La coincidencia de los opuestos en Cien años de soledad II
A los 50 años de la publicación de Cien Años de Soledad
A Manfred Kerkhoff, a los 10 años de su muerte;
in memoriam
Esta repetición de los nombres es ya de por sí, como ha sido demostrado en múltiples ocasiones3, una estrategia que contribuye a sugerir la importancia que tiene para la novela una concepción cíclica del tiempo y del mito del eterno retorno. El mismo narrador destaca, a través de Pilar Ternera, por ejemplo, como:
…un siglo de naipes y de experiencia le había enseñado que la historia de la familia era un engranaje de repeticiones irreparables, una rueda giratoria que hubiera seguido dando vueltas hasta la eternidad, de no haber sido por el desgaste progresivo e irremediable del eje. (448)4
Estas repeticiones también contienen en sí mismas la idea de una especie de telos que simultáneamente, define el destino de la familia y determina la estructura de la novela desde los pergaminos de Melquíades. No cabe la menor duda de que el primer y último motivo de ese desarrollo es el nacimiento del último Aureliano presagiado desde la fundación de Macondo. Es la sombra del incesto que persigue a toda la familia.5 Esa sombra del incesto es, entonces, un destino-determinante del que se huye pero que ejercerá sobre los descendientes una atracción ineludible que perseguirá a la familia desde sus inicios.6
De otra parte, se ha demostrado por muchos cómo en José Arcadio-Fundador se sintetizan las cualidades que en las sucesivas generaciones se bifurcan en los Aureliano y José Arcadio. Este carácter binario del fundador es, de por sí, una cualidad mítica/religiosa de gran relevancia temática y estructural. Por su riqueza, también nos permite establecer relaciones con la importancia que ocupó en ciertas interpretaciones no ortodoxas del cristianismo la necesidad de una síntesis final entre los elementos de la creación. Mircea Eliade, por ejemplo, nos recuerda las palabras de Jesús en uno de los evangelios apócrifos. En el de Tomás se escribe:
¡Cuando convirtáis a los dos en uno y cuando hagáis de lo dentro igual a lo de fuera y lo de fuera igual a lo de dentro, y lo alto igual a lo bajo! Cuando consigáis que el varón y la hembra sean uno solo, a fin de que el varón no sea ya varón y la hembra no sea hembra, entonces entraréis en el reino.7
Si como sugieren Levi-Strauss y Mircea Eliade, es un motivo inherente en la estructura de la conciencia, entonces, no es de extrañar que los mitos de creación a través de las diferentes mitologías incluyan momentos de separación y rituales de restablecimiento de la totalidad unificada.
De acuerdo con esta interpretación la fundación del nuevo mundo, Macondo, supone entonces desde la perspectiva mítica la bifurcación de la dualidad en las subsiguientes generaciones y el consecuente anhelo de volver a alcanzar la unidad primigenia perdida. De ahí, como escribe Vargas Llosa, que la historia total del pueblo sea refractada en la historia de la familia Buendía, que es también la historia de la casa, título original de la novela.8 La casa como metáfora del cosmos es también un símbolo muy común en la mitología mesoamericana. En la tradición maya-quiché, por ejemplo, la imagen que más frecuentemente se usa para referirse al acto último de creación es la de una casa con 8 secciones, es decir, cuatro puntos cardinales con sus esquinas. El verbo en maya-quiché para “hacer casa” señala hacia el llamado Wacah – Chan, “árbol Cósmico”, que en el centro del cosmos es también el Na-Te-Kan, árbol de maíz, que en el Templo de la Cruz Floreada en Palenque está representado por una planta en la que las mazorcas son cabezas humanas, es decir: el maíz como la casa y el sustento del hombre. La casa es también la del árbol que une nuestro plano terrenal con los cielos y el inframundo y por el que pueden comunicarse entre sí las fuerzas espirituales.9 No olvidemos que el primero de la estirpe Buendía está atado a un castaño en el patio de la casa, centro del pueblo.
Desde el primer momento, la separación de cualidades se repetirá en toda la descendencia. No es necesario examinar los detalles de cada uno de los casos. Es suficiente el cuadro sugerido por Morán Garay10 en la que se esquematizan las oposiciones que caracterizan a la primera pareja:
Es de notar que la última de las categorías en ese cuadro extrovertido-introvertido, corresponde a la sicología profunda de Jung y es introducida en el texto por las meditaciones de Úrsula Iguarán. Son las dos tendencias básicas de la libido que en los niveles consciente e inconsciente se encuentran invertidas, debido a un mecanismo de compensación.11
Llama Jung “introvertido” a la persona que conscientemente selecciona los elementos subjetivos como los factores que determinan las condiciones externas. Véase, por ejemplo, que en el caso de Aureliano Buendía, el coronel, las circunstancias objetivas en última instancia no son la causa primordial de sus levantamientos guerrilleros sino como él mismo indica: el orgullo:
Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando por orgullo. […] Pero en todo caso, es mejor eso, que no saber por qué se pelea […] O que pelear como tú por algo que no significa nada para nadie. (161)
Por su parte, el extrovertido se caracteriza por su marcado interés en el objeto externo y el consecuente deseo de ejercer dominio sobre el ambiente. Este es el caso de toda la línea de los José Arcadios aún en situaciones en que se parecen entrecruzarse, lo que sería fácilmente explicable por medio del efecto compensatorio del inconsciente. Nuevamente es Úrsula Iguarán la que nos aclara a quién se parece cada cual de acuerdo a la acción que ejecuta. Refiriéndose a José Arcadio se dice:
Trató de hablar con José Arcadio Segundo para enterarlo de ese precedente, pero Aureliano Segundo le informó que desde la noche del atentado se ignoraba su paradero.
–Lo mismo que Aureliano– exclamó Úrsula. Es como si el mundo estuviera dando vueltas. (338)
Este pasaje nos obliga a comentar la particular situación de la relación entre José Arcadio Segundo y Aureliano Segundo. Será José Arcadio Segundo quien se convierta en activista político y Aureliano Segundo el que, por ejemplo, se dedique a las rifas, lo que supone una inversión en las cualidades del cuadro de Morán Garay que hemos comentado. Lejos de contradecir nuestra interpretación, es evidencia adicional. Desde un principio, por ser gemelos, se sugiere la posibilidad de que se hayan intercambiado, y efectivamente así ha sido.12 Nos dice el narrador:
Fueron tan parecidos y traviesos durante la infancia que ni la propia Santa Sofía de la Piedad podía distinguirlos. (211)
[…] pero cuando empezaron a asistir a la escuela optaron por cambiarse la ropa y las esclavas y por llamarse ellos mismos con los nombres cruzados. (211)
Tan solo en la muerte se vuelve a plantear la conversión final:
Los cuerpos fueron puestos en ataúdes iguales y allí se vio que volvían a ser idénticos en la muerte, como lo fueron hasta la adolescencia. (402)
Aunque hemos dedicado este trabajo al análisis de los personajes masculinos es un marco teórico que podría también aplicarse a los personajes femeninos. Llevan el nombre de Amaranta o de Úrsula. Por ello, la última de la estirpe debe recibir el nombre de Amaranta Úrsula.
Melquíades ha escrito la historia de Macondo y de la familia Buendía en sus pergaminos y es el único que sabe que, en el último momento, Aureliano Babilonia, será el que logre descifrarlos. Sin embargo, a pesar de que de la unión más feliz nacerá el “único en un siglo que había sido engendrado por amor” (465) el intento termina trágicamente porque es producto del incesto. De un incesto que, según señala Jung, en la alquimia ha sido tradicionalmente el símbolo por excelencia de la unión del consciente y el inconsciente y, por lo tanto, punto de convergencia para la coincidencia de los opuestos.13
El último Aureliano, cola de cerdo, es símbolo de la unidad de los opuestos: “[…] macizo y voluntarioso como los José Arcadios, con los ojos abiertos y clarividentes de los Aurelianos”. (465) Habría que preguntar, entonces, ¿por qué, si se ha completado el ciclo, no deviene la edad de oro que anuncia el mito? ¿Por qué el fracaso, a pesar de que parecen cumplirse todas las condiciones? Habría que recurrir a otros niveles de interpretación. Como sabemos, el mito y la sicología profunda no son las únicas estructuras generadoras de la novela. Allí están también todas las oposiciones y antagonismos que logran impedir un mundo de solidaridad. Las oposiciones y antagonismos que impiden, hasta el último momento del desciframiento de los pergaminos, la unificación final en las “estirpes condenadas a cien años de soledad”. (471)
- Puede leerse en la edición de 80 Grados.net correspondiente al 19 de febrero. [↩]
- Morán Garay, Diana. Cien años de soledad. Novela de la desmitificación. México: Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana, 1988. p 15 [↩]
- Es un tema comentado hasta la saciedad. Véase, por ejempolo, los ensayos de Víctor Gracía de la Concha, Claudio Guillén y Pedro Luis Barcia que acompañan la Edición Conmemorativa. Así también, entre otros, los siguientes que he comentado en la primera parte de este ensayo: Garay, Diana. Cien años de soledad. Novela de la desmitificación. México: Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana, 1988; Arnau, Carmen. El mundo mítico de Gabriel García Márquez. Barcelona: Ediciones Península, 1971; Torres, B. Gabriel García Márquez o la alquimia del incesto. Madrid: Editorial Playor, 1987 y Vargas Llosa, Mario. García Márquez: historia de un deicidio. Barcelona: Editorial Seix Barral, 1971. [↩]
- Al igual que en la primera parte de este ensayo cito de la Edición Conmemorativa de la Asociación de Academias de la Lengua Española. [↩]
- En: Roberto Cotelo. “García Márquez y el tema de la prohibición del incesto”. En Pedro Simón Martínez (ed.) Sobre García Márquez. Uruguay: Biblioteca de Marcha, 1971. [↩]
- Ibid. [↩]
- Eliade, Mircea. Imágenes y símbolos: Ensayos sobre el simbolismo mágico-religioso. Madrid: Ediciones Taurus, 1974. p 26 [↩]
- Mario Vargas Llosa. “Cien años de soledad: realidad total, novella total”. En: García Márquez, Gabriel. Cien años de soledad. Colombia: Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española, 2007. También en: Pedro Luis Barcia. “Cien años de soledad en la novela hispanoamericana”, también en la Edición Conmemorativa. [↩]
- Freidel, David, Linda Schele y Joy Parker. Maya Cosmos. Three Thousand Years on the Shaman’s Path. New York: William Morrow and Company, 1993. p 142 [↩]
- Garay, Diana. Cien años de soledad. Novela de la desmitificación. México: Editorial de la Universidad Autónoma Metropolitana, 1988. [↩]
- Jung, Carl G. Psychological Types. Princeton: Princeton University Press, 1976. [↩]
- En Vargas Llosa, op-cit. [↩]
- Jung, Carl G. Psychology and Alchemy. New Jersey: Princeton University Press, 1980. [↩]