«Iluminado negro», teatro obrero en el Ateneo
Mediante la presentación del drama de la vida del escritor de Guayama, Ramos-Perea nos lleva a varias preguntas. ¿Cómo se crea? ¿Cómo superar la educación recibida para hallar respuestas y aportar soluciones a las situaciones de vida? ¿Cuál es el pensamiento propio para enfrentar las divisiones que no permiten la justicia social? Las obras leídas por la intelectualidad no son una receta de vida. Alonso Pizarro le pregunta a Luisa Capetillo, luego que ella citara varios autores: ¿qué piensas tú?
La obra nos mueve por una serie de intrigas, alianzas que traicionan el ideal de la libertad. Uno de los temas de la obra gira en torno a la liberación de los esclavos, presenta el problema de que la emancipación no se resuelve con un decreto. Incluye otros como: el prejuicio racial, la división de clases, el colonialismo, la explotación del obrero y los beneficios de las castas políticas. La relación de estos conflictos permite que el espectador sea activo y se pregunte por ejemplo: ¿cuál es la diferencia entre los Compontes y las Turbas Republicanas?
El Teatro del Ateneo se convirtió en los escenarios diversos de la vida no sólo del personaje Alonso Pizarro, sino de sus coetáneos dirigentes obreros y políticos, y especialmente el pueblo obrero de entre siglos XIX y XX. Escenarios como las casas, el teatro siempre presente, la tipografía, la escuela y sobre todo la calle, permitieron darle cohesión a los múltiples personajes. Pero hay que destacar que fue así, porque los actores entendieron cada uno de los nombres individuales y colectivos que representaron y le aportaron la energía de vida de ese momento.
El teatro no es mero entretenimiento, es el espejo de una sociedad para que tome conciencia de sí. La obra de Ramos-Perea se remite al teatro documental y se reafirma en el teatro independiente que realiza el Ateneo Puertorriqueño. Por ello Ramos-Perea expone en los parlamentos de Alonso Pizarro cómo interpretar la idea y el conflicto teatral al descifrar el sentimiento que implica la obra dramática. Dice el personaje varias veces: Porque después de la revolución… el teatro es la única forma de justicia.
Al utilizar el recurso del teatro dentro del teatro, Ramos-Perea destaca el género creador de Alonso Pizarro. La obra refleja el proceso de ideas para múltiples situaciones según el entendimiento y la voluntad de hacer, crear y vivir. Ese es el marco técnico para exponer varias de sus obras a fin de captar el surgimiento y reflejar la voluntad de escribir para su tiempo y circunstancias. De este modo muestra la interpretación que le permite el estudio de las obras de Alonso Pizarro, sobre el significado del teatro como género y expresión de una sociedad que si bien se mira desde una clase, abarca todas las circunstancias de los estratos sociales.
Alonso Pizarro enfrenta en su obra creadora, cómo mantener el ideal y transformarlo en realidad para un cambio social. Para ello incorpora los trabajadores de toda clase y labores quienes generan la vida social y económica, de la colectividad que tiene que resolver su día a día. A su vez Ramos-Perea reinterpretando las circunstancias de vida del escritor negro, señala que la práctica de individualizar las acciones, impide el avance de las ideas libertarias, altera la realidad de la división de clases y retrasa la justicia social. Por otro lado, la llamada internacionalización de la lucha obrera, no se contrapone a la nacionalidad, pero en muchos casos la han usado para minimizar el sentimiento nacional y patrio.
El detalle de los recursos musicales fue fundamental en la obra; al presentar las acciones de la época junto a las canciones y los himnos obreros, permite pasar la vida de entre siglos: amor, muerte, miseria, hambre, repatriación, la migración siempre forzosa, traiciones, sobrevivencia, errores de decisiones, creencias religiosas, y conceptuaciones políticas entre otras. Ramos-Perea rescató la memoria musical de la época y el pueblo.
Los personajes de hombres y mujeres como: Eleuterio Derkes, Fabriciano Cuevas Sotillo, José Mauleón, Santiago Iglesias Pantin, Luisa Capetillo, Eduardo Conde, Ramón Morell Campos, Ramón Romero Rosa, interpretados por los destacados actores del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño, acentúan el significado de vida permitiendo el trazo de la historia en la literatura: cuál es el dato y cómo debió haber ocurrido. Los cambios de vestuario reflejaban los cambios de ideas, las alianzas, las claudicaciones.
Mediante un diálogo dinámico que no pierde intensidad, apoyado en los referentes de los escenarios, Ramos Perea mantiene la atención del público a lo largo de las cuatro horas de representación. Entiendo que esta duración afirma las obras clásicas y contrapone la idea de un teatro de breve escenificación como uno efectivo para el gusto del espectador. Momentos de gran intensidad individuales como la muerte de la madre y la esposa, la estupefacción ante la locura de París, la valentía del enfrentamiento a la violencia de Mauleón, se complementan con los colectivos como la militancia de los obreros en las huelgas y la represión. Ambas instancias captan la miseria económica, física y espiritual que provocan los intereses capitalistas de los imperios, lo cual permite la atención constante que se basa a su vez en la representación continua sin caídas de telón, con sólo un intermedio de quince minutos.
Esta producción implicaba la participación de cincuenta actores en escena, algunos con varios papeles, lo cual muestra la precisa interpretación artística y la dirección magistral de Roberto Ramos-Perea. La actuación de Luis Javier López Rivera quien interpreta a Manuel Alonso Pizarro, fue intensa y conmovedora. El joven Jerald Mateo Constanzo Mota quien representa a Manuel Alonso Pizarro en su etapa de adolescente, estuvo impecable. Igualmente los actores y actrices Melissa Reyes, Edgar Quiles Ferrer, Nelson Alvarado, Ricardo Santiago Ricardo Mariñá, Sonia Rodríguez, Jesús Guad, Andrés López Sierra, Rolando Reyes, Olga Vega Fontanez, Israel Solla, Lenis Oropesa, Jayslinn González, Aida Beléndez, Felipe Guzmán María del Carmen Muñiz y Alfonso Román representaron sus personajes con acierto, buena dicción y naturalidad, dándole los matices necesarios e interpretativos, diferentes, acertados y convincentes especialmente cuando participaron en las versiones aclarativas de las obras de Alonso Pizarro vueltas a presentar en escena.
Los actores y actrices que representaron al pueblo, los obreros y las organizaciones represivas aportaron dinamismo y mantuvieron la intensidad de la acción que requiere una obra teatral.
Esta obra es una diferente que aporta a la trayectoria del teatro puertorriqueño desde sus orígenes al momento actual. El trabajo de teatro independiente que realiza el Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño es vital para el arte teatral y para la trayectoria dramática de nuestras letras. Es a su vez germen para otros proyectos como es el cine y el documental. Le añado al título Iluminado negro o la gesta de la creación porque desde mi punto de vista, esta obra encierra la necesidad de crear en la vida y en el arte.
* La obra se mantiene en escena desde el 7 hasta el 17 de agosto de 2014 en el Teatro del Ateneo.