Interstellar
Un filme firmemente basado en la ciencia es siempre una novedad. Esta película emocionante y larga (dura casi tres horas), tiene tanta hermosura y gran contenido que por momentos deslumbra al espectador. Son los efectos especiales, la cinematografía, la mejor de Hoyte van Hoytema, y las actuaciones lo que hace que la película se aferren a nuestros sentidos sin soltarnos en los momentos más sorprendentes.
La primera hora establece que en un futuro no muy lejano la impertinencia humana ha condenado a muerte al globo terráqueo. Una epidemia de roya, un hongo que afecta las plantas de cereales, ha exterminado el trigo y lo único que queda en abundancia es maíz. Otras cosechas están por desaparecer. Las planicies se han convertido en desiertos que crean nubes de polvo que cubren el paisaje y los pueblos. Ante la carencia de alimento todos han revertido a convertirse en agricultores para poder sostener a la humanidad. Uno de ellos es Cooper (Matthew McConaughey) un viudo expiloto de la NASA quien comanda una finca con su suegro (John Lithgow), su hijo adolescente y su hija de diez años Murphy (Mackenzie Foy). En la habitación de la niña ocurren cosas extrañas que ella le atribuye a un fantasma. Si lo es, es uno muy inteligente que parece estar enviando señales basadas en ondas magnéticas. Asombra también que es un espectro educado, posiblemente erudito, pues usa los libros para tratar de comunicarse con la niña.
Finalmente el mensaje gravitacional y magnético del “fantasma” conduce a Cooper a un campamento en el que un grupo comandado por el profesor John Brand (Michael Caine) tiene un plan para salvar a los habitantes de la tierra. Para lograrlo hay que pasar por un “agujero de gusano” (worm hole) que llevará a la tripulación a un lugar en el universo en que puede haber planetas con características similares a la Tierra. No he contado nada que no aparezca en los avances de la película, y no podría relatar algo más sin estropearles las sorpresas, que son muchas.
Esa primera parte de la cinta es notable por la referencia obvia a la necesidad de proteger el planeta de la contaminación y de prevenir el mal uso y abuso de la naturaleza. El guión resalta la primacía de la tierra como el origen del sustento de la humanidad y la importancia del agricultor. Las imágenes revelan la semejanza de lo que está sucediendo con las del “dust bowl” de los años treinta del siglo pasado cuando la sequía y la falta de prácticas responsables de cultivar las tierras secas para prevenir la erosión del suelo causada por el viento resultaron en enormes tormentas de polvo que afectaron la vida de millones en las planicies de los Estados Unidos y Canadá. La catástrofe está presentada desde el punto de vista de los habitantes de una pequeña comunidad y entendemos muy bien que es el hombre común el que muchas veces tiene en sus manos las soluciones. El tema prevaleció en el cine del Hollywood de los años treinta y cuarenta y algunas escenas le rinden tributo a la obra maestra de la época, The Grapes of Wrath. Simultáneamente queda claro que entre esos ciudadanos hay quienes tienen el talento para revolver problemas muy complejos y que no se debe subestimar la capacidad de nadie.
Debido a la situación, se ha implantado en las escuelas cuotas que determinan quién va o no a la universidad. Los libros escolares niegan la evolución y no creen que el hombre llegó a la Luna sino que todo fue una patraña para ocultar gastos innecesarios. Cooper rechaza esa decisión y combate infructuosamente la ignorancia en una escena que presagia que los anticientíficos seguirán negando los avances de la ciencia y entorpeciendo el progreso aún ante una evidente lucha por la supervivencia.
No así los guionistas de la película Jonathan y Christopher Nolan (quien también dirigió) quienes inspirados por los estudios de Kip Thorne (asesor y productor ejecutivo), un físico teórico que es uno de los expertos mundiales de las predicciones astrofísicas de las leyes generales de relatividad, han traído a la trama conceptos complejos como el teórico agujero de gusano que ya mencioné, la quinta dimensión, y el desdoblamiento de eso que siempre ha existido, el tiempo. Para el tope de este bizcocho complicado, el misterio del fantasma en el cuarto de Murphy depende de un teseracto o hipercubo que es el análogo en cuatro dimensiones de un cubo. Les puedo decir que teóricamente ese es el secreto, no solo de la película, sino de cómo viajar a la quinta dimensión (lo que une la gravedad con la fuerza electromagnética) y acortar el tiempo que transcurre según medido en la Tierra. Este imaginario basado en la ciencia y no en mera especulación explica muchas cosas que ocurren en el último tercio de la película.
Pienso que a pesar de la belleza del filme y de las actuaciones expertas de McConaughey, la niña actriz Foy, y Jessica Chastain, quien interpreta a Murphy cuando grande, el problema para el espectador que no está al tanto de los complejos aspectos científicos tratados en la película (como yo, que tuve que aprenderlos) es que solo aquellos que tengan paciencia (como yo para algunas cosas) apreciarán la agudeza del guión y el significado de los efectos visuales. La validez de la ciencia presentada en la cinta ha sido motivo de una entrevista con Kip Thorne en la revista Science de 14 de noviembre de 2014. Thorne ensalza que, aparte de nubes de hielo, el guión, y todo lo especulativo en él, siempre se mantuvo cerca de lo científico.
Vale la pena ver Interstellar y meditar sobre el futuro de nuestro planeta, que es el mensaje principal de la película. Nosotros, aunque lo nieguen los políticos descabellados, estamos acabando con el planeta. Lo hacemos de mil formas controlables con el mayor desdén, sin tener respeto para con nuestros semejantes. Contaminación de la atmósfera, de los cuerpos de agua, deforestación y desarrollo suburbano descontrolado sin consideración de la tierra fértil, y un gran etcétera. Como toda esta actividad pretende generar ingresos desmedidos tal vez los grandes capitalistas sean los únicos que puedan pagar un viaje a un nuevo planeta. Les deseo suerte.
Además de lo que ya he dicho, me encantó que Interstellar deja claro que la contestación a los problemas más grandes y complejos están en los libros y en las bibliotecas. De hecho, en una como la de Babel, infinita. Muchos lo sabemos; espero que todos lo comprendan. Detrás de cada libro hay una gran respuesta.
La única falta potencial que podría impedir que el espectador promedio disfrute plenamente del filme es su larga duración. Tal vez la cinta se pudo acortar eliminando parte de su segundo tercio, pero no soy quien para rehacerle la película al director y sus colegas, que pensaron sobre su obra por mucho más tiempo que yo. Eso sería arbitrario, absurdo, y tonto.