Historias de «bullies»
El pretexto
Sócrates esperó su muerte preso. Lo encontraron culpable de pervertir a la juventud, entre otras cosas. Pudo escoger como castigo ser desterrado pero escogió tomar cicuta, que es un veneno. Muchos afirman que Sócrates, igual que Jesús, fue un personaje de ficción y al parecer, ambos no pasaron de ser meras leyendas literarias en donde se depositó un paradigma imaginario o una idea platónica para beneficio de unos pocos. Hoy todavía no tenemos certeza de si realmente existieron o no.Pero, independientemente de su existencia, la prueba apunta a que ambos personajes fueron recursos de los cuales se valió el Poder para crear paz social dentro de economías basadas en la esclavitud y la explotación de la mujer. El profesor estadounidense Joseph Atwill va más lejos ydice que “el cristianismo fue creado como una herramienta de propaganda sofisticada para pacificar a los súbditos del Imperio romano”. Quizás ayude, para apuntalar la prueba de que fueron personajes de ficción,1 partir de la muerte de ambos, ya que tanto a Sócrates como a Jesús, los asesinaron sus respectivos estados.
Uno podría creer que aprende muchas cosas importantes de estos héroes, como suponen que aprenden de las historias de Jesús los cristianos, pero si uno lo piensa bien, lo que se aprende tras los cuentos de estos desafortunados personajes gloriosos, es en realidad a callar y a mantenernos en la línea para que no nos mate algún Estado. Las historias sobre Jesús no buscan enseñarnos a resucitar gente o a caminar sobre el agua porque eso es imposible, y por lo tanto, nunca seremos como Jesús; así que en realidad lo que consiguen es ayudarnos a entender que los que luchan por verdad y por justicia, mueren a manos del poder. Eso dice el cristianismo claramente cuando adopta como símbolo religioso la cruz, que fue el método de ejecución usado en Jesús, por ejemplo. Todo parece indicar que no tendremos otra opción que estar dispuestos a sacrificar la vida por lo que creemos.2Pero como sabemos, la mayoría de los humanos somos cobardes. Por eso, y en sustitución de la lucha propia hasta la muerte, nos amparamos más en predicar sobre los héroes que en hacer lo que hicieron. Por eso también, perpetuamos nuestra opresión con los mesías y los héroes.
Convertimos la propaganda (prédica) en una lucha y cambiamos de mesías según nuestras creencias. Algunxs esperan la venida de la clase trabajadora consciente, otrxs de Jesús. Unxs esperan un padre de la patria, otrxs un ejército de otra nación, y así por el estilo. Los héroes y las heroínas se crearon con propósitos pedagógicos y por tanto, su fin es la manipulación. Muchos se hicieron a la medida del poder como modelos inalcanzables pero sobre todo trágicos para que, por contraste, apreciemos la seguridad que da tener vidas al margen: vidas insignificantes. Los héroes se fabrican a posteriori, se debe aclarar, y esto lo que significa es que usted no podría identificar uno si lo tuviera al lado porque para ser héroe trascendental hay que morir y se tiene que escribir y reescribir la historia. Los héroes, los mesías y los dioses son grandes “bullies” que nos meten a la fuerza otrxs, para que nos vigilen desde adentro. Sigmund Freud le llamó a eso el superyó.
Como les decía al principio, Sócrates estaba preso y recibe una visita en vísperas de su ejecución. Por motivo de esta lo liberan de sus cadenas por un momento. Al ser liberado reflexiona sobre el dolor y nos enseña con su conclusión que el placer es en realidad dejar de sentir el dolor de las cadenas. El placer es la ausencia de dolor, arguye Sócrates antes de morir, me repito. Lo medito, lo pienso, y concluyo que sin lugar a dudas eso lo pudiera decir hoy cualquier político de turno, pero descubro mirándome pa’ dentro, que también fue a la conclusión que llegué siendo apenas un niño, cuando descubrí que mi “bully” había faltado un día a la escuela.
Mi primer “bully”
Llegó cuando yo tenía alrededor de 3 años. Era un vecino de más de 12. Me pedía besos, me trataba de tocar y me hizo temerle hasta hace poco a los lagartijos porque me echó uno muerto por la camisa cuando tenía 4 años. Todavía lo recuerdo clarito. A los 5 me puso un revólver en las manos y me hizo disparar a la pared de otro vecino apretando su dedo contra mi dedo que había puesto a la fuerza sobre el gatillo.
Yo me crié en Country Club, y soy producto de una “jibarita” del barrio Montones de Las Piedras que estudió a fuerza de un impulso que todavía no entiendo muy bien. Se convirtió en trabajadora social empleada por el municipio de San Juan y siempre tuvo dos o más trabajos. Por mucho tiempo lavó nuestra ropa a mano y la tendía; y hervía agua para bañarnos. Mi abuela urdía lo propio pero en quebrada y hacía caca en la letrina. Yo veía a mi madre poco porque ella trabajaba mucho. Se divorció de mi padre, que es otro jibarito de Santiago de los Caballeros en la República Dominicana cuando yo tenía 4 años. Hace como 20 años que no lo veo y quizás exagero, pero lo que importa no son los años del calendario sino los que se sienten.
Antes de tener edad de ir a la escuela me cuidaba una señora de nuestra calle que se llamaba Catín. Me cortaba las uñas con unas tijeras gigantes, me escondía el bobo y me sacaba el jabón de la cabeza metiéndome debajo del agua sin avisarme. Mi hermana tiene necesidades especiales y puedo ver todavía a mi mamá llegar del trabajo a buscarnos a casa de Catín tarde, para entonces sentarse por horas, después de hacer y darnos comida, a estudiar con mi hermana hasta que logró hacerla leer y escribir. Todos los expertos decían que era imposible.
Recuerdo que cuando estaba en la elemental mami nos llevaba a la escuela a las 6 de la mañana y se iba con prisa porque entraba a las 7. Algunos sábados nos compraba pollo de Kentucky luego de haber llevado la ropa al londri de monedas. Nos cargaba en un carrito de compras que tenía, junto con las bolsas negras llenas de ropa, hasta que se consiguió un Chevette marrón del 1979. Mi mamá aprendió a guiar contratando a una señora. Nadie usaba el cinturón. Aún con todo lo terrible que parecería sonar, la mayoría de mis memorias son felices y mientras más pasa el tiempo se hacen además hermosas. Vivimos mucho mejor que la gran mayoría de Puerto Rico.
No obstante, y como contraste, debo decir que si me esfuerzo, puedo quizás recordar hasta descubrir dos constantes en mi vida. He vivido alimentado del amor como pregono hasta de nombre, pero también del dolor, de la rabia y del odio, como todos los seres vivos. Uno podría dedicarse solo al amor pero eso sería tan absurdo como ponerse a pintar todo de rosa. Soy convicto de la idea de que es imposible amar con potencia, sin haber odiado con igual fuerza alguna cosa. Nótese aquí la relevancia de aquella reflexión de Sócrates sobre sus cadenas.
“Bully” de sangre
Mi próximo “bully” lo tuve en la escuela elemental Ángel Ramos y fue una niña. Esta muchacha era de una escuela superior y venía a la elemental a buscarme, siempre pidiéndome que me fuera con ella. Me jalaba por los brazos y me arrastraba por el piso. Recuerdo una vez que al tratar de zafarme se me rompieron los pantalones entre las piernas, y terminé el día de clases prácticamente en calzoncillos. Ese fue el único caso de abuso que sufrí en esa escuela, pero sin duda sufrí, porque hasta caca me hice encima.
No era fácil ir por la vida sin mi papá y ahora que lo pienso puedo distinguir por fin, muchos años más tarde, cómo su ausencia me fue moldeando frágil, inseguro y receloso. Veo a mi hijo y busco cómo debe ser un padre y el amor que me sale como reflejo involuntario parece un calco del amor compulsivo de mi madre o algo que vi en televisión. ¿Cómo uno sabe lo que le hará mejor a un hijo?
Mi familia por parte de madre es un misterio para mí, mi abuela se casó como a los 14 y tuvo 20 hijos de mi abuelo. Vivieron juntxs hasta que murieron. De mis tías y tíos solo sé los nombres de algunxs. Pero si la familia de mi madre es un enigma la de mi papá en mis archivos ni siquiera existe. Es como sentirse uno en el vacío completo, porque es no tener familia. Por eso me parece ridículo que prefieran dejar niñxs huérfanxs antes de poder ser adoptadxs por parejas del mismo sexo. No puede haber nada peor que no tener familia. Yo extraño a mi padre porque está vivo y no se interesó nunca por mí, pero no porque crea que solo él podría educarme, eso sería una tontería. Pienso que la relación genética facilita muchas cosas, pero lo más importante es poder contar con alguien.
Hoy día yo aspiro como padre a inventarme desde esa tarea inconclusa del mío, pero es como entrar a un cuarto obscuro. Uso a veces de modelo a mi padre de crianza que lo amo, pero somos tan distintos en lo profundo que es difícil reflejarme en él. Así todavía me lanzo buscando luces pero siempre me siento perdido por carecer de referencias. En aquellos años en donde más sentí la ausencia de mi padre me construyeron fuerzas obscuras que hoy lucho por arrancarme como matojos, pero cada día descubro uno nuevo. Mi papá ausente fue un “bully” también; y mirando a mi hijo es cuando más huérfano me siento.
“Bully” bajo el agua
Recuerdo que en una ocasión tuve la suerte de recibir el regalo de unas clases de buceo. Esas clases son carísimas, y con eso quiero decir que todos los demás en el curso tenían mucho dinero. Conocí a un muchacho de mi edad (creo que eran 14 años) que al verme, inclusive antes de preguntarme el nombre, me preguntó si “yo era de caserío”.
No reconocí hasta hace poco que de hecho, mis orígenes se notan en el color de mi piel. No soy negro, pero tengo el color del “titerito”. Yo me quito la camisa, me pongo una gorra al revés y me arrestan, pero sobre todo se nota mi procedencia de clase en mis formas de expresión. Conozco a muchxs que se parecen a mí y para liberarse del estigma, por lo general recurren a la sobrecompensación y se convierten en mojigatos grandilocuentes, por ejemplo. Yo, sin embargo, abro la boca y me choteo.
De otro lado, también conozco a muchxs que igualmente asumen subculturas marginadas y ajenas para compensar su culpa y se proyectan como pobres para construirse una personalidad desde ese discurso. Algunos inclusive se hacen millonarios cantando canciones sobre luchas y reivindicaciones sociales de grupos a los que no pertenecen y nunca han pertenecido, y nadie consigue verlo como un problema. Sin embargo, si algún pobre quisiera hacer cosas de ricos, lxs ricxs lo detienen en el acto.
Lo que yo era, me hizo de inmediato diferente para aquel niño. Allí era evidente que yo no pertenecía, y él pudo decirlo en confianza porque eso se hablaba en su casa. Le dije que no, sin más detalles; pero, ¿qué hubiera hecho si hubiera dicho que sí? Luego me explicó que su papá no lo dejaba relacionarse con gente de caserío. La próxima vez que sentí ese racismo fue cuando en EEUU apenas entrando la primavera en Madison, Wisconsin, y teniendo yo 18 años, nos preguntan a mi amiga mejicana y a mí: “where you get that tan?”
No todxs habían sido explícitamente advertidxs de lxs niñxs de caserío como aquel chamaco que cogió las clases de buceo conmigo. Pero todos respondían por el modelaje a la amenaza que significaba el que alguien como yo se sintiera igual a ellos. Descubrí que las cualidades que me trataban de desalentar, y que pretendían atribuirme como una desventaja, le molestaban también, en el contexto de luchas políticas en las que participé alrededor de los EEUU, a personas abiertamente racistas que lo expresaban como si sacaran una cuchilla para cortarme. Sencillamente tenía que ser obediente, para ser considerado. Si me salía de los límites eras sujeto de reprensión y de represión.
Perderle el respeto a las instituciones de poder, sin embargo, es una importante etapa en el proceso de conseguir que estas pierdan control sobre nosotros. Solo recuerden a Salcedo. Entiendo también que el poder secular codepende del paradigma religioso por lo que para derrocar estados de explotación económica debemos derrotar la idea de dios. Debemos entender que mientras respetemos a dios por tener la fuerza imaginaria de aplastarnos, solo estaremos a merced de sus “bullies” en la tierra.
El “bully” de clase
Gracias a sus oportunidades, los “bullies” de clase adquieren una influencia social que no tenemos el resto de los mortales. Fueron “bullies” ricxs lxs que más he tenido. Para mí resalta de forma especial que este tipo de “bully” se convierte en autoridad por su estilo de vida. Se la dan sus piscinas, sus casas grandes, sus veleros y sus carros caros porque la propaganda del mercado y la educación en el sistema nos incrusta la idea de que las posesiones materiales son indicadores de superioridad. Nos imponen sus metas desde las inocentes caricaturas que vemos de niñxs. El éxito se relaciona hoy con el consumo y una persona es valiosa en esos términos. Quienes se aproximen a esa idea del éxito se les identifica por la apariencia y desde esa lectura de la imagen es que se les escucha, se les dedica tiempo y se les respeta. Lxs que no consumimos tanto, tenemos que hacer esfuerzos monumentales o haber tenido la suerte de nacer con una habilidad especial, y ser descubiertxs, para poder entonces tener acceso a lo que los ricos disfrutan desde la cuna.
Aún así me pitan los oídos porque lxs escucho ahora mismo diciéndome acomplejao’. Sin embargo, antes me podía haber molestado pero hoy día me río, porque siempre tratan de culparnos de nuestra explotación. Los “bullies” de clase creen que todxs vivimos la vida que ellxs vivieron. Nos responsabilizan como si tuviéramos bien construido el ego tras décadas de experiencias enriquecedoras. Creen que tuvimos sus viajes, su comida saludable, sus visitas al doctor, su descanso, su mismo apoyo económico y la compañía. No pueden entender, por dar un ejemplo, cómo ver sus casas nos disminuía porque nunca entendíamos cómo si nuestras madres trabajaban tanto, no podíamos tener las mismas cosas que todos ellxs tenían.
Para la clase dominante esto es invisible, pero para nosotros lxs que no tenemos poder pero llegamos a vivir entre ellxs, todo es distinto. Tratar de convencerlxs de que es opresivo tener tanto poder sobre otrxs aunque lo permita la ley, y aunque se haya obtenido por su propio esfuerzo, es misión imposible. Es tan imposible como que acepte un banquero que los bancos como institución son responsables del colapso económico actual.
Pero la cosa es que decir que el esfuerzo y el trabajo hace justa la explotación de otrxs, sería como aceptar que alguien afirme que tiene derecho a comprar negrxs o que usted defendiera a un hombre millonario porque con su esfuerzo y dedicación llegó a tener un harén de niñas. De todas formas, solo piense en los esclavxs negrxs que trabajaron hasta 18 horas diarias, piense en lxs obrerxs, incluyendo niñxs, que antes de las leyes laborales trabajaban tanto como lxs esclavxs. Si de verdad la riqueza es fruto del esfuerzo, entonces todxs aquellxs, así como lxs mejicanxs, guatemaltecxs y salvadoreñxs ilegales que recogen frutas en fincas de EE.UU., serían nuestro paradigma y no un rico vago que vive de acciones, bonos y dividendos. Obviamente se necesita más que trabajo, voluntad y disciplina para triunfar en el capitalismo. Se necesitan muchas cosas, claro está, pero la más importante siempre es la suerte.3
Recuerdo que en una ocasión mi último “bully”, guiando en su carro nuevo y ya cuando éramos grandecitos, esquiva drásticamente un carro que va muy despacio y al pasarle por el lado ve que es una mujer negra y le grita “¡negra sucia!”. Yo no volví a hablarle, pero él hoy disfruta de un importante puesto en el gobierno.
- No niego la posibilidad de que fueran figuras reales hiperbolizadas con el tiempo, pero de eso exactamente se trata. La manipulación de la memoria convierte de todas formas a una persona real en un ente ficticio al reescribirlas como figuras heroicas. [↩]
- El sacrificio está especialmente arraigado entre los musulmanes, desde Abraham. [↩]
- La suerte es la suma de los factores que demuestran nuestra ignorancia, es eso que en la ecuación de la vida todavía no podemos aprehender, predecir o controlar. [↩]