La ficción y los futuros mundos posibles
Dedicado a Carlos Pabón Ortega y Érika Fontánez Torres por la conversación.
Para Arcadio Díaz Quiñones por la insistencia.
“La ironía es un procedimiento negado para la izquierda. Demasiada solemnidad, demasiada seriedad en los objetivos. Todos se toman lo que dicen con demasiada gravedad. Sólo quienes no tienen nada que perder pueden reírse de sí mismos”.[1]
Ricardo Piglia
Hace unos meses el entonces gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló, renunció a su cargo a causa de las diversas manifestaciones convocadas por numerosos sectores puertorriqueños. Lo obvio es innegable. Pancartas, consignas, boletines, murales y performance eran parte de las herramientas contestarías que utilizaron los puertorriqueños en las comunidades diaspóricas en Europa como en los Estados Unidos. En una focalización a simple vista se podría apreciar como aún coexiste dentro del accionar político puertorriqueño cierto consenso predecible en el cual se reproduce, con pocos cambios a grandes rasgos, cierta estética aguerrida análoga. Los panderos suenan, silban los pitos, se alzan las pancartas y los ciudadanos cantan: “¿Y dónde está Ricky? ¡Ricky no está aquí! Ricky está vendiendo lo que queda del país”.
En aquellos días, tanto en los espacios del Viejo San Juan como en el área de Hato Rey, el ciudadano puertorriqueño se sumergía en una muchedumbre donde coexistían sujetos de diversas clases sociales, género, sexualidad y religión. Se vivía un prolongado éxtasis o euforia que pareciera que no iba a terminar. Fue una demostración, de eso que llamó Mijaíl Bajtín en el análisis de la novela de Dostoievski, una polifonía de voces.
En los momentos que participé de las convocatorias de Bad Bunny y René Pérez, junto a las veces que televisé por diversos medios electrónicos lo acontecido en esos días, me percaté de la presencia de algunos sujetos que parecieran uno más dentro de la amalgama de personas y que su disposición ha sido consistente en otras manifestaciones del pasado como es el caso de algunos 1ro de mayo. ¿Quiénes eran esos sujetos vestidos de Spider Man, Hulk, el Joker, los integrantes de la serie de Netflix La casa de papel y hasta el gallito de San Lorenzo, el Invader #1? ¿Qué aportan estos sujetos a las luchas de carácter político, social y económico en la isla?
La ficción o auto-ficción como herramientas para la posibilidad de otro contexto. Intento contribuir a entender las aportaciones políticas de esos sujetos que asumen a primera vista ciertas “falsedades” pero que al mismo tiempo representan una suma de verdades por lo que resalto un contexto histórico poco convencional dentro del marco de las protestas del mes de julio del año 2019. En aquel entonces se anunciaba en los medios periodísticos de Puerto Rico el estreno de la tercera temporada de la serie La Casa de Papel dentro de la plataforma de Netflix. La fecha del 19 de julio de 2019 fue el día en el cual la serie celebraría su próximo estreno provocando así que muchos puertorriqueños les prestaran atención a las temporadas pasadas. Por medio del ocio y el goce, posiblemente los puertorriqueños se expusieron a un espectáculo lleno de radicalidad donde los protagonistas de esta serie organizaron otro atraco, no con un propósito monetario, sino familiar. Los afectos serían el motor principal en esta ocasión para movilizar a la banda de ladrones y mensajes como “somos la resistencia” y la sonoridad del “Bella Ciao” fueron apariciones medulares que pudieron radicalizar en cierta manera a los sujetos participes de las manifestaciones.
Es en este contexto donde los sujetos asumieron las fantasías que cargan consigo pero que anteriormente nunca habían tenido la oportunidad de manifestarlas. El ser humano es rehén de la ficción parafraseando al escritor mexicano Jorge Volpi. Los sujetos se transformaron en aquello que podría ser sus alter-egos deseados, ya sea de niños o aún de adultos, pero que van de la mano con cierta visión particular de lo que podría ser el mundo que los rodea. No existe una teoría homogénea sobre lo que podría ser la teoría de la ficción o la auto-ficción, pero en resumidas cuentas, se podría decir que ambos tópicos son la posibilidad de futuros mundos posibles. Sobre lo expuesto es de importancia prestarle atención a los trabajos de autores como Francisco Álamo, Lubomír Doležel, entre otros. La presencia de estos personajes en las protestas son los ujieres que nos invitan a imaginar un novedoso orden del mundo.
En su texto: Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción, Jorge Volpi indica: “Vivir otras vidas no es solo un juego- aunque sea primordialmente un juego-, sino una conducta provista con sólidas ganancias evolutivas, capaz de transportar, de una mente a otra, ideas que acentuán la interacción social. La empatía. La solidaridad. Qué lejos queda la idea de la ficción como un pasatiempo inútil, destinado a la admiración embelesada, al onanismo estético”.[2] Podemos apreciar, gracias al señalamiento de Volpi, como vivir otras vidas, aunque parezca un juego, son vías que posibilitan la construcción de una interacción social horizontal, democrática y solidaria. La presencia en las manifestaciones de Hulk, Spider Man, el Invader #1 y los integrantes de la banda protagónica de La Casa de Papel son representativos de lo antes expuesto.
La carnavalización de la protesta política
Al participar de las protestas que provocaron la renuncia de Ricardo Roselló y al mismo tiempo encontrarme con los personajes antes descritos, escuchaba las voces de las personas a mi alrededor. Los manifestantes exclamaban: “¡Mira ahí está Spider Man!” Otros indicaban: “Diablo nosotros los puertorriqueños estamos cabrones. A la protesta llegó el Invader #1 con el puño venda’o…. ¡Dile no a las drogas!” seguido de un carcajeo. La risa y el humor, provocado por la presencia de estos sujetos que dejaron de ser ellos para convertirse en un otro deseado, no puede ser apreciado únicamente como la consecuencia de un encuentro dentro de la polifonía de voces antes aludida. La risa y el humor son herramientas que asisten al ciudadano a hacerle frente al poder en cualquier punto de su manifestación. Como mencionó de manera provocadora Fernando Picó, la risa caribeña es una herramienta des-articuladora de los embelecos de los poderosos.[3]
Podría parecer sarcástico para algunos como la risa podría verse como una herramienta política cuando en el imaginario político puertorriqueño prevalecen más las consignas como portadoras de mensajes que cargan consigo seriedad y rigurosidad. La risa, contrario otras formas de manifestaciones políticas, la mayoría de las ocasiones germinan orgánicamente mientras que otros métodos convencionales requieren un esfuerzo colectivo. Deseo cerrar este escrito con unas palabras de Ricardo Piglia que nos invita a reflexionar sobre lo discutido: “La vida no debe ser vista como una continuidad orgánica, sino como un collage de emociones contradictorias, que de ningún modo obedecen a la lógica de causa y efecto, de ningún modo, volvió a decir Renzi…” [4]
[1] Ricardo Piglia, Los diarios de Emilio Renzi. Años de formación. Tomo I. Barcelona, Editorial Anagrama, 2015, P.289.
[2] Jorge Volpi, Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficción. México, Alfaguara, 2012, P. 23.
[3] Fernando Picó, Vocaciones caribeñas. San Juan, Ediciones Callejón, 2013, P. 12-13.
[4] Ricardo Piglia, Los diarios de Emilio Renzi. Un día en la vida. Tomo III. Barcelona, Editorial Anagrama, 2017, P.11.