Hipocresía patente
Las señales están en todos lados a nuestro derredor. Los desastres telúricos y sus nefastas consecuencias han afectado todos los rincones del planeta; el calentamiento global ya no sirve de chiste ni para los sectores más recalcitrantes de la ultra derecha. La factura que nos pasa la Naturaleza por tantos años de explotación de recursos planetarios en manos de las grandes corporaciones ya no se puede ignorar. Desde los problemas radioactivos de Japón, hasta las insólitas tormentas de arena que arremeten contra la ciudad de Phoenix, AZ., son indicios de grandes cambios climatológicos.
Por otro lado, la crisis bancaria y financiera que se ha propagado por el mundo de los negocios revela una serie de irregularidades en manos de los grandes intereses financieros de Wall Street que han repercutido en todas las esferas de la sociedad norteamericana, de la cual nosotros los puertorriqueños, nos guste o no, formamos parte. La gran bonanza del lucro a costa de los pequeños negocios y del pequeño burgués ahora resulta en medidas gubernamentales de austeridad que amenazan la calidad de vida de todos nosotros. La educación, las artes, los programas sociales de gobierno, los derechos civiles… todos estos y muchos más han sufrido a causa del despilfarro por parte de la cultura corporativa y el culto a las “ganancias”.
Lo que le dan ganas a uno es de fumarse un moto y despedir a los líderes políticos. Así de volada, esto de “fumarse un moto” suena a falta de madurez y caprichos infantiles. Sin embargo, en esa imagen del susodicho “moto”, en ese símbolo de la decadencia hippie y la rebeldía de los años ’60, convergen una serie de datos sumamente interesantes.
Porque si dejamos la hipocresía a un lado y analizamos honestamente los hechos, no nos queda más remedio que reconocer que en esta planta del cáñamo –cannabis sativa e índica, o sea, la marihuana– habita la esperanza. Recuerdo el verano del 1988, cuando arribé a Nueva Inglaterra con apenas poco menos de dos décadas de edad. Recuerdo la famosa plaza de Harvard, o Harvard Square, donde se daban cita no sólo los estudiantes de la epónima institución, sino toda clase de individuos, turistas y demás viajantes. Recuerdo al viejo hirsuto de largas barbas blancas y flaqueza huesuda que se pasaba los días sermoneando a favor de la legalización de la marihuana y cómo esta planta ofrecía una alternativa esperanzadora no sólo para la preservación de nuestros bosques, pero para tantas otras cosas también. A continuación un breve listado de sus argumentos a favor de la legalización:
1) Reducción en la criminalidad y uso de otras drogas ya que los fumadores no estarían expuestos a la venta de narcóticos más fuertes, o sea, la eliminación del “gateway drug”. Las autoridades clasifican la marihuana como un “gateway drug” ya que sus usuarios a veces terminan usando narcóticos como la heroína y la cocaína.
2) Rehabilitación de terrenos baldíos ya que el cáñamo repara terrenos que el monocultivo de otras plantas agrícolas han dejado desgastados. Esto lo hace en los primeros 30 días, el tiempo que toma el cáñamo en desarrollar su sistema de raíces.
3) Alternativa para la industria maderera, ya que la fibra del cáñamo es ideal para confeccionar papeles, sogas y textiles. La siembra del cáñamo ofrece una alternativa al algodón y a la tala de árboles a causa de la industria papelera.
4) Alternativa a la dependencia del petróleo, ya que el aceite de cáñamo se puede utilizar para la manufactura de combustibles. De hecho, el alambrado público de antaño era a base de aceite de cáñamo. Además, también brinda alternativa al uso de plástico en algunas aplicaciones, ya que ese mismo aceite se puede utilizar para producir materiales semejantes al plástico.
5) Nueva fuente de ingresos a base de impuestos contributivos. Los impuestos sobre la venta de productos hechos a base de cáñamo añadirían un renglón de ingreso para las arcas gubernamentales.
6) Nuevas aplicaciones farmacológicas ayudarían a pacientes de todo tipo de enfermedades, desde el cáncer, manejo de dolor y patologías digestivas. Según el viejo hirsuto, el propio símbolo de la medicina occidental está basado en la cosecha del cáñamo en tiempos antiguos. Resulta que esa cruz con una serpiente enrollada tiene su origen en la medicina oriental. Todo galeno sabe que para una persona recuperar su salud, hacen falta dos cosas antes que nada: descanso y relajación, rest and relaxation. Según el viejo, en tiempos pasados esto se conseguía de dos maneras, con el vino y el cáñamo. Nuestros antepasados sembraban las viñas de uvas alrededor de los fibrosos tallos del cáñamo y con el tiempo, el símbolo cambió de un tallo de cáñamo con una viña enrollada a su alrededor, al símbolo galeno que todos conocemos hoy.
Una de esas tardes ociosas de verano, las cuales pasaba jugando al ajedrez en Harvard Square, tuve la buena fortuna de conseguir, a través de un amigo boricua, una botella de Don Q. Cuando el viejo hirsuto me vio bautizando una Coca Cola con un poquito de Don Q, se me acercó y me contó su historia. Se llamaba Hulme y era un escritor venido a menos. Había publicado un libro, The Underground City, sobre la resistencia francesa en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Además, reconocía la botella de Don Q porque había sido parte de la producción de Lord of the Flies que se filmó en Vieques en la década del 1950. A partir de entonces nos hicimos amigos, o por lo menos cultivamos una de esas amistades espontáneas que se dan en las plazas de las ciudades entre desconocidos que coinciden una y otra vez en el mismo espacio.
¿Y esta digresión, a qué se debe? Se debe a que en los últimos días me enteré de algo completamente insólito, una verdadera prueba de la hipocresía por parte de las autoridades norteamericanas. Resulta que el gobierno de Estados Unidos ha patentizado la marihuana. ¿Cómo? Pues sí, así mismo como lo oyen. El gobierno tiene la Patente 6,630,507 sobre la marihuana, y no digo cáñamo porque la patente incluye el famoso THC, el compuesto molecular responsable por el susodicho “arrebato” que produce fumar marihuana.
Según la patente, estos canabinoides son útiles en el tratamiento de enfermedades del sistema inmunológico, Parkinson’s, demencia a causa de Alzeheimer’s y VIH y traumas, entre tantos otros. ¿Cuál es el significado de esto? Sencillamente que las autoridades norteamericanas prácticamente fundamentan toda la Guerra contra las Drogas en las estadísticas del consumo de marihuana. Sin estas estadísticas, el consumo de drogas en general no justificaría presupuestos tan elevados, ya que en comparación, el consumo del resto de las drogas ilegales no es suficientemente alto como para justificar presupuestos multimillonarios. Por supuesto, que las dos drogas más dañinas, el alcohol y el tabaco, son perfectamente legales, pero eso, como dicen, son otros 20 dólares.
Según las leyes antidrogas, la marihuana está clasificada como una substancia “Schedule I”, lo cual significa que no tiene ningún valor medicinal. O sea, que por un lado declaran la Guerra contra las Drogas derrochando miles de millones de dólares contra substancias sin ningún valor médico, pero por otro lado patentizan los canabinoides para lucrarse del uso médico de éstas. ¿Cómo va el dicho…? O te peinas o te haces rolos, pero las dos a la vez no se puede. El gobierno de Estados Unidos está mal; está engañando a su ciudadanía. Mientras que te condenan por 20 años por vender un poquito de marihuana, a lo sumo un violador cumple ocho años. Mientras llevan casos en corte contra usuarios de marihuana, por otro lado buscan lucrarse del uso de los canabinoides en la medicina moderna.
En fin, es doloroso pensar que tenemos un recurso que nos ayudaría a mejorar la calidad de vida, a conservar nuestros recursos naturales y a aliviar todo una serie de terribles patologías, que de hecho, lo hemos tenido desde hace mucho, muchísimo tiempo, más sin embargo no podemos aprovecharnos de esta alternativa porque un pequeño grupo de conservadores reaccionarios se lucran manteniéndola inaccesible al resto de la población.
Es increíble el nivel de mentiras que toleramos como sociedad. La cantidad de abusos que aguantamos por parte de los grandes intereses. Las crisis que sufrimos porque una minoría busca lucrarse a costa de los demás. Las inconsistencia en el discurso republicano de los políticos norteamericanos, inclusive Fortuño, autodeclarado republicano, son impresionantes. Qué fácil la tienen, militarizando la policía dizque a causa del narcotráfico y los marihuaneros, mientras que por otro lado se lucran de las aplicaciones medicinales de esta planta “ilegal”. Sin contar el absurdo de lo que es declarar un pedazo de naturaleza “ilegal”. La osadía humana no tiene límites. Pero nuestra paciencia sí.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que nos mientan con tanto descaro?