Jurassic World
Uno se podría preguntar por qué se sintió la necesidad de hacer esta película y equivaldría a cuestionarle a un banquero su gusto por el dinero. Su antecesora, Jurassic Park (1993) junto a las dos versiones que le siguieron en 1997 y 2001, ha ganado más de dos billones de dólares en la taquilla. Esta va camino al billón. Ha pasado mucho tiempo desde 2001 y hay nuevos adolescentes, para los que, a veces, la pantalla se convierte en un juego de video. No saben na’ estos tipos. De todos modos, no se puede negar que la historia original del libro de Michael Crichton es una especie de clásico en su género de horror-fantasía-ciencia ficción y que los efectos especiales, que cada vez mejoran más, son sensacionales. Pero la base del cuento no puede cambiar mucho sin convertirse en Godzilla o en un King Kong atómico.
Tal y como Disneyland hizo su metamorfosis a Disney World, Jurassic ha hecho la suya, y en Isla Nublar, supuestamente en Costa Rica, la reconstrucción de lo que fue Jurassic Park ha recreado un lugar donde la familia disfruta de estar con dinosaurios que son mansos y otros que son mortales. ¿A quiénes se les ha ocurrido tamaña tontería? A la compañía InGen y a su dueño Simon Masrani (Irrfan Khan). Peor aún, han creado una nueva especie llamada Indominus Rex que es un híbrido de varios dinosaurios carnívoros incluyendo, por supuesto, Tiranosaurio rex.
A este lugar una pareja que está teniendo problemas matrimoniales (no en balde) envía a sus dos hijos a pasarse un fin de semana porque Claire (Bryce Dallas Howard), la hermana de la mujer, es la jefa operacional del parque de diversiones. ¡Y qué diversiones! La familia puede ver cómo un dinosaurio se come una cabra viva y como un Mosasaurio, una especie de ballena-cocodrilo-barracuda, se come un tiburón de un bocado. Obviamente, el entretenimiento que necesita el mundo.
Sabemos desde que nos sentamos en nuestras butacas que las cosas se van a poner malas. El cheche de la película, Owen (Chris Pratt) entrena a cuatro velociraptors, que fueron villanos en la primera película, e intuimos que de alguna forma estos cuatro han de hacer barbaridades. También nos percatamos de que la conexión que ha hecho Owen con las cuatro bestias ayudará de alguna forma cuando llegue el momento.
Vic Hoskins (Vincent D’Onofrio), el jefe de seguridad del complejo, le ve futuro a los velociraptors como armas militares. D’Onofrio es un actor de tics interesantes y aquí tiene más que alguien con neuralgia del trigémino. Me imaginé que pronto haría (el personaje) su anuncio para postularse como precandidato a la presidencia de los Estados Unidos, pero sabía que los velociraptors lo habían mirado mal y que, nonines.
Como en filmes anteriores de la franquicia, este tiene efectos especiales verdaderamente impresionantes, algunos sobrecogedores. Las vistas de Hawái, donde se filmó la película, son hermosas (se usó el zoológico de Hawái para la filmación) y los actores son graciosos y efectivos. Digo graciosos, porque me da la impresión que saben que están en una situación en la que solamente gente desquiciada, estúpida y avara podrían encontrarse. Cuando el Indominus se escapa de su cercado la primera consideración no es proteger a las miles de personas que están allí, sino que costó $25 millones para crear la bestia y hay que evitar hacerle demasiado daño. Hay que recuperar por lo menos el costo. De hecho, el Indominus me recordó a los bancos demasiado grandes para fracasar: se comen todo a su paso, no justifican nada de lo que hacen y se esconden cuando alguien trata de encontrarlos.
Por suerte la cinta cuenta con la hermosa, graciosa y buena actriz Bryce Dallas Howard que parodia a una ejecutiva que va más allá de sus capacidades pero al fin y al cabo se salva (¡la vida!) de una compañía a punto de irse en bancarrota. Sí ofende que el entrenador de los velociraptors y los hombres de esta película la tratan como si fuera una tonta porque el guión tiende a presentarla de esa forma. Los dos muchachitos que van de vacaciones (que jamás se les olvidará) son tan incoloros que uno sabe que nada les pasará. Sin embargo, hasta cierto punto, son el fulcro de la trama pues su búsqueda por el bosque es una de las mejores partes de la larga película. Desafortunadamente nada de lo que va sucediendo me tomó por sorpresa excepto algunos chistes (buenos) que ocurren mientras la acción más intensa está ocurriendo.Queda claro que el genetista Henry Wu (B.D. Wong) se escapa de la isla con sus embriones y las libretas de sus investigaciones. Aunque me lo esperaba, fue la parte que más miedo me dio de la película: habrá otra.