La “ciencia” y la metáfora de la apuesta
Por otra parte, creo que es legítimo, y hasta obligatorio, preguntarse si la gran mayoría de esa minoría ha leído y conoce a fondo el plan de gobierno del PNP (su partido), conocido como Plan para Puerto Rico. También habría que preguntarse si una mayoría, por no decir la totalidad, de esa minoría ha leído y conoce bien la llamada ley “PROMESA”. En mi opinión, la mayoría de esa minoría votó principalmente –entre otras posibles razones- por lealtad tradicional a su partido, (y hasta un tanto irracional, como, por ejemplo, el miedo a perder la ciudadanía americana etc.). Creer, por lo tanto, que el pueblo votó por un programa neoliberal y antidemocrático y por la Junta de Control Fiscal creo que es confundir la parte con el todo.
Por lo mismo, pensar que las antidemocráticas (porque van contra el pueblo cuya mayoría le votó en contra al partido de gobierno) y abusivas acciones del gobierno están legitimadas por una cuestionable y ridícula victoria electoral me parece igualmente desafortunado. Pensar que el pueblo votó por el atropello contra sí mismo y, de paso, contra la Universidad de Puerto Rico me parece una desafortunada exageración. Aclaro que al hablar de “pueblo” supongo que todos nos referimos a la gran mayoría. Acepto que una parte del electorado votó, tal vez, con un conocimiento o información, digamos, superficial, basado en las consignas, lemas o estribillos de la campaña publicitaria. Pero eso no equivale a votar a conciencia y bien informado por un programa neoliberal y por propuestas letales contra la UPR.
Ya en el ámbito del personal docente universitario, pensar que las diferencias entre los profesores significan posiciones permanentes que no pueden modificarse con el diálogo no es del todo preciso. En este momento, se están dando de forma continua y sistemática diversas conversaciones entre varios grupos de profesores y empleados de la UPR. ¿Qué saldrá de ahí? Solo el tiempo lo dirá. No creo que los sectores universitarios estén contentos ni con la Junta de Control ni con la actitud tímida, de colaboración, de las “autoridades” universitarias. Todos sí están por el bienestar de la Universidad y su misión para con el país. Las diferencias, como en otras ocasiones, son en cuanto al método de lucha y el momento escogido por los estudiantes. Pero estas diferencias no tienen que ser una realidad inmodificable como una piedra o una mítica condena inextinguible. (Las piedras también cambian. En Aguadilla hasta cantan, según decía José de Diego.) Y Sísifo, condenado a su piedra, según Camus, podría ser dichoso.
Nadie sabe el futuro. El destino no está escrito en ningún sitio, y mucho menos en una ley o en un fatulo resultado electoral. Puede haber descripciones de la realidad, formulaciones teóricas o filosóficas equivalentes a laberintos, callejones sin salida, encerronas, contradicciones que parecen inmovilizar o desanimar la acción legítima del estudiantado. Pero también, no es menos cierto que estas formulaciones lingüísticas o teóricas que pretenden explicar la realidad cambiante pueden desvanecerse o tornarse inútiles precisamente por la acción concertada (siempre con reflexión) de los seres humanos que así se lo proponen. La objeción de la ausencia de condiciones para la acción de los estudiantes no es un pensar científico infalible, echa mano del lenguaje metafórico cuando habla de la apuesta.
Hay que tener paciencia con la ciencia y mucho más con la que se pretende política porque, en mi opinión, podría ser otra forma de literatura que no se reconoce a sí misma como tal. Pero hay que ser honrados, no escapamos de las metáforas, también la acción de los estudiantes es una apuesta. Así las cosas, cada persona, cada profesor y profesora, empleado y empleada, debe decidir cómo relacionarse con la realidad conflictiva y cambiante de la situación en el Recinto de Río Piedras. Lo lindo y estremecedor de la ocasión es que no se apuesta dinero para ganar dinero, como en la caótica bolsa de valores. Se apuesta con la acción, la inteligencia y el compromiso por un futuro mejor para el país. La apuesta vale la pena. Las preguntas son ahora: ¿quiénes querrán entrar en el juego?, ¿quién dará más?