Henry Cole: «El folclore es el futuro»
NS: Hace cinco años que fue publicado Roots before Branches, tu primer trabajo personal, en ese entonces con el proyecto Afrobeat Collective. ¿Qué ha pasado con Henry Cole en este tiempo?
HC: Yo trabajo sin parar como “sideman”, toco para muchos grupos, entre ellos el saxofonista Miguel Zenón, Ben Wendel, Fabián Almazán y Alfredo Rodríguez, entre otros. En toda la escena neoyorquina del jazz internacional he participado. He estado también enseñando en la Manhattan School of Music y practicando y trabajando mucho en un proyecto grandísimo que se llama Simple, que es mi segundo disco. Es un proyecto muy ambicioso, se grabó en Electric Lady Studios con catorce músicos y se documentaron todas las sesiones con un elenco de estrellas.
NS: ¿Qué tal el proceso de grabación en un estudio de tanto nivel como Electric Lady y con un gran elenco de músicos?
HC: Con este proyecto he tratado de llevar a los mejores estudios, a las mejores facilidades, a lo que para mí son los mejores músicos. Con ellos usualmente grabamos discos en uno o dos días. Entonces empecé a grabar en estudios como Electric Lady y me di cuenta que ahí se graba a un nivel muy alto pero casualmente las personas que generalmente tienen ese “budget” graban una nota a la vez, una guitarra a la vez. Entonces me dije: “pero si nosotros grabamos un disco completo en un día todo el mundo en el estudio”.
NS: Hay que sacar provecho del espacio…
HC: A veces no podemos llegar a estos estudios por cuestiones de presupuesto y esa fue una de mis inspiraciones, tratar de unir esos dos mundos, y pues se dio. Acabo de mezclar el single con el ingeniero de Coldplay, Michael Brauer. Eso requiere mucho esfuerzo porque es como tener una visión que nadie te la cree. Aunque a todo el mundo le gusta nadie te la cree de por sí. Por eso es que este proyecto se ha convertido en un estilo de vida, he tenido que comer mejor, he tenido que entrenar, he tenido que tratar de ser mejor músico cada día para que sea eso lo que me abra las puertas.
NS: Han sido entonces cinco años de coger experiencia…
HC: Todo el tiempo, eso no para. En navidades decidí que antes de tener todo el proyecto completado, mezclado y masterizado iba a empezar por un lugar. Hice una gira en Europa estos últimos meses, cogí ese presupuesto, lo invertí y gracias a esa primera inversión se abrieron muchísimas otras puertas. Hice un sitio web e hice una estructura totalmente independiente. He aprendido en todo ese proceso. El punto principal está en decidir tomarse el riesgo. Si eso no pasaba no iban a pasar las otras cosas, y así ha sido desde el principio, desde que empezó esta idea de Simple, que la estrenamos en El Boricua de Río Piedras hace 2 o 3 años.
“Si no hay dinero esto no camina”
NS: ¿Fue mucho el riesgo que corriste?
HC: En un momento del trabajo de Simple yo miraba y decía “este tipo no camina, no hay manera, si no hay dinero no camina”. En marzo estuve haciendo unos conciertos con Draco Rosa y en México hice unas cosas con Miguel Zenón. Después de eso no hubo nada, no tenía ningún concierto ni ninguna fecha como en dos meses. Dentro de toda esa frustración y desespero que te puede dar sabiendo que tienes algo que ofrecer pero no tienes ciertos elementos para completarlo, decidí ponerme a trabajar más intensamente, a trabajar, a entrenar, a escuchar, a comer y a leer, y escribí un disco completo en ese período que se llama Estrella, un disco que será el tercero, que no tiene nada que ver con Simple pero que surgió en ese mismo proceso de no parar la intensidad y de seguir buscando.
NS: Nada podría haberse dado de otra forma…
HC: ¡Sí, nada, nada! Es así, pero dentro de todas las historias, como negociar 37 mil dólares con 200 en la cuenta o tener alertas en negativo muchas veces, cosas loquísimas, de momento sales a la calle y la gente te dice “mano, me encanta tu trabajo”. Lo más importante siempre fue mantener la consistencia. Entonces cuando te dicen “Bueno, me gusta Simple pero no le veo potencial comercial”, por ejemplo, tú dices “¿Ah sí? Ya tu verás”. Y de un momento a otro tengo el apoyo de Michael Brauer y de los mejores del mundo.
NS: ¿Por qué pasa que hay apoyo de los músicos pero incredulidad de parte de la industria?
HC: Porque en ese mundo no hay esto, no hay este riesgo, no hay esto de grabar en Electric Lady todo el mundo a la vez sin “click”. Los sellos no hacen eso porque tienen el dinero y quieren ir a la segura. Es ahí cuando vine yo, recopilé una beca por aquí, otra beca por acá y llevé a todo el mundo a grabar. Obviamente yo he tocado con todas estas personas y músicos, yo sé lo que dan, he ganado su confianza, no fue al azar, hay una relación de amistad y de amor. Y cuando las personas que están arriba, como el presidente del estudio y los ingenieros, ven esto dicen “me interesa porque me devuelve a mis raíces de mezclar toda la banda en vivo”, cosa que ha desaparecido. Eso es lo que empuja a Simple, y lo que me empuja a mí ahora.
NS: ¿Tanto barullo y complicaciones te hicieron desear algo más “simple”?
HC: La idea de la simpleza viene de eso, de sacar todo lo que son los efectos especiales. El sonido del guitarrista en el estudio no es el sonido de un montón de efectos y plugins, es su sonido. El sonido de la batería es el sonido de la batería. En ese nivel, el ingeniero que va a mezclar a estas personas o estos “tracks” también está a ese nivel. Él no hace nada porque entiende que ya la esencia está ahí y no hay que rellenarlo ni completarlo con nada para tapar vacíos. Hay que trabajar mucho para llegar a la simpleza. Por ejemplo, el ingeniero mezcló el single en tres horas con un grupo de 14 personas. Eso se logra por su experiencia pero también porque estaba grabado perfectamente, cada músico tiene un sonido increíble y toca afinado. Todas esas cosas hacen que todo sea más sencillo.
“Voy a hacer esto en el estudio de Jimmy Hendrix”
NS: Toda esa naturalidad que buscas, ¿no se da en una grabación normal?
HC: Es muy difícil porque hoy en día se graba todo aparte, bien seco, separada una cosa de la otra. Yo he grabado discos de música popular que me dicen que no toque platillos porque es más fácil cortar y crear todo. Por ejemplo, Tito Allen, el cantante de salsa que está en el single del nuevo disco, me hablaba mucho de los discos de La Fania y me decía: “Por alguna razón los discos de ahora no suenan a los de antes”. Eso pasa porque no hay esa esencia de que estaba todo el mundo en la misma sala grabando, entonces todo suena como una máquina de ritmos. Nosotros en el jazz grabamos así pero en estudios más económicos, es otro tipo de dinámica. Por eso yo dije: “¡No mano! Yo voy a hacer esto en el estudio de Jimmy Hendrix”. Fue muy ambicioso pero el resultado fue ese, una cosa con vida, que se mueve, y la gente reacciona aunque no sepan exactamente por qué lo hacen. Dicen: “¡Espérate! Esto tiene algo”. Y es eso, esa misma esencia.
NS: En Roots before Branches mezclaste ritmos como la plena, la bomba, el rock, el jazz y el afrobeat. ¿En Simple mantienes la misma fórmula? ¿Qué hay de evolución, qué hay de cambio, qué hay de lo mismo?
HC: Hay una definición más clara de una identidad de música. Cuando hice Roots before Branches era más consciente de que estaba cogiendo algo de Fela Kuti por aquí, algo de otra cosa por acá. Había una cuestión más consciente de esas influencias. La música de ahora tiene una identidad más mía y más de mi experiencia como puertorriqueño tocando todos los géneros. Cuando escribo influencias del rock escribo las influencias de haber tocado con Draco, con Vivanativa, con todos los rockeros, y cuando escribo cosas de jazz lo hago desde las influencias de mi trabajo con Gary Burton y con todo el mundo de la escena. Ahora agarro las influencias de esas personas en particular. Es más mi identidad y la identidad mestiza de música.
“Puedo ver la relación entre Björk y Los Muñequitos de Matanzas”
NS: Has dado tu toque a todo ese mestizaje sonoro.
HC: Sí, es música mestiza como se vive en este país. Nosotros somos una cultura mezclada. Lo que me ha diferenciado de otros artistas es precisamente eso, que puedo ver la relación ente Björk y los Muñequitos de Matanzas, por ejemplo. Para mi grabar con Residente y grabar con Miguel Zenón es igual, para otra gente es una locura, ni se lo imaginan. Yo hice un disco con Chambao a la misma vez que estaba girando con Miguel tocando en clubes de jazz. Acá tú tienes que hacer eso para sobrevivir si quieres vivir de la música.
NS: Has dicho en alguna entrevista que tu nuevo disco es especial porque es primera vez que estos ritmos están todos juntos. ¿Cuándo te hizo “click” la idea de que estos ritmos pegaban y sonaban bien?
HC: Yo practico todos los días cosas de jazz, cosas de rumba, cosas de plena. Cuando vengo a Puerto Rico quiero subirme a tocar con todo el mundo, no me importa. Quiero tocar bien con los pleneros y quiero tocar bien si me subo a tocar música electrónica. Eso se ha convertido en mi identidad, en una identidad de una mezcla, de una batidora. Ahora mismo mis influencias son personas como Bruce Lee, estuve estudiando boxeo, porque en el boxeo hay un cierto ritmo y una cierta contestación sin perder el ritmo que me parece igual que la interacción en el jazz, o la interacción de la rumba con el cantante. Yo unifico estas cosas. No soy un científico pero leo cosas de Einstein y me hacen sentido con la música, estudio deportistas y veo cómo eso lo puedo hacer en la batería igualito, es decir, lo traduzco a la batería.
“Mi intención es crear música global”
NS: ¿Qué cualidades le da la fusión a la música?
HC: La hace global y hace que invite a las personas, que sea inclusiva y no exclusiva. Mi intención es crear música global, que invite a los rumberos a la discoteca y a los de las discotecas a escuchar rumba, que los jazzistas escuchen un poco de trap y que las personas que oyen trap escuchen un poco de jazz, que los salseros vayan a ver música electrónica y viceversa, ese es mi sueño y mi intención. En mi banda yo hago un híbrido de todas esas cosas, y vienen los rumberos a ver el tambor, vienen los folclóricos, vienen los bateristas de jazz y viene la gente que solo le gusta el groove y la cosa afrobeat.
NS: Una lucha contra el oído unidireccional, como lo has llamado en alguna ocasión…
HC: Sí, es sorprendente. A veces pienso que esta manera de ver las cosas tan mezcladas es normal, pero es normal para nosotros aquí, pero no es tan normal en otras partes del mundo. Si vemos los actos más globales de la música, Led Zeppelin, Los Beatles, Hendrix, Stevie Wonder, U2, Coldplay, todas estas personas, lo que hace que sean tan globales, grandes y amplios, es que tienen el cielo y la tierra a la vez, tienen las melodías de Inglaterra, estas cosas que yo llamo el “cielo”, y tienen una fundación rítmica que yo le llamo la “tierra”. Fela Kuti es así también, él tiene lo de acá y tiene la influencia de London, Hendrix también, la misma Adele, una mujer blanca cantando increíble con productores afroamericanos que le dan la esencia del groove, y Los Beatles que lo que hacían era escuchar a los músicos de blues. Puedo mencionarte a D’Angelo, pero eso es más como un color o una textura única, y cuando unes eso con estas otras cosas, con lo blanco, entonces ya creas una cosa global.
“La simpleza requiere estudio y preparación”
NS: Y en Simple, ¿encontramos eso?
HC: Encontramos eso, definitivamente.
NS: ¿Qué es lo que trae Simple? ¿Cómo podrías describirlo?
HC: Yo le creé una descripción a Simple, te la voy a decir en inglés: raw, spiritual and interstellar Puerto Rican funk music.
NS: ¿No es una descripción muy simple, no?
HC: Todas esas cosas son muy simples. Por ejemplo, tú quieres comer bien y quieres hacer ejercicios, ¿qué tú tienes que hacer?, pues comer vegetales, proteínas y carbohidratos, es muy sencillo. Vas al supermercado a comprar eso y tu carro está casi vacío, pero es porque vas a comer lo que necesitas. Yo te puedo enseñar a tocar batería de una manera bien sencilla, pero porque esto requiere el estudio y requiere el conocimiento, por eso es que cuando te encuentras con personas que están haciendo lo que ellos hacen mejor que nadie, se ve que lo hacen bien fácil; por eso pasa a ser simple. Esa simpleza requiere años de estudio y de preparación.
“A ‘El Diablo’ le añadí el filtro puertorriqueño”
NS: El Single del disco es un tema viejo y pegajoso de la salsa nuyorican, ¿por qué lo elegiste?
HC: El tema se llama “El Diablo”, y es un arreglo que hice de un tema que compuso Rafael Hernández y lo hizo famoso Ray Barretto cuando grabó el disco Indestructible con Tito Allen en 1973. Una de las cosas que me contó Tito es que durante 30 años le habían pedido grabar estos temas muchas veces, incluso cuando me conoció me dijo que había un 70 por ciento de probabilidades que no lo iba a hacer. Esto porque él se siente que ya grabó eso y que ya está plasmado y que fue un éxito. Pero cuando le envié el demo le pareció distinto, accedió y lo grabó. Algo curioso es que él se da cuenta que cuando yo hago el arreglo, que es mi primer arreglo de una canción, me mantuve fiel a lo que había, solamente le añadí un barril con una campana, un ritmo de funk y dos guitarras. Esta mezcla es como yo siento la música. La esencia sigue igual pero le añadí el filtro puertorriqueño.
NS: ¿Hay una necesidad de reinterpretar las raíces sonoras y la música tradicional?
HC: Cuando hice este arreglo había terminado ya todas las canciones. Estaba un día en el gimnasio escuchando el disco Indestructible y siempre que salía “El Diablo” yo decía: “¡Este tema está bien chévere!” (tararea la melodía). Ahí dije, “mira, déjame ir a casa a ver si me invento algo”, así super informal y super casual. Entonces cogí la pauta original y fui construyendo debajo de ella como si mi banda estuviera tocando. Las cosas que me parecía que no podía imitar las variaba, pero todas las variaciones salían de esto. Hay un respeto, un fundamento que se mantiene en la canción, lo que hizo también que Tito Allen no se sintiera que estaba en aguas que no conocía. Él estaba en su salsa.
“Afrobeat is not a pattern”
NS: ¿Por qué el cambio de Afrobeat Collective a Villa Locura?
HC: El Afrobeat me dio muchos problemas porque la gente que oía el disco decía: “¡pero esto no es afrobeat!”, porque no sonaba como Antibalas o como Fela Kuti. Yo tengo una explicación clarísima, porque yo he estudiado y transcribo la percusión, y te puedo decir que si tú coges frases de bomba y la orquestas en la batería, entre redoblante y el bombo, usando el grave y el agudo, y le pones un hi hat, eso te crea un beat, y ese beat parte del lenguaje africano, eso es afrobeat ¿no? (risas). Sin embargo, cada vez que alguien dijera eso iba a tener que explicarle todo otra vez.
NS: Generaba confusión…
HC: Me di cuenta que lo que han hecho con el género, que estoy seguro que Fela no estaría de acuerdo, es que le han puesto un patrón, como pasó con el songo. El songo era una manera de tocar y era bastante libre, es una forma de tocar y de interpretar la música. Afrobeat es eso. Lo que ocurre es que cuando se hace tan popular, las personas, que muchas de ellas curiosamente empezaron a hacer grupos de afrobeat, no tenían un fundamento rítmico sólido como lo tenía Tony Allen o personas de ese nivel, entonces empezaron a imitar estos patrones. Y se convirtió en patrones. Incluso pensé hacer una camisa que dijera “Afrobeat is not a pattern”.
NS: Y ahí cayó el nombre Villa Locura.
HC: Un día, cuando vinimos a tocar en el Jazz Fest 2016, Luís Álvarez me dice: “Henry, ¿qué nos puedes ofrecer, cuál es tu propuesta?”, y yo le dije: “pues tengo un grupo que se llama Villa Locura”. Yo me crié en Villa Locura, que es un barrio de Añasco, y siempre me gustó la idea de la villa de los locos, donde viven unos locos, y es una villa, un pueblo, y me “tripeé” con esta idea. Y dije “sí, tengo un grupo nuevo que se llama Villa Locura, es la misma onda pero con un nombre diferente”. De momento empecé a ver cómo eso me sacaba de toda esta cuestión del afrobeat y de cualquier relación con eso.
NS: Librándote de los patrones…
HC: Exacto, me daba una identidad más propia, más genuina, más puertorriqueña también. Esto es música puertorriqueña y se llama Villa Locura. Estos últimos meses que he estado estructurando todo el proceso de Simple me he dado cuenta de que Villa Locura no va a ser solamente un grupo musical sino que va a ser como un espacio donde están los locos, donde hay una manera de pensar, una dirección, una filosofía. Me he enamorado mucho de la figura de Don Quijote donde hay ese tipo de locura, de crear tu propia historia. De ahí la villa de los locos, donde cualquiera que venga es un loco más.
“Mi música es un nuevo género”
NS: Con las fusiones y experimentos que mencionas, ¿se puede hablar de una nueva música puertorriqueña o de un nuevo género?
HC: ¡Es un nuevo género! Es un nuevo género porque no se había hecho antes, y es música puertorriqueña porque es mestiza. En la fundación de esta música, si te diste cuenta en el ensayo, todo es el barril y los ritmos puertorriqueños. Por ende, es música nueva puertorriqueña. La bomba siempre se había trabajado en un formato tradicional o los arreglistas hacían arreglos de bomba pero, si oyes la línea de los metales, más con la idea de la salsa pero con el ritmo propio de la percusión. En el caso de Cortijo, por ejemplo, los arreglistas escribían diferente, más amplio, no en la onda de salsa, pero él nunca grabó los barriles, siempre grabó el ritmo de bomba en las tumbadoras y nunca entendí por qué. Pues ya aquí tenemos un grupo con los barriles, con un concepto melódico más del rock y del jazz, y con dos guitarras eléctricas, trayendo la onda africana de Fela y del afrobeat.
NS: ¿Por qué crees que no se ha experimentado o innovado más con los ritmos tradicionales boricuas?
HC: Porque las personas que están aquí en el folclore están quizás muy cerca de él, y no pueden salirse y ver cómo este ritmo se empata con otro. Lo he hablado con pleneros y bomberos de acá de Mayagüez, y hay uno que me dice: “Henry, pero es que tú lo ves porque tienes el tiempo para pensarlo”, y yo le dije: “mira esto, si tú coges este ritmo y le añades este, ¡pega perfecto!”, pero a ellos nunca se les ocurre porque lo ven más desde el punto de vista de la tradición. Yo trato de aprender lo más que puedo de eso, pero mi esencia no puede ser así. Por ejemplo, si un beat me suena a un beat de trap, digo: “¡Ah, espérate, si yo hago esto a cada rato! Si a este beat de trap le pongo dos guitarras, dos barriles y una batería suena a mi grupo.” (risas).
NS: ¿Hay alguna otra propuesta o banda que se haya lanzado a innovar en ese sentido?
HC: Abrante hizo una mezcla muy genuina, porque La Tribu de Abrante trajo el elemento del merengue y del güiro. En vez de un chékere y unas maracas, había un güiro encima de los barriles, entonces ya ahí mezclaba República Dominicana con Puerto Rico. No hay instrumento armónico, solamente los vientos y el bajo, lo que te crea como un drum and bass y “horns”. Eso para mí es una propuesta de verdad genuina, que trajo a la mesa algo, un sonido nuevo.
“Algo pasa con las bandas boricuas que se quedan un poco cortas”
NS: Bandas como ÌFÉ, Calma Carmona, Émina, Beto Torrens Quartet y la misma Villa Locura, entre otras, que están innovando en este aspecto, ¿contribuyen a que se hable de un nuevo sonido en la música boricua?
HC: Hay una intención muy genuina. Yo soy de una generación del oeste de las bandas de rock de Puerto Rico, de Longbranch, de University Plaza, de esa época. Aquí siempre ha habido bandas por doquier de música original increíble, talento siempre hay de sobra. Para mí a ese movimiento, que lo respeto y todos son mis hermanos, los quiero un montón, lo que le falta es compararse a nivel mundial, no solamente a nivel local o a nivel de una región. Si una propuesta de aquí está bien, pues entonces hay que compararla con una propuesta global. Eso nos va a ayudar a competir en el mercado del mundo, que es el mercado de hoy en día. Que vayamos a cualquier parte y el material que nosotros brindemos esté a ese mismo nivel o mayor.
NS: ¿Se mira más hacia adentro que hacia afuera?
HC: Quizás no se mira tanto hacia afuera. Está bien mirarse adentro, mientras más nos miremos dentro más podemos ver de dónde salimos y a dónde podemos ir. Desde siempre hay una tradición de bandas y de propuestas en Puerto Rico originales y mestizas como Circo, Los Pies Negros, SuperAquello, pero por alguna razón eso se desintegra y pasan a ser otra banda, y luego vuelve a desintegrarse y pasa lo mismo otra vez. Ha habido bandas que han dado ese empujón y son exitosas, como cuando Puya explotó, o Calle 13 que hizo lo mismo, porque las ideas que a nosotros se nos ocurren son increíbles porque son globales. El problema que tenemos está cruzando esa línea, en cómo podemos cruzar esa línea para que lo que nosotros hacemos lo comparemos a nivel del mundo en la música folclórica, en el rock y en todo.
NS: ¿No logran despegar cuando salen al mundo?
HC: Cuando toqué con Robi Draco en el Festival Pal Norte en Monterrey, caminando iba oyendo una voz de una mujer cantando increíble. “Pero si esta mujer no desafina. ¡Qué voz!”, pensé. Cuando pregunto, me dicen que se llama Mon Laferte. Como después de diez minutos digo: “Esa mujer parece que estudió con Fofé”. Te juro que parecía que estudió clases de canto con Fofé o escuchaba a Circo. Se lo digo a Fofé: “Fofé, Mon Laferte me parece que te escuchaba cuando niña o algo así”, y él no se lo cree. Yo estaba en ese festival y pensaba: “Cualquiera de las bandas de mi país si viene aquí estaría número uno”. Pero algo pasa que se quedan como un poco cortas. Creo que cuando ese empuje sea más definitivo vamos a poder exportar aún más material. Aquí siempre va a haber talento, falta quizás eso, que nos comparemos a nivel global.
NS: O sea, necesitan atreverse a manosear los viejos ritmos y salir de la isla.
HC: Eso, llévatelos para México, que se vayan para allá a tocar con las bandas de allá, vayan y vengan, y vean como están las cosas en los dos lados. Pero las ideas y el talento yo creo que no hay ningún lugar como aquí.
“Un documental sería lo que culminaría la obra”
NS: Me contabas que se documentó en vídeo e imágenes todo el proceso de grabación ¿Cómo surgió la idea?
HC: Yo tenía el estudio por cuatro días, tenía catorce o quince músicos, 70 dólares en mi banco, todo el mundo estaba pago, teníamos comida, estábamos encerrados allí y me digo: “Mano, esta grabación se va a dar”. Llamo a Kacho López (Zapatero Films) y le digo: “Kacho, mira, voy a grabar aquí”, y él me dice: “voy para allá”. Le cuento que no tengo nada de budget y me responde: “no te apures, yo lo voy a hacer. Solo cúbreme a César”. Entonces cogí a César Berríos y le cubrí un hotel. Pues en Nueva York llegó Kacho, con César, reclutamos a Luis Vidal, que es un fotógrafo de allá, y a Gabo que grabó el sonido. Teníamos 4 cámaras de fotógrafos increíbles y a Gabo, que es un sonidista magnífico, grabando el audio de la sesión. Fue así como todo se documentó, los cuatro días, con un increíble director y con un increíble equipo. Yo era quizás el hombre más rico del mundo en esos días por la cantidad de talento y buena onda que había ahí.
NS: ¿Qué harás con todo ese material visual?
HC: Mi intención es hacer un documental del proceso de grabación, de cómo se crea y de cómo se da en el estudio. Mostrar cómo grabamos todos juntos ahí sin ningún problema, cómo fluyó todo hasta que sale y mostrar el proceso de ir poco a poco cultivando las relaciones con las personas. Creo que eso sería lo que culminaría la obra.
“Simple es un estilo de vida”
NS: ¿Cómo resumes todo el proceso de creación de Simple?
HC: Ha sido un estilo de vida. Es un estilo de vida. No se trata de decir “voy a trabajar esto” o “quiero sacar este disco”, sino que básicamente mi estilo de vida es para lograr estas cosas. Ya tú vives así. Yo practico, por ejemplo, para tocar bien batería con grupos de jazz en el Village Vanguard en Nueva York. Un día, llamé al ingeniero Michael Brauer, que es una celebridad, y lo invito. Él llega al Village Vanguard, lo pongo en el “guest list” y entra. Me vio tocando, fuimos a una mesa y terminamos hablando de Aretha Franklin. Ahí me dijo: “Henry, vamos a hacer ese proyecto, no te preocupes”. Eso surge por el practicar, entre otras cosas. Y aunque contar con él era más caro, yo después terminé siendo el maestro de batería de su hijo. Él fue a mi casa y me dijo: “es que yo tengo a mi hijo que quiero que aprenda de ti”. Eso es una manera de vivir. Si yo fuera a pagarlo todo sería imposible. Eso es Simple.
“La música de Estrella la hice escuchando trap y reguetón todos los días”
NS: Existe una nueva sonoridad sudamericana y latinoamericana que mezcla raíces y folclore con música electrónica y modernidad. Principalmente cumbia y sonidos andinos. ¿Va eso en la misma línea de lo que tú haces?
HC: Sí, sí, es el futuro. El folclore es el futuro.
NS: ¿Por qué?
HC: Porque no hay manera, esa es la naturaleza, y vamos a querer negarlo y disfrazarlo, pero al final no hay “break”, el folclore es lo que es. El folclore tiene la historia, tiene la esencia y tiene la vida. Si bien con la academia aprendemos cosas más analíticas, tenemos que lograr unirla con el folclore. Sin folclore no hay nada, el folclore es lo que se mueve, es lo que indica cuándo un paciente está vivo (imita el sonido de un monitor cardiaco), y cuando muere (imita el sonido lineal de un monitor cardiaco). Si le quitas el folclore a las cosas te queda una línea. No importa que sea trap, reguetón o cualquier música, sí hay folclore. Por cierto, la música del tercer disco Estrella la hice escuchando trap y reguetón todos los días. Para mí, esos chamacos de esas canciones cantan con el mismo ritmo que lo hacen los bomberos y los pleneros, pero con sonidos electrónicos. Ahora tú pones un sonido electrónico sin folclore y te queda “flat”. El folclore es el futuro, por eso Latinoamérica, Centroamérica, todos nosotros que tenemos esta cultura tan mezclada, tenemos que venir como una gran manada a fusionar tango con chacarera, con folclore de Cuba y de Puerto Rico. Ahí está la cosa.
*Publicado originalmente en el blog Neotropikal Sounds.