a veces incomprensible si no se toma en cuenta que ella pensaba que Dios la acompañaba en sus misiones. Era lo que movía también a los que se rendían a su optimismo y hacían caso omiso a los peligros que revoloteaban como cuervos y buitres sobre sus misiones, que parecían descabelladas y encaminadas al fracaso.
También ayuda a la atmósfera de peligro que se cierne sobre el personaje principal y sus sostenedores, que sus dueños son malvados pero no se presentan como monstruos todo el tiempo. Esto los hace más siniestros y despiadados, pues los barniza con un aura de supuesto cariño que enfatiza su perversidad, que si fueran presentados como dragones que exhalan fuego. En eso se destacan Joe Alwyn como Gideon Brodess, el dueño de Harriet y Jennifer Nettles como Eliza Brodess, su madre. Alwyn, a quien vimos en The Favourite (2018) y en Mary Queen of Scots (2018) es cruel y frío como el acero en Antártica y, Nettles, una mezcla de la abuela de la Caperucita Roja y Cruela de Vil. Su entretenimiento favorito es la separación de familias: la crueldad personificada.
Las otras hazañas de Harriet Tubman nos son informadas al final de la cinta. No queda más que darle gracias a la humanidad por crear personas como ella.